La victoria es de quienes la trabajan

Textos, fotos y videos por Tomate Colectivo, Mal De Ojo y Guerrilla Audiovisual
Inspiración para luchar, cortesía de lxs jóvenes peruanxs
Relato (re)construido desde la lejanía cómplice que agradece el contagio de la resistencia
Todas las citas tomadas de Tomate Colectivo

Luchar por libertad lo que nos toca,
No cerrar la boca si es que explota,
Porque el sistema mete coba y te
Censuran con la sopa, autoridad que te
Enmarroca a quemarropa con sus tropas.
Comité Pokofló

Todo comenzó en diciembre, fin de año, 2014. En Lima, la resaca tras el teatro malogrado de la Cumbre de los Pueblos –de aquellas organizaciones sindicales, obreras y campesinas, de las «no gubernamentales» y de las supuestas juveniles que lejos de articular, manifestar o protestar, buscaron desmovilizar, desmotivar y desesperar– apenas se escabullía por el callejón de la vergüenza.

La indiferencia, sembrada y cosechada en una de las urbes más pobladas de América Latina, abrumaba en la atmósfera, mientras los hilos (in)visibles que aceitan la máquina del despojo y la destrucción, confabulados en los lobbys internacionales entre empresas transnacionales y sus gerentes-presidentes, conseguían una victoria autocomplaciente en la vigésima Conferencia de las Partes (COP20).

Fue en ese contexto en el que la juventud peruana, sin la espera de un mejor futuro y bajo el sometimiento de las políticas de un gobierno heredero del terrorismo de Estado –fiel súbdito de las leyes del mercado– sufrió una injusticia más que ahondó sus grises perspectivas. Se había aprobado una nueva ley sobre el régimen laboral juvenil.

El Congreso demostró otra vez que es una mesa de partes de los empresarios, al aprobar una ley enviada por el ejecutivo que fue impulsada por fujimoristas y nacionalistas. La brillante idea es aprovechar el bono demográfico y precarizar la situación de los jóvenes desempleados o empleados en el mercado mal llamado «informal» para movilizarlos como mano de obra barata para los capitalistas que desarrollan negocios en el Perú. Este «incentivo» a la economía viene auspiciado por la caja chica de los empresarios: el Estado peruano, que utilizará dinero público para cubrir lo que las empresas no pagarán: seguro de salud y la pensión de retiro.

Para el sentir popular, una nueva afrenta se había consumado. Con miles de pretextos elucubrados desde los despachos de los servidores (no) públicos –bajo el mandato de las industrias y maquillado como si fueran resultado para el bien de lxs peruanxs– se justificaba la modificación de una normativa para que las empresas pudieran contratar esclavos-personas de entre 18 y 24 años lxs cuales verían sus derechos laborales amputados en nombre de la «reactivación económica».

«¿Qué hacer? Se puede protestar por el retroceso de esta infame reforma y derogarla.» Vaticinaba el mismo texto del colectivo de comunicación comunitaria. Y a esa exigencia se asieron miles de jóvenes que en la efervescencia de la indignación, inundaron poco a poco, exponencialmente, hasta desbordarlas, las calles de Lima y otra docena de ciudades peruanas.

Dispara palabras de las que educan, de las que mueven tu nuca, de las que no sobran nunca
¿Qué esperas? ¿Que empiece a correr tu sangre? ¿Ser tú el que muera de hambre?
¿Al que maten esos hombres?
Ahora. Levanta el puño si escuchas. Perú despierta en la lucha, va más allá de una marcha
o nunca te quejes de lo que pasa.
Toma las calles, las plazas… es una remota esperanza.
Colectivo Artymaña

Dinamizar, dinamitar… la protesta social

Con los antecedentes de los resultados de las políticas de un gobierno disfrazado de izquierda (uno más como en El Salvador, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia…) que produjo modificaciones para ahondar las injusticias (léase, el paquetazo ambiental, la desprotección del patrimonio histórico en beneficio de las inmobiliarias, y la reforma sobre empleo juvenil que atañe a este texto) el gobierno peruano pretendió enmascarar a los verdaderos beneficiados del empleo «formal» en detrimento de las alternativas de construcción de autonomía que generan 9 de cada 10 jóvenes que no pertenecen al sector laboral-capitalista.

Como recordarás, la principal estrategia económica de este gobierno ha sido siempre «la dinamización de la inversión privada» porque la solución a todos nuestros problemas es más billete en los bolsillos. Lo que se quiere con la aprobación de este nuevo régimen laboral es facilitar el ingreso de 263 mil personas al mercado laboral formal. ¿Tantas? Sí, hombres y mujeres de 18 a 24 años ahora podrán tener su primera explotación-experiencia laboral gracias a la bondad del Estado que le hace la vida más fácil a las empresas.

Y en la solución prevista por la permisividad del gobierno de Ollanta Humala, que pretendía «formalizar» la situación de miles de jóvenes trabajadores (el 57.3% se desempeña en el sector informal y sólo uno de cada diez posee empleo) afilaron sus dientes los voraces empresarios que se ahorrarían beneficios laborales. No más «Compensación por Tiempo de Servicios», ni seguro de vida, ni seguro de trabajo de riesgo. Legalidad para realizar despidos injustificados y de yapa, incentivos de créditos tributarios contra el Impuesto a la Renta, entre otras concesiones al capital que se traducen en menores costos para las empresas tanto peruanas como extranjeras. Una condena para toda una generación, que se negó a aceptar la norma.

En contra de respuestas que nunca nos dicen nada
Busco la verdad en esta ciudad maquillada
En contra del sistema que te tacha de incapaz
Más leyes que lo apoyan nos ayudan a ayunar
En contra del orden que limita la expresión
Marginando a los pensantes por buscar la solución
En contra del pensar que todo se arreglará
Muévete cojudo del cielo no caerá
Clap en el micrófono

Las calles ahora están más duras que antes

Desigualdad. «Lo que se busca es reducir costos sin importar con ello reducir derechos de lxs trabajadorxs». Marginación. «Se necesitan beneficios de educación en lugar de bolsas de trabajo para ofrecer a las empresas, las cuales ahorrarían a costa del salario de lxs trabajadorxs; la crisis la pagan todxs lxs trabajadorxs, no solo los jóvenes». Capitalismo salvaje. «Es una ley motivada por un conjunto de normas económicas impulsadas por el Ministerio de la producción, y por el de economía y finanzas, más no por el laboral y mucho menos el educativo».

Las razones en las manos, en la mente y el corazón descansaban en lxs jóvenes peruanxs. Y por ello el fervor con el que cada convocatoria, una tras otra, reafirmaba el anhelo y las ganas de anular la ley, consiguió hacer temblar los cimientos de un gobierno sin representación popular. Y ante esto la respuesta del Estado-coorporación peruano: el despliegue irracional de fuerza policial, la violencia con que reprime mediante discursos y bombas; la persecución, criminalización y el miedo, en el esfuerzo de mermar el ánimo de la juventud, obtuvieron como respuesta la legítima autodefensa. A esto siguió la organización y la resistencia, con lo que se consiguió tumbar las vacuas letras de otro supuesto tratado de desarrollo que pretendía transformar en carne de cañón a la juventud.

Nacimos por una necesidad. Nos unimos por nuestro descontento.
Ante la manipulación de la información que ejercen los medios de comunicación «tradicionales»;
ante la concentración del gran porcentaje de la prensa en un solo grupo de poder;
ante la criminalización de la protesta, nosotrxs dejamos de ser entes pasivos
y empuñamos nuestras cámaras,
como un arma, para combatirlos.
Guerrilla Audiovisual

Nuestras armas, nuestra voz

La indignación estalló catalizada por la acumulación silenciosa, huella de la represión ejercida por la dictadura. Con la rebeldía en estado de ebullición, el descontento se evidenció en todo el territorio peruano. Del extremo norte en Piura, pasando por Trujillo, Chimbote, Huancayo, Ica… hasta llegar al sur en Arequipa. Las decenas de miles de manifestantes consiguieron reactivar el descontento social, enflaquecido tras la amarga experiencia del fujimorismo –su represión, sus persecuciones, sus desapariciones, sus asesinatos.

Se articularon mediante el trabajo solidario de múltiples y diversos colectivos, grupos de afinidad, sectores de estudiantes, trabajadorxs, medios libres y movimientos de rebeldía pura armados con líricas explosivas. Tras cinco movilizaciones nacionales, actos de estridencia simbólica y permanente debate público, la suma de las acciones consiguieron su objetivo: el 26 de enero, el mismo congreso que aprobó el reglamento se veía forzado a recular debido a la inconformidad social.

Las reacciones contra la hegemonía del poder político-económico-policiaco demostraron la capacidad de la protesta social para hacerlos titubear. El tino de los argumentos en contra, la acción conjunta de inconformidad y el uso de tecnologías y estrategias para la difusión de información y denuncia de la represión (armas para legitimar la lucha) sellaron el rechazo y desaprobación de uno más de los planes para convertir a lxs jóvenes en «masa mercantil», desechables, para el enriquecimiento sin fondo del capital.

Las movilizaciones que empezaron el 18 de diciembre del 2014 y que obligaron a los congresistas –que votaron a favor de la ley– a derogar el nuevo régimen laboral juvenil, terminaron en una gran celebración en la plaza San Martín. Luego de tanta bomba y palo, la resistencia de los manifestantes tuvo frutos. No se esperaba mucho de esta generación pero demostraron lo contrario, organizándose en zonas y construyendo sus propias dinámicas de propaganda y movilización. Quisieron infundirnos miedo, quisieron callarnos, pensaron que lxs jóvenes no reaccionarían, pero se equivocaron. Ante sus bombas, sus palos, sus leyes, su prensa: la alegre rebeldía. Miles de ciudadanxs salieron a las calles para celebrar lo que en las calles se logró.

Tras la victoria en las ciudades se vislumbra el camino a construir colectivamente para poner un alto a otros tantos/todos los otros abusos en el Perú. Contra la industria minero-extractiva que pretende atropellar toda ley, imponiendo sus reglas que sólo obedecen al lenguaje del dinero en Cajamarca donde una emblemática mujer, Máxima Acuña, es referente del coraje con que se puede frenar a gigantes transnacionales.

Contra la destrucción de la selva amazónica, donde tras 43 años de constante saqueo petrolero la contaminación ha rebasado los límites para la supervivencia de los pueblos Achuar y Kichwa, de los animales, las plantas, los ríos, la naturaleza.

Y contra todas aquellas luchas que desde abajo, se tornan visibles para desagrado de los de arriba y felicidad de aqullxs que retomando sus demandas apelan a la construcción de otro mundo.

La revolución en Perú no será televisada.

Pero la juventud estará ahí para difundirla.

Seguiremos informando…

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