Por María Guadián, Viviana MK y una partícula despistada
Cada año salimos a las calles a corear «2 de octubre no se olvida» para condenar lo sucedido hace 46 años en Tlatelolco y otros puntos. Lo hacemos con rabia, con dolor y también como costumbre. Sin embargo, la sensación de que los días se esfuman, y con ellos nuestra memoria no deja de dibujarse. Las preguntas sobre el sentido, manera y perspectiva de movilizarnos en el espacio público pululan en el aire.
Este año, además de la amplia y nutrida movilización «oficial», se realizó una segunda ruta autodenominada «combativa». Esta marcha, además de apelar a la lucha horizontal, crítica, autónoma, anti-institucional, anti-oficialista y anti-autoritaria, propone enfatizar la necesidad de repensar y reapropiarse de esta fecha. La «protesta combativa», pues, hace un llamado a seguir organizándonos y luchando en el presente, tal como lo señala la posición emitida cuatro días antes:
Al igual que en el año 1968, hoy quienes no coincidimos con la estructura socioeconómica impuesta, y decidimos plantar cara y paso firme a los lacayos del capital, somos mira en el fusil. Para muestra, el botón más reciente: el caso de los compañeros miembros de esta coordinadora combativa, la FECSM, la Federación de Estudiantes Campesinos y Socialistas de México; y que hace unos días la policía de Guerrero en Iguala ha asesinado, desaparecido y encarcelado a nuestros compañeros estudiantes.
La marcha dio inicio en el Casco de Santo Tomás, se desplazó sobre el puente de Nonoalco y llegó a la Plaza de las Tres Culturas, donde concluyó con un pequeño, pero emotivo mitin. Minutos antes de la concentración en la plaza, al encontrarse con la marcha histórica/oficial, algunos contingentes se integraron también a esa manifestación, que iba de Tlatelolco al Zócalo capitalino.
Durante la movilización y el mitin, además de las claras muestras de apoyo y solidaridad por los asesinatos y desapariciones de estudiantes en Ayotzinapa, Guerrero, se denunciaron otras represiones y hostigamientos a los que han sido sujetos otros individuos y colectividades, tales como las y los compañeros zapatistas, las autodefensas, el asesinato de activistas transexuales, las mujeres de Ciudad Juárez y la detención de compañeros libertarios y anarquistas. Específicamente, se habló de casos de encarcelamiento como el de Mario González, Fernando Bárcenas, Carlos López, Abraham Cortés Ávila, y las canadienses Amélie y Fallon. También se trataron temas de desaparición como el de Teodulfo Torres Soriano, El Tío, y de asesinato, entre los que se encuentran el de Pavel González, Alexis Benhumea, Juan Francisco Kuykendall y Carlos Sinuhé, por mencionar algunos.
Entre los asistentes se pudo convivir con compañeras y compañeros de numerosas colectivas anarquistas, contingentes estudiantiles del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), la Universidad Pedagógica Nacional y muchas otras. Alrededor de 2,000 asistentes marcharon con entusiasmo a pesar de la lluvia, al mismo tiempo que reflexionaban sobre lo que significa «combatir».
De los contingentes estudiantiles, resultó particularmente interesante el encuentro entre «batallones» de las escuelas públicas más icónicas de México, quienes corearon al encontrarse, con mucho ánimo, las porras de la otra escuela –goyas los del IPN y huélums los de la UNAM–, como un acto de hermandad y apoyo mutuo que se enmarca en la movilización por parte de los estudiantes politécnicos, en respuesta a la imposición de las reformas estructurales en su casa de estudios. Así nos lo platicaron hace unos días algunos compañeros de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), de Culhuacán:
Es evidente la realidad de este país, la decadencia en todos los rubros, y pues es algo que se tiene que frenar. Vemos el apoyo y la solidaridad de todas las escuelas (…) Nuestras hermanas universidades están al pendiente para apoyarnos porque se nos han impuesto ¡tantas reformas!, que nos afecta a todos (…) Va por un bien común.
A pesar del crudo y cínico contexto de represión al que aún se enfrenta todo intento de desobediencia debida, insumisión o antiautoritarismo en México, las y los asistentes a la protesta alternativa mostraron gran alegría, festividad, ánimo y energía. Resulta curiosa la manera en que las diferencias nutren a los movimientos en vez de dividirlos. La mezcla de ideologías, de fuerza combativa y de consciencia libertaria hizo de esta marcha una experiencia particularmente diversa.
La presencia de lxs compañerxs del Bloque Rosa, Colectiva de Gafas Violetas y Puta Colectiva, entre otrxs manifestantes independientes, por ejemplo, constituye una muestra de «disidencia sexual» que resulta necesaria en un contexto donde se mira con recelo a las diferencias y donde prejuicios enraizados pueden llegar a permear hasta el interior de los grupos más rebeldes. Entre las consignas que coreaban, se podía escuchar: «sin maricones, no hay revoluciones».
También llama la atención la manera en la que modificaban otras consignas que –aunque estén arraigadas en el imaginario de lucha– resultan bastante opresivas, como aquella en la que se hace referencia a «una puta de cabaret» como sinónimo de lo peorsito, ¿y qué culpa tienen las putas de cabaret, pues? Lxs compxs nos recuerdan los múltiples estigmas que están presentes en nuestra cotidianeidad y deciden combatirlos, recordar que lo que más hiere a nuestras sociedades son los crímenes cometidos por el Estado, la represión, la misoginia, las opresiones de clase y raza. Por tal motivo y con singular alegría, decidieron gritar una versión con más anclaje en la realidad del país: «¡Que lo vengan a ver, que lo vengan a ver!, ¡ese no es presidente es asesino, macho, burgués!»
Finalmente, al llegar a la Plaza de las Tres Culturas se anunció, entre otras cosas, la huelga de hambre que realizan cuatro compañeros anarquistas por tiempo indefinido, quienes se encuentran recluidos en distintos penales de la Ciudad de México. El objetivo de la huelga iniciada un día antes, 1° de octubre, es protestar contra el sistema carcelario. Asimismo, se dio lectura al comunicado que enviaron los compañeros:
Impulsados por un sentimiento de rebeldía y un declarado rechazo y verdadero repudio a todos los mecanismos de control, entre ellos el sistema penitenciario, nosotros, individuos anarquistas y libertarios, en nuestra condición de presos secuestrados por el Estado mexicano hemos decidido ejercer una de las pocas herramientas de lucha de las que nos podemos valer desde el encierro: la huelga de hambre a partir de hoy, 1 de octubre, a un año de las detenciones del 2 de octubre de 2013, a 10 meses del secuestro de Fernando Bárcenas y 9 meses del de Amelie, Carlos y Fallon.
En el mitin de la Plaza de las Tres Culturas pudimos platicar con un compañero de la Cruz Negra Anarquista-México (CNA) sobre ¿quiénes son los anarquistas presos en la Ciudad de México y cuál es su situación jurídica? Además, dialogamos sobre el papel de las cárceles como instituciones para anular a los individuos en pos de una obediencia al orden social, que beneficia a aquellos en el poder. La CNA también nos extiende el llamado a realizar acciones en solidaridad con los compañeros, sin considerarlos víctimas sino sujetos que siguen luchando, desde la cárcel, con convicción y con ánimo: «va a haber debilidad, pero debilidad física, la fortaleza la llevan en el corazón».
La huelga de hambre representa para ellos una de las únicas formas de protesta que tienen para denunciar y repudiar la humillación, aislamiento y tortura que se vive diariamente en los penales. Este acto también es una manera de recuperar cierto control sobre sus cuerpos secuestrados:
Optamos por pasar a la acción antes que aceptar la cárcel como algo «normal» el Estado busca formar ciudadanos dóciles y serviles para mantener su establecido «orden social» y así poder sustentar la estructura de producción capitalista que solo beneficia a la clase dominante. Las prisiones tienen un papel primordial en la configuración de estos buenos ciudadanos. Es a la sociedad burguesa a la que en realidad se busca que el/la presx se readapte. Rechazamos la supuesta función reintegradora que la prisión puede traer a nuestras vidas. No solo no la consideramos útil, sino que es ampliamente perjudicial.
En tiempos de narco-Estados, cuando se cometen los más atroces asesinatos y vejaciones hacia estudiantes y luchadorxs, caminar tranquilamente y hacer uso de la libertad de expresión y de protesta, se vive como un ejercicio de lucha festiva, aunque como ya hemos dicho antes, la tensión no cede: «a todo mundo le parece sospechoso que la policía no esté en las calles imponiendo su supuesta fortaleza». No se puede confiar ni en la inacción represiva de un gobierno que diariamente nos roba, divide, enajena, asesina, desaparece, tortura y encarcela.
A las preguntas derivadas de esta justa desconfianza, le siguen otras más profundas y con alcances a largo plazo: ¿Cómo podríamos frenar el despojo, la devastación y contaminación que planean los de arriba sobre los territorios de los de abajo, como si sus habitantes no importaran? ¿Hacia dónde llevamos, cómo utilizamos todo ese dolor, las impotencias, las rabias? ¿Cómo seguimos peleando por las múltiples libertades que nos han sido arrebatadas o negadas?
Por lo pronto –sin ánimos de encontrar conclusiones cerradas sino de continuar el diálogo– un mensaje claro de la marcha combativa del 2 de octubre es: ni un paso atrás, no dejemos de luchar, coordinados pero autónomos, libres, diversos. Al igual que Mario, Carlos, Fernando y Abraham, aspiremos siempre a nuestra libertad, defendamos nuestros territorios, apropiémonos de nuestras acciones, recuperemos nuestros cuerpos.