El fotoperiodismo en la era digital desde una historia de vida

Ponencia presentada en el Primer Encuentro de Fotografía de Centro Occidente EFOCO

Mi nombre es Juan José Estrada Serafín soy p’urhépecha, originario de Turícuaro, Michoacán. Mi interés por la fotografía comenzó en mi pueblo. Cuando era pequeño llegaban a casa de mi vecina un grupo de gringos con sus cámaras. Ellos eran buena onda, no llegaban y tomaban fotos así nada más, nos explicaban cómo era la fotografía; entonces empecé a imaginar cómo era congelar la imagen y guardar el recuerdo de nuestros abuelos, tíos y de la comunidad, entonces me di cuenta de que todo estaba cambiando muy rápido.

Después de esos primeros encuentros, el camino no ha sido fácil, me costó mucho trabajo poder pagarme la escuela de fotografía, trabajar día a día lejos de la comunidad para poder hacer lo que yo tenía pensado. En Fábrica de Imágenes, conté con mucho apoyo de mis maestras y me dio gran entusiasmo y orgullo  poder regresara la comunidad con mi primera foto publicada  en un periódico.

Mi trabajo como fotoperiodista al principio lo veía muy plano, se limitaba a tomar fotos en ruedas de prensa del gobernador, de partidos políticos, de cosas que en realidad no sentía, sin embargo, fui aprendiendo y observando a mis maestros y colegas. En realidad, todo comenzó a tomar significado cuando regresé a mi comunidad, a mi tierra. Ahí, cualquier foto que tomaba cobraba otro sentido, para mi y para mis paisanos. En las fotos yo me reconocía y ellas y ellos también se reconocían junto a sus familiares, amigos y vecinos. Entonces comprendí que hacer fotoperiodismo desde mi comunidad, desde mi educación p’urhépecha, desde mi cultura es diferente; porque una foto se vuelve diferente, tiene mayor peso para mí y para mi gente, inclusive muchos migrantes en Estados Unidos quieren apoyar con dinero por que se reconocen en las fotos,  por que ven que la cultura está viva.

Ahora, para mí, desde el lugar en donde esté realizando mi trabajo, donde sea que esté,  soy parte y me involucro totalmente. Creo que al hacer fotoperiodismo no se está aislado, uno no puede llegar  a tomar las fotos e irse. Porque implica la presencia, el “estar con”, tal es el caso en  Cherán K’eri, en toda la meseta Purépecha. El trabajo implica relacionarte, comprender los problemas, entender a la gente y sentir su dolor y su situación como propios y en conjunto tratar de encontrar soluciones.

La razón por la que creo que hay que estar y quedarse con la gente donde uno está trabajando es porque nuestra educación no es la de la escuela tradicional, sino de la comunidad, donde le enseñan a uno desde niño con diferentes participaciones dentro de las fiestas y en el día a día  y cada quien juega un papel durante su desarrollo en la vida. Somos esta gente que se visita y se ayuda. Entonces, si voy a tomar fotos y a obtener información entonces debo corresponder a la gente que vive y trabaja ahí.

Ahora bien, el fotoperiodismo en la era digital. Considero que tiene sus lados buenos  y malos. Uno de los grandes beneficios es la rapidez, el movimiento que da el internet. Nos encontramos en un tiempo y en un espacio donde la publicación es rápida y la competencia es mucha, así que por medio del internet la circulación es mucho más efectiva, la imagen tiene más espacio, más protagonismo, la gente participa más a través de la red.

El internet y los medios sociales han sido un aliado, creo que ante la situación de competencia, de compra y venta de información, muchos de nosotros hemos optado por tener nuestros propios “medios” para dar salida a lo que generamos. En mi caso, debido a la dificultad para que publiquen mi trabajo, las redes sociales, un blog o una página pueden dar a conocer el trabajo y publicar la información. Hay públicos específicos a los que se puede llegar.

Juan José Estrada Serafín y Pedro Valtierra al centro, del lado derecho el fotógrafo Alan Ortega

Pero también está la otra cara. En muchas ocasiones la información que a uno le interesa a nuestros jefes no, o ya sea que no pertenece a la línea de nuestro medio, en mi caso a la del  periódico; entonces, con la competencia viene la posibilidad de hacer circular la información, que si no es a través del periódico o el medio para el que uno trabaja esto se vuelve difícil, te compran las fotos muy baratas o se las roban de internet o simplemente no te las pagan. También hay empresas grandes que sí  publican la foto pero se les olvida el crédito. En muchas ocasiones no valoran el trabajo, aún así de alguna manera hay que responder con las personas que uno ya interactuó.

Otra limitante son las herramientas  o el equipo que se necesita y que las más de las veces uno no tiene la posibilidad de adquirir. Alguna vez lo dije en la universidad y pregunté si podrían apoyar para tener el nivel de fotoperiodistas como los colegas de  Proceso, Cuartoscuro o la Jornada, por mencionar algunos, pero no fue así; el problema de caminar sólo. Más se impone el compromiso que uno tiene de involucrarse y comprometerse. Si la gente tiene confianza en las fotos se puede hacer un mejor trabajo y sirve mucho aprender de mis compañeros, de mis amigos fotoperiodistas.

Creo que mas allá  de  los  beneficios y sus limitantes uno sigue trabajando porque algo nos motiva. Para mi fue la denuncia, el evidenciar lo que esta sucediendo, como la inseguridad en nuestros pueblos, lo que puede decir un activista pero con más elementos. A través de la imagen se pueden decir muchas cosas, la gente que no nos conoce, a través de la foto puede conocernos de muchas maneras.

Algo que me parece importante resaltar es que somos pocos los que pertenecemos a las comunidades y  hacemos fotoperiodismo de forma seria.  No conozco a muchos que estén haciendo algo diferente, más allá de mostrar tradiciones y los lugares, creo que tenemos que mostrar cosas un poco más complejas e ir más allá de lo que “siempre se ha visto”, existen muchas realidades y problemas sociales.  Sé que existe el trabajo de una chava totonaca y otro chavo de Oaxaca.

Considero que la mayoría del trabajo esta concentrado en la ciudad, en la gente que tiene dinero para comprarse una cámara y puede estudiar fotografía. Es muy difícil que uno como p’urhépecha se pueda comprar el equipo y pueda decidirse a estudiar. Hay que pensar en todo, en el material, papeles, colegiatura y de lo que uno va a vivir. Es muy difícil decidirse, aventarse, muchos le tienen miedo.

Lo que recomiendo en esta labor es que debe haber mucha solidaridad entre nosotros, siempre comparto con mis compañeros fotógrafos, eso aprendí en mi pueblo y  pienso que si estoy haciendo un trabajo y tengo los contactos para ir o estar en un lugar, puedo compartirlos, y lo he hecho. La exclusividad de una foto es importante pero también es importante  ayudar a la gente.

Ahora el panorama que veo es que en mi caso, gracias a como he hecho mi trabajo, he podido ganar credibilidad con la gente, no me he dejado comprar. He contado con el apoyo y respaldo de algunos medios libres como las Agencia SubVersiones, y a mi me gusta el trabajo así por que es interesante y publican lo que los medios locales no quieren publicar. El reto ahora es difundir la información, así que a veces hasta hago notas para publicarlas en las redes sociales junto con mis fotos y mucha gente las retoma, hasta algunas agencias. No me limito a hablar, evidencio, lo cual representa, contradictoriamente,  una limitante en muchos periódicos.

Otra de las ventajas en la era digital es la posibilidad de que la información real tenga una diversidad de canales para su publicación. Muchos medios dependen de los subsidios del gobierno y la información que emiten es sólo de eso. Por ello, en este momento los medios libres juegan un papel muy importante, es una comunicación desde otra perspectiva que es inclusive más humana.

Debemos aprovechar las ventajas que nos da la era digital a los medios libres; no podemos olvidar que el dinero es necesario para la tinta, para la impresión para circular la información, para pagar a trabajadores pero no para definir la información, para definir de qué vamos a hablar, qué vamos a captar.

En suma, nuestro reto es hacer el fotoperiodismo desde una visión más humana, más sentida, recordar que no es un producto o una mercancía y ser consientes de que en la mayoría de las veces nuestro trabajo se enfoca en personas y comunidades con quienes trabajamos y que debemos ser coherentes con lo que queremos hacer y decir.