Lia Llorrente Góngora, cantar para tener voz

Texto: Ramona Gómez / Fotografía: Martina Oliviero

 

Una casa en Trinidad, Cuba, muy linda, cálida y llena de arte. Por las ventanas –siempre abiertas– se asoma música y espectáculo. Adentro, un grupo ensayando música. Una mujer carismática, de estatura media y piel trigueña nos recibe alegremente. Su cabello es negro, rizado; su espíritu, juvenil. Se le mira simpática y liviana, como alguien que sale a flote ante las diversidades. Es Liamer Llorente Góngora, «Lia», artista, docente y trovadora.

Ella siempre se ha percibido a sí misma como decidida, apasionada, honesta. Es artista y esto le funciona con el público. «No me puedo aprender una frase de Galeano, ni posar para nada, tengo que ser yo, y a partir de ahí, soy yo misma en el escenario, siempre», nos comenta.

Entre anécdotas, recuerdos, y con un cafecito de por medio, nos comienza a contar como apareció la música en su vida. Reconoce el lugar «diferenciado» que tiene la mujer en la trova cubana y nos hace un breve recorrido histórico:

Acá siempre todos los trovadores fueron hombres, y a la mujeres siempre se les marginó, pero ya después por los años 40, por los 50, María Teresa Vera comienza hacer sus canciones.

En Cuba hay toda una explosión de mujeres que cantan este género. Y en este momento goza de muy, muy buena salud la trova echa por mujeres.

La Trova o la canción de autor es, desde tu perspectiva, desde como persona, decir lo que sientes, todo lo que te preocupa, todo lo que te gusta, todo lo que te disgusta de la sociedad, del entorno donde tu vives, eso te da la posibilidad de decirlo… y para una mujer es rico, es bueno, poder expresarte, después de tantos años de silencio. Hay muchos lugares donde la mujer esta silenciada, para nosotros en Cuba, es muy importante tener voz y poder decirlo en un escenario amplio, eso es lo que te da la trova.

Lia no siempre fue cantante, si bien conocía de forma aficionada la música, trabajaba como promotora cultural en una escuela de Holguín, una provincia de Cuba:

Comencé a trabajar en una escuela primaria, y fue en el año ‘95, en el momento mas difícil, mas duro del periodo especial, enfrentarme a una escuela con niños, tratar de hacer actividades y todo, con lo que implica no tener logística, no tener nada, los desarrollos de la creatividad, y a la vez nos hizo unirnos mucho a el colectivo de los trabajadores y crear, inventar, tratar de hacer cosas para hacer a aquellos niños felices, en un momento que no tenían ni siquiera que comer.

…un día le dije a mi hijo: a nosotros nadie nos va a robar la sonrisa, pase lo que pase notros siempre vamos a estar felices, siempre vamos a estar bien arriba, de todo se sale.

Así, ella empezó a tomar la música como un desafío para trabajar con los niños. En el 1995 surgió un festival para las escuelas en donde debía representar a la suya, cantando. Le recomendaron a Eusebio «Pachí» Ruíz Silvén –su actual pareja– para acompañarla con la guitarra, él la acompañó y después de ganar el concurso «Canción a la ciudad» empezaron a soñar juntos nuevos proyectos.

¿Por qué decidimos salir de Moa? Porque mi pueblo tiene unas características, que creo que no lo hable nunca en ninguna entrevista, que es un pueblo minero, donde la cultura no tiene, realmente espacio.

Y yo tuve que salir de ahí porque el salario era muy bajo, era periodo especial, y tenía un hijo que mantener, y también quería ganar un espacio, quería abrirme a otros espacios y estábamos haciendo música diferente, Pachí es un gran compositor, y ya que decidimos unirnos y hacer esto, ¿por qué no?, dedicarnos a eso como una profesión.

Comenzaron probando suerte en Varadero, una playa muy turística. Pero no podían sentirse del todo libres con lo que querían cantar ni decir. Cuando llegaban a los hoteles, a pesar de decirles que el trabajo de trova era muy bueno, les pedían que cantaran lo que el turista quería escuchar:

Los jefes de animación y las personas que definen un poco esa política en los hoteles, piensan que el turista lo que quiere oír es la misma canción, «Guantanamera», «Che comandante», «Quizás, quizás», «El carretero» y esas diez canciones que tú tienes en una lista (…)Y entonces de Varadero probamos suerte, y no era lo que nosotros queríamos, no había sustrato para hacer un proyecto cultural, comunitario, seguir haciendo lo que nos gusta, hacer el trabajo profesional y lo que nos da de comer, pero también el espiritual, o sea, conciertos para los jóvenes, y el trabajo con los niños, son las dos vertientes fundamentales que nos encantan.

Entonces decidimos Pachí y yo, de Varadero venirnos a vivir y a trabajar a Trinidad. Cuando llegamos, hablamos con algunas instituciones y les planteamos la idea de hacer un proyecto con niños, que no estudien en escuelas de arte, porque aquí hay muy buenas escuelas de arte, pero a su vez en la villa hay muchos niños con muchas condiciones, hay también niños que tienen muchos problemas en sus casas, o con alguna deficiencia física, y tratamos de que se unieran al proyecto para hacerles la vida mas fácil y que fueran más felices, darles esa alegría de cantar en un coro, de estar en una orquesta de guitarra, de aprender a tocar guitarra.

Pero sobre todas las cosas era un proyecto para que los niños aprendieran a conformar un espectáculo, y llevar ese espectáculo a la comunidad, a otros niños; para que disfrutaran de ese espectáculo.

Fue así como pasaron a conformarse como Dúo Cofradía, comenzaron a trabajar duro con los proyectos para niños y adolescentes; y también armando todo tipo de conciertos y espectáculos en distintos lugares y para publico diverso, mientras paralelamente iban levantando su casa y realizando varias peñas a la vez.

Entonces llegamos a esta Ciudad, y esta ciudad nos dio eso: la posibilidad de trabajar de cara al turismo, y hacer economía, para poder llegar y tener nuestra casita, porque nosotros venimos de dos matrimonios separados, con un hijo cada uno, y había que tener algo en común.

Ya estábamos haciendo esa labor social de dejar nuestra huella a partir de este proyecto con niños, a partir de hacer penas culturales, tenemos 5 penas culturales en la actualidad. Aunque a veces las instituciones no nos apoyaban mucho, porque todo se aboca al turismo, lamentablemente.

Nosotros seguíamos haciendo cosas, incluso aquí en nuestra propia casa. Hicimos los conciertos en la casa, invitamos a personalidades de la cultura, poetas, artistas plásticos, músicos, de la Habana y del extranjero, porque nosotros desde aquí comenzamos a viajar al extranjero, y en colaboración con instituciones argentinas hemos hecho este intercambio cultural Argentina-Cuba, y así Trinidad tuvo la oportunidad de conocer a Teresa Parodi, Liliana Herrero, Peteco Carabajal, entre otros, todos músicos muy buenos (…)Bueno la música nos ha dado todo, viajar, casa, proyectos.

Hemos viajado al extranjero, hicimos 6 países de Europa, Canadá, Argentina 3 veces, y nos dio la posibilidad de mostrar nuestro trabajo y económicamente traer el sustrato para lograr todo esto que tenemos, que lo hemos logrado con mucho sacrificio, porque han sido 16 años de muchos sacrificios, de mucho esfuerzo, de trabajar en varias cosas para poder tener un lugar socialmente hablando.

La amplia y acogedora casa que hoy tienen es la portadora de su nuevo sueño: un centro cultural donde se puedan escuchar otras voces, otras culturas. Allí se albergan músicos de todo el mundo.

Además, en «El Botija», un restaurante cultural ubicado en el centro de la ciudad (Trinidad), arman peñas todos los fines de semana a las que invitan siempre a algún trovador diferente, de la Habana, del resto de Cuba o de otros países. Y se apoyan en el centro de promoción de la oficina del conservador en Trinidad para realizar proyectos con niños y adolescentes.

Después de contarnos apasionadamente el camino recorrido, anhelos, recuerdos y nostalgias, Lia nos revela como vive y siente ella a la trova cubana: «A mí me encanta definir la palabra “trova”, siempre se ha definido de muchas maneras, que es “una actitud ante la vida”, que es “una manera de proyectarse”… para mí trova es un fenómeno que tiene que ver con exactamente cómo quieres mostrarte ante la vida, cómo eres en tu andar cotidiano, y tu compromiso con lo social, la canción de autor te da eso, la posibilidad de hacer conciencia. La trova te salva y te une, por eso los trovadores somos una familia».