El canto tojolabal de una hermana de luz: María Roselia Jiménez

Por Lulú Barrera
Fotografía de portada tomada de Wikipedia Commons 

Los universos de María Roselia Jiménez están poblados de escarabajos en trance, grillos de canto sanador y hermanas de luz, las luciérnagas. Roselia es originaria del lugar de las nueve estrellas, la antigua Balún Canán, casa del pueblo tojolabal, asentado al cobijo del Ixk’inib’, el cerro de donde los abuelos traían manzana, caña de azúcar, papaya, naranja y limas tan abundantes como provenientes de un misterio, en los Altos de Chiapas.

Roselia se encuentra en el canto, comenzó a componer en su lengua materna como un ejercicio político, nutriéndose de la raíz viva, los hablantes mismos del tojolabal cercanos a su corazón: Me convertí en escritora ya grande, verdad, porque empezamos con un movimiento en 1993, un movimiento que encabezaba Natalio Hernández y Jacinto Arias en Chiapas. Un movimiento de escritores indígenas, entonces empezamos a investigar y a prepararnos con nuestro alfabeto, porque hasta eso los investigadores, por ejemplo Carlos Lenkesdorf que es alemán, (1926-2010), que fue al estado de Chiapas y convivió con la cultura tojolabal por treinta años, era el único que escribía el tojolabal, y algunos otros lingüistas que no eran tojolabales. Y los catequistas algunos, y entonces hacía falta hacernos de un alfabeto común  y trabajar, entonces yo agarré como herramienta ya la escritura, para poder escribir la cultura de nuestro pueblo, nuestros ancestros, nuestros abuelos, y mi papá pues que recién falleció de 106 años, con un gran conocimiento, músico tradicional, y mi mamá que tiene 90 años, ella me aporta muchísimo, pienso que ese pensamiento tiene que ser escrito, para que se pueda retomar, se pueda alimentar.

Su lucha no está en terreno salvo, la transmisión de la lengua originaria en el pueblo tojolabal se está perdiendo, es una experiencia  dolorosa de todos los días, cruzada por la discriminación y el dominio del monolingüismo en español: Nosotros lo vemos, lo estamos viviendo, yo me estoy dando cuenta que muchas comunidades están dejando de ser hablantes de la lengua, los niños sobre todo y los jóvenes. Ya los que hablan son los ancianos, es un problema bien difícil de resolver porque no se han tomado medidas, no hay planes de cómo alimentar la raíz lingüística. En parte la discriminación tiene qué ver mucho, porque los jóvenes dicen que les da vergüenza hablar tojolabal y que prefieren mil veces hablar el español, y ellos en todas las escuelas de la región leen mejor el español que su propia lengua.

La pérdida la entristece muchísimo y no duda en afirmar que el único momento en que nosotros tuvimos la oportunidad de ser respetados y considerados y todo lo que se pueda decir, fue durante el movimiento zapatista, porque había sangre de por medio, porque se murieron nuestras propias gentes.

La poesía de Roselia es una faena de rescate lingüístico, de revitalización de la lengua, para ella este trabajo va más allá de la realización de eventos, tienen que ser proyectos a largo plazo. Como promotora cultural ha propiciado la conformación de coros de jóvenes en Las Margaritas, en quienes se ha despertado el interés de crear sus propios grupos, también se ha acercado a niñas y niños a quienes ha logrado maravillar a través de su narración oral. Su canto se vuelve una invocación ritual para que el pueblo tojolabal encuentre una nueva casa en la lengua de sus ancestros: He escrito a la madre tierra, he escrito a los elementos sagrados de nuestro universo, el maíz, el frijol, la producción de la tierra. A los instrumentos sagrados musicales, el tambor, el violín, la guitarra. Los instrumentos musicales ya se abandonaron, los tambores que son música sagrada del pueblo tojolabal ya no se tocan, hay comunidades en que ya olvidaron completamente los tambores, solamente los ancianos lo tocan, y algunas comunidades cuando tienen sus ceremonias ya tienen que mandar a otras comunidades y pagar para que vengan los señores que tocan tambor.

Roselia canta a las mujeres que nacen, les da la bienvenida, una bendición, y a las mujeres que le han contado su vida también. Aunque reconoce que actualmente el papel de las mujeres en las comunidades está cambiando, no deja a un lado las historias de las abuelas, y la más cercana, la de su madre, que todavía llora cuando cuenta su historia… cuando hizo todo lo posible para que no la tiraran a los perros porque era la cuarta mujer.

Ser indígena y ser mujer, en un contexto adverso que no las concibe siempre como dueñas de sus propias decisiones, es duro. El matrimonio obligado y a temprana edad es parte de un pasado reciente que poco a poco se va transformando: Yo recuerdo todavía que en los noventas, a principios de los noventas, todavía era entregada y obligada (la mujer) a juntarse con un hombre sin su consideración y a una edad muy corta, de trece o quince años. Esa era la situación de la mayoría de las mujeres. Encontramos en las mujeres una historia muy triste, esa historia de que las obligaron, que no se casaron por amor, y que tuvieron sus hijos, claro que son muy amorosas con su familia, pero en su historia está ese recuerdo triste…

La movilidad de las mujeres fuera de la comunidad tampoco suele ser bien recibida, aunque para Roselia la experiencia de salir a migrar, a la Ciudad de México o a los Estados Unidos, les proporciona otros conocimientos y otras experiencias que contribuyen a que las mujeres se den cuenta de que las cosas pueden ser diferentes: Anteriormente las mujeres decían, nosotras nos sentimos enterradas vivas, no tiene sentido nuestra vida, preferimos morir. Pero yo creo que hay unas mujeres que ya han salido, ya se están defendiendo y yo creo que poco a poco van a ir avanzando y sobre todo dándole a sus hijas… hay algunas mujeres ya que están trascendiendo, por ejemplo, son locutoras, son dueñas de su pensamiento, tienen ya cierta libertad para hacer y descubrir las cosas.

Aunque la situación de violencia que viven las mujeres indígenas es para Roselia una cruda realidad, también hay mujeres valientes le dan esperanza, –pues así se escribe la historia- me dice: Eso es lo que se necesita para poder trabajar, ser valiente, y no perder el ánimo… (hay mujeres que) también dicen yo tengo mis derechos… y son muy valientes, las cosas cambian para ellas.