En el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, la empresa Mareña Renovables está dirigiendo un megaproyecto eólico. Mareña, controlada por el Fondo de Infraestructura Macquarie, junto con la japonesa Mitsubishi Corporation y la holandesa PGGM, pretende implantar el parque eólico más grande de Latinoamérica con una capacidad de 396 MW de energía eléctrica renovable, lo equivalente al consumo eléctrico de medio millón de hogares. Con ello, presume «contribuir de manera positiva con las comunidades locales, así como proporcionar energía limpia a México» (boletín empresarial, 19 de noviembre de 2012). Sin embargo, la Barra Santa Teresa, en el municipio de San Dionisio del Mar, se ha convertido en un escenario de confrontación entre la transnacional y las principales organizaciones regionales: la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (UCIZONI) y la Asamblea de los Pueblos Indígenas del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio (APIIDTT). Las organizaciones y las comunidades afectadas ponen en tela de juicio la buena voluntad del proyecto: veamos más de cerca lo que dice el boletín.
«El parque dará al estado de Oaxaca y al país la oportunidad de ser un ejemplo de desarrollo sustentable, impulsando proyectos de energías limpias»
La producción de energía eólica es sin duda menos contaminante que la industria nuclear o las termodinámicas, pero ello no significa que sea del todo «limpia» y benigna para el ambiente. Los promotores del megaproyecto omiten mencionar que los molinos de viento representan una amenaza para la fauna y la flora de la región, en particular para las cerca de 800 mil aves que transitan cada otoño por el Istmo de Tehuantepec, una de las principales rutas migratorias de aves en el mundo. Por otra parte, la industria eólica no se ha emancipado del petroleo, ya que los aerogeneradores consumen aceites lubricantes en grandes cantidades. La contaminación de suelos y aguas, asociada al mal manejo de estos desechos, representa una seria amenaza para la actividad pesquera, fundamento económico de las comunidades del llamado ‘complejo lagunar Huave’; una de las lagunas costeras más extensas del pacífico sur mexicana -considerada área de alta productividad biológica, con un potencial económico pesquero superior a la pesca de altura-. La implementación del megaproyecto implicaría que las comunidades renuncien a su relación histórica con el mar y se integren a un régimen de explotación industrial y comercial.
«Un proyecto integral de inversión en energías renovables que promueve el crecimiento económico del estado y ofrece un mayor bienestar para las comunidades del Istmo de Tehuantepec»
La definición de «bienestar» que adopta Mareña Renovables excluye las formas de vida de la poblaciones locales, en particular a los pueblos Ikojts (Huaves) y Binniza (Zapotecas) de San Dionisio del Mar, San Mateo del Mar, Santa María del Mar, San Francisco del Mar y Álvaro Obregón. Para los pescadores, la laguna no sólo es una reserva de camarón y pescado. La pesca, no sólo constituye una de las principales actividades productivas, sino que también es la base de “una original cultura lagunar, ” como la llamaba el antropólogo italiano Italo Signorini.
En una entrevista realizada por el colectivo Veredas Autónomas, un militante de Radio Totopo, en Juchitán, pone las cosas en claro: «No estamos dispuestos otra vez en sacrificar nuestras vidas para unos cuantos empresarios que justifican que los parques eólicos serán por el bien de la tierra o del calentamiento global, nosotros no creemos este argumento y creemos que las empresas eólicas están haciendo negocios con nuestros recursos naturales». Cabe aclarar que la electricidad generada por el parque eólico no será destinada a la población, sino que será suministrada a subsidiarias y miembros de Fomento Económico Mexicano, (FEMSA), y Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma (CCM-Heineken), bajo 33 acuerdos de auto-abastecimiento que permitirán a estas empresas privadas un ahorro de aproximadamente 10% de sus costos de producción.
Los pueblos dicen NO al proyecto eólico
Durante más de un año, se han llevado a cabo movilizaciones y bloqueos para impedir que la maquinaria y los trabajadores de la Mareña penetren su tierra. Los pobladores afirman su firme voluntad de organizarse para la defensa de su territorio y el respeto de sus formas de vida. «Las comunidades del Istmo somos comunidades que vamos avanzando al igual que los países del mundo, las comunidades del Istmo tenemos el derecho de tener un espacio en el mundo para vivir y subsistir en este trayecto de la vida de la madre tierra en el espacio. Vamos a agotar la ultima fuerza que tenemos para poder defender este territorio y nuestro espacio que tenemos desde hace diez mil años que tenemos en la tierra». Mientras tanto, la respuesta del gobierno ante la resistencia de las comunidades ha sido la represión: amenazas, detenciones arbitrarias, hostigamiento, compra de autoridades locales, entre otras.
No obstante, la lucha legítima ha logrado frenar la realización del proyecto. Primero, las comunidades lograron imponer un amparo que ordena la suspensión de la construcción del parque eólico por las violaciones al derecho de consulta a los pueblos afectados. Desde entonces, “cualquier entrada de la empresa y cualquier custodia que le haga el gobierno es una violación a esta disposición”, señala Carlos Beas de la UCIZONI, en entrevista para Desinformémonos.
Las comunidades afectadas también han logrado obtener el apoyo de cada vez más sectores organizados del estado de Oaxaca y del país. El pasado 17 de febrero se convocó a una Caravana Humanitaria en apoyo al pueblo zapoteco de Álvaro Obregón, con la finalidad de fortalecer la defensa de su territorio. Así se demostró que la resistencia no es «un grupo de 20 borrachos», como lo decían las autoridades, sino que existe un amplio respaldo indígena-popular. De acuerdo con la APIIDTT y la UCIZONI, acudieron al llamado «integrantes de la organización MAIZ de Veracruz, San Luis Potosí, La Mixteca y el DF; decenas de comuneros de San Dionsio del Mar, San Francisco del Mar y Unión Hidalgo; indígenas mixes y barreños de UCIZONI; integrantes de Radios Comunitarias, como Cortamortaja, Radio Huave, Radio las Voces de los Pueblos. Jóvenes del Movimiento Yosoy 132; pescadores de Juchitán miembros de la Asamblea de Pueblos del Istmo en Defensa de la Tierra; redes como AMAP, RMALC, COMCAUSA; estudiantes de la UNITIERRA, UNAM, UABJO y maestros de la Sección 22 del SNTE. Así como activistas del CECOP, Vocal, FPR, UPREZ y la Coordinadora de Colonias Unidas de Salina Cruz, del Grupo Solidario La Venta, y de la Red de Resistencia Civil contra las Altas tarifas eléctricas del Sur de Veracruz acompañados de un conjunto de jaraneros».
Testimonios de la Asamblea de los Pueblos en Defensa de la Tierra del 17 de febrero
Materiales generados por Veredas Autónomas
Un triunfo parcial para las comunidades
Ante la fuerza de la resistencia, el 16 de febrero, el secretario general de gobierno de Oaxaca, Jesús Martínez Álvarez, se comprometió a respetar «la decisión de los pueblos de que no entre Mareña Renovables» y a «no reprimir a los pueblos en resistencia». La APIIDTT considera esta declaración como un «triunfo» pero invita a las comunidades a no bajar la guardia ya que «a pesar de las declaraciones de Jesús Martínez Álvarez, no tenemos la seguridad de que por parte del gobierno estatal tendremos lo que tanto anhelamos». De hecho, el propio Gabino Cué Monteagudo, gobernador del estado, ya había asegurado —en vano— que su administración no permitirá el desarrollo de un proyecto eólico en el Istmo de Tehuantepec sin el consentimiento de los pueblos originarios o si afectara al medio ambiente (La Jornada, 26 de septiembre de 2012). Ademas, como señala el Servicio Internacional para la Paz (SIPAZ) «…la Secretaría General de Gobierno precisó que si bien la administración estatal no apoyará actividades que dañen el medio ambiente o que amenacen los derechos de los pueblos y comunidades indígenas, tampoco se ha pronunciado por cancelar el proyecto de generación de energía eólica que desarrolla la empresa». El contrato firmado con la trasnacional española Preneal en 2006, por 89 millones de dólares con Mareña Renovables, aún no ha sido revocado. «Por eso, queremos dejar claro que nuestra lucha no cesará ni bajaremos la guardia hasta que, de manera definitiva, Mareña Renovables declare que se irá de nuestra tierra para no regresar y se nos garantice que nadie más atentará contra nuestra vida como pueblos indígenas del Istmo de Tehuantepec, de México y el mundo», declaró la Asamblea el día 17 de febrero, según el reporte de Proyecto Ambulante.
Los eventos ocurridos estos últimos días confirman la necesidad de mantener la alerta ante el aumento de la represión. Durante la noche del domingo 24 de febrero, Aquiles Abasolo, reconocido opositor al gobierno municipal, fue agredido por grupos encapuchados al amparo de la policía estatal, según reportó Kaosenlared.
El parque eólico de Mareña Renovables no es un proyecto aislado
El conflicto de la Barra Santa Teresa tiene una larga trayectoria y responde a un programa mucho más amplio de desarrollo capitalista. El llamado Corredor Eólico proyectado para el Istmo de Tehuantepec desde 1994, contempla la instalación de cinco mil aerogeneradores sobre un área de 100 mil hectáreas de tierras ejidales y comunales, y forma parte del desafortunado Plan Puebla-Panamá, ahora llamado Proyecto Mesoamérica. Lejos de retomar los planteamientos de los movimientos ecologistas de base, las élites «proyectan» un futuro que les permita mantenerse en la cima de la pirámide, adaptándose a medias a las condiciones actuales de protección ambiental pero manteniendo el mismo régimen económico de acumulación por desposesión.
Entonces, como quien dice que resumiendo, el capitalismo de la globalización neoliberal se basa en la explotación, el despojo, el desprecio y la represión a los que no se dejan. O sea igual que antes, pero ahora globalizado, mundial.
Pero no es tan fácil para la globalización neoliberal, porque los explotados de cada país pues no se conforman y no dicen que ya ni modo, sino que se rebelan; y los que sobran y estorban pues se resisten y no se dejan ser eliminados. Y entonces por eso vemos que en todo el mundo los que están jodidos se hacen resistencias para no dejarse, o sea que se rebelan, y no sólo en un país sino que donde quiera abundan, o sea que, así como hay una globalización neoliberal, hay una globalización de la rebeldía.
Sexta Declaración de la Selva Lacandona