¿Hacia dónde nos lleva la guerra de guerrillas cibernética?

Han pasado varios meses ya desde que comenzó, primero como rumor y luego como contundente realidad, el despunte de Wikileaks. Una persecución descomunal (aunque fácilmente explicable) se desató desde los más altos mandos estadounidenses, no transcurrió ni una semana y ya el editor en jefe de este sitio, el australiano Julian Assange, era buscado hasta por debajo de las piedras; pero en esta ocasión no fue posible asistir a una captura espectacular, a una sucesión interminable de imágenes al estilo ataque terrorista destruye las Torres Gemelas; Assange, notablemente más inteligente y perspicaz que todo el aparato estatal estadounidense –ni hablar de los europeos- decidió revirar su aparentemente inminente captura en un éxito político: se entregó a las autoridades británicas para responder a las patéticas acusaciones que sobre él pesaban, y por si esto fuera poco, amenazó al Imperio con la puesta en circulación de información aún más relevante en caso de sufrir algún atentado. Salvó la vida, ganó adeptos y dio a conocer aún más su trabajo, al mismo tiempo, quienes apoyan Wikileaks y a su editor comenzaron una especie de guerra de guerrillas cibernética; la efectividad de estos combates y el claro triunfo de Assange al obtener su libertad condicional justo una semana después de su captura son las dos primeras banderas de victoria con las que cuenta este bando periodístico.

La prensa escrita y electrónica a nivel mundial concentró mucho de su trabajo en el seguimiento de esta extraña explosión mediática, existen ya miles de articulistas que han volcado su opinión al respecto, tanta euforia causó este caso que aún se mantiene en los primeros puestos de popularidad; el periodismo hasta el día en que comenzaron a salir los cables diplomáticos fue uno, después de este suceso el periodismo tiene que redefinirse para continuar o morir. Precisamente este es un humilde intento por asimilar las consecuencias del cablegate tratando de ser coherentes con la línea editorial asumida por SubVersiones. No era conveniente apresurarnos para expresar una opinión sobre este caso, por el contrario optamos por la revisión pausada y el seguimiento puntual de esta batalla antes de interrogarnos a nosotros mismos y también plantear dudas a quienes nos leen.

Como una primera reflexión, o mejor dicho, una postura que abre el espectro de nuestro trabajo, es necesario condenar abiertamente al gobierno de los Estados Unidos, sabemos que no somos los únicos que guardamos el memorial de agravios lleno de nuevos datos, pero en esta ocasión concreta, la condena es –además del carácter imperialista y represor de los aparatos conducidos por el Sr. Obama- por la inmensa estupidez mostrada en las semanas recientes: queda claro quién tiene mucho que ocultar y quiénes tenemos el derecho de conocer todo lo que hay detrás de la supuesta transparencia de los Estados. Queda en evidencia que existen aún muchos datos por conocer, por analizar y por sistematizar, en este sentido es bastante superficial las declaraciones que afirman que lo revelado hasta ahora por Wikileaks es algo ya supuesto y que no existe nada nuevo; desafortunadamente siempre es posible empeorar y los EU son maestros en el arte de ensuciar de mierda su imagen pública (hablo de sus gobernantes, hablar del pueblo estadounidense sería una tontería de mi parte). Ahora podemos construir las pruebas necesarias para condenar con conocimiento de causa los horrores ocasionados desde la Casa Blanca, basta con mirar detenidamente (suerte para quién se atreva) los videos nombrados Collateral morder…no existe mejor documentación de la deshumanización que esta. Como latinoamericano estaría muy satisfecho si existieran videos similares pero sobre cada masacre y cada injusticia cometida en la región para poder fortalecer nuestras luchas contra la impunidad.

Esto es lo evidente, lo que salta de inmediato al revisar los periódicos, los sitios en Internet y las descalificaciones televisivas, pero aún estamos frente a un proceso complejo que representa serios retos para ser comprendido en algunas de sus dimensiones, a continuación otras de las aristas sobresalientes.

En varios medios de comunicación (tanto grandes cadenas informativas como medios independientes) se ha afirmado que ha acontecido una revolución en el periodismo, que Julian Assange es la punta de iceberg de una proceso que transforma estructuralmente las formas de hacer periodismo; creo que este análisis no es del todo certero, es decir, no es que un terremoto informativo no haya pasado pero también es cierto que Wikileaks ha utilizado, lo hace hoy día y tal vez lo siga haciendo, las herramientas tecnológicas existentes. Utiliza el Internet que utilizan las distintas y cada vez más amplias redes de medios libres, utiliza la filtración de documentos como muchos medios lo hacen, como lo hizo a finales de los 60 el estadounidense Daniel Ellberg con los Papeles del Pentágono; en aquel momento los abusos del ejército estadounidense cometidos durante la guerra de Vietnam y su franca derrota quedaron al desnudo.

La aparente revolución periodística es, sin duda, el regreso del quehacer informativo apegado a principios éticos que abogan por un acceso libre a la información, que dejan clara la necesidad de la democratización (este término es ampliamente cuestionable y haría falta otro estudio con mayor precisión para abordar ampliamente qué se puede entender con el uso del concepto democratización, sin embargo, por espacio tan sólo aclararé que me refiero al acceso aparentemente igualitario a la información. Sería interesante también contar con comentarios y críticas para, en caso de ser necesario, rehacer este artículo) de la información, una labor de denuncia también se encuentra por debajo de los más de 250,000 cables diplomáticos, los videos de Irak, los diarios de guerra de esta nación y de Afganistán, al igual que la exhibición de los puntos neurálgicos de la infraestructura estadounidense. Pero todo este torrente de información y de escándalos se muestra en los mismos medios de comunicación que conocemos hasta ahora, incluso los contraataques de los hackers se hacen de la misma forma que se hacían hace un mes; la revolución periodística es un regreso a un periodismo más clásico pero a través de la tecnología que impera en nuestros días.

No se piense que trato de desacreditar la labor de Wikileaks en su conjunto, simplemente trato de problematizar su carácter como un punto de quiebre entre lo que se hacía hasta ahora en términos de acceso a la información y lo que ahora deberá ser esta tarea, es cierto además que la filtración de cables diplomáticos es la más grande filtración hecha en toda la historia. Lo que trato de poner sobre la mesa de análisis es, en el fondo, la aparente viabilidad de los principios liberales que abogan por una acceso público a la información más confidencial, a fin de cuentas, uno de los argumentos de Assange es que él no está cometiendo delito alguno, simplemente pone a disposición de los usuarios de Internet la información que considera relevante para desenmascarar al Estado que dice ser el más democrático del mundo; Assange nunca ha declarado que la labor de Wikileaks tiene como objetivos el contribuir a la transformación de las condiciones sociales que imperan dentro del capitalismo, simplemente contribuye a que este sistema económico y político sea más coherente con lo que dice. Con mayor precisión, se trata de una manera más segura de mostrar información clasificada y de mantener con mayor cuidado las fuentes, tal y como aseguran en su portal actual: WikiLeaks is a non-profit media organization dedicated to bringing important news and information to the public. We provide an innovative, secure and anonymous way for independent sources around the world to leak information to our journalists. We publish material of ethical, political and historical significance while keeping the identity of our sources anonymous, thus providing a universal way for the revealing of suppressed and censored injustices (Ver el sitio actual de Wikileaks que, gracias a la censura ejercida por varios sistemas informáticos en la búsqueda de su desaparición, lo redujeron a números: http://213.251.145.96/).

Es fundamental hacer el intento por comprender este proceso de acceso a miles de datos día con día, precisamente SubVersiones se nutre en alguna medida de estos datos, y por ello este esfuerzo por plantear la posibilidad de asistir a un escenario en el cual un ciudadano convencido de la viabilidad de los principios liberales de libre mercado, acceso público y democrático a la información y rendición de cuentas a través de los mecanismos republicanos, se plantea la posibilidad de denunciar/evidenciar al mayor Estado mentiroso de la historia contemporánea: Estados Unidos; siendo ellos el constante foco desde donde se irradia la democracia liberal son al mismo tiempo los más grandes violadores de las reglas del juego, y son además agentes torturadores y asesinos. No es para menos que Hilary Clinton se lance de inmediato con declaraciones condenatorias contra Assange, y que la mismo tiempo se obligue a servidores para que dejen de soportar el sitio electrónico en pugna, era de esperar que las redes sociales acataran al pie de la letra, al igual que los bancos y los servicios financieros, las ordenes de la CIA.

En este escenario también quiero sugerir, como argumento que refuerza esta hipótesis del liberalismo honesto de Assange, la manera en la que él en sucesivas reuniones acordó la manera en la que cinco periódicos reconocidos internacionalmente ( The New York Times, The Guardian, Le Monde, Der Spiegel y El País) darían la exclusiva del cablegate de manera simultánea. Esta planeación sistemática deja al descubierto, además, que la opción de Assange es apelar a los medios de comunicación masiva para que el periodismo ponga atención en lo que realmente está pasando con la política exterior estadounidense a nivel mundial; se trata de algo evidente, pues ninguna red como Indymedia fue convocada para dar un golpe de este tipo, o ya en su defecto los medios de comunicación de algunas de las naciones implicadas en las políticas imperialistas estadounidenses.

Sin embargo, existen varias cosas en las cuales es posible estar de acuerdo sin chistar: la necesidad de terminar con la ridícula persecución que se tiene contra Julian Assange, quien a diferencia de otros tantos que se declaran defensores del liberalismo, ha arriesgado el pellejo y por el momento se mantiene coherente con su actuar; la contundente actuación de Anonymus, el grupo de activistas cibernéticos que han combatido contra corporativos como Mastercard o Visa y que al mismo tiempo dejan muy clara una manera de luchar, sin rostros, sin nombres, sin líderes, simplemente la distribución y la utilización de herramientas cibernéticas a lo largo y ancho de este planeta; una creciente y puntual necesidad de fortalecer las tareas al estilo Wikileaks en distintas dimensiones, la filtración de bases de datos locales, nacionales e internacionales; y la imperante y forzoso análisis de la información filtrada y distribuida, su decodificación y su utilización para fines concretos que sí contribuyan a la transformación de las condiciones de injusticia y pobreza reinantes en la mayoría de los países, si esta información no es usada por nosotras y nosotros, más allá del escándalo, todo quedará igual. Parafraseando la consigna del Centro de Medios Libres y pensando en la capacidad de la información que ahora está nuestro alcance: ¡Toma los medios, sé los medios, haz los medios!

Termino esta nota recordando a Bertolt Brecht, una cita larga pero que expresa el espíritu de esta nota e inspira las sencillas proposiciones que están en ella:

La gran verdad de nuestro siglo (cuyo mero reconocimiento no basta, pero que si no se reconoce impide encontrar otras verdades importantes) es ésta: que nuestro Continente se hunde en la barbarie, porque las relaciones de propiedad de los medios de producción se mantienen mediante la violencia.

¿De qué serviría un escrito valeroso, que mostrase la barbarie de las condiciones en que estamos por caer (lo que es cierto), si no se desprenden las razones por las cuales nos encontramos en tales condiciones? Debemos decir que los hombres son torturados porque no cambian las relaciones de propiedad. Claro, si lo decimos, perdemos muchos amigos, que están contra la tortura, porque creen que las relaciones de propiedad se pueden mantener aún sin ella (lo que es falso).

Debemos decir la verdad sobre las condiciones bárbaras en nuestro país, y que se puede hacer lo posible para hacerlas desaparecer, o sea, algo que permita cambiar las relaciones de propiedad.

Debemos decirla, sobre todo, a los que sufren más que nadie estas relaciones de propiedad, que tienen el más grande interés en cambiarlas: a los obreros y a quienes se pueden convertir en sus aliados, porque efectivamente no poseen medios de producción, aunque están interesados en las ganancias.

En fin, debemos proceder con maña.

Debemos superar estas cinco dificultades al mismo tiempo, porque no podemos indagar la verdad sobre la barbarie de ciertas condiciones, sin pensar en los que sufren tal estado de cosas; y mientras –combatiendo cada impulso de pusilanimidad- tratamos de descubrir las verdaderas relaciones, mirando a los que están preparados para utilizar el conocimiento de ellas, debemos también pensar en ofrecerles la verdad, de tal modo que se convierta en arma en manos suyas, y con tanta maña, que el enemigo no descubra ésta.

Tal se requiere cuando se pide al escritor escribir la verdad.

(Brecht, Bertolt, Cinco dificultades para quien escribe la verdad, Punto por Punto, México, 1964).

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