Tlanixco: defender el agua, defender la vida

En San Pedro Tlanixco —un pueblo nahua situado en el municipio mexiquense de Tenango del Valle— la historia de lucha por la defensa del territorio ha sido larga y compleja. La comunidad ha tenido que enfrentar, desde hace décadas, todas las formas de despojo, hostigamiento y violencia de las que son capaces los caciques locales y los tres niveles de gobierno. Pero el pueblo de Tlanixco ha sabido, también, reorganizarse para responder con dignidad a cada nuevo ataque.

El principal objeto de disputa han sido las aguas de su Arroyo Grande —el río Texcaltenco, un tributario de la cuenca del Balsas. Sus aguas, y las de otros manantiales cercanos, habían sido aprovechadas históricamente por las y los habitantes de Tlanixco para uso doméstico. El desarrollo de la floricultura en el municipio vecino de Villa Guerrero fue el detonante de los conflictos: los empresarios requerían grandes cantidades de agua para mantener sus cultivos.

En 1999, se le otorgó al pueblo de Tlanixco el uso de cuatro manantiales: el Bellotal, Puente de Trozo, Agua Bendita y el Salitre. Sin embargo, ese mismo año, los empresarios de Villa Guerrero —liderados desde entonces por Alejandro Isaak Basso— consiguieron que se les otorgara el derecho sobre esos mismos ojos de agua.

Entonces, el amparo 1740/2001, promovido por los abogados de la comunidad, logró suspender la extracción del agua para Villa Guerrero. Los floricultores de ese municipio, empresarios con vínculos con la administración del entonces gobernador Arturo Montiel, continuaron invadiendo territorio de Tlanixco para proveerse, ilegalmente, del agua para sus cultivos.

Fue durante una de esas incursiones ilegales en el territorio ejidal de Tlanixco, que Alejandro Isaak Basso fue sorprendido por un grupo de la comunidad en una barranca. Al verse enfrentado, Isaak Basso tuvo, aparentemente, una crisis nerviosa y cayó por la ladera. Luego de ese episodio, se desató una ola de represión sin precedentes. Durante años, el pueblo vivió en medio del terror: allanamientos ilegales, secuestros, torturas, seis presos políticos y dos perseguidos fueron algunas de las consecuencias.

Fotografía: Valentina Valle

Pero el pueblo de Tlanixco ha sabido reorganizarse y recomponerse. Hace poco más de dos años se fundó una radio comunitaria y, hoy, las autoridades agrarias y civiles caminan juntas para emprender el siguiente paso en la lucha.

En julio de 2015, se publicó un «convenio amistoso», según el cual los municipios de Tenango del Valle y Villa Guerrero modificaban sus límites territoriales. La modificación, por supuesto, afectaba al territorio ejidal de San Pedro Tlanixco e incluía el manantial conocido como donde revienta el agua. Las y los pobladores de Tlanixco —que no fueron informados en su momento— descubrieron la maniobra en 2016, cuando las nuevas autoridades ejidales asumieron su cargo.

También se supo entonces de un título de asignación, concedido por Conagua al municipio de Villa Guerrero. A diferencia de una concesión, una asignación se otorga únicamente para darle un uso público a los recursos asignados. Se sabe, sin embargo, que los floricultores de Villa Guerrero venden —incluso por hora— el agua que extraen, ilegalmente, del territorio de Tlanixco.

Frente a este nuevo ataque contra su territorio y el agua que resguardan, la comunidad decidió reorganizarse y agruparse en torno a sus autoridades agrarias para iniciar un nuevo proceso de lucha jurídica y política. Ante el título de asignación, los abogados de la comunidad presentaron un amparo argumentando que, si bien las aguas son propiedad de la nación y no del ejido, los artículos 14 y 15 del convenio 169 de la OIT dejan en claro que los derechos territoriales de los pueblos indígenas deben ser respetados. Eso implica que el pueblo de Tlanixco tiene un derecho primordial sobre la administración y la utilización de los recursos, y tiene derecho a ser indemnizada en caso de que se viole ese derecho.

Además de la batalla jurídica, el pueblo de Tlanixco ha decidido dar un paso más para hacer valer su derecho por la vía de los hechos: han comenzado a construir una captación de agua en el manantial de la Estrella, sobre el que tienen pleno derecho.

La decisión de la comunidad significa que la autonomía territorial en Tlanixco no da marcha atrás. Además de la lucha jurídica y de la recuperación del manantial, las y los habitantes de Tlanixco han decidido organizar en su territorio un Foro Nacional en Defensa del Agua, el 18 y 19 de agosto. «Ninguna comunidad está sola, nomás hay que organizarse» dijo el presidente del comisariado ejidal al respecto. La lucha de Tlanixco es un ejemplo de todas las formas que la resistencia puede tomar para combatir el despojo. Seguramente, esas formas se multiplicarán en el encuentro y servirán como herramientas de lucha para los pueblos que defienden el agua. Es decir, la vida.