Neri Moctezuma

Por Heriberto Paredes

Tuve noticia de Neri porque una amiga suya denunció, no sin rabia y dolor, que ella era la única mujer que se había quedado en la cárcel. Era un 9 de diciembre y esta situación era una de las tantas consecuencias de la represión ocurrida el 1 de diciembre. Tanta ilegitimidad asumida como gobierno.

Pero mientras eso ocurría en las calles, Neri seguía en los pasillos de la cárcel, en su estancia, viviendo una experiencia que sólo ella podrá recordar con precisión. Para los que afuera manteníamos la demanda de libertad, su fotografía y las imágenes que la mostraban momentos después de su detención, llevada a la fuerza por un policía, se volvieron emblema. Ante al pregunta del desconocido periodista, ¿por qué te detienen?, ella contesta con seguridad y entereza: “por venir a expresar mi libertad”. Ya era, en aquel entonces, alguien de quien decididamente había que aprender.

Con mucho entusiasmo llegó el día en que por fin saldrían de la cárcel los 14 presos del 1 de diciembre. Asignado al Reclusorio Norte, me perdí la salida de Neri y las palabras que compartió frente a las cámaras. Gracias a un compañero pude conocer a Neri fuera de la cárcel, en los primeros minutos de su libertad. Libertad aún incompleta porque, como el video lo expresa, Neri se mantiene en un proceso penal que, además de ser engorrroso, parece interminable. En estas primeras escenas apresuradas, Neri se mostraba tranquila, fuerte aunque un poco abatida por el descontrol de los hechos. Y claro, la cárcel no ayuda en nada.

Por diversos caminos terminamos siendo amigos, así que ahora la imagen que guardo de ella está del lado de las risas, los chistes, los momentos de pláticas y las señales de vida que de pronto mandamos para saber que estamos bien. Guardo mucho la manera de platicar que tiene ella, su forma de estar seria y de pronto sonreír para iluminarlo todo. Se dice entre la gente humilde, que las verdaderas amistades se conocen en la cárcel, los panteones y los hospitales, así que me quedo con las circunstancias que nos llevaron a conocernos y, por supuesto, siempre sonrío cuando me manda un mensaje o nos encontramos en las reuniones.