Por Aldo Santiago, Elis Monroy, Regina López y Romeo LopCam
El presente texto forma parte de una serie que aborda la situación de la radiodifusión comunitaria en el estado de Oaxaca, a partir de la revisión de tres proyectos que se desarrollan en la Costa Chica de dicha entidad. Quisimos acercarnos a éstos para conocer sus historias y hablar de las problemáticas que enfrentan tanto en el contexto local como nacional, con el objeto de aprender de ellos, pues como partidarios de los medios libres y autónomos pensamos que estos tienen mucho que enseñarnos. En cada uno procuramos encontrar afinidades que nos permitan fortalecer nuestras propias formas de hacer comunicación, así como reconocer nuestras diferencias.
Llegamos a la cabecera municipal de San Pedro Jicayán el 3 de febrero, una semana antes de la Cuaresma, mientras su comunidad —de origen mixteco— comenzaba los festejos del carnaval. Ahí buscamos a José Luis Vázquez Merino, coordinador de Estéreo Ndoso 101.7, «La voz de los nahuales», radio comunitaria que lleva casi cuatro años al aire, transmitiendo no sólo para el poblado en donde tiene su sede, sino también para localidades como San José Yutatuyaa y Chuparrosa —ubicadas en el mismo municipio—, u otras pertenecientes a San Miguel Tlacamama y Pinotepa de Don Luis.
José Luis es un hombre de tez morena y cabello muy oscuro. Lo encontramos en su local dentro del mercado, dedicado a la venta de servicios fotográficos. Habíamos concertado una cita con él ese mismo día por la mañana, gracias a que un amigo en común que participa en la radio comunitaria de Santa María Jicaltepec nos puso en contacto. «Hablé con Cristóbal y me dijo que ustedes son la banda», nos comentó sonriente. Le explicamos brevemente nuestros objetivos y rápidamente accedió a darnos una entrevista, para lo cual nos movimos hacia las instalaciones de la radio. Hablamos largo y tendido, tanto que mejor conviene hacerles un resumen de lo que nos platicó.
Ndoso es el nombre de un cometa que emite mensajes, protagonista de una leyenda mixteca. También es el nahual más poderoso de todos los nahuales, que son seres que pueden transformarse en energía y volar por los aires. Se dice que en las noches se les puede alcanzar a ver en forma de luz. Son lo que muchos llamamos estrellas fugaces. Se bautizó así a la radio porque ésta tiene la intención de representar una señal de vida y de luz, una energía que brota de la misma comunidad.
El primer intento de la gente de San Pedro Jicayán para tener su propio medio comunitario tuvo lugar hace 13 años. En aquel entonces, se presentó una solicitud ante la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), con el objeto de obtener un centro de radiodifusión, cosa que se consiguió. Lamentablemente, luego de tres años, el consejo que lo administraba decidió unirse a la autoridad municipal. Y aunque en un principio esto permitió que la radio avanzara y sus integrantes se capacitaran, a la larga resultó pernicioso, pues con el cambio de administración el proyecto «se politizó» en el peor de los sentidos. El nuevo partido en el poder metió a su gente, ésta no cuidó bien del equipo y el transmisor se dañó luego de una descarga que sobrevino durante la temporada de lluvias.
Según pudimos investigar, a partir de la década de los noventa la CDI ha instalado algunos Centros de Producción Radiofónica —que son básicamente cabinas con el equipo necesario para grabar programas— en las comunidades que así lo solicitan. Pero estos no están enfocados a promover la radiodifusión comunitaria, sino a fortalecer el Sistema de Radiodifusoras Culturales Indigenistas (SRCI). Es decir, pueden producir, más no transmitir. Por ello no es extraño que como bien apunta la antropóloga Giovanna Gasparello, con el tiempo sus participantes decidan impulsar proyectos autónomos, ante las obvias limitaciones que impone un modelo gestionado por el Estado.
Probablemente cuando José Luis nos habló de que la comunidad pidió la instalación de un centro de radiodifusión se refería a este programa del CDI, que aparentemente fue rebasado por la necesidad que había de contar con un medio propio. Como se dijo, esta primer aventura concluyó con un transmisor averiado. Tendrían que pasar diez años para que otro grupo de personas retomara el proyecto, no sin antes aprender de los errores cometidos. Fue gracias al apoyo de la Fundación Soo Ndu´u Jicayán A.C., integrada por gente del pueblo, que se pudo reparar el transmisor y la radio regresó al aire.
José Luis es integrante de dicha fundación, cuya labor principal es promover la cultura e historia mixteca de la Costa Chica de Oaxaca. Soo Ndu´u es el nombre de un lienzo realizado en Jicayán durante el siglo XVI, que representa de manera pictográfica a dicha comunidad y sus alrededores. Una reproducción fiel se expone en el Museo Regional Jicayanense, mismo que visitamos hacia el final de la jornada. Todas sus actividades se realizan de manera comunitaria, independiente, sin injerencias de ningún partido político y sin estar sujetos a ninguna autoridad municipal.
Pero volviendo a la radio, para levantarla nuevamente no sólo se rehabilitó el transmisor, sino que además se convenció al Consejo de Tata Mandones, una figura ineludible en cualquier comunidad de origen mixteco en la que se agrupan los ancianos o sabios, quienes detentan una fuerte autoridad moral. Según se nos cuenta varios de ellos habían participado en la primer experiencia radiofónica, por lo que accedieron sin problema, pues consideraban que la radio era «un brillo para la comunidad», ya que a través de ella el pueblo podía «registrar sus voces, sus tradiciones, su sabiduría y sus conocimientos ancestrales», para resguardarlos y transmitirlos hacia otras comunidades.
Por otra parte, las y los integrantes de Estéreo Ndoso también procuran mantenerse independientes respecto a la autoridad gubernamental, pues quieren evitar ser sujetos de chantajes políticos y no inmiscuirse en campañas de índole partidista. Y aunque la luz la paga el municipio y el espacio en el que se encuentran fue destinado al proyecto por el Fondo Regional, a decir de José Luis ello no implica ninguna sujeción, ya que el principal respaldo para la radio lo otorga la propia comunidad y mientras esto sea así, los apoyos podrán ir y venir sin que esto afecte de manera drástica su funcionamiento.
Y eso es lo bonito, mientras las cosas vengan de la comunidad, de nuestra gente, mientras nazcan del interés de nuestro propio pueblo, yo siento que es difícil que desaparezca, al contrario, lo fortalecemos y vemos, a pesar de controversias, a pesar de todo lo que venga en contra, buscamos la forma de que esto sobresalga, seguir adelante, que sea lento como he dicho, vamos lento pero vamos avanzando.
En un inicio participaron ocho personas en la radio, de esas sólo quedan tres, José Luis menciona a las compañeras Leonor y Dulce. Por supuesto varias más han circulado por ella. Algunas estudiaron la licenciatura en Ciencias de la Comunicación y hoy se encuentran trabajando en la Ciudad de México. Otras egresaron de las distintas escuelas normales del estado. «Moralmente ellos siguen con nosotros», apunta. Actualmente, colaboran en la estación jóvenes del Colegio de Bachilleres del Estado de Oaxaca (Cobao) y del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECyTE). Con su ayuda se cubre la mayor parte de la programación, que se emite —salvo causas de fuerza mayor— de ocho de la mañana a ocho de la noche durante los 365 días del año.
En esta última se abordan temas diversos tales como las fiestas tradicionales —que se transmiten en vivo si las condiciones lo permiten—, o algunos de interés juvenil. E incluso hay programas como el que hace una compañera de la comunidad afromexicana de Mancuernas, localizada en el municipio de Santiago Pinotepa Nacional, en el que se habla de equidad de género. Aunque a veces es difícil que éste tenga una periodicidad semanal por la cuestión de los pasajes. Al respecto, José Luis nos dice que valora mucho el que la audiencia tenga la iniciativa de proponer contenidos.
Para allegarse de recursos Estéreo Ndoso realiza diversas actividades tales como sus bailes de aniversario, muy esperados por la gente y en donde participan grupos musicales con cierto renombre en la región, a veces sólo a cambio de la cena y los traslados. Otra forma que nos pareció bastante novedosa es su oferta de servicios de Internet, ya que con los conocimientos y la infraestructura adecuada han podido ampliar y rebotar su señal inalámbrica hacia tres «cibers», en donde los estudiantes de la comunidad pueden acudir para realizar sus tareas pagando un precio módico.
Respecto a las concesiones que otorga el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), José Luis nos comenta que si bien acudieron a un encuentro que promovió el organismo, en donde se les informó —más no se les consultó—, sobre las nuevas modalidades de radiodifusión de «uso social» aprobadas en la reciente reforma a nivel federal, en la ley «no hay muchas posibilidades para las radios comunitarias», puesto que los términos técnicos y jurídicos resultan ser muy complicados. Al final asumen que tener su propio medio de comunicación es su derecho como pueblo, por lo que lo seguirán ejerciendo mientras la comunidad les otorgue su respaldo.
En torno a este punto, cuando le preguntamos sobre los principales retos a superar, nos contesta que lo principal es tener gente «que no tire la toalla»:
Gente que abrace la causa y no se pierda con los vicios que hay en las sociedades, en lo que es la política, lo que es los partidos, lo que es las cuestiones comerciales, porque sí es fuerte la tentación una vez que empieza a hacer uno radio comunitaria. Si se cuenta principalmente con el apoyo de la comunidad, de la gente del pueblo, estos percances, o cualquier otro accidente, o cualquier otra necesidad que surja, fácil lo superan. Principalmente es el apoyo de la gente, de la comunidad, el respaldo de nuestra población, porque si no se pierde en cualquiera de los vicios.
Finalizamos la entrevista con José Luis más que satisfechos y muy agradecidos con él por habernos compartido la historia de esta radio comunitaria. No nos retiramos inmediatamente, ya que muy amablemente se nos invitó a la comida que se organizó con motivo del carnaval. Pasamos lo que resta de la tarde conviviendo con la gente y apreciando las danzas de distintos grupos, protagonizadas por personajes denominados tejorones, mascaritas y capataces. A diferencia de otras comunidades indígenas de la Costa Chica, en Jicayán las mujeres sí participan en los bailes, ya que hace unos años decidieron que no fueran los hombres quienes las representaran. Aunque también nos llamó la atención encontrar a muchos travestis ataviados con tacones altos y vestidos elegantes.
Mientras observábamos semejante fiesta, acordamos regresar para conocer más de su gente y de la forma en que se organizan como comunidad.