Por Nadia Jiménez//Fotografía de portada de Javier Delgado
En el cruce de la avenida 9 de Julio con avenida de Mayo –en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires –se observa en la base del monumento al Quijote de la Mancha, una carpa con la wiphala de los pueblos andinos en alto y una manta cuyo mensaje principal es «Exigimos diálogo con los tres poderes: que escuchen nuestra lucha. Qopiwini».
Desde el 14 de febrero de este año, miembros de los pueblos Qom, Pilagá, Wichí y Nivaclé, originarios de la provincia de Formosa, Argentina, ocupan este espacio –como parte de la resistencia que vienen ejerciendo desde el 2010– contra el despojo de tierras impulsado por el gobierno de la provincia. A la fecha les han sido arrebatadas 2,042 hectáreas de las más de 5 mil que por título de propiedad pertenecen a la comunidad Qom Potae Napocna Navogoh «La Primavera», desde hace más de 30 años. Esto se traduce en el desmonte de los bosques donde obtienen la materia prima para la producción de artesanías y en la entrega de estas tierras a particulares para la producción de soja, ganado o proyectos del gobierno de la provincia que se proponen sin la consulta previa a las comunidades.
Lo anterior ha generado problemas de salud en la comunidad debido al uso de agroquímicos y contaminación del agua debido a las actividades agropecuarias intensivas y de desmonte del territorio.
Si bien la violación a los derechos de estos pueblos indígenas, así como la negativa de reconocerlos como legítimos propietarios de dicho territorio, se ha manifestado desde hace casi 10 años, fue a raíz del asesinato de un anciano compañero de la comunidad, Roberto López, y del saqueo y quema de varias viviendas a finales de noviembre del 2010, que se agravó el conflicto y se intensificó la resistencia. Héctor Alonzo y Cirilo Gómez, compañeros de la comunidad Qom que permanecen en el acampe nos hablan de la petición principal de esta manifestación:«poder entablar diálogo con la presidenta a fin de que se respeten las leyes y los derechos que como pueblo indígena están manifestados en la Constitución Nacional y en la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas».
En la carpa se percibe un ambiente tranquilo pero en definitiva nada confortable. Entre montones de ropa, colchones, algunos paquetes de alimento y botellones de agua, vemos ancianos, hombres y mujeres y un par de niños, a momentos charlando, a momentos intentando descansar, en un espacio saturado por el calor abrumante y húmedo de esta época del año y el ruido incesable que acompaña a una de las avenidas más grandes de esta ciudad. «Los policías siempre nos persiguen, nosotros hacemos artesanías con hoja de palma pero los policías siempre nos siguen. Tenemos problemas con el tema de salud y educación de los chicos, nosotras sabemos que tenemos el derecho como mujeres, como madres, y bueno, tenemos que levantar nuestra voz también», comenta Amanda Azihad, compañera de la comunidad Qom que está pensando en tomar huelga de hambre sin que su familia lo sepa, «hace mucho, hace por dos meses que estamos acá y todavía no tenemos novedad que tanto pedimos, queremos regresar a nuestras casas».
Félix Díaz, principal líder del movimiento y autoridad de la comunidad Qom Potae Napocna Navogoh junto con representantes de otras 26 comunidades, ha manifestado a diversos medios la intención de iniciar diálogos con el gobierno federal a fin de solucionar este problema, sin embargo nos comenta que no ha obtenido respuesta por parte de ningún funcionario público: «Estamos aquí debido a la inseguridad política de nuestras tierras, la falta de agua y acceso a la salud. Nos autoconvocamos y autodeterminamos de manifestarnos en contra del Estado por la falta de garantía jurídica de nuestra existencia».
La lucha por la tierra, la defensa de la madre tierra y los recursos naturales se expanden en todo el territorio de América Latina. Los pueblos indígenas de Argentina –al igual que en México– nos muestran una vez más que la lucha es y será por la vida, por la Madre Tierra. En palabras de don Félix, «porque ahí está la medicina, el alimento, los recursos naturales… la vida no está en el dinero, no está en la ciudad, está en el territorio porque ahí está la espiritualidad de los pueblos». Los compañeros de los pueblos Qopiwini apelan a la solidaridad internacional para que su lucha sea escuchada.
Nosotros vamos rotando como seres humanos pero la tierra va a ser la que sostiene la cultura, que es la que le da vida al ser humano, es la que le da vida a los árboles, el agua, el aire, entonces no podemos ignorar esta necesidad de proteger nuestra madre tierra. Por eso es importante la defensa, para prolongar la vida y dar más valor a la vida, porque la vida no somos objetos, tampoco somos fabricados por recursos económicos, por la ciencia… somos seres naturales. (Félix Díaz, autoridad Qom)