Se dice que la risa, la cocina, la danza, entre otras, son actividades que nos distinguen de los animales, aunque no es seguro que éstos no se rían, preparen de algún modo sus alimentos, o se muevan (con ritmo o sin él) por el puro gusto de explorar los movimientos de su propio cuerpo y fluir. Lo cierto es que no hay comunidad sobre la Tierra que no las realice, siendo todas ellas prácticas que afianzan lo colectivo. Reír, comer, bailar son acciones que congregan y hermanan.
Y eso es lo que hicieron quienes se dieron cita en el Primer CompArte de Danza «Báilate otro mundo» organizado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), como parte de una serie de encuentros a los que bautizaron Combo por la Vida: Diciembre de Resistencia y Rebeldía.
Del 15 al 20 de diciembre, en los caracoles de Tulan Ka’u y Jacinto Canek, las y los zapatistas montaron diversos escenarios tanto para presentar sus propios baliables, que dieron cuenta de su historia de lucha y resistencia, como para presenciar las diversas propuestas y estilos de danza de las agrupaciones, talleres, colectivos e individuos que respondieron a la convocatoria pública que lanzaron en noviembre de 2019.
Danza clásica, neo clásica, contemporánea, butoh, aérea, árabe, circo, malabares, acrobacias, hip hop, salsa y performance; estuvieron entre las manifestaciones que con mucha curiosidad y no pocas veces con asombro, pudieron observar las y los integrantes de la organización indígena rebelde. Y también aprender o perfeccionar, porque entre las actividades del CompArte también hubo talleres en varias de las disciplinas mencionadas, que suscitaron gran interés sobre todo entre jóvenes, niñas y niños.
A continuación les presentamos la entrevista que le realizamos a uno de los colectivos participantes, dedicado a las artes circenses, llamado El Puente Circolectivo. Acompañan este texto algunas fotografías tomadas por Francisco Lion del Colectivo Transdisciplinario de Investigaciones Críticas, el cual realizó una extensa cobertura del evento en sus redes sociales y a quien le agradecemos profundamente permitirnos replicar una muestra en este espacio.
Hola, brevemente, ¿quiénes son y a qué se dedican?
Hola, pues somos un colectivo de danza aérea y artes circenses llamado El Puente Circolectivo. Un colectivo nuevo, recién nacido, que ha surgido con la idea de poder intervenir los espacios públicos y habitarlos a través de entrenamientos libres y de propuestas escénicas que nos permitan dotarlos de vida, cariño y seguridad.
¿Y qué los trajo aquí?
Nos llenó de ilusión saber que este año, como parte del Combo por la Vida: Diciembre de Resistencia y Rebeldía, se llevaría a cabo el primer CompArte de Danza, «Báilate otro mundo». Queríamos participar, compartir en tierras zapatistas nuestra danza, nuestra manera de resistir y generar comunidad.
¿Qué es lo que más les ha gustado del festival?
Nos conmovieron los bailables zapatistas, que con el poder y la claridad de su narrativa nos mostraron otra óptica, su sentir, su mirar, sus historias y su lucha. Se presentaron en grupos numerosos, nos atrapó su coordinación. Su danza colectiva nos convocó y quedamos reunidos en un emotivo diálogo con ellos, sin palabras, con música de los más diversos géneros que nos hizo mover el cuerpo a nosotros también. Indiscutiblemente uno de los momentos del festival que más disfrutamos y nos llevamos en el corazón.
Lamentablemente no pudimos asistir desde el inicio al festival, lo intentamos, no lo logramos. Nos dolió perdernos la inauguración y las presentaciones del primer día. Llegamos al caracol Tulan Ka’u el segundo día del CompArte. Desde el primer momento pudimos respirar el ambiente de comunidad y disfrutar de los encuentros y re-encuentros.
¿Cómo ha sido la convivencia con las compañeras y compañeros zapatistas?
Nos adentramos en los talleres que se impartieron ese mismo día y conocimos a algunas compañeras zapatistas que tomaron junto con nosotros el taller de expresión corporal. Ellas nos acompañaron y creamos un vínculo que perduró durante el resto del festival. Nos sorprendió sobre todo a quienes habíamos tenido experiencias previas en comunidades zapatistas que ahora esta interacción resultara tan natural y orgánica, incluso a pesar de no hablar la misma lengua, pues en otros tiempos habíamos visto la dificultad que implicaba este intercambio. Esto nos hizo reflexionar sobre el valor del lenguaje corporal, que nos permite otro tipo de relación y otras formas de comunicarnos.
¿Y cómo se han sentido durante su estancia en el festival?
Cuando nos fuimos al Caracol Jacinto Canek, fue muy lindo poder compartir en lo cotidiano la comida, los baños, el área de los dormitorios, cada rincón, cada conversación, cada juego y cada sonrisa. Nos abrieron las puertas con hospitalidad y confianza, nos hicieron sentir parte de una comunidad. Todas las danzas que pudimos apreciar nos generaron distintas emociones y disfrutamos ver las expresiones de otrxs artistas y colectivos con estilos tan diversos.
¿Nos pueden contar un poco sobre los números qué vinieron a presentar?
Nosotros quisimos presentar un número donde se mira la colectividad desde el escenario: La Bruja; que desarrollamos por propuesta y con el acompañamiento de nuestra invitada especial aquél día, Laura Bailarina. Fue un regalo compartir el escenario también con nuestra entrañable maestra y amiga Karen, desde Australia, quién nos compartió una muestra de su enorme talento al realizar un divertido número con hula hulas. Además tuvimos la oportunidad de presentar un par de números individuales y un dueto que son muy significativos para nosotros, nos hacía mucha ilusión compartirlos y también son un logro colectivo.
Vimos que el bloque dedicado a las artes circenses despertó mucho interés entre las compañeras y compañeros zapatistas. ¿Ustedes desde el escenario, cómo lo sintieron?
Fue una gran satisfacción. Agradecemos en lo profundo el interés del público zapatista que estuvo atento durante horas y sin perder el entusiasmo, disfrutando del espectáculo que presentamos varios grupos de danza aérea. Y como lo dijimos ese día, para nuestro colectivo fue una alegría enorme traer nuestro trabajo desde los espacios públicos de Ciudad Monstruo pero sobre todo desde nuestros corazones, hasta las tierras que tanto nos han enseñado los últimos veintiséis años.
También los vimos muy entusiastas impartiendo talleres.
No estaba planeado, pero también fue un gusto enorme poder apoyar durante la realización del taller de malabares para poder llevarlo a cabo y disfrutarlo a pesar de los imprevistos. Sin duda esa es otra experiencia única que nos llevamos y que perdurará en nuestros recuerdos.
Y hablando de eso precisamente. ¿Qué más se llevan a casa de este encuentro?
Para nosotros es tremendamente significativo que el primer reconocimiento que recibimos como colectivo sea un respeto zapatista, es un honor y un compromiso para que desde nuestro hacer en el aire cada día sigamos bailando otro mundo.