Guerrero, el laboratorio del miedo III

Con este texto concluye la serie de reportajes donde se sitúa al estado de Guerrero en México como un laboratorio social. Sin insinuar que se trate del único en el país o que la situación sea nueva, interesa que podamos ser observadores más críticos de lo que sucede en esta entidad, donde el infierno de la violencia está logrando concretar la permanencia de un estado terrorista.

¿Cómo es esto posible?, una de las interrogantes más profundas, sobre todo cuando cifras, hechos, tendencias y testimonios indican que el estado mexicano sigue extendiendo este sistema de control social a todo el país, para mantener la continuidad de una clase política y empresarial en el poder.

Puntualizamos, aunque de forma muy escueta, lo que el miedo infundido en amplios sectores de la población puede ocasionar. Sin embargo, es indispensable sumar a este análisis uno de los efectos ocasionados a causa del terrorismo de estado: la negación de la realidad. Fenómeno psicósocial sin el cual no es posible entender qué, a pesar de las innumerables evidencias de la simbiosis del biopoder del Estado mexicano con el crimen organizado como método para someter a la sociedad a través de la necropolítica capitalista, no se ha logrado generar un movimiento social capaz de revertir esta situación.

Primero hagamos un breve recorrido por algunos ejemplos recientes en el estado Guerrero que muestran claramente esta simbiosis del biopoder político del Estado con la narcoviolencia que día a día no solo acrecientan cadáveres que se desbordan en las morgues, sino qué también se acumulan las pruebas que los evidencian como partes articuladas de un mismo proyecto de gobierno sostenido por el terror.

La innegable simbiosis del estado y la delincuencia organizada.

“Si no quieren amanecer en cachitos vajenle de huebos” [Sic]

Esta fue una de varias de las amenazas recibidas por el periodista Marco Antonio Coronel después de mostrar las imágenes en video donde se ve a policías municipales de Chilpancingo, Guerrero implicados en la desaparición forzada del joven Efraín Patrón Ramos durante las primeras horas del 29 de diciembre del 2017. Tanto Televisa, como el periodista detuvieron el seguimiento al caso debido a las de las advertencias.

Siete jóvenes desaparecieron entre el 25 de diciembre del 2017 y el 5 de enero del 2018. Videos, testigos y declaraciones de los sobrevivientes señalan la participación activa de elementos de las corporaciones policiacas, tanto estatal como municipal, así como su coordinación con grupos de la delincuencia organizada.

El pasado 4 de enero, ante la evidente participación de las fuerzas de seguridad en estos hechos, SEDENA y Policía Federal acuartelaron a toda la Policía Municipal de Chilpancingo para investigar lo sucedido, sin que., hasta el día de hoy, los agentes municipales hayan sido procesados Dos de los jóvenes secuestrados aparecieron días después en bolsas de basura, habían sido asesinados y torturados. Otros dos aparecieron con vida también con signos de tortura y graves secuelas psicológicas. De los demás aún se desconoce su paradero.

A pesar de que la seguridad de la capital del estado fue tomada por el Ejercito Mexicano y la Policía Federal, la violencia no ha disminuido. Basta señalar que el pasado 29 de Marzo, con el asesinato de un joven de 20 años en la calle Galeana de la colonia Morelos de Chilpancingo, suman 48 asesinatos atribuidos a la delincuencia organizada en los tres primeros meses del 2018.

El caso de los siete jóvenes  levantados en Chilpancingo a finales del 2017 y principios del 2018, donde participan policías municipales, nos remite inmediatamente al caso de los 43 jóvenes normalistas desaparecidos en Iguala el 26 de septiembre del 2014. Aquí también se ha documentado la participación no solo de elementos policiacos municipales, incluso del 27 batallón de infantería de la SEDENA, detallada en el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).

Uno de los implicados principales, como el perredista José Luis Abarca, ya había sido denunciado por asesinato del líder social Arturo Hernández Cardona, así como de sus acompañantes Ángel Román y Rafael Balderas, después de ser secuestrados junto con más miembros de la organización Unidad Popular en la ciudad de Iguala el 30 de mayo de 2013.

El testimonio de Nicolás Mendoza Villa, chofer de Hernández Cardona, relata:

«Abarca ordenó que llevaran al ingeniero a la fosa. Allí le empezó a decir: ‘¿Por qué me pintas el Ayuntamiento, eh? Ya que tanto me estás chingando, me voy a dar el gusto de matarte». Hernández Cardona intentó permanecer de pie, callado. «Vi cómo Abarca le apuntaba a la cabeza, en la mejilla izquierda, y le disparaba. Una vez caído en la fosa, le volvió a disparar». Tras el crimen, una fuerte lluvia se derramó sobre aquel paraje.»

La complicidad de distintos niveles del gobierno en este caso es incuestionable, ya que el mismo Hernández Cardona, junto con otros dirigentes de su organización, habían acudido desde el 29 de Mayo del 2013 ante la Fiscalía Regional Norte de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Guerrero, donde presentaron una denuncia de hechos ante el agente del ministerio público y señalaron al alcalde José Luis Abarca, su esposa, directora del DIF municipal, María de los Ángeles Pineda y al jefe de la policía municipal Felipe Flores Velázquez, donde detallaron:

«Estamos compareciendo ante esta agencia investigadora para que analice y realice las investigaciones necesarias, con el fin de evitar que se pueda registrar un hecho delictuoso más grave, donde algunos integrantes de la Unidad Popular pudiesen incluso perder la vida propia.»

«Tenemos el temor fundado de que José Luis Abarca Velázquez, presidente municipal constitucional de Iguala, pudiese ordenar privarnos de la vida a los dirigentes de la UP.»

Los vínculos de Abarca y su esposa con los Beltrán Leyva y Los Guerreros Unidos han sido ampliamente difundidos.

La negación de la realidad como mecanismo de defensa en la psique social.

Cómo entender que crímenes como estos, que muestran ante la mirada nacional e internacional, que en México todos los niveles de gobierno, de todas las distintas fuerzas políticas que hoy se vuelven a disputar el poder presidencial en las elecciones del próximo julio del 2018, se coordinan y  hacen cómplices de la impunidad sin que la mayoría del pueblo mexicano logre movilizarse al grado de, por lo menos, destituir a esta clase política corrupta y asesina.

Anna Freud en su libro El Yo y los mecanismos de defensa describe que estos últimos, desde el punto de vista del psicoanálisis, tienen como propósito:

«El propósito de los mecanismos de defensa del yo es proteger la mente/sí mismo/yo de la ansiedad o sanciones sociales y/o para proporcionar un refugio frente a una situación a la que uno no puede hacer frente por el momento.»…

«Los peligros instintivos contra los cuales se defiende el yo son siempre los mismos, aunque los motivos por los cuales percibe una determinada irrupción como riesgosa, son referibles a diferentes causas».

Para el psicoanálisis, uno de estos mecanismo de defensa es la negación de la realidad,  el cual consiste en rechazar un hecho real como consecuencia de la incapacidad del yo para poderlo asumir. La psicoanalista lo describe como:

«La negación del yo a aceptar una parte del ello, en todas estas situaciones conflictuales. Las mediadas de defensa, la seguridad del yo y la evitación del displacer. El principio del placer en el yo del niño pequeño. Resistencia del yo infantil a las impresiones del mundo externo… Capacidad del yo de negar la realidad y capacidad de reconocerla y valorarla críticamente.»

Aunado a esto también debemos entender que existe una complejidad al analizar los efectos de la Guerra en la sociedad,  de acuerdo con el psicoanalista social Ignacio Martín Baró, en su texto El impacto psicosocial de la guerra:

«No se puede asumir que la guerra tenga un efecto uniforme en la población, el análisis debe hacerse de acuerdo a las siguientes coordenadas: la clase social, el involucramiento en el conflicto y la temporalidad.»

«(…) la  experiencia  de  vulnerabilidad  y  de  peligro, de indefensión  y  de  terror,  pueden  marcar  en  profundidad  el  psiquismo  de  las  personas,  en  particular  de  los  niños.  El espectáculo de violaciones o torturas, de asesinatos o ejecuciones masivas, de bombardeos y arrasamiento de poblados enteros es casi por necesidad traumatizante.»

Se requerirán de innumerables instrumentos de análisis y estudios sociales para entender que efectos ya han permeado en la población de un estado como el de Guerrero donde aún existe el recuerdo fresco de la Guerra Sucia y se viven con horror los días de la Guerra contra el narco. Sin embargo, en este laboratorio social se experimentan los beneficios que pueden extraerse para mantener este régimen de biopoder totalitario. Quizás así podemos encontrar parte de la explicación que nos muestre cómo es posible que las y los ciudadanos abalen, ya sea por acción u omisión, a gobiernos corruptos, violentos y desmedidos.

La impresionante tolerancia de la mayor parte de la sociedad mexicana a estos gobiernos con las características ya descritas y que no resultan beneficiosos para está, suelen explicarse con frases como «es que somos muy aguantadores» o «es la apatía del pueblo», que si bien son simplistas, pueden llevarnos no solo a una percepción errónea de los acontecimientos político-sociales, sino también a reforzar imaginarios sociales convenientes para las clases dominantes.

Por ello, es apremiante profundizar en la realidad concreta que se nos presenta para entender con más certeza los múltiples mecanismos de control social que se ejercen desde el poder político y empresarial, así como los efectos que padecemos sociedades tan sometidas como la mexicana, donde sin duda, expertos asesores de los partidos políticos y gobiernos sí las aprovechan para lograr favorecer campañas políticas electorales o inmovilizar a amplios sectores sociales ante injusticas plenamente demostrables.

Siempre cabe la posibilidad de que a la par de las elaboradas invenciones de complicadas coordinaciones gubernamentales para esconder actos deleznables, existen diversos sectores sociales esperando acuñar esas invenciones como propias, a sabiendas de su total falsedad, para encontrar argumentos que les permitan negar la realidad como un mecanismo de defensa psicosocial. Ya sea por impotencia al entenderse incapaces de solucionar la problemática, por no querer poner en riesgo lo poco que han logrado conseguir a pesar de las adversas circunstancias o por no querer perder los privilegios que tienen.

Las variables con las que el biopoder de la necropolítica capitalista puede experimentar en México y específicamente en Guerrero son muy diversas y van desde la pobreza, la marginación, la violencia desmedida y el terrorismo de estado, hasta el uso a su conveniencia de los medios de comunicación, programas sociales, instituciones educativas, fondos de emergencia, etc. Sin embargo, sus objetivos no tienen demasiadas variables, recayendo una y otra vez en la necesidad de la continuidad en el poder por parte de las clases dominantes.

Guerrero, el laboratorio del miedo I

Guerrero, el laboratorio del miedo II

Guerrero, el laboratorio del miedo III