Queremos tener un espacio crítico: La Gordissíma de Sant Andreu

Entrevisté a Marina un día caluroso de agosto. Iba mostrando su barrio con mucho entusiasmo, ella vive en Sant Andreu, un barrio situado en el noreste de Barcelona, un barrio que tiene huertos urbanos y casas ocupadas. Un barrio a simple vista tranquilo y con una vida en la calle que lo hermana con otros barrios de esta ciudad catalana y lo aleja del excesivo turismo que invade el centro de la ciudad. No es lo mismo la convivencia entre vecinos y la apropiación del espacio que la presencia desmesurada de muchas personas desinteresadas por lo que hay más allá de los estereotipos y de las fotos de postal. Sant Andreu, en palabras de Marina, «es un barrio muy unido que siempre ha luchado por mantener su identidad».

Platico con ella acerca del centro social donde trabaja, la Gordissíma o como su página en internet dice formalmente: La Gordissíma, Centre Social Okupat. Se trata de un espacio ocupado por distintas organizaciones y colectivos que lleva abierto desde noviembre de 2008 y que anteriormente fue una casa de mujeres feministas autónomas. Desafortunadamente entre una historia y otra no se interpuso la inclusión de más sensibilidades sino el desalojo policial que mantuvo vacía la casa hasta que el proyecto del centro social cobró vida.

Recorremos los pasillos, el comedor y su mural al fondo, la Tienda Gratis (en donde encuentro unas babuchas de mi talla), subimos las escaleras y vamos descubriendo habitación por habitación mientras la voz de me cuenta sobre las características del espacio: «vemos a la Gordi como un centro de formación, de ocio, de intercambio de sensibilidades, de actividades políticas, culturales y sociales».

Mientras nos instalamos en unas sillas de cara al balcón principal, el murmullo de la calle sube para inmiscuirse en las pruebas de la grabadora, Marina, sin detenerse y con una muy franca sonrisa me cuenta que este centro social tiene una asamblea que se reúne los lunes y que tiene las funciones de gestionar y coordinar todas las actividades, pero resalta (y lo hace el resto de la charla) que hay una diversidad en la que conviven movimientos feministas, libertarios, autónomos, independentistas, animalistas, veganos. En pocas palabras, «intentamos que haya un lugar para todas las sensibilidades dentro de este espacio»

¿Ha sido difícil sobrevivir en estos años de existencia?

Hemos tenido varios procesos penales, bueno de juicios, pero actualmente estamos bastante tranquilas. También en la situación de crisis en la que vivimos, sabemos que no es un momento de construir ni de tirar edificios, entonces en este sentido estamos más tranquilas, aunque si hay campañas de desprestigio de la Gordissíma por parte de algunos medios de comunicación oficiales, televisión, radio, en las que se han dicho mentiras, como que aquí se está molestando a los vecinos o que estamos haciendo mal en la calle, afectando la estructura de la calle, cosa que es mentira. Sabemos que el ayuntamiento –que es de derechas- nos quiere desalojar, somos conscientes de ello, pero no nos detenemos mucho a pensar en esto sino en lo que queremos ser, en el espacio que queremos ofrecer.

Ahora mismo lo que queremos es el espacio para difundir proyectos.

¿Cómo se trabaja al interior para mantener a flote un proyecto de centro social como la Gordissíma?

Mucho diálogo entre los distintos colectivos que nos mantenemos aquí dentro, no es el que tiene que ser, a veces hace falta más, pero tratamos de promover el diálogo, poner sobre la mesa lo que cada persona quiere para la Gordi, para la casa, cómo entendemos el proyecto. Todos los conflictos que hemos tenido han sido por falta de diálogo, por falta de entendimiento por parte de colectivos con sensibilidades o maneras de entender el espacio diferentes. Aún así, luego te das cuenta de que todas las personas quieren el bien del centro social, lo que pasa es que cada uno tira para su camino. Aún así intentamos hacer asambleas de colectivos y trazar líneas comunes.

Cuéntanos un poco de la relación que han construido con un barrio como Sant Andreu, la recepción del proyecto, las desaveniencias…

Hemos hecho una que otra fiesta, también porque en el barrio no existen espacios de ocio de calidad para los jóvenes, los espacios de ocio son esos donde hay música enlatada que no nos gusta y donde hay seguratas en la puerta que no te dejan entrar según como vayas vestido. Consideramos que no hay un espacio de ocio de calidad y lo ofrecemos nosotros, viene mucha gente. Pero la línea de la fiesta no es la que nos interesa, nos interesa más la línea de actividades diurnas, de abrir el espacio a gente mayor, niños.

Tratamos de propiciar el consumo no alcohólico, sabemos que las casa ocupadas siempre van muy relacionadas con el consumo de alcohol. En nuestro caso tratamos de ofrecer alternativas que no se quede todo en el gueto de tomar cervezas y quedarse aquí encerrados. Abrir el espacio para los movimientos sociales del barrio, el espacio siempre está abierto y cuentan con la Gordi siempre.

En general ha habido un buen recibimiento. En los tiempos en que la Gordi hacía  más fiestas pues ha habido más roce con los vecinos, también es verdad, pero lo que le damos más importancia es que ha habido una interacción con los vecinos, o sea, los vecinos no han llamado directamente a la policía sino que han venido a hablar con la gente de la Gordi, a pedir silencio, a pedir que no se hicieran más fiestas. Nos consideraban como alguien con quien hablar. A quien no le gustan las ocupas, no le gustan y no le vana a gustar nunca, hay vecinos a los que no les gustan, ya lo sabemos y no pasa nada. Sí hemos recibido notas de vecinos del barrio que piden que nos vayamos o mails de vecinos que no les gustamos pero esto es porque nunca les han gustado los movimientos sociales ni les van a gustar, pero a parte de esto sí que hay un cariño a la Gordissíma, aquí en Sant Andreu ha habido bastante tradición ocupa desde principios de los años 90. Había una ocupa mítica que se llamaba el Palomar de Sant Andreu que duró diez años y es como un referente a nivel de Barcelona.

Sobre todo queremos tener un espacio crítico y con una perspectiva crítica de la situación actual pero también que sea un espacio abierto donde cualquier persona pueda sentirse cómoda.

¿Cómo llegas a integrarte a la Gordi?

Este espacio se ocupó cuando yo estaba pasando una temporada en México y lo vi por contrainfos, pensé que cuando estuviera en mi barrio tenía que estar en ese espacio porque me interesa mucho. Llegando fui un día a la asamblea de la Gordissíma, me presenté y la gente estuvo encantada, así que cualquier persona que venga y quiera participar del espacio es bienvenida, que nos aporte su mirada y sus ganas de trabajar. Entra mucha gente nueva, cada asamblea viene gente nueva a presentarnos proyectos o a participar del espacio, cada vez más.

¿Nos puedes hablar de las distintas perspectivas que tiene la Gordi? ¿Qué sigue?

Las perspectivas son muy anchas y muy exigentes. En septiembre vamos a hacer una pasarela en la calle para promocionar la Tienda Gratis, con una diversidad de cuerpos, estilos y modas. Vamos a sacar la ropa a la calle y dentro de la ropa vamos a escribir mensajes en notitas para que la gente se pueda llevar una playera con un mensaje dentro.

Sobre todo actividades que nos ayuden a llevar el proyecto a ser verdaderamente autogestivo y sobre todo ser más coherentes. Mejorar las relaciones al interior del espacio, que no sean muy patriarcales. Hay mucho trabajo pero también hay muchas personas dispuestas a trabajar y con ilusión.

En la situación de crisis que estamos viviendo nosotras estamos lanzando la caña hacia fuera para que todo el mundo de cualquier edad o de cualquier condición empiece a participar de esto y que nos lo creamos de verdad, que hay que construir alternativas, que tenemos ejemplos en todo el mundo, en Latinoamérica, en África pero que también nosotras podemos hacerlo y debemos hacerlo porque la situación pinta muy mal.

Desde tu experiencia de vida y de militancia, ¿qué piensas al respecto del tan mencionado tema de la crisis? Ha resultado un tema controvertido por el manejo que se la ha dado en los medios…

Te hablaré desde Barcelona, que es la parte que más conozco. Desde la transición mucha de la lucha que había en Barcelona se institucionalizó, lo que hizo la transición fue institucionalizar las luchas, como la resistencia antifranquista que venía con mucha tradición y muy fuerte. Estaban las asociaciones de vecinos y de cada barrio que estaban muy potentes que estaban trabajando temas de barrio pero que con el tiempo, hacia los 80, 90 y ahora no están muy combativos.

En Barcelona durante los años 80 sí que salió todo el movimiento ocupa, anticapitalista que tenía un discurso bien crítico y que tenía una perspectiva muy acertada pero se mantenía en unos espacios muy reducidos y no transpasaba para llegar a la sociedad en general. Fue pasando el tiempo y nos fuimos aburguesando mucho, todo el mundo fue accediendo a créditos, a hipotecas, a comprar una casa, a comprar un coche, el acceso al trabajo, aunque sí había momentos en los que el paro subía, las clases populares se fueron convirtiendo en clase media. Hubo más acceso, no a recursos, sino a privilegios y nos acostumbramos mucho.

Si había mucha gente que venía criticando este modelo de capitalismo neoliberal, el impacto de este sistema en los países empobrecidos, pero había, para mi punto de vista, una gran parte de la sociedad que no quería verlo y que no le importaba y así mucha gente ha vivido con los ojos cerrados por mucho tiempo.

Ahora reventó la burbuja inmobiliaria, todo el tema de la construcción y todo el tema de la especulación financiera, el tema de los bancos y la deuda y nos ha explotado ahora. En general ha tocado el bolsillo de mucha gente. Ahora estamos en un punto, desde 2008, 2009, cada vez ha habido mucha gente que se ha empobrecido, ha habido mucha gente a la que se le han negado los créditos, que se ha visto con una deuda muy grande. Mucha gente que había accedido a la clase media está bajando a verse que no puede pagar el piso, que tiene que irse, que no puede pagar nada y que sigue la deuda creciendo. Hay mucho paro, el acceso al mercado laboral está muy restringido ahora mismo y hay muy pocas oportunidades. Hay por parte del gobierno, en España y en Catalunya un desmantelamiento del Estado de Bienestar y el acceso a la educación y a la sanidad se está recortando.

En Catalunya, en Barcelona, en Sant Andreu, ¿Qué crees que hay que hacer en términos de organización, en términos de lucha? ¿Cómo sientes a la gente? ¿Cuáles son las consecuencias de la crisis para la izquierda?

En general hay mucha paranoia, hay mucha frustración, hay mucha tristeza, mucho desencantamiento, hay mucha energía por mover, no me atrevo a decir que la gente esté apática, por que es n insulto muy fuerte pero y qué pasa, qué es lo siguiente, te has quedado sin trabajo, te has quedado sin acceso a la sanidad, sin acceso a las ayudas. ¿Y ahora qué? ¿Qué es lo siguiente?

Hay propuestas de montar cooperativas de trabajo, de comida, están saliendo muchos huertos urbanos. En general yo creo que nos están pasando la factura de muchos años de apatía y de cerrar los ojos, de no hacer una lectura crítica, a parte de tantos años de dictadura fascista que también nos pasa factura, porque también la gente que estaba luchando no era tanta y de forma clandestina y jugándosela mucho. No se ha cultivado una perspectiva crítica, a la gente le cuesta mucho participar en los procesos políticos.

Ahora mismo, yo lo veo, es el momento ideal para que todo mundo entrara en las asambleas de sus barrios, para, al menos aquí en Sant Andreu han servido para conocer mucha gente, para tener más contacto con los vecinos.

La ciudad está muy candente, hay muchos centros sociales y la derecha también ha ganado la municipalidad, así que ha cerrado muchos de estos centros. La Gordissíma puede que en cualquier momento nos la cierren porque el ayuntamiento se está yendo por la ilegalidad, sin orden judicial ni nada. Ha habido mucha represión y muchas personas no se lo esperaban y están pendientes de juicio, el fiscal está pidiendo cárcel, están aplicando la estrategia de castigo ejemplar, o sea, de una manifestación en la que participan dos mil personas, pues pillan a una y le piden 36 años de prisión como le están pidiendo a varios. Haces un castigo ejemplar a una persona y desmovilizas al resto. Están metiéndonos en una espiral de represión,  respuesta a la represión, más represión, que nos está comiendo vivas.

Muchas de las personas están optando por la línea de volver al campo, por ejemplo, muchas de las personas que vienen del movimiento ocupa de Barcelona se van a una casa de descanso y están haciendo contratos para cuidar la casa, no pagas un alquiler porque cuidas la casa, trabajan la tierra y cuidan un poco el tema de la soberanía alimentaria, de cultivar lo que comes. Proyectos comunitarios en la montaña. Hay mucha gente que se está dando cuenta de que la vida en la ciudad nos ha quemado mucho y quema las energías. Es una situación en la que me encuentro en lo personal, replanteándome hasta que punto vale la pena estar quemando energías aquí, a lo mejor hay otras líneas en las que puedes proyectarte y de mejor modo, mucho más sanas y liberadoras. Para mí la situación es muy incierta, hay mucha rabia, mucha frustración y esto se va palpando y hay mucha gente desmovilizada que no sabe por dónde moverse ni cómo moverse, hay mucho miedo a la política de base.

¿Cómo te sientes en este momento, que aprendizajes y reflexiones te quedan luego de estos años de participar en la Gordissíma?

Es fundamental asumir las cosas colectivamente, empezar a pillar la perspectiva de la comunalidad, de que cualquier sueño que te propongas es posible aquí, cuando tienes un grupo de personas dispuestas a trabajar con entusiasmo y con alegría y tienes un buen diálogo y buenas ilusiones, cualquier cosa que te propongas es posible. Un día alguien soñó que hubiera en Sant Andreu un espacio para los movimientos sociales, una casa ocupada y, bueno, se ocupó y cuatro años después sigue el espacio vivo y abierto.

Es importante que haya luchas en cada rincón del mundo, transpasar las fronteras y hacer puentes entre luchas y luchas, entendernos, entender que cada lucha en cada lugar es diferente. Todo esto yo lo aprendí en México y estoy muy agradecida a sus personas por enseñarme todo esto. Hay que motivar a que la gente se mueva, se ponga las pilas, desde con al persona que tenga al lado, desde la sensibilidad con la que se sienta más cómoda empezar a moverse, a participar. Además es imprescindible porque suma mucho a la salud comunitaria y personal, te empodera y el empoderamiento es el motor de vida.