Por Kau Sirenio
Fotografías: Cristian Leyva
El ruido que emiten los motores de los vehículos que circulan sobre la carretera de Tierra Colorada a Chilpancingo es tortuoso, más cuando son trailers. Sobre esta vía, del lado sur del Ocotito, unos hombres esperan que alguien les indique la hora de salida para un rondín. Del otro lado, Manuel Vázquez Quintero, abogado de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), juega con unos binoculares.
Manuel enfoca hacia el extremo oriente de Ocotito, hacia una roca cuarteada que se sitúa a unos dos mil metros. Allí, dos sujetos se pasean y vuelven la mirada hacia el cuartel general de la autodefensa.
A una semana de que la policía ciudadana tomara el control sobre el Valle del Ocotito para resguardar esta zona, la gente está impaciente ante el desafío de quienes, a lo lejos, los vigilan. El ambiente es tenso.
Hay silencio entre los vecinos y transportistas, nadie quiere hablar de la situación. Sin embargo, en el campamento hay confianza y esperan lograr el control absoluto sobre la delincuencia que opera en la región.
—Hay de 40 a 60 órdenes de aprehensión en contra de los compañeros de la autodefensa —asegura Manuel.
La persecución en contra de los policías ciudadanos del Sistema de Seguridad Ciudadano (SSC) empezó desde enero de 2013, cuando tomaron Ayutla de los Libres y Tecoanapa. De ahí se extendieron a otros municipios como Marquelia, Copala, Florencio Villarreal (Cruz Grande), San Marcos, Tierra Colorada, Acapulco y ahora Chilpancingo.
El jueves 23 de enero llegaron muy temprano al Valle del Ocotito, ubicado dentro del municipio de Chilpancingo, unos mil policías ciudadanos. Entraron a ocho pueblos, donde catearon casas y detuvieron a diez presuntos miembros de la delincuencia organizada.
Ese día recorrieron los pueblos hasta las ocho de la noche, con armas de caza como escopetas y rifles, llevando puesto su único uniforme descolorido por los rayos del sol.
A una semana del operativo de los campesinos, El Ocotito es nota principal en la prensa nacional e internacional, no se diga en la local. Desde que la UPOEG tomó el control en esta zona, también arribaron los militares, policías estatales y federales, con el fin de desarmar a las autodefensas. En respuesta, los ocotecos se movilizaron. Los pobladores del valle cerraron en dos ocasiones la carretera ante la amenaza que blande el gobierno de detener a los líderes de las autodefensas. Así que diseñaron un medio eficaz para el auxilio.
—Cada vez que escuchen el repique de las campanas de la iglesia compañeros, por favor acudan al llamado porque es urgente, no hay que dejar solo a los compañeros —dice un anciano que participa en el primer frente.
Ante abusos, oídos sordos de las autoridades
El jueves por la mañana llegaron los de la autodefensa, muy discretos hicieron sus primeros rondines como a eso de las diez de la mañana. Más tarde, como a las dos, fueron llegando cientos de hombres armados, con apenas unas escopetas y rifles. Unos vienen de los municipios de Juan R. Escudero (Tierra Colorada), Tecoanapa y Ayutla, a reforzar el operativo.
Cuando empezó a oscurecer, el número de los armados aumentó, arriba de mil hombres recorrieron ocho comunidades del Valle del Ocotito: El Ocotito, Las Mojoneras, El Rincón, Cajeles, Carrizal de la Vía, Dos Caminos, Buena Vista de la Salud y La Haciendita.
—Anoche, en esta población, los habitantes de los pueblos se organizaron para defenderse de la delincuencia organizada. Después pidieron el respaldo de la autodefensa de otros municipios —dijo Justino Ocampo Hernández, coordinador del Sistema de Seguridad Ciudadano en El Ocotito.
El coordinador dice que los atropellos que se cometieron en contra de los ciudadanos por la delincuencia fueron denunciados a las autoridades municipales, estatales y federales, una y otra vez, pero nadie les hizo caso. “Tenemos meses, años sufriendo la violencia y los atropellos de estos señores, pero el gobierno no hizo nada; sabe lo que está pasando aquí pero no hizo nada. Ante tantos abusos, el pueblo se organizó, se armó y pidió el apoyo del Sistema de Seguridad Ciudadano. Aquí estamos ahora, en espera de lo que venga”.
Un vecino que permanece armado en el lugar agrega: “La historia de esta región es la misma que la de los pueblos donde la Policía Ciudadana llegó para contener los extorsiones, levantones, cobro de piso, secuestros, y asesinatos que aparecen todos los días. La verdad, nos cansamos de tantos abusos de estos señores; a mi hijo me lo golpearon varias veces y antier le quitaron una motocicleta. Nomás se les quedaba uno viendo y eso bastaba para que se le fueran encima”.
—Ante la ola de violencia, fuimos cediendo poco a poco, primero permitimos pagar, pero cuando no tuvimos con qué hacerlo empezamos a cerrar temprano. Desde las siete de la noche ya no vendíamos, antes lo hacíamos hasta las diez de la noche. Estamos amenazados, hay miedo por las intimidaciones constantes —narra un comerciante del mercado.
Justino habla de la indolencia institucional. Dice que no sólo la clase política le dio la espalda, sino que también sus propios paisanos. Recuerda que el día que llegaron los promotores de la Policía Ciudadana buscó al comisario Humberto Calleja Morales para pedirle, mediante un escrito, la autorización para que los policías ciudadanos pudieran realizar operaciones en la comunidad.
Sin embargo el comisario no llegó, los recibió el comisario suplente José Luis Garduño Gonzales, pero dijo que el caso lo deberían tratar con Calleja Morales.
El hartazgo de los empresarios
Al lugar donde los policías ciudadanos mantienen resguardados a los detenidos que llegaron después de las ocho de la noche, también se asomaron decenas de elementos policiacos y militares que se trasladaron en 15 patrullas, 13 de ellas de la policía estatal y dos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).
La autodefensa entró al Valle del Ocotito un día después de que el ex-dirigente de la Cámara Nacional de Comercio (CANACO), Pioquinto Damián Huato acusó ante la prensa que esa zona “es un nido de la delincuencia” y adelantó que el paso que seguía para enfrentarse a este germen era organizar un grupo de autodefensa.
El empresario dijo el martes 21 de enero: “Podemos crear grupos de ciudadanos para defendernos y podemos dar el primer brinco en el Valle del Ocotito, porque es un infierno. Hay extorsiones, el comercio paga derecho de piso, hay secuestros, es el paraíso de la delincuencia, todos pagan derecho de piso”.
Dijo, además, que en ese lugar secuestraron a un comerciante constructor, miembro de su organización, y que ya era intolerable que una comunidad cerca de la capital estuviera bajo el poder de la delincuencia organizada.
Agregó: “En este municipio los sicarios y responsables del cobro de piso son jóvenes que recorren el pueblo en carros robados, les quitan las credenciales de elector a los comerciantes para llevar un registro de los empresarios y comerciantes. Mario Moreno Arcos –presidente municipal de Chilpancingo de los Bravo– sabe de esto y si no los combate quiere decir que es cómplice de los delincuentes”.
Ahora, los integrantes de la autodefensa pasaron a ser los nuevos policías ciudadanos del Valle del Ocotito. Cada uno de ellos fue electo en una asamblea realizada en el zócalo de cada comunidad. En la asamblea popular unos fueron electos, otros se autopropusieron, después fueron ratificados por los habitantes; de ahí vino la toma de protesta. Ahora se encargarán, de la seguridad de éste y otros siete pueblos de la zona que tomaron desde hace poco más de una semana.
Situación controlada: coordinador de autodefensa
Con el codo del brazo izquierdo sobre la mesa y tomando nota con la mano derecha, el coordinador de la autodefensa en Tierra Colorada, Octavio Maganda Gallardo voltea a ver al reportero. Contesta cada pregunta que le formula. “Nosotros queremos la paz, no la confrontación. No es cierto que seamos guerrilla, como nos acusa el gobierno. Tenemos derecho a vivir en paz, pero tenemos la desdicha de que unos cuantos hayan venido a quitarnos la paz que antes poseíamos”.
Octavio platica de cosas comunes, habla de los municipios de donde tienen presencia, de las comunidades del Valle del Ocotito, de los nuevos grupos de policías ciudadanos.
Moreno, con su cabello con canas que apenas empiezan a brotarle, habla de la lucha que ha emprendido junto con el dirigente de la UPOEG, Bruno Plácido Valerio. Narra lo que la autodefensa encontró a su paso durante los recorridos en las ocho comunidades: desde plantíos de mariguana y amapola, hasta casas de seguridad, pasando por una osamenta (que después la Procuraduría General de Justicia dijo que era de animal) y chalecos antibalas. Habla también de los que merodean en la piedra labrada que se divisa al filo de un cerro distante y que apenas pueden verse con binoculares.
—Estamos en 14 municipios. Aquí en el Valle del Ocotito tenemos ocho grupos de policías, estamos preparados para avanzar hacia donde la ciudadanía nos pida, si dicen que vamos a Chilpancingo ahí vamos a llegar —dice sonriente, mientras recoge su melena.
—¿Qué han encontrado durante los recorridos en esta zona? —se le pregunta.
—Hemos destruido dos plantíos de enervantes, uno de mariguana y otro más de amapola, estos los encontramos en la comunidad de Cajeles, muy cerca de ahí encontramos una cueva. En ese lugar aseguramos tres chalecos antibalas de la policía federal y uno de policía estatal. Dos de estos chalecos están con balas percutidas.
Entre sus inventarios también están unas casas de seguridad. Dice que fueron señaladas como abandonadas pero que los vecinos denunciaron que durante las noches se oyen ruidos. A raíz de la denuncia anónima fueron a las viviendas y aseguraron cinta gris –usada para someter a las víctimas que son secuestradas-, bolsas, hules para amarrar, además de tiras para asegurar paquetes de billetes por cantidades de 20 mil hasta 50 mil pesos.
Mientras Octavio platica del otro lado, Manuel sigue atento con los binoculares. Los enfoca hacia el cerro cada vez que puede. Después que los suelta, los demás policías ciudadanos se amontonan alrededor de los binoculares, uno de ellos suelta su peculiar lenguaje costeño cuando ve que en la piedra hay movimiento.
—Ahí andan esos hijos de su puta madre. Es una burla lo que están haciendo. Nos están retando —suelta con coraje el policía costeño.
Vázquez Quintero suelta el aparato y se acerca a la mesa para platicar de trabajo con la UPOEG. Ya entrados en confianza dice que los jueces penales de San Luis Acatlán, Ayutla, Acapulco y Chilpancingo giraron órdenes de aprehensión en contra de 40 a 60 integrantes de la policía ciudadana.
—¿Qué acciones van a tomar ante la inminente aprehensión de sus compañeros? —se le pregunta.
—Estamos preparando los amparos. Es la vía que nos queda. Ante la negación del Estado por brindarnos seguridad nosotros lo estamos haciendo y como consecuencia de estas actividades están las amenazas de la detención.
Manuel dice que además de los amparos que preparan, ha pedido que la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos del estado de Guerrero (CODEHUM) vigile y se coordine con la autodefensa para evitar que sus compañeros cometan abusos de autoridad. Además propone que la institución vigile las acciones de los militares y de la policía que diario cierran las carreteras para evitar que las autodefensas avancen hacia Chilpancingo.
La plática con Manuel se interrumpe cada vez que llegan los señores a poner sus denuncias en contra de los sicarios y de los federales.
—Ellos ven en nosotros un esperanza ante el abandono del Estado por garantizar la seguridad —dice el abogado.
Chilpancingo bajo presión
Desde que la autodefensa llegó al Valle del Ocotito, se fueron sumando también los locatarios del mercado, además de los transportistas. Lo hacen muy a su manera, los de El Ocotito marchan por la carretera ya sea para manifestar agradecimiento y aceptación al Sistema de Seguridad y Justicia Ciudadana (SSJC), que entró a la población el miércoles y detuvo a presuntos secuestradores, miembros de la delincuencia organizada.
Ese día los manifestantes fueron llegando poco a poco a Mojoneras, una de las comunidades más afectadas por la presencia de los grupos de la delincuencia organizada. Allí arribaron mil personas. Casi la mayoría llevan playeras blancas y cartulinas con mensajes de agradecimiento y bienvenida al SSJC, los demás se unieron en el transcurso de la marcha.
El contingente lo encabezaron las primeras seis mujeres de El Ocotito que se unieron a la Policía Ciudadana, y las de Tierra Colorada, de Juan R. Escudero y de Xaltianguis, poblado del municipio de Acapulco. Más atrás van los vecinos de Mojoneras, El Rincón, Cajeles, Carrizal de la Vía, Dos Caminos, Buena Vista de la Salud y La Haciendita, acompañados de policías ciudadanos armados con escopetas.
Entre los garabatos que se leen en las cartulinas de los manifestantes sobresalen: “Rifle cañón y escopeta, a la comunitaria se le respeta”. “No somos uno ni somos cien, Mario Moreno cuéntanos bien”. “UPOEG somos todos”. “El pueblo unido jamás será vencido”. “Viva la comunitaria”. “Viva la UPOEG”.
En el grueso de esa marcha caminan mujeres, hombres y niños. Los bebés fueron llevados en sus carreolas con carteles a favor de la presencia de la Policía Ciudadana que los padres les colocaron: “Sí a la comunitaria, no al miedo” y “la seguridad sólo el pueblo la dará”.
Los oradores del movimiento centraron su discurso en la reconstrucción del tejido social. “No tengan miedo, si vamos a morir será por una causa buena”, arengaba desde el micrófono el comisario de Mojoneras, Leonel Rodríguez Aranza.
Entre sollozos, el comisario narró que ha sufrido amenazas de muerte. Por eso dijo que respaldaba la lucha de la Policía Ciudadana contra la delincuencia organizada. Rodríguez Aranza fue el único comisario del Valle del Ocotito que se unió a las acciones de la SSJC.
Después de esa marcha, los ocotecos se quedaron en el cuartel general de las autodefensas, desde ese día se han quedado a dormir en el asfaltado de la carretera para impedir que los militares desarmen a sus policías.
Los inconformes cerraron la carretera en el tramo de El Ocotito y Mojoneras, luego entonaron el Himno Nacional, hechos que hicieron retroceder a los militares unos 300 metros.
Después de que los militares dieron paso atrás, promotores de la autodefensa y vecinos de la región, organizaron una asamblea sobre la vía federal, cerrando el paso vehicular, para informar a sus seguidores acerca de los acuerdos de la reunión que sostuvieron con el alcalde de Chilpancingo, Mario Moreno Arcos.
Ahí dijeron que en el encuentro demandaron un diálogo abierto entre civiles, sin militares, y que se definiría el tipo de policía de los pueblos que se va a organizar para su defensa, porque los gobiernos federal, estatal y municipal tuvieron la oportunidad de resolver el problema y no hicieron nada.
Así se vive en esta región del Valle del Ocotito, donde ahora son los ciudadanos los que se organizaron para defenderse de la violencia. La gente lleva comida y cena para los policías ciudadanos.
Felicito a mis conciudadanos michoacanos y guerrerenses por su valentía recuerden que no están solos muchos de nosotros también luchamos por ustedes.
Creo y deseo, que esto, ya nadie lo para. El despertar del pueblo y por consecuencia, su autodefensa activa.
Sin embargo, los peligros de infiltración de los siempre intereses fácticos, puedan estar entre ellos latentes, o al acecho. Al igual que la solitaria, cuando se enquistan sus huevecillos para pasar inadvertidos; y cuando el momento es preciso, eclosionan e infestan sus gusanos, al cuerpo invadido.
Prudencia contra la delincuencia, local e importada. Recuerden Hermanos, no tiene la culpa el GRINGO, sino el que lo hace compadre…!!!!