Texto: Mumia Abu-Jamal
Es una crisis nacional. Y lo que es peor, es un crimen.
Las escuelas en todas partes de la América Negra igual que en los barrios latinos, están cerradas –sus ventanas tapiadas–.
¿Qué significa esto? Que la única fuente del progreso social –la educación– se está acortando para que muy pocas personas tengan acceso a ella.
La clase política ha sido comprada y trivializada al grado de que, o apoya este trágico proceso, o se queda callada.
Se está preparando el terreno para la corporatización de la educación. La propia noción de la escuela pública está echada al basurero de la historia. ¿Por qué? La respuesta es sencilla y tiene que ver con los impuestos.
En un momento Diane Ravitch fue una vehemente y obstinada defensora de las escuelas corporativas, impulsada, al parecer por los problemas en el sistema nacional de educación. Sin embargo, ella ha experimentado un dramático cambio de actitud y, en una serie de artículos, condena el proceso de privatización.
Ravitch escribe:
Ninguna nación del mundo ha eliminado la pobreza con la estrategia de despedir a sus maestros o entregar sus escuelas públicas a administradores privados; la investigación académica tampoco apoya tales medidas. Pero estos inconvenientes datos no disminuyen el fervor de los que impulsan las reformas. Esta nueva especie de promotores incluye principalmente especialistas de Wall Street en la administración de fondos de inversión libre, oficiales de fundaciones, ejecutivos corporativos, empresarios, y formuladores de políticas –pero muy pocos educadores con experiencia en las escuelas–. El alejamiento de los reformadores de las realidades de la enseñanza y su indiferencia a la investigación académica, les lleva a ignorar las importantes influencias que tienen la familia y la pobreza…
A pesar de esta penetrante crítica publicada en una revista nacional, el proceso sigue. Las ciudades usan los impuestos de los contribuyentes para financiar la maquinaria de represión mientras cierran las instituciones de razón y aprendizaje.
Las escuelas charter (escuelas privadas subvencionadas) son la novedad. Escuelas corporativas. Escuelas para la gente que puede pagar. Para los pobres, nada. Ya ni siquiera se disimula. No es necesario. Estamos en la edad de los grandes negocios.
La gente en el poder no tiene que preocuparse por esto. Pero nosotros, sí. El cierre de las escuelas significa la expansión de las prisiones.
Es así de sencillo –y así de feo–.
Desde la nación encarcelada, soy Mumia Abu-Jamal.
Referencias: Ravitch, Dian. «Schools We Can Envy» New York Review of Books, Mar. 8. 2012 (vol. LIX: No. 4), pg. 19
-© ’14 maj
9 de marzo de 2014
Audio grabado por Noelle Hanrahan: www.prisonradio.org
Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción por Amig@s de Mumia, México.
Fotografías: Sari Dennise.