Tengo un hijo desaparecido, tengo una lucha de 14 años. Formo parte de la Caravana porque estamos buscando a nuestros hijos, estamos haciendo puentes, queremos visibilizar a nuestros migrantes porque no queremos que queden en el olvido todas las vejaciones de las que han sido víctimas nuestros hijos nuestras hijas, nuestro niños. Yo represento a una cantidad de madres que están sufriendo, que están llorando, que están enfermas. Decimos no a la impunidad de todos los crímines de que han sido víctimas nuestros migrantes, ya enterrados en fosas comunes. Ya no queremos más migrantes secuestrados, es inconcebible para nosotras las madres todo lo que los migrantes han sufrido, lo que siguen sufriendo, en estos caminos. No se vienen porque quieren, se vienen por necesidad y queremos hablar por medio de la Caravana, queremos decirle que queremos que nuestros gobiernos de origen, los gobierno de transito y los gobiernos de destino puedan ver cuanto dolor hay en el pueblo salvadoreño y en los demás pueblos centroamericanos.
Estamos exigiendo que se les quite la miopía y desde aquí estamos pidiendo cirugía de ojos porque no quieren ver, cirugía de corazón abierto porque no sienten y de su mente igual. Queremos puentes, no muros.
Doña Ana, El Salvador
«La XII caravana podría verse como una caravana más, pero en realidad quienes la integran son madres diferentes a las de los años pasados. Algunas están buscando a sus hijos desde hace 10 años, otras los esperan de hace un año. Es decir, las mismas condiciones de peligro de hace diez años, a la fecha siguen igual, más aún peor». Así Rubén Figueroa, activista integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM), introduce esta Caravana de madres 2016, nombrada Buscamos vida en caminos de muerte porque “es como tal: las madres saben por donde están recorriendo, saben que hay migrantes que son asesinados, que hay una violencia muy fuerte hacía ellos, pero aún sabiendo eso, traen la esperanza viva de poder encontrar algo, una pista que las lleve al paradero de sus hijos”.
Organizada por el MMM, y con el apoyo de muchas organizaciones humanitarias mexicanas e internacionales, la Caravana de madres 2016 pasará, durante las próximas dos semanas, a través de 11 estados de la República, visitando 30 localidades ubicadas en la ruta hacia el norte, donde se encuentran albergues, cárceles y poblados que podrían esconder algún rastro de sus hijxs desaparecidxs. Como destaca Figueroa, “esta caravana trae el mismo coraje, el mismo dolor, la misma esperanza de las precedentes. No se puede traer algo nuevo más que los nuevos casos de migrantes desaparecidos, porque el objetivo es que aparezcan, localizarlos vivos”.
La ruta, el despojo, la movilidad forzada
Este año el punto de ingreso ha sido La Mesilla, Chiapas, inicio de una ruta que no es nueva pero que ha venido engrosándose a partir de que las medidas de contención y aprehensión del Plan Frontera Sur han obligado a desdibujar el tránsito por el territorio, aumentando los riesgos y amenazas durante el viaje.
Después de Frontera Comalapa, Nueva Linda y Comitán, la Caravana ha llegado el día de ayer, miércoles 16 de noviembre, a San Cristóbal de las Casas, donde fue recibida por decenas de personas en la plaza de la catedral. Ahí las denuncias de las madres se han unido con las de la Misión Internacional de Observación en la Frontera México-Guatemala, una iniciativa donde 24 defensores de derechos humanos originarios de Colombia, El Salvador, Ecuador, España, Estados Unidos, México y Canadá han recorrido, en una semana, más de dos mil kilómetros de la región fronteriza.
Haciendo un recuento de lo observado, los activistas de la misión denunciaron patrones comunes de intensificación de un modelo de desarrollo basado en la acumulación económica a partir del despojo de los bienes naturales de los pueblos y el incremento de la movilidad forzada debido a una condición de violencia estructural y generalizada.
En otras palabras, lo que el MMM denuncia desde hace años: el “sueño americano” ya no es el motor de la migración, los migrantes ya no salen para conseguir mejores condiciones de vida o de trabajo. Ahora estas personas huyen y se ven obligadas a dejar su hogar para salvar su vida. Por eso a la pregunta de si la elección de Trump desincentivará la migración, Figueroa contesta seguro que “ni el muro, ni las deportaciones, ni el Plan Frontera Sur van a frenar el flujo migratorio, puesto que esta gente tiene más miedo a quedarse en su país que a enfrentarse a cualquier muro. La migración existió antes de Trump y continuará después, él solo vino a continuar el trabajo que ya la administración de Barak Obama venia haciendo: deportar miles y miles de migrantes. Solo que a eso, ahora, se le suma el odio racial, la xenofobia, esta discriminación muy fuerte que viene de un candidato que ahora es presidente”.
Así, el recorrido 2016 contemplará el corredor migratorio conocido como la ruta del Golfo, que incluye Tabasco y Veracruz, estados donde los secuestros, asesinatos, violaciones y asaltos a migrantes han vuelto a subir exponencialmente en este último año. Luego, el trayecto continuará hacia Hidalgo, San Luís Potosí, Guanajuato, Querétaro, Ciudad de México, Tlaxcala y Puebla, para finalmente dirigirse de nuevo a la frontera sur vía Oaxaca y Chiapas. En todos y cada uno de estos lugares se realizarán las consuetas actividades de denuncia y búsqueda, incluyendo pero este año también el camino del Pacífico, donde debido a operativos, retenes y puntos de control y vigilancia, se ha intensificado la ruta marítima, anteriormente casi exclusiva de tráfico de drogas, armas y contrabando.
Además, durante esta Caravana, se dará el reencuentro de dos hermanas guatemaltecas incomunicadas desde 30 años y que todavía tienen una tercera hermana desparecida y se reafirmará la hermandad con el Colectivo Solecito de Veracruz, cuyas integrantes en los últimos años han estado recibiendo las madres centramericanas en la ciudad de Córdoba, para luego marchar con ellas y compartir coraje y denuncias en el refugio de Las Patronas.
Esta XII Caravana se confirma, desde hace doce años, como el «evento de eventos» y no se limita a ser un recorrido para buscar migrantes desaparecidxs, sino que se vuelve un momento de unión de las luchas en contra de todo despojo, explotación y violencia estructural que los gobiernos de México y centroamérica desde hace décadas infligen a sus pueblos.