La revolución en tres tiempos

Es imposible ver señales de la revolución en un centro comercial o en la televisión oficial de Venezuela. Pero si se da un paso hacia los barrios se pueden compartir auténticos procesos de autogobierno comunal que, por cierto, vienen de atrás, de la lenta acumulación de luchas populares. Si en Venezuela hay una revolución en marcha, no comenzó en 1998.

 

La Comuna Socialista Ataroa era comuna antes de que los Consejos Comunales existieran. La asamblea de voceros de Ataroa era asamblea permanente de construcción popular antes de que se inventaran los parlamentos comunales. La palabra revolución estaba en la boca de los vecinos de esta inmensa zona suburbial de Barquisimeto (Estado de Lara) mucho antes de que Hugo Chávez llegara al poder y repitiera hasta la saciedad aquello de la “revolución bolivariana”.

Hoy se reúnen acá revolucionarios de distinto pelaje. El encuentro se llama La Revolución en Tres Tiempos y hablan los militantes políticos, guerrilleros y líderes desde los años sesenta del siglo XX hasta estos turbulentos arranques del siglo XXI. Rafael es uno de los que ha coordinado el encuentro y reivindica la necesidad de entender que la lucha popular venezolana no empezó –ni terminará- con Hugo Chávez y el chavismo. Ahí está sentado Chelo Barrada, el que hiciera de traductor del Ché en algunos de los viajes del guerrillero argentino al Este de Europa; allá está uno de los jóvenes de Ataroa comprometido en la construcción del que llaman “poder popular” en uno de los 36 sectores de la Comuna; muy cerca hay dos mujeres jóvenes, y un cantante militante, y una niñas…

Las palabras se van tomando para construir una reflexión colectiva y así se le da sentido día a día en esta zona a la palabra “colectivo”. Estamos en un espacio okupado. Hace 9 años, la Comuna Socialista Ataroa decidió tomarse el Centro de Participación Ciudadana en el que nadie participaba. Ahora, este lugar es el epicentro del mítico sector de La Carucieña, una referencia en la lucha popular del país. “Uno no se da ni cuenta, pero recuerdo una vez que vino un periodista chileno y me dijo que debía sentirme orgulloso de ser de este bastión revolucionario”. Leonardo Ramos es uno de los jóvenes no tan jóvenes que han tomado el relevo a los comuneros que organizaron esta zona de olvido que alguna vez estuvo a punto de ser la Ciudad Satélite Modelo Rómulo Betancur: “Una de esas vainas que hacía la derecha durante la IV República [en referencia al pasado representativo y bipartidista]”, aclara Edgar Medina un viejo militante no tan viejo. Desde los años setenta, la Comuna Ataroa, y en concreto La Carucieña, se organiza y logra un nivel de participación, autogestión y organización política que ha sido modelo para otras comunas del país.

Acá viven unas 60.000 personas que están organizadas en 36 consejos comunales y en 18 organizaciones sociales-productivas. Todos tiene voz y voto en la Asamblea que se celebra cada martes y en la que se deciden todos los aspectos relevantes de la comunidad. Un día antes, los lunes, se reúne la coordinación ampliada que permite articular el trabajo.

Todo se ha logrado “luchando”. Luchaban en la IV República y luchan en la V. Y se relacionan de forma crítica con la institucionalidad. Para John Blanco, militante y guitarrista de Radio Candela “algunas instituciones del Gobierno y algunos de sus funcionarios no están a la altura del pueblo organizado”.

La Comuna Socialista Ataroa apoya con todo a Chávez y hace campaña ahora por su candidato a la gobernación de Lara, pero aquí matizan que no están de acuerdo con todo. La diferencia es que mientras Chávez esté, “el proceso del poder popular puede seguir avanzando, se ha logrado un marco legal que favorece nuestro trabajo y la construcción de alternativas y, además, no tenemos que escondernos”. Es más, la Asamblea de Ataroa a aportado varios artículos a la Constitución Bolivariana y a leyes ya aprobadas u otras en construcción. Hay canales de participación. Imperfectos, dicen, pero existen. El triunfo de la derecha –y esto ya me lo han contado otros colectivos revolucionarios en Venezuela- supondría volver a la clandestinidad y  la criminalización.

En este espacio okupado y autogestionado funciona, ¡tomen nota!: una radio comunitaria (hay otra en la zona), una televisión comunitaria, una sala cartográfica para levantar el catastro de la Comuna, un Centro Bolivariano de Informática y Telemática, una empresa social de transporte, una fábrica social de bloques para la construcción, un espacio deportivo, la Aldea de las Artes Don Pío Alvarado, la Escuela de Comunicación Popular Voces Urgentes y una tienda comunitaria con precios regulados. Si el gobierno central los apoya en algún proyecto concreto, el grueso del trabajo de la Comuna es autogestionado. De hecho, algunas de las ayudas prometidas nunca han pasado por Ataroa y, en otros casos, las instituciones no cumplen y obstaculizan. Se dan paradojas como que la comuna, que era tal antes de que Chávez hablara de ellas, aún no tiene el reconocimiento legal o que la bloquera tiene medio parada la producción porque el gobierno no le asigna el cupo de cemento a precio regulado (22 bolívares) y debe comprarlo en el mercado especulativo (64 bolívares).

Ni esperan el apoyo para actuar ni les frena la falta de éste para seguir avanzando. La prueba es que tienen planes: “lo siguiente es la toma del Mercado y del Gimnasio, que gestiona mal la alcaldía y la gobernación y no sirven a los intereses de la comunidad, sino de la especulación o de grupitos que se aprovechan de una infraestructura que es pública”.

Estoy viendo la comunidad en marcha, organizada, creando, equivocándose, aprendiendo, acertando… Es el gobierno autónomo de quienes se saben “hijos de un proceso histórico” y que aspiran a construir algo aún mayor, mejor, trascendente. En ese camino, aseguran, Chávez sigue siendo necesario, pero para estos comuneros –que se definen así antes que como chavistas-, “una cosa es bailar pegado y otra estar a las órdenes de las instituciones”. “El poder popular no es una idea, ni algo abstracto. Usted lo está viendo aquí. Si un día Chávez no está, nos seguirá encontrando aquí, en la lucha”.

Por Paco Gómez Nadal