La reunión de Corregidores del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS) —convocada por la Subcentral TIPNIS y la Subcentral de Mujeres Indígenas del TIPNIS— se realizó en la comunidad de Santa Clara del Río Isiboro los días 17, 18 y 19 de marzo. Estuvieron presentes 22 comunidades (corregidores o representantes de base), que discutieron problemáticas como: la línea demarcatoria entre campesinos colonos e indígenas, salud, educación y defensa del territorio. Fueron invitadas varias autoridades de gobierno a nivel nacional y departamental, sin embargo la gran mayoría de éstas no se presentaron. Sí participaron representantes de las organizaciones indígenas Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia orgánica (CIDOB), la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB) y la Central de Pueblos Étnicos Mojeños del Beni (CPEMB).
Aunque de manera paralela se realizó un encuentro de Corregidores en la ciudad de Trinidad, Beni, de la Subcentral Sécure y la llegada del presidente Morales a la comunidad de Gundonovia –como se había anunciado previamente– para regalar juguetes a los niños, eso no impidió que una parte de los corregidores llegasen a la reunión en Santa Clara.
La parcelización del territorio: colonos y ganaderos
A nivel continental, se vive una nueva y violenta ola de despojo contra comunidades y territorios indígenas, contra sus formas comunitarias de vida. Estados y empresas privadas transnacionales han perpetrado persecuciones, encarcelamientos, tortura y, en muchos casos, la muerte de defensoras y defensores de territorios y bienes comunales. A la par han impulsado la parcelización, cercamiento, privatización, lucro y contaminación de territorios, a través de la imposición de proyectos de explotación extractiva (dentro del modelo extractivo primario exportador).
En el TIPNIS, se viven las mismas tensiones develadas desde la Octava Marcha Indígena de 2011, respecto de las agresiones contra el territorio colectivo, con el latente conflicto generado por el proyecto carretero Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, las concesiones a empresas petroleras, las incursiones continuas de colonos y de ganaderos en territorio indígena.
San Miguelito en resistencia: colonos e indígenas en el sur del TIPNIS
San Miguelito, es una comunidad indígena cuya población es mayoritariamente mojeña. Está situada en la conflictiva frontera con la zona colonizada al sudeste del TIPNIS. Aunque los conflictos con los colonos tienen ya una larga historia, señalamos los más recientes. En 2006 existían compromisos y algunas acciones del gobierno para desalojar a los colonos considerados ilegales en esta comunidad.
Si bien en junio de 2009, el gobierno entregó el título ejecutorial colectivo sobre 1.091.656 hectáreas a la Subcentral TIPNIS, a fines de agosto de ese año, se registraron los primeros enfrentamientos violentos de los comunarios de San Miguelito que habían ido a erradicar la coca ilegal del asentamiento del Sindicato 16 de Octubre.
Poco después, el 26 de septiembre de ese mismo 2009, luego de varias escaramuzas y advertencias, se produjo un enfrentamiento a 5 kilómetros de la comunidad de San Miguelito, entre colonos del Sindicato 16 de Octubre con indígenas del TIPNIS. Previamente, los indígenas trinitarios habían detectado un campamento ilegal de colonos en San Miguelito, que se habían nombrado ya como sindicato en el lugar, por lo que recurrieron a la policía para pedir su desalojo. No recibieron respuesta y los colonos se negaron a salir de los terrenos e hicieron estallar dinamitas para posteriormente usar armas de fuego. La defensa indígena se organizó y su victoria fue gracias a sus arcos y flechas, y también por su conocimiento del terreno. A pesar de todo, las escaramuzas entre ambos sectores en esta zona se dieron nuevamente en septiembre de 2014.
En esta reunión de Corregidores, se mostró que ahora la apropiación ilegal del territorio indígena está sucediendo también en el Polígono 4. Habitantes de San Miguelito, denunciaron ante los demás corregidores, que los colonos, con venia del INRA Cochabamba, han establecido inclusive multas para los indígenas que ingresen al territorio, por cierto titulado como indígena, que ahora ha sido parcelado para la producción del monocultivo de la hoja de coca.
Testimonio de comunario de San Miguelito:
Los ganaderos
Pero las agresiones no provienen únicamente de los colonos en el sur del territorio, sino de los llamados «terceros». Varios comunarios expresaron su preocupación y denunciaron que ganaderos están tratando de asentarse y apropiarse de los bienes comunales, lo cual también implica una forma de privatización del territorio y paulatina destrucción ecológica en el lugar:
Si nosotros nos atreveríamos a ir su campo de pastoreo a él (al ganadero) no le va a gustar ni un poquingo, estoy seguro que nos sacaría ya nomás con policía (…) tenemos que cuidar nuestro territorio, aprendamos de verdad a apreciar lo que es nuestro, ya basta de que entre un tercero a querer como se dice atropellarnos a nosotros en nuestro campo, basta ya.
Divisiones y regalos envenenados
Estas agresiones al territorio no pueden entenderse sin señalar los intereses político-partidarios en juego en esta región desde, por lo menos, los últimos 4 años. Primero, con el apoyo a la organización de CONISUR, por parte del estado; segundo, con el divisionismo que este último propicia en las organizaciones indígenas en el TIPNIS, a través de su presencia fuertemente prebendalista. Todo desemboca en una fragmentación comunitaria al interior del territorio que se mantiene y, en otros casos, se profundiza.
Más adelante, cuando las comunidades explicaron, una por una, su situación actual, don Simón Noza, contaba que en su comunidad, Gundonovia, la consciencia de la gente de la tercera edad que participó de la Primera Marcha indígena de los 90 era grande, y que se veían enfrentados a gente joven mucho más dispuesta a recibir y oír los regalos y discursos con los que llega el estado. Alguien, momentos previos a que comenzara la reunión, recordaba que antes se hacían trabajos que se llamaban prestaciones, que consistían en labores comunitarias en beneficio de la misma comunidad, y «no se esperaba que todo se lo haga con asistencialismo».
Es así que los obsequios y proyectos productivos llevados por instancias operativas como la Agencia para el Desarrollo de las Macroreiones y Zonas Fronterizas (ADEMAF), dentro del plan de «erradicación de la pobreza» en el TIPNIS, dan lugar a diversas pugnas entre las personas y comunidades que aceptan la presencia del gobierno, a cambio de apoyo político a las organizaciones y dirigentes paralelos pro Movimiento al Socialismo (MAS); y las comunidades que aún se oponen a la construcción de la carretera por medio del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure. En el fondo continúa el problema: la carretera y la reconfiguración territorial para grandes capitales, que impulsa e impone la presencia estatal.
La lucha comunitaria por el territorio es difícil porque se mueve entre amenazas, cooptaciones, divisiones e intentos de hallar mecanismos de apoyo y también participación en un sistema de partidos que en general tiene una dinámica colonialista.
Las instancias para establecer un diálogo entre comunidades está reduciéndose, y hermanos, primos, parientes cercanos o lejanos, se hallan en peleas constantes, como denunciaron los corregidores. Una muestra de esto sucedió en el intento de toma de oficinas de Subcentral Sécure el 2014, por parte de personas de las comunidades Tsimanes afines al gobierno. Los duros golpes y afrentas entre comunarios, evidencian cómo la estrategia y políticas del gobierno se afincan y nutren las fragmentaciones de las comunidades.
Los conflictos entre comunidades existían desde mucho antes, pero ahora, el estado las ha ahondado profundamente, convirtiéndolas en un problema y peligro para todas las instancias comunales, como los encuentros de Corregidores y el mismo Cabildo. Éstos, antes del divisionismo, eran espacios de participación donde el Corregidor y los comunarios tenían posibilidades para informarse, llamar la atención a lxs demás cuando algo no marchaba bien, convocar a trabajos comunitarios, o decidir estrategias de defensa de manera conjunta. Es así que, según contaba un poblador de Gundonovia a la reunión en pleno, las personas que apoyan los proyectos de «desarrollo» del gobierno, ya no asisten al Cabildo comunitario y actúan solos, sin consultar a todxs.
La presión sobre la tierra y el «desarrollo»
Existen dos elementos que se mueven en todo el juego político en el TIPNIS:
Uno. La presión sobre la tierra que, por parte de los colonos y las representaciones sindicales campesinas, se canaliza hacia los territorios indígenas, sin que pongan a discusión la privatización de la tierra en oriente por parte de grandes agro-empresarios de la soya y el acercamiento del Movimiento Al Socialismo a estos sectores.
[1] Recordemos que en 2007, el gobierno del MAS realizó concesiones petroleras a PETROBRAS BOLIVIA S. A. y la TOTAL E&P BOLIVIE en el área de Río Hondo (bloque Ichoa); poco después a YPFB y YPFB PETROANDINA S.A.M.
Si bien desde el 2006, el primer gobierno del MAS, dio paso a una amplia redistribución de tierras para los pueblos indígenas, ésta se ve ensombrecida por los proyectos extractivos en los ahora denominados Territorios Indígenas Originario Campesinos, (TIOCs) [1].
En ese mismo espíritu, el gobierno anunció la ampliación de la frontera agrícola de 3.5 millones de hectáreas a 13 millones de hectáreas al año, garantizando el respaldo para los sectores agroindustriales más grandes del país. Por otro lado, también se ha anunciado, en coordinación con las dirigencias campesinas, la posibilidad de debatir la extensión y función de los TIOCs, es decir los territorios indígenas reconocidos desde 1996.
Dos. El discurso de desarrollo y todos los programas con los que se estaría llevando el «progreso» y el «desarrollo» a las comunidades en el TIPNIS.
Las acciones del estado en todas sus instancias nacionales y departamentales de una u otra manera, seguirán jugando el papel de división y cooptación, así como se ha evidenciado en épocas electorales. Para las organizaciones indígenas esto implica, hasta cierto punto, que la fuerza para resistir a ganaderos y colonos se haya visto afectada por estas divisiones comunitarias, tal y como lo señalaban los habitantes de San Miguelito, como un llamado de atención para las otras autoridades indígenas presentes:
Alguien me dijo de que hay organizaciones por aquí y por allá, eso es lo que nos hace confundir, nos hace pelear, nos hace encontronear entre nosotros, los mismos hermanos que habitamos estos territorios y eso no debería ser así.
¿Qué senderos son los que se perfilan ante este panorama? La voz última la tienen las comunidades de base que viven en el territorio. Las que estuvieron presentes en esta reunión expresaron su intención de seguir defendiendo el territorio colectivo.