Texto de Mumia Abu-Jamal / Foto de Democracy Now
Era estrella de tantas maneras que la palabra «estrella» parece demasiada pequeña. Era cantante, guitarrista, director de banda, compositor y, pues, genio.
Prince Rogers Nelson era conocido y adorado por millones que lo conocían por un solo nombre: Prince.
Era una superestrella.
Y era un misterio –tanto un destacado artista de la música como un hombre celoso de la privacidad. En el filme ya clásico Purple Rain, la vida de Prince se filtra en fragmentos biográficos.
En su hito «1999» que salió en 1982, la letra parece casi mística:
Estaba soñando cuando escribí esto
Perdóname si se extravía
Pero cuando me desperté esta mañana
Pude haber jurado que era el día de Juicio.
A su manera, usaba su voz para incursionar en el ajetreo de la vida y sacar joyas –como sus comentarios sobre los incendios en Baltimore y la muerte trágica de Freddie Gray a manos de la policía.
Él entró en el mundo de la música como un cartucho de dinamita sexual. Con los años, parecía que surgió su lado espiritual.
A través de todo, el genio del hombre brilló.
Nació Prince, sí es cierto; pero al cumplir 57 años de juventud, se volvió un príncipe –un príncipe del corazón.
Desde la nación encarcelada soy Mumia Abu-Jamal.
—-©’16maj
21 de abril de 2016
Audio grabado por Noelle Hanrahan: www.prisonradio.org
Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de Mumia, México https://amigosdemumiamx.wordpress.com/