Texto: Ita del Cielo y María González
Foto: María González
El último fin de semana de julio, en la comunidad hñahñu (otomí) de San Lorenzo Nenamicoyan, Estado de México, alrededor de 1,100 mujeres del campo y la ciudad, provenientes de al menos 13 pueblos originarios y 25 entidades, nos encontramos con miras a tejer una red de horizonte anticapitalista, anticolonial y antipatriarcal y a dialogar sobre los ejes propuestos por el Concejo Indígena de Gobierno (CIG) y el Congreso Nacional Indígena (CNI). Éste es uno de los hilos que sigue tejiendo la lucha desde el Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan, realizado en marzo de 2018, en tierras zapatistas, Chiapas, México.
Una noche helada, la del viernes, fuimos llegando como hormigas sigilosas que de a poco van alterando el ecosistema; cientos de mujeres muy distintas unas de otras en aspecto físico, pensamiento y experiencia. Unas intentando adaptarnos a las condiciones de la zona, otras saludando a las veteranas luchadoras que desde por lo menos hace 24 años se acuerpan en el CNI.
A las seis de la mañana el rocío se coló hasta los huesos de las asistentes, quienes pasamos la noche en casas de campaña que no siempre protegían del helado amanecer. Dos horas después estaríamos en la fila de la cancha de basquetbol para tomar el desayuno. La atmósfera y el paisaje alimentaban eso que llamamos «lucha» o que algunas definen como las ganas de seguir viviendo.
A pesar del desvelo y el cansancio, hubo mucha expectativa y voluntad, la alegría vibró en la inauguración y la plenaria. Las compañeras de San Lorenzo Nenamicoyan dieron la bienvenida y saludaron a las mujeres rebeldes que luchan; agradecieron el esfuerzo que hizo cada una para llegar a la comunidad y dejar sus labores cotidianas para poder tomarnos de las manos.
Hubo complicidad entre cuerpos de mujeres tan disímiles y a la vez con tanto en común: las concejalas y delegadas del CIG-CNI, comerciantes, estudiantes, muchas jóvenes, parteras, fanzineras, organizadoras sindicales, poetas, académicas, sanadoras, músicas, oenegeras, lesbianas, artistas gráficas, tejedoras, cocineras, feministas separatistas, maestras, madres en lucha por la justicia, compañeras con diferentes discapacidades y decenas de identidades que aún no se quieren nombrar o que prefieren no ser clasificadas. Todas las participaciones fueron traducidas a lenguaje de señas por una compañera para las asistentes con discapacidades auditivas; ella no cesó de tender los puentes para la inclusión durante todo el encuentro. Las anfitrionas nos animaron con su expectativa:
Esperamos que los trabajos, las comparticiones, los talleres y las actividades programadas, sean semilla que germine y florezca para cada una de nosotras y que crezca la organización de las mujeres que estamos aquí hoy y de nuestras compañeras de los espacios, colectivos, organizaciones y comunidades a nuestro regreso.
Después nos compartieron que la realización de este espacio fue acordado el pasado febrero, en otro encuentro (entre concejalas del CIG) en la Ciudad de México. Es decir que es un acuerdo cumplido. Posteriormente enlistaron los objetivos del evento:
- Tejer una red nacional de mujeres que compartimos las mismas situaciones y dolores; para estar informadas y agarradas de las manos más allá de la distancia, a sabiendas de que necesitamos estar juntas y sumar la fuerza de muchas.
- Intercambiar experiencias y visiones desde nuestro ser mujeres rebeldes y organizadas contra un sistema opresor.
- Practicar el apoyo mutuo para definir el camino que queremos seguir, orientar nuestras prácticas organizativas como mujeres para destruir el sistema capitalista, patriarcal y colonial, para poder sembrar y cultivar nuestros modos de vida.
- Salir con compromisos, con acuerdos de acciones concretas que permitan tejer esa red diversa; y dar pasos, tal vez pequeños pero firmes, hacia otros modos de vida, de vidas que merezcan ser vividas por nosotras.
El intercambio de perspectivas entre la diversidad de mujeres que asistimos fue enriquecedor. Algunas con palabra más académica, otras con palabra más sencilla y clara; muchas jóvenes entusiastas con gran interés de abordar colectivamente las cuestiones de las formas de lucha y de las relaciones humanas. El ánimo se percibía de mucha amabilidad, respeto, fortaleza y esperanza. El lugar ideal para llevar los oídos, el corazón y la imaginación muy abiertas.
La metodología y los objetivos se presentaron claros y concisos y esa fue la tónica general del evento. Sin largos discursos, con participaciones muy puntuales; objetivos, preguntas y actividades concretas para aprovechar al máximo el tiempo del encuentro, que en esta ocasión fue de un día y medio de actividades.
¿Cómo liberaremos nuestras vidas del capitalismo, el Estado y el patriarcado?
Alrededor de esa pregunta giró la charla que, como parte de la inauguración, nos brindó una compañera que llegó en representación de la lucha de las mujeres del Kurdistán y del Movimiento de Liberación del Kurdistán (MLK), quienes son ya un referente mundial por su determinada e intensa lucha por la liberación de sus pueblos frente a la violencia de la organización terrorista Estado Islámico o ISIS (por sus siglas en inglés) y de la opresión y marginación que han sufrido históricamente por parte de los estados-nación (Turquía, Siria, Irak e Irán) instalados en su territorio, que hoy traslapan, cada uno parcialmente, con su división política, todo el Kurdistán.
Ella comentó que en México ha escuchado hablar mucho sobre machismo, pero con poca referencia al patriarcado; remarcó que tanto los hombres como mujeres del mundo somos machistas (aunque el término parezca referir un aspecto cultural de México), porque vivimos en un sistema patriarcal y por tanto, al producir la vida, lo cotidiano, también producimos patriarcado; es decir que nuestra mente está configurada sistemáticamente por éste. Y compartió que la lucha en Kurdistán se está enfocando en descubrir una nueva mentalidad en las mujeres que luchan contra los sistemas de opresión y que, de entre el capitalismo, el estatismo y el patriarcado, primero es necesario destruir el patriarcado, entendido como la base de la sociedad jerárquica de clases, de cinco mil años de civilización que es la historia de la esclavización de las mujeres.
La compañera kurda llamó a recuperar nuestra memoria colectiva de mujeres, de cuando éramos sujetas de la vida y a conocer la antigua red de relaciones que se ha tejido alrededor de nosotras; regresar a ver dónde y cuándo perdimos la libertad y nuestra posición en la historia, señalando que tal pérdida está relacionada íntimamente con el aumento del poder jerárquico y del Estado dentro de la sociedad. Planteó la esclavitud de la mujer como el camino a la subsecuente esclavización de otros sectores sociales, como el de los hombres de abajo, y de la sociedad en su conjunto, resultando una sociedad sexista.
Continuó reflexionando que la lucha de las mujeres, más que por una igualdad de derechos, tiene que ser por la liberación de todos los géneros, es decir por la capacidad de divorciarse de la cultura de dominación masculina de cinco mil años de antigüedad y en ese sentido la lucha contra el patriarcado resulta la principal lucha por la liberación de la sociedad.
Mencionó que las mujeres kurdas están en la construcción de una lucha y organización propias, con espacios autónomos, pero que no es sólo para las mujeres. Participan por igual y se organizan también en espacios mixtos, por lo que participan en dos movimientos, uno en conjunto con los compañeros y otro que llevan sólo las mujeres; en éste, tienen espacios que llaman «originales» (específicos de mujeres) en donde consideran que las mujeres recuperaremos el poder de ser sujetas de la vida para derrocar al patriarcado.
Finalmente compartió dos observaciones hacia la organización propia de las mujeres:
Primero. Falta asumir la tarea de integrar, en la perspectiva de las organizaciones mixtas, la perspectiva de género; no ver a los hombres como enemigos ni a las mujeres que sólo participan en espacios mixtos como no-compañeras que aunque luchan contra el capitalismo «no luchan por la liberación de las mujeres». Y propuso pensar cómo confederar la lucha de las mujeres del mundo en diferentes espacios, con diferentes perspectivas y contextos.
Segundo. La necesidad de atender la manifestación del patriarcado dentro de las organizaciones propias de mujeres, ejercida en la dominación de mujeres por mujeres, por ejemplo –aunque sin generalizar– en ciertas relaciones lesbianas, ante ello hacer una autocrítica de con qué mentalidad actuamos:
«Si como mujeres militantes queremos liberar a las mujeres, primero hay que liberar nuestra propia mentalidad del patriarcado, porque si no somos libres no podemos liberar a ninguna mujer. Es importante pensar cómo estamos liberando nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestro corazón del poder patriarcal y de todo el sistema que nos destruye».
¿Cómo estamos y hacia dónde caminar?
Después de las palabras de la compañera kurda, fuimos organizadas en diez grupos que conformó el azar de un número anotado en el gafete del evento. Ahí, agrupadas, coordinadas por compañeras del CIG-CNI, platicamos todas: ¿Qué situación vivimos las mujeres en México y en otros lugares en el contexto capitalista y patriarcal? ¿Qué ideas surgen al escuchar la ponencia (de la compañera del MLK) para generar cambios en nuestra vida cotidiana y organizativa? Desde nuestra visión ¿cómo podemos hacerle para construir modos de vida no capitalista y no patriarcal?
Cada una compartió sus luchas, individuales y colectivas, sus ideas añejas o nacidas en el momento. Se denunciaron violencias, se compartieron esfuerzos y respuestas, se pensó y, en algunos casos, se entablaron discusiones que dieron para configurar nuevas preguntas, nuevos puntos de partida y horizontes. En estos círculos de diálogo muchas jóvenes contaban que ésta era su primer encuentro con mujeres que luchan, rebosantes de una energía nueva que ha emergido al calor de las experiencias recientes.
Nombramos nuestras necesidades: involucrarnos, organizarnos y politizarnos ante un Estado omiso, cómplice y criminal; trabajar nuestras emociones, sanar juntas con amigas y en el seno familiar, trabajar con nuestro árbol genealógico, ir a las raíces de la violencia pero también del amor y la fuerza, para comprenderlas; recuperar el poder de la mujer-medicina, trabajar la sororidad, nuevas formas de educarnos, relacionarnos y compartir, con los hombres, con lxs niñxs, en el trabajo, y también cómo actuar frente a los agentes de la violencia, el despojo y la explotación.
Se abordaron las diferencias de posicionamiento de algunos feminismos, unos a favor de la vía de la reeducación social (que incluye a los hombres), otros a favor de concentrarnos en trabajar sólo entre mujeres y para las mujeres. Algunas chicas plantearon sus relaciones al interior de sus organizaciones y la incomprensión con que se topan por parte de los compañeros por sus inconformidades; una compañera indígena habló del bien que hace juntarse la comunidad o las familias a platicar de las tristezas y angustias compartidas o que se llevan en soledad. Otra compañera académica planteó la necesidad de generar redes amplias en Latinoamérica. Una michoacana, estudiante de derecho, habló de la importancia de materializar acciones concretas y planeadas para hacer frente a las jerarquías institucionales, buscar hackear el sistema desde dentro; ante esto, otra mujer recordó la importancia de la autogestión y planteó la duda de para qué seguir pidiendo la atención de un Estado al que no le importamos. Y una compañera francesa habló del engaño que puede esconder el término «igualdad», que en Francia, una mujer y un hombre son iguales porque las mujeres «ya son como hombres», entonces planteó la recuperación de lo femenino, la revaloración de lo emocional y la búsqueda de lo propio.
Alrededor de las dos de la tarde, había largas filas en las canchas de basquetbol. Algunas comieron lo propio, preparado desde casa; las muchas compramos alimentos preparados por la comunidad, ofrecidos a un costo monetario que, con seguridad, no cubrió el costo en trabajo y esfuerzo que se requirió para llevarlos al plato –la siembra del maíz y la fruta, la crianza de gallinas u otros necesarios, así como la preparación previa. Integrantes del CNI-CIG y anfitrionas de San Lorenzo Nenamicoyan, con apoyo de algunos compañeros, ofrecieron arroz, frijoles, tortillas y café de aportación voluntaria.
Durante el momento de la comida se aprovechaba para intercambiar las distintas producciones a modo de mercadita que se tendía bajo la lona ya montada. Esta actividad se ha hecho costumbre en los encuentros en que asisten muchas personas dispuestas a apoyar la economía solidaria y las redes de consumo local o sin intermediarixs. En un puesto con bordados hermosos, platicando, la compañera que vende me dice que viene del Caracol 2 de Oventic; al rato, caminando, otra compa pregunta que de dónde serán las compañeras que están más adelante a la vista, «por su ropa han de ser de Yucatán» –un elegante traje recto, holgado, blanco, con cenefas de encaje bordado con flores de colores en el cuello del huipil, en la cintura y al final de la falda; también distinguimos claramente la colorida vestimenta mazahua y la cálida falda purépecha, había mujeres de todos los colores y tamaños, la mayoría mexicanas, tanto mestizas como de pueblos originarios.
Nueve fuentes de diálogo
El resto del día se dedicó a discutir, por temas y en grupos, los nueve ejes de discusión propuestos por el CIG: 1) Tierra y Territorio, 2) Autonomía, 3) Mujeres, 4) Jóven@s y niñ@s, 5) Diversidad sexual, 6) Justicia, 7) Personas con discapacidad, 8) Migrantes, 9) Trabajo y explotación.
En todas las mesas de trabajo hubo ciertas propuestas de acción que aquí y allá, enunciadas de diferentes formas y respecto a diferentes temas específicos, se repitieron constantemente. Por eso las resaltamos como propuestas generales que dan cuenta de líneas de acción transversales para todos los ámbitos de las diferentes luchas: generar redes y grupos de apoyo mutuo, de trueque, de intercambio de saberes, productos y servicios; hacer directorios (extendidos y locales); tejer trabajo de vinculación presencial y digital; planear y realizar talleres formativos y replicables; y hacer más encuentros locales y temáticos.
Tierra y territorio
Se compartieron estrategias de lucha y defensa del espacio público, de los bienes naturales, del maíz (se propuso informarse sobre demanda contra el maíz transgénico que lleva cinco años en litigio). Se resaltó la importancia de conocer la situación jurídica de la tierra y el territorio (que se distinguen sobre todo en el marco del derecho internacional), la ley agraria, así como convocar a abogadxs solidarixs para dar talleres jurídicos en las comunidades. Materializar escuelas campesinas para mujeres con visión agroecológica, ecofeminista y generar más bancos de semillas. Empujar iniciativas de ley para prohibir la construcción en tierras agrícolas. Fortalecer el trabajo inter-comunitario. Documentar las luchas y generar más radios y medios comunitarios. Trabajar sobre la vinculación digital y la inteligencia colectiva. Reforzar los relevos generacionales con la transmisión de conocimiento y del amor por la tierra. Hacer talleres de nixtamalización y de recuperación de saberes «de la tierra a la cocina» sobre los alimentos; así como fomentar el conocimiento y uso de las plantas medicinales. Reforzar o retomar las asambleas comunitarias; actualizar padrones de ejidatarixs y comunerxs; poner mucha atención en la elección de autoridades comunitarias. Abrir espacios de reflexión y análisis sobre las políticas públicas sobre la tierra y territorios del gobierno entrante. Generar un fondo monetario para gestionar las luchas; reforzar prácticas de trueque y mercados locales. Promover la comunicación e intercambio entre científicxs y comunidades con sus saberes originarios (una compañera química de la UNAM ofreció un producto de polímero –generado con su equipo de trabajo– que remueve metales pesados del agua). Crear un directorio de productos, servicios y saberes entre las asistentes y por localidad. Ubicar ejes transversales de lucha como son: las cuestiones jurídicas, de género, de soberanía alimentaria, de economías alternativas y de educación.
También se hizo la invitación para asistir el próximo 18 y 19 de agosto a la comunidad de San Pedro Tlanixco, Estado de México, al Encuentro en defensa agua, el territorio y la vida convocado por Mexicali Resiste, la comunidad de San Pedro Tlanixco (defensorxs del agua), El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y la Plataforma contra el nuevo aeropuerto de la CDMX.
Autonomía
Se virtieron propuestas para aprender desde autodefensa hasta confección de ropa; el estudio de formas de autogobierno, procesos de enseñanza/aprendizaje sobre autonomía; recuperación de la historia de las comunidades; hacer intercambio de metodologías de trabajo colectivo y de experiencias, tomar territorio público para sembrar, hacer círculos de mujeres.
Mujeres
A través de diversas voces intergeneracionales se destacó la necesidad de recuperar la sabiduría ancestral que en México nos ha sido despojada luego de 500 años de invasión, a partir de esto, se propuso trabajar las genealogías y la diversidad generacional en las luchas. Reconocer que somos capaces de poner límites, contrario a lo que históricamente el patriarcado nos ha dicho: que no podemos. Identificar lo que nos duele, fortalecer la vinculación y las redes de economía solidaria gestadas en los últimos años. Reforzar la enseñanza de partería, bordado, tejido; hacer más temazcales, trabajar sobre cultura de paz, huertos familiares, realizar materiales y publicaciones sobre el amor propio.
Jóvenes y niñxs
Trabajar desde el arte, estudiar procesos de transmisión de valores y conocimientos, trabajar la escucha y contención; aprender juegos colectivos, hacer campañas gráficas para jóvenes sobre territorio e identidad, talleres de producción audiovisual y de educación sexual; hacer reforestación, promover educación descentralizada y colectiva, dar acompañamiento literario, que en las marchas haya contingentes infantiles coloridos.
Diversidad sexual
Se habló desde la pluralidad de experiencias y los complejos debates entre muy distintas posiciones políticas. Surgió una tensión entre los argumentos del feminismo radical y quienes insisten en la centralidad de la lucha de las mujeres trans en estos encuentros. Otra compañera, si bien señaló la importancia de reivindicar la categoría «mujeres» propuso ir más allá del sistema binario hombre-mujer, en tanto mujer lesbiana también reivindicó la búsqueda de otros tipos de masculinización que no sean los dominantes. A fin de cuentas las tensiones se saldaron bajo la idea de sumar y no restar. La mayoría de las asistentes insistió en la importancia de impulsar una educación sexual no heterocentrada, tener suficiente información científica sobre los temas que atraviesan la sexualidad, el género, el deseo y las corporalidades. Además se planteó promover el amor propio y el autocuidado; continuar la batalla por un uso del lenguaje no hegemónico; generar espacios de escucha para adolescentes; e impulsar un encuentro de diversidad sexual desde el CIG-CNI.
Justicia
Araceli Osorio, la madre de Lesvy Berlín –víctima de feminicidio en la Universidad Nacional– expuso su largo camino de búsqueda de justicia. Se habló de la necesaria alianza entre académicas, activistas y familiares. Asimismo de buscar otras vías para producir justicia más allá de los límites del estado patriarcal. También se propuso generar trabajos sobre la verdad y la memoria, conocer y nutrir protocolos de reparación integral del daño; empujar a que se tipifiquen delitos que evidencian situaciones de violencias específicas, conocer y utilizar herramientas jurídicas; visibilizar y difundir los casos en medios propios, promover que todxs seamos agentes de documentación de procesos; generar y apoyar redes de abogadxs, historiadorxs, psicólogxs; conocer y buscar el litigio estratégico (con casos paradigmáticos); exigir la traducción a lenguas originarias en los procesos judiciales.
Personas con discapacidad
Promover un encuentro de personas con discapacidad. Que en los lugares donde se tomen decisiones que afecten a las personas con discapacidad o se trabaje algo sobre discapacidades haya personas con discapacidades. Pidieron incluir en el CIG a una concejala con discapacidad que lleve sus ideas y perspectivas. Sumar los saberes comunitarios para la atención de las discapacidades. Promover el respeto y la dignidad de estas personas que no están enfermas –porque las discapacidades no se curan– sino que tienen una condición de vida diferente al promedio.
Migración
Trabajar sobre relaciones de poder con retornadxs y las consecuencias de la readaptación, grupos y redes de acompañamiento y apoyo a migrantes, aprendizaje sobre economía comunitaria, campañas de sensibilización sobre motivos de la migración, trato igualitario, y recordatorio de que «todxs somos migrantes».
Trabajo y explotación
Algunas de las propuestas en esta mesa fueron: la búsqueda de la autogestión, generar monedas alternativas, creación de proyectos productivos, resignificar proyectos de vida y modos de consumo.
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En la plenaria, después de las mesas, se compartieron las relatorías de cada espacio para que todas pudiéramos enterarnos. Para entonces llegó la noche, el momento de la cena y de preparar las casas de campaña o las bolsas de dormir. Algunas nos refugiamos del frío y la lluvia dentro del auditorio, otras durmieron bajo el techo de las canchas de la primaria, sin paredes que las resguardaran del viento frío y el agua de lluvia.
Segundo día, compromisos y despedida
A la mañana siguiente, todas cargábamos algún tipo de cansancio, ya sea por los temas tratados y el esfuerzo colectivo de pensarnos juntas, por dormir fuera de casa, por no poder dormir. Comimos el desayuno, que cada una armó de acuerdo a sus recursos y preferencia.
Se programaron talleres que permitieron a unas compartir sus conocimientos con las otras. Volvimos, entonces, a juntarnos en grupos pequeños, por elección. Para las diez de la mañana ya con el cansancio sacudido y, según el contenido de cada conversatorio o taller: la energía vital se volvió calma y tranquilidad, furia y denuncia, técnicas de autodefensa, cómo acompañar grupos de mujeres, telar multicolor, recetas de herbolaria, movimientos corporales o cánticos catárticos de sanación, reflexiones sobre el ecofeminismo, medicina de la placenta y conocimientos antiguos sobre el útero.
El tiempo de la clausura llegó la tarde del domingo. La compañera que guío el cierre nos informó que todas las propuestas emanadas de las mesas temáticas fueron recogidas y se presentarán al Concejo Indígena de Gobierno para que las retome; también se pidió que cada una las llevara a sus lugares, como tareas prácticas para empezar o fortalecer los trabajos de cada espacio, colectivo, barrio, organización o comunidad, en lo cotidiano. Se resaltó que hubo propuestas que surgieron como ejes transversales en todas las mesas, como por ejemplo las cuestiones de vinculación, formación, capacitación y educación.
Posteriormente otra compañera leyó una carta enviada por las mujeres zapatistas, donde las compas pidieron que no sea la última vez que se organiza este encuentro, pues es necesario compartir las experiencias de lucha, como las compañeras del CNI llevan 24 años de lucha, aún con mucho que aprender y organizarse, sin libros ni manuales para guiarse sino conforme los pasos que tejen la experiencia y rescatan la sabiduría como pueblos originarios. Nos animaron a seguir en la lucha por la igualdad y la libertad caminando con los compañeros.
La compañera Alejandra, de San Lorenzo Nenamicoyan, agradeció la palabra, presencia y escucha de todas las presentes, resaltando el aprendizaje obtenido y la importancia de la escucha para seguir la organización colectiva, a sabiendas de que en cada lugar son diferentes las formas de hacer las cosas y que a veces no se comparten pero que el objetivo no es imponer una sola forma sino construir una lucha más grande, fuerte y organizada.
Después se compartió la Declaratoria del Encuentro. Se nos planteó un reto: no reproducir las relaciones de poder patriarcales entre mujeres y valorarnos todas como sujetas de nuestras propias vidas con mucho respeto.
Se hizo el reconocimiento de las diversidades que somos y su igual importancia en el proceso de construcción de una sociedad anticapitalista y antipatriarcal de abajo y a la izquierda; se reafirmó que construir el mundo en que quepan los muchos mundos implica la inclusión de todas, y que la participación de las mujeres en todos los ámbitos de la vida es imprescindible.
Finalmente, la compañera Marichuy clausuró el evento, con unas palabras que retomaban el objetivo inicial de generar compromisos concretos. Nos invitó a cumplir con ellos, cada una en nuestros lugares, en nuestra forma, haciendo con otras y a invitar a más compañeras a participar de este esfuerzo de pensarnos, ser, hacer y tejernos como mujeres que luchan. Juntas coreamos consignas de lucha y agradecimos la hospitalidad y el trabajo de todas; hacia la tarde, partimos con fuerza renovada a cada una de nuestras geografías.