COP20, La otra realidad: El Pentagonito, centro de exterminio de Fujimori alberga a la cumbre sobre cambio climático

Estas entregas forman parte de un análisis de la Caravana Climática para sumar un pequeño esfuerzo en la gran cadena de la resistencia contra la crisis climática, las causas que la originan y la demanda por justicia. El extractivismo voraz, la exponencial industrialización y urbanización aunadas a la exacerbada producción energética para sostener estos procesos se configuran para construir escenarios presentes y futuros de inminentes catástrofes para la vida humana. Voces, rostros, pies que caminan en América Latina cuentan la historia desde la otra realidad.

La COP20 se realiza del 1 al 12 de diciembre en Lima, Perú, en las instalaciones del Cuartel General del Ejército del Perú. La Cumbre sobre Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas, oficialmente Conferencia de las Partes (COP). Es el principal espacio donde los 194 países integrantes buscan llegar a un acuerdo internacional y vinculante para reducir las emisiones de dióxido de carbono y hacerle frente a la crisis climática, ambiental, y sistémica causada en su mayor parte por los países industrializados. La COP20, llevada a cabo en Lima, es la última reunión en el proceso internacional con miras a promover un acuerdo para la próxima reunión en París 2015. La reunión en la capital peruana es importante para demandar el respeto a la visión de nuestros pueblos y evitar que los países industrializados hagan de este acuerdo un régimen legal para seguir contaminando al poner en venta el aire que respiramos y el agua que consumimos; esto a través de programas y mecanismos monetarios que mercantilizan los procesos y sistemas naturales de la Madre Tierra, los bosques, los mares, la biodiversidad y los pueblos del mundo. (Consulta aquí ensayos y críticas de distintos autores sobre los mitos del mercado de carbono y los mecanismos de desarrollo limpio).

El Cuartel General del Ejército del Perú, infamemente conocido como el Pentagonito, es la sede oficial de la Cumbre sobre Cambio Climático que año con año convoca, organiza y gestiona la ONU. Dicho espacio fue uno de los centros de exterminio durante los diez años (1990 – 2000) en que Alberto Fujimori ostentó el poder en el país andino. El escritor, investigador y periodista peruano Ricardo Uceda publicó en 2004 una investigación titulada «Muerte en el Pentagonito: Los cementerios secretos del ejército peruano» donde a través de 477 páginas relata los acontecimientos que marcaron una etapa de asesinatos, desapariciones forzadas y violencia hacia la población como política de Estado.

Del Estado y cementerios clandestinos

La Comisión de la Verdad y la Reconciliación encontró el libro de registro que notificaba entradas y salidas de las personas a los calabazos donde se les torturaba y asesinaba; describía hechos y detalles de la situación de lxs víctimas e incluso precisaba el momento en que fallecían. Cabe destacar que para borrar las huellas de los crímenes se utilizaban hornos para incinerar los cuerpos, crematorios que aún se ubican en el mismo lugar. Entre las numerosas víctimas se encuentran los casos de Kenneth Anzualdo Castro y Martín Roca Casas, estudiantes de la Universidad Nacional del Callao, quienes fueron secuestrados y desaparecidos por el servicio de inteligencia militar peruano entre octubre y diciembre de 1993.

El padre de Martín, el señor Javier Roca Obregón explica que todo empezó el 17 de agosto de 1993 cuando la movilización estudiantil de la Universidad Nacional del Callo salía a las calles para exigir la renovación del stiker, necesario en el carnet universitario y considerado uno de los derechos que la institución debía cumplir para con su alumnado. Aún en la actualidad, Javier Roca mantiene su lucha para desterrar las atrocidades del Estado peruano. El señor de avanzada edad nos cuenta con una voz serena y fuerte, como si con ello consiguiera parar el tiempo:

Pero ese día de la movilización había un extraño filmándolos, los estudiantes se acercan y le piden que se identifique y él no quiso; entonces le pidieron que les entregara el videocasete y no se sabe a qué estudiante fue a quien se lo dio. A raíz de eso, como mi hijo era secretario de prensa y propaganda del centro federado, directamente le echaron la culpa, diciendo que él sabía quién lo tenía. En la noche allanaron mi domicilio, rebuscaron minuciosamente todo, estuvieron 3 horas y al día siguiente regresó el subalterno de servicio de inteligencia, exigiendo que colaborara, que dijera quién lo tenía; que si lo hacía a mi hijo no le iba a pasar nada, pero si no, le iban a mandar 25 años a la prisión, acusando que se rompió la cámara filmadora y que le robo el reloj y una serie de cosas. El 5 de octubre lo secuestran de la Universidad.

Marlyn Anzualdo Castro escucha la historia de Javier mientras sorbe un jugo de frutas. Su rostro entonces demuestra el sentimiento de dolor al oír el relato del estudiante desparecido, pues su hermano Kenneth sufrió la misma injusticia. Marlyn confiesa que antes no se metía en estos asuntos, era muy callada e incluso tímida para hablar en público; nos contó que cuando ella y su hermano se enteraron de la desaparición de Martín, su hermano Kenneth decidió apoyar como testigo; solo dos días antes de la fecha en que se presentaría a declarar fue desaparecido.

Yo recuerdo a mi hermano muy comprometido con eso, el salía a las marchas para pedir reivindicaciones; y era también en la Universidad muy comprometido; no era un alumno que solo estudiaba y se iba a su casa, sí era muy activo. Y es así que en el año de 1991, mi hermano junto a un grupo de jóvenes es detenido y es llevado a la DIRCOTI, a la Dirección Contra el Terrorismo(…) a los quince días mi hermano salió, no quince, sino trece exactamente , el año 91, porque no encontraron ninguna, ninguna culpa, ningún accionar malo en su conducta. Y así que hizo su vida normal, siguió estudiando, viajo, era delegado de sus cursos, y en el año 93, justo en esta marcha estudiantil(…) el sticker le ponía a los carnets universitario para darle vigencia al pasaje universitario que era medio; entonces todas las demás universidades tenían y ellos no tenían, entonces por eso hacen una marcha estudiantil; en esa marcha estudiantil empieza el acoso por un videocasete que habían filmado unos que no eran estudiantes pero habían estado participando… Ahí empieza el acoso a Martín Roca Casas, que es el hijo de Javier, el empieza con sus denuncias y realmente era muy difícil encontrar que algún estudiante participara o se ofreciera de testigo por el secuestro o desaparición de alguien, sin embargo mi hermano acepta, porque había sido uno de esos chicos que lo había visto. uno de los últimos chicos que lo había visto a Martín. Mi hermano iba dar testimonio de esa desaparición ante la fiscalía y dos días antes lo desaparecen.

Lo único que nosotros sabíamos era que él había salido de la Universidad como a las ocho y media u ocho cuarenta y cinco de la noche rumbo a mi casa, logramos saber que lo bajaron del bus y se fue con rumbo desconocido. A través de tanta búsqueda, todo lo que encontramos fue eso(…) Hubo mucho tiempo que nuestras familias dudaron de esto (la desaparición).

Esa búsqueda, esa indignación, nos ha mantenido todo este tiempo para reclamar, porque ningún momento lo dejamos de buscarlo ni de denunciar ante todas las instancias del estado, ante todas las instancias de justicia, hasta el presidente de la república, así que fuimos hasta instancias internacionales… Luego hemos sabido cuando cayó la dictadura de Fujimori y empezaron las comisiones investigadoras, porque había denuncias de que en los servicios de inteligencia del ejército que es el pentagonito, secuestraban a personas, las torturaban, las desaparecían, hechos que se han comprobado.

La ONU frente al olvido

Durante el contexto del conflicto interno armado en Perú, se cuentan por miles lxs muertxs, desaparecidxs y asesinadxs por el terrorismo de Estado. No es posible olvidar a la distancia. El perdón y el olvido han sido las fórmulas en las que los gobiernos posteriores han apostado para sepultar la historia de la dictadura de Alberto Fujimori y Alan García. Sin embargo, las organizaciones de derechos humanos como Asociación Pro Derechos Humanos, Grufides y la Coordinadora Contra la Impunidad nos recuerdan los crímenes que se cometieron en espacios como el Cuartel General del Ejército del Perú, donde se albergó la Dirección General de los Servicios de Inteligencia del Estado y cuyo actuar correspondía a tácticas de terrorismo de Estado.

Dentro de una superficie de 19 hectáreas, atiborrada de edificios grises y estructuras ferrosas, se construyen las instalaciones para recibir a los mandatarios, diplomáticos, ONG, dueños de empresas, analistas y una extensa comunidad de expertos en temas sobre cambio climático y financiarización de la naturaleza. Seguramente pocos o ninguno saben que ahí se torturó, asesinó e incineró a estudiantes de la Universidad del Callao. Una cumbre internacional gestionada, administrada y promovida por la Organización de las Naciones Unidas se suma a la cadena del olvido.

La hermana de Kenneth asoma su palabra e indignación pues considera una afrenta que «un espacio de muerte como el Pentagonito ahora se le pretenda convertir en un sitio donde se discutirán soluciones para la salvar la vida en el planeta» y como a manera de conclusión narra con precisión.

Sin embargo, cuando ya la procuraduría arma los cuadernillos de extradición para traer a Fujimori a ser juzgado acá en el Perú, ya nosotros, ósea con mi padre, nos vamos a la fiscalía de derechos humanos, tenemos acceso a esos cuadernos de diario, a las fotocopias, y pudimos realmente comprobar, y es así donde nosotros ya no esperamos más a Kenneth, sabíamos que había ingresado ahí porque había anotaciones; que había ingresado, cuando salía, cuando lo regresaban, y hay un momento que él sale y ya no habla de regreso(…) Entonces es ahí donde ya nosotros no lo esperamos, porque mi papá viajó a muchos penales del Perú para buscarlo, porque sabíamos que él tenía que estar detenido, pero aún los años que pasaban no nos convencía que estaba muerto, que le había pasado algo, hasta ese entonces(…).