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Se inicia la Novena Marcha: Carretera…“para que las mujeres (indígenas) ya no tengan que parir bajo los árboles”
Antes de que parta la marcha se escucha en las calles de Trinidad, la transmisión televisiva de la voz de los ignacianos a favor de la carretera en un mitín, donde dicen que quieren carretera “para que las mujeres (indígenas) ya no tengan que parir bajo los árboles”. Del otro lado, algunos dirigentes sindicales de Trinidad dicen que el TIPNIS se defiende porque “es de Beni”, y no de Cochabamba, recordándonos que para algunos sectores urbanos, existe la dimensión regional de los conflictos fronterizos con el departamento de Cochabamba. Por el contrario, frente a las dos versiones, Juan Guarayos Tata de CONAMAQ (Nación Yampara), con el poncho puesto por el frío del surazo, nos dice que se deben respetar las formas de vida de los pueblos indígenas, porque el TIPNIS es de todos los bolivianos, por lo cual debe defenderse este territorio: “El TIPNIS no solo es de los benianos, creo que es de Bolivia, de tierras bajas y de tierras altas, por tanto nosotros estamos en defensa de tierra y territorio, de tierras ancestrales”. Afirma que su nación estuvo en la defensa de las sesiones de la Asamblea Constituyente en Sucre resistiendo el embate racista de las personas que se oponían a aquella, defendiendo la aprobación de una Nueva Constitución Política del Estado (NCPE), que reconociese el carácter plurinacional del Estado: “nosotros queremos el verdadero estado plurinacional, no solo el nombre”.
En Puerto Varador, donde la lluvia repentina detiene la marcha, Antonio Vare, cede una conversación. Ya es mayor de edad, nació en Trinidad pero vivió casi toda su vida en la comunidad Paraíso junto al río Sécure, participó de la Octava Marcha y se unió a la Novena junto a otros compañeros y compañeras, por los mismos motivos y tiene en claro la lucha por el territorio, desde que su padre le había hablado del territorio luego haber logrado salir de su condición de esclavitud: “cuando mi papá había salido de la esclavitud llegamos a vivir más abajo, había un rancho que se llamaba Gundonovia, abajito, allí estabamos asentados, hemos trabajado según el, mi papá me dice de que 11 años habíamos trabajado ya, tenía sus 200 plantas de naranja y empezó a traer fruta al pueblo”.
En 1966, al salir de allí por problemas con sus vecinos, se asentó en otros lugar del Sécure donde encontraron tierras y muchos animales de caza “vamos a solicitar un pedazo de tierra”. Cuando don Antonio creció fue “a buscar me dije ya para formar mi hogar y así empezar a trabajar y así lo hice y donde ahora como me ven ahora a la edad, en el lugar donde estoy estacionado ahí ya tengo yo mis plantas hechos, plantas estables de puro chocolate, naranja, toronja, mandarina, todas esas cosas, y tenemos también ganadito, 120 cabezas tenemos de comunal, es comunal”, luego se incorporaron a las subcentrales indígenas que se crearon ya en los 80 para garantizar el derecho a su territorio: Se convirtió ya en parque porque todos los vivientes, los que somos de ahí, llegamos a pensar, hicimos esa área, convirtiéndolo en parque porque los pescadores entraban a pescar, los cazadores entraban a hacer matanzas de animales por nada mas que los cueros, sacándole el cuero ve tu que en ese tiempo habían los cueros, el tigre, el gato de toda clase de cueros, y la gente uuujuu hicieron así mataron, y por eso nosotros hicimos de protegerlos para que no se terminen los animales, hasta hoy lo seguimos cuidando eso, porque no solo es para nosotros, es para todo el pueblo de Bolivia, para todas las regionales”[1]
A medida que avanzamos en los 38 grados de temperatura los más de 15 kilómetros que se hacen en promedio por día, una joven mujer ignaciana nos dice: “tengo nueve hermanas y hermanos, siete están a favor de la carretera, y dos estamos en contra. Pero a mi hermana, que vive en San Ignacio y apoya la carretera, no le gusta cuando le digo `¿Por qué te oponés a la marcha (a la Novena Marcha) si vos sos indígena?, pero a ella no le gusta que le diga que es indígena y llora cuando le digo y le hago recuerdo”. Es una de las dimensiones más recónditas de esta pelea por la construcción o no de una vía, en lo capilar de la instauración de una modernidad, que lleva ahora una etiqueta “plurinacional”, pero que se apoya en prejuicios y desigualdades, que estallaron de manera evidente ya en la VIII Marcha.[2] La La carretera y la cercanía a lo urbano, desde el otro lado de la experiencia de vivir la ciudadanización a través de de estas inclusiones en los derechos del “bienestar” y el “progreso”, fue relatada por Hilario, mojeño trinitario que está ayudando en la marcha: él fue a Buenos Aires a visitar a uno de sus tíos que es abogado, le propusieron que se quede allí a trabajar en esa enorme ciudad, pero él dice que la gente de la ciudad le parecen zombies: “vos sabés cómo son los zombies, ¿no?, tienen ojos brillantes, son feos, flacos y con caras blancas”, y por eso regresó a su comunidad en la amazonía boliviana.
Cuando nos acercamos a San Ignacio de Moxos, las cosas se ponen mucho más difíciles. En una estancia que nos ha cedido momentáneamente el espacio que queda en la vera del camino, se informa que algunos hacendados de la región no quieren que la marcha se quede: “es previo de uno de los mas grandes hacendados de Mojos, con el cual tenemos dificultades en la TCO TIMI, es muy político el hombre, es del MNR pero ahora están gobernando en Trinidad, está con el gobierno… los ganaderos son así”. Los murmullos recorren la reunión porque también se ha escuchado que, así como en Fátima que es una comunidad indígena, se apoya la construcción de la carretera y no se permitirá la llegada de la marcha. En efecto al pasar por allí, existe un cruce de palabras entre marchistas y algunos habitantes, pero el conflicto no va más allá.
Cuando llegamos a El Algodonal, comunidad indígena situada a casi nada de San Ignacio, están algunos mototaxistas y alguna otra gente que se halla en estado de ebriedad, quienes dicen “venimos a ver la marcha de gente que no es del TIPNIS”, tal y como anuncia sin parar la propaganda del gobierno. Gran parte del día, hay rumores de que vendrían a desalojar a toda la gente de la marcha, pasan varias motocicletas y la alerta se activa en la columna indígena que espera avanzar y pasar finalmente a San Ignacio. Pese a las amenazas las cosas se mantienen tranquilas hasta el día siguiente, cuando con algarabía son recibidos en El Algodonal, la delegación de mojeños de la TCO – TIM I que han cruzado toda la noche a pie el monte: “por una decisión orgánica juntamente con todas nuestras bases de todo el territorio, es que hemos decidido acoplarnos a la marcha, para también defender nuestros derechos, porque hemos sido en parte violados también, no hemos sido en su momento consultados (sobre la carretera)” afirman, mientras se incorporan a la columna que se dispone a partir.
La Marcha Indígena por San Ignacio: “robaquesos”, “collas de mierda” y hacendados
Decían que en San Ignacio, gente del Movimiento Al Socialismo se alió con personas que pocos años antes, no quería que Evo Morales ingresara a esa ciudad. Los unió el tema de la carretera y el rechazo al paso de la Novena Marcha. Los compañeros del TIPNIS en la marcha, declararon que eran los ganaderos los que también apoyaban la movida pro carretera. Lo cierto es que el Ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, había visitado el 17 de abril a las personas que estaban apoyando la construcción de la vía: la Central Obrera Regional (COR), los gremiales (comerciantes), la Alcaldia, la Subgobernación presidida por un indígena como Sixto Bejarano[3], la Gobernación del Beni y a las mujeres del Comité de Defensa de Moxos.
Frente a los bloqueos en Mojos a favor de la carretera, instalados desde el 21 de abril, días antes de iniciar la marcha, un dirigente mojeño nos dijo: “después de estar en contra del gobierno de don Evo Morales que está a la cabeza de este gobierno, ahora sus aliados estratégicos, hacendados, supuestos campesinos, todos ellos emenerristas puedo decir son sus aliados también. Los mismos ADN que fue PODEMOS[4] un tiempo, ahora es “AHORA EL BENI”, son sus aliados.. los partidos que estuvieron en contra, en un momento, del MAS, del proceso de cambio”. (Entrevista a dirigente de CPEMB, 26 de abril 2012, Trinidad-Beni).
Por supuesto, todas las autoridades, incluyendo a Quintana, negaron cualquier tipo de arreglo y convenio entre el gobierno y dichos sectores para impedir el paso de la Novena Marcha, aunque no supieron explicar la toma y destrucción de equipos que sufrió la radio indígena “Arairu Sache”, perpetrada por la Central Obrera Regional y grupos del Comité Cívico de San Ignacio de Moxos, el 22 de abril, supuestamente porque el locutor Rene Nuni se hallaba difundiendo el Voto Resolutivo de CIDOB que convocaba a la Novena Marcha Indígena.
También se afirmó que Jorge Pérez, Viceministro de Régimen Interior, noche antes del paso de la marcha, había ido a arengar a la gente ignaciana que quería carretera, pidiendo que San Ignacio “se haga respetar”.
Como sea, al día siguiente, cuando la marcha con la banda de música al frente, se acerca al alambrado de púas instalado horas antes en el ingreso principal de San Ignacio, lo que se escucha son un cúmulo de otros prejuicios contra lo indígena. Mientras Pérez da la mano a algunas de las mujeres del comité en defensa de la carretera y ofrece entrevistas a la prensa, donde afirma que “la marcha del CEJIS” puede pasar por la circunvalación, discursa luego para la gente de San Ignacio que bloquea el camino:
“Hermanos, sin embargo el compromiso asumido es que no se los va a insultar ni se los va a agredir, (a los participantes de la marcha) hermanos, tenemos que cumplir nuestra palabra hermanos. Van a pasar ellos de manera respetuosa por la circunvalación y nosotros tenemos que respetar ese paso y cumplir con la palabra comprometida hermanos” (algunos aplausos y gritos)
Apenas concluído este discurso, el aluvión de insultos comienza a caer sobre la columna que pasa de manera silenciosa por todas las bocacalles donde hay gente que se reúne y corre de esquina a esquina para rechiflar y gritar a medida que la marcha se mueve: “¡Robaquesos!”, “nadie los quiere”. Algunos mototaxistas gritan: “¡collas de mierda, vayan a pisar chuño!” “¡llamas!”, “¡váyanse a su pueblo!” (refiriéndose a los “collas” del CONAMAQ), “cuánto les han pagado”, “traidores”, la policía que ha llegado allí se mueve lentamente con los marchistas, pero no se confía en ellos por su actuación en la represión a la Octava Marcha el año pasado.
“¡Yijaaa!” continúan gritando los ignacianos que se dieron cita allí, como cuando se arrea al ganado, porque quieren dar a entender que los marchistas son como animales, han instalado las conocidas cercas alambradas, (que usan los ganaderos también para avasallar territorio indígena), impidiendo el paso a una ciudad que tiene un Cabildo Indigenal y donde también está la sede de las organizaciones indígenas. Un centro que fue construido por la población indígena hace centenas de años, y que ahora también vive por el turismo que genera la música y la artesanía indígena de las misiones.
Luego de alejarnos un buen trecho de la última calle donde varios ignacianos siguen insultando a los marchistas, explican que “Robaquesos” es el insulto racista y clasista de los ricos estancieros contra los peones, contra los pobres y contra los indígenas; significa “muerto de hambre”. Consigna con la que se apoya el proyecto gubernamental carretero. Minutos después, los guaraníes y personas de apoyo que vivieron la andanada racista anti-indígena el 2008 en Alto Parapetí, nos comentan que lo que acabamos de vivir, se parecía a la reacción de los hacendados contra los indígenas, que habían sido perseguidos en aquel momento con perros de caza.
En efecto, Pedro, noches antes, recuerda que su pueblo chiquitano, protagonizó la resistencia campesina, popular e indígena en la población de San Julián, (departamento de Santa Cruz), contra las agresiones violentas y racistas de los grupos de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC), el 2007 y el 2008, cuando este brazo armado del Comité Cívico cruceño, declarándonse enemigo del gobierno del MAS y Evo Morales, se paseaban con esvásticas nazis pintadas en sus coches, para, literalmente, “cazar” collas e indígenas, quemar mercados y asaltar radios populares. Los dirigentes sociales y de estado no recuerdan esta participación de bases, y firman pactos políticos, institucionales o productivos, con la la UJC, con Ruben Costas, con el alcalde Fernández, con la Cámara de Industria y Comercio, con los grandes empresarios soyeros y su lograda ley que legaliza los transgénicos.
Mientras avanzamos lentamente hasta el lugar donde la marcha se quedará ese día, en una radio de transistores que lleva al cuello un compañero de CONAMAQ, se escucha la Radio San Ignacio, cuyo locutor repite hasta el cansancio sus “felicitaciones” a los “defensores de la dignidad” de San Ignacio. Luego llega la noticia de que cuando terminó de pasar la marcha, indígenas que viven en San Ignacio habían sido agredidos a golpes por apoyar a la Novena, otros se quedaron encerrados en la oficina de la Subcentral indígena, por temor a ser golpeados también.
La radio de San Ignacio días después sigue transmitiendo el mismo discurso:
aquí hemos dado un mensaje al mundo, a nuestro país, a todos nuestros detractores, que con toda esta movilización que se ha hecho, se ha hecho respetar San Ignacio (…) esto es algo increíble, la integración caminera, después de tantos años (…)le va a cambiar la vida al departamento del Beni, y no solamente se van a beneficiar a las comunidades que están ahí cerca de la carretera, sino también aquí, a toda la población de San Ignacio, toditas las capas sociales. Hay gente ahorita que no tiene luz eléctrica en sus casas, pero yo estoy seguro que con la carretera va a tener la oportunidad de a poquito tener luz eléctrica. Antes tenía su chaquito ahí, ahora va a ampliar su capacidad de trabajo (…) a todo el mundo nos va a beneficiar. (La marcha) son unos cuantos collitas que no saben porque están marchando…
Electricidad, hoteles, gasolineras, gran producción, la promesas que, no se explica exactamente, cómo llegarían con la carretera
El Viceministro Pérez les dijo a los ignacianos pro-carretera después del paso de la marcha:
“Gracias al Señor y a los bien nacidos ignacianos, ha logrado pasar esa marcha sin ton ni son. Ustedes han ganado. Quiero agradecerles el apoyo, el cariño. Lo que queda es que avance el trabajo de la consulta”
—– o —–
La aprobación de la Ley de Consulta 222, está tejida con las diversas estrategias que despliega el gobierno de Morales, luego de la victoria obtenida por la VIII Marcha Indígena el 2011, en varios frentes para impulsar no solo el proceso de Consulta, sino la construcción de la carretera por medio del TIPNIS, entre esas estrategias está la división interna que ha logrado entre las comunidades del TIPNIS alrededor de las promesas estatales ofrecidas en varios lugares para la instalación de energía eléctrica y de telecomunicaciones, a cambio del apoyo a la Ley 222 y el proyecto caminero. Es una pugna política en la que el poder ejecutivo y el MAS, han puesto en marcha toda la maquinaria estatal y partidaria que tienen a su alcance. Los pedidos que los corregidores y caciques de CONISUR y otras comunidades del TIPNIS, que se reunieron en el Diálogo convocado por el gobierno el 3 de julio de 2012, (donde no se presentaron las representaciones de la Novena Marcha Indígena), se centran en que quieren la realización de la consulta 222, relacionándola con la llegada de la carretera y consiguientemente con servicios de educación y salud, elementos en los que se apoya la campaña gubernamental pro-carretera.
La creencia occidental del “desarrollo”, como afirma Gilbert Rist,[5] se entiende por lo general, como sentido (común) de alcance de bienestar, de crecimiento, de mejora de las condiciones de vida, de solución universal: embauca y sobre todo encubre que el “desarrollo” está enraizado en las prácticas y expansión del nuevo modelo global de expansión capitalista, fundado también en tintes evolucionistas, lo cual implica concebir que el “desarrollo” está marcado idealmente por los cánones a ser alcanzados, impuestos por las sociedades “modernas”, por tanto también es un hecho colonial.
Lo que podemos denominar entonces, “desarrollismo colonialista”, está poniéndose en cuestionamiento ahora por varios planteamientos del movimiento indígena de tierras bajas y altas, retando la capacidad de imaginar diferentes maneras de pensar los “bienes comunes” y otras formas de satisfacer las necesidades humanas. Hasta ahora, el “vivir bien” pregonado por el actual programa de gobierno, no ha ido más lejos de los prejuicios y los mitos de una modernización anti indígena. Más allá de esto, los pueblos indígenas están interpelados desde dentro, desde las voces que les han dicho siempre que su forma de vida no es legítima, ni deseable, y que deben desaparecer, en aras de la modernidad y la “civilización” capitalista. En tanto esto se plantea así, también se trata de una interpelación para otros sectores sociales que pretenden profundizar las venas más emancipatorias de todos estos años de lucha y rebelión en Bolivia.
[1] Entrevista colectiva a Antonio Vare, Puerto Varador, 28 de abril de 2012.
[2] Una serie de adjetivos como el de “salvajes” con el cual el dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, (CSUTCB), adherente al MAS, se refirió a los marchistas de la Octava Marcha, que reclamaban la no construcción de la carretera. http://www.noticiasfides.com/sociedad/csutcb-no-queremos-que-indigenas-del-tipnis-vivan-mas-como-salvajes-20110906/. Del otro lado, también se vive la desconfianza agudizada de las comunidades indígenas a los colonos “collas” que intentan sobrepasar la franja roja establecída como el límite máximo para establecer asentamientos.
[3] La actuación del Subgobernador Sixto Bejarano en el impedimento de ingresar a San Ignacio a la Novena Marcha, es una parte de la historia de la participación política de la Central de Pueblos Étnicos Mojeños del Beni (CPEMB) en medio del constreñimiento y la lógica de las estructuras estatales. La CPEMB, por primera vez en su historia, llegó a ganar las elecciones municipales de San Ignacio de Moxos en diciembre de 2004. El mandato municipal de Bejarano generó amplia expectativa, porque, además de ser hermano de la dirigente indígena Bertha Bejarano, era el primer alcalde indígena, y una persona que también provenía de toda una lucha generacional por tierra y territorio en el Beni. Dentro de esta lucha habían existido una serie de articulaciones en torno a la Coordinadora de Pueblos Indígenas del Beni (CPIB), considerada por varios “aliada a gobiernos de derecha”, y a la CPEMB creada de manera más reciente. En un contexto donde la política de partidos de derecha que respondían a intereses de las élites ganaderas, los indígenas en el IV encuentro de corregidores, decidieron por primera vez tener un candidato propio, para tener un participación política seria. Aliándose a sectores urbanos de San Ignacio, como juntas vecinales y comerciantes, Bejarano y una plancha de candidatos donde estaban representantes de las otras TCOs como el TIM y el TIPNIS, casi sin fondos para su campaña, resultó triunfador frente al candidato apoyado por los ganaderos, aunqeu no obtuvo mayoría absoluta, por lo cual opto por una muy problemática alianza con ADN, la cual finalmente se quedó el 2006 con la alcaldía. (Canedo, 2011 y CIPCA). Posteriormente, Bejarano fue desconocido por haber “traicionado a los pueblos indígenas” al apoyar la construcción de la carretera. Si bien, ya como subgobernador, había apoyado la marcha indígena de 2011 que llegó a San Ignacio de Mojos, su actitud cambió este año y tuvo una participación contraria a la Novena Marcha. Por tanto la percepción de la dirigencia y bases de la CPEMB hacia él ha cambiado, puesto que aunque aun es un “hermano” indígena, ha traicionado a la gente gracias a la cual llegó a ocupar puestos de importancia en la Alcaldía y en la Subgobernación de Mojos: “Subgobernador, oiga, nació de los pueblos indígenas” dice la gente de la CPEMB, indignados por su alianza con los grupos pro-carretera.
[4] Acción Democrática Nacionalista (ADN), fue un partido político que dirigió el dictador Hugo Bánzer Suárez, y Poder Democrático y Social (PODEMOS), dirigido por el ex vicepresidente de Bánzer, Jorge “Quiroga” Ramírez.
[5] Rist, Gilbert, El desarrollo: Historia de una creencia occidental, Catarata, Madrid, 2002.