Migración internacional: ¿avance o retroceso en la lucha social?

La sociedad civil organizada, consciente y preocupada por la guerra que ejerce el diez por ciento del mundo en contra de los pueblos autónomos y en resistencia, ha externado -de muchas maneras- sus dudas para ver a la migración como forma de lucha social. En un ánimo de encontrar oportunidades y nuevos caminos, resulta pertinente profundizar en la pregunta: ¿migrar es un acto político?

Primero, hay que reconocer el panorama alrededor de la migración. Desde los años ochenta, el discurso desarrollista, que promovía la solución de problemas desde la técnica y la planeación del «bienestar», empezó a ganar terreno en comunidades donde el pueblo se organizaba de forma autónoma para alcanzar el cumplimiento de sus demandas.

Lo anterior sucedió por varias razones, una de las más importantes es que el gobierno y los poderes fácticos tenían que generar una estrategia de contención de la movilización y del descontento social. Estos descubrieron que la construcción de «polos de desarrollo» -en forma de corredores industriales y centros de servicio en las ciudades- y terminar el financiamiento al campo expulsaría a las poblaciones rurales e indígenas de sus comunidades y fomentaría la construcción de nuevas categorías sociales en estos territorios, como la clase media. La industrialización y urbanización del territorio empezó a requerir y transformar la mano de obra campesina y rural en obrera y urbano-marginadas. Como consecuencia, las  movilizaciones sociales fueron perdiendo miembros.

Foto: «El cielo a cuestas», por Sari Dennise

Esta estrategia, diseñada desde el poder, ha tenido éxito en la división y clasificación al interior de las comunidades, en la generación de comunidades especializadas en cierto tipo de mano de obra y en la inculturación del consumo y el gasto como práctica de prestigio y pertenencia.

Al mismo tiempo, miles de municipios y comunidades del país, ante el devastamiento, y -sobre todo- pérdida de patrimonio cultural, de recursos naturales y humanos que esta estrategia ha generado, han reconocido alternativas… y a la migración como una de ellas.

A diferencia de la autotutela de derechos y organización para la defensa, el acto migratorio representa una respuesta no confrontativa al modelo económico y de desarrollo vigente, y muchas veces pareciera que abandona la defensa de la comunidad por la sobrevivencia individual.

La migración en México, aunque ha aparecido en diferentes regiones y momentos históricos, tiene elementos en común:

  • Las comunidades con un grado notable de penetración del modelo de desarrollo tienen más propensión a migrar, sobre todo en aquellas zonas donde se ha perdido la cohesión social y comunitaria.
  • La falta de acceso a recursos naturales, ya sea por la ubicación geografía o por la carencia de elementos para su explotación, aumenta la vulnerabilidad de las comunidades.
  • La mayoría de las comunidades, antes de ser migrantes internacionales, intentaron generarse un ingreso en las ciudades o corredores industriales cercanos, y reconocieron lo inviable y opresivo de esta opción.

Así, comunidades rurales, indígenas y urbano-marginadas optan por la migración en un intento por recuperar la dignidad frente a un sistema que ha tomado, dividido y empobrecido a sus comunidades. Cruzar la frontera también puede ser un acto de transgresión.

Muchas de estas comunidades mantienen lazos de colaboración y organización a  distancia, construyendo verdaderas redes translocales que liberan a una parte de sus comunidades del modelo económico vigente en sus regiones. Al mismo tiempo, otros se quedan a cuidar y defender a la comunidad.

Desde esta perspectiva, la migración es una respuesta a la imposición de un modelo de desarrollo inviable sobre una comunidad o región y una estrategia efectiva para la sobrevivencia. Al mismo tiempo, es una respuesta que no confronta al Estado y que muchas veces genera más divisiones, pérdida de arraigo y acentúa las relaciones capitalistas al interior de las comunidades. 

Entonces, ¿la migración puede considerarse una forma de lucha social? Las migraciones emergentes de la última década son sobre todo de comunidades indígenas y tienen cada vez más clara la dimensión política del acto de migrar. Como consecuencia de ello, generan mayores condiciones para la construcción de agendas alternativas locales y translocales, que incluyen las siguientes estrategias:

  • Menos cooperación con el estado, exigencia de reinversión de corporaciones beneficiarias de la migración y solidaridad con las causas de otras comunidades.
  • Uso de remesas colectivas para el financiamiento de proyectos de justicia económica,  a través de comités comunitarios de administración y fundaciones comunitarias.
  • Desarrollo de proyectos económicos autónomos y no depredadores en el país o lugar de destino.
  • Fomento del liderazgo político de los que se que quedan (mujeres, jóvenes, adultos mayores, campesinos, profesionistas, etc.) con el respaldo de las y los migrantes, rompiendo la historia de cacicazgos de la comunidad.
  • Uso y generación de medios alternativos para la comunicación a distancia, tales como la televisión por internet y las radios comunitarias.

Podemos decir, históricamente, que lo que comenzó como una respuesta al silencio y a la agresión, poco a poco se convierte en un acto de denuncia y de defensa de la autonomía, y en donde tanto los que se quedan como los que se van son actores de cambio.

Es importante mencionar que para este proceso de politización de comunidades migrantes son fundamentales el activismo y la organización social de otros sectores, como el estudiantil, obrero y urbano, tanto en México como en Estados Unidos. Las luchas sociales cada día impactan más en el sector migrante, y los migrantes y sus comunidades cada vez están más involucrados en las luchas sociales.

Los migrantes de hoy son campesinos, obreros e indígenas del modelo económico fracasado en México y pueden ser los protagonistas de un mundo más libre, solidario y justo para todas y todos. La migración poco a poco teje un nuevo movimiento social, basado en la lucha translocal y  que busca la justicia en cualquier lugar donde el ser humano vaya.

Por Marco Antonio Castillo

 

* Las consecuencias de la migración forzada en México van mucho más allá del tránsito de personas hacia los Estados Unidos. Las familias migrantes son hoy el corazón económico y, al mismo tiempo, el rostro rechazado de México y Centroamérica. Miles de madres en nuestro país viven sin saber si volverán a ver a sus hijos, mientras cientos de miles de niños crecen sin padres o sólo con uno de ellos y miles de jóvenes retornados se enfrentan a múltiples trabas para reinsertarse en la sociedad que los recibe luego de muchas veces perder todo su patrimonio por la deportación. Más de 30 millones de mexicanos y mexicanas sufren las consecuencias de la migración forzada, ya sea como padres, esposos, hijos de migrantes; o como migrantes retornados. Se estima que en los próximos 10 años, más de 29 millones de niños México-estadounidense podrían volver a sus comunidades de origen, y podrían ayudar a legalizar a más de 5 millones de padres migrantes. La Asamblea Popular de Familias Migrantes (APOFAM) es una coalición de grupos, comunidades y organizaciones mexicanas que cree en el impulso de alternativas económicas, autogestión y defensa de los derechos como estrategia para avanzar en una agenda de justicia y derechos trasnacionales para las comunidades migrantes.