Marcha de la Dignidad: Madres en busca de sus Hijos, Hijas, Justicia y Verdad

Texto: María González y Elis Monroy
Fotografías: Amaranta Marentes Orozco, Elis Monroy y Ana Valentina López de Cea
Video: Brenda Burgoa

El 10 de mayo, en la explanada del Monumento a la Madre, apróximadamente a las 11:10 am, un hondo grito colectivo rasgó el silencio «¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!» Los corazones de los presentes se cimbraron.

Desde muchos estados del país (Chihuahua, Nuevo León, Coahuila, Estado de México, Michoacán, Querétaro, Morelos, Tamaulipas, Guerrero, entre otros) familias completas, hombres, niñ@s, jóvenes, bebés llevad@s en sus carreolas y muchísimas mujeres, junto con organizaciones de derechos humanos y otras solidarias, llegaron este Día de las madres a la Ciudad de México para hacer resonar un profundo reclamo que cada vez con más fuerza, se escucha desde hace ya demasiado tiempo: «¡Desaparecidos!, ¡presentación!», «¡Queremos justicia para nuestros hijos y nuestras hijas!» eran algunas de las consignas que al ser escuchadas, imprimían una sensación de dolor, pero también de fuerza, en el pecho de quienes asistimos a la Tercer Marcha de la Dignidad: Madres en busca de sus Hijos, Hijas, Justicia y Verdad.

Desde las 10 de la mañana, la gente comenzó a llegar al punto de reunión. Se instaló una mesa sobre la que se sirvieron guisos para que l@s asistentes desayunaran; gesto que revelaba el origen de la convocatoria a la marcha: las madres, cuidadoras por excelencia y luchadoras incansables cuando se trata de defender a sus hijos e hijas. La concentración saldría del Monumento a la Madre hacia el Ángel de la Independencia.

Previo al inicio del trayecto, un sacerdote de la tradición mexicana dirigió un saludo a los cuatro puntos cardinales frente a una ofrenda que instalaron; éste es uno de los rituales que en México se acostumbran para bendecir y embestir de solemnidad el evento que preceda. La marcha inició su recorrido. Cientos de pancartas, volantes y mantas con fotos de hombres, mujeres y niñ@s, acompañadas de leyendas como «Se busca, recompensa» o «ayúdame a encontrar a mi hijo» comenzaron a inundar las vista en los carriles de avenida Reforma, dirección poniente. Asistieron alrededor de 900 personas.

Desde el sonido se voceaba «No tenemos nada que celebrar, cuando hay un lugar vacío en la mesa». Las consignas no dejaron de corearse intensamente durante toda la marcha. «¡Ahora, ahora, se hace indispensable, presentación con vida y castigo a los culpables!». Las y los automovilistas y peatones que circulaban por la zona, quedaban con la cara muy seria al observar la cantidad enorme de personas protestando vestidas de blanco, con flores en las manos, tapadas las caras con cubrebocas impresos con la frase «¿dónde están?» y cargando mantas con fotos de sus familiares (algunas, las de organizaciones, con decenas de fotos).

Los comunes denominadores fueron: el reclamo tanto a los gobiernos de los estados como a Enrique Peña Nieto, y el clamor por la justicia ausente y por la presentación de las y los seres queridos desaparecidos. También había familiares y organizaciones protestando por desapariciones forzadas, es decir, desapariciones en las que el crimen es cometido por algún agente del Estado y que involucra motivos políticos.

Al pasar frente a la PGR, los contingentes se detuvieron para mostrar su solidaridad con la Huelga de Hambre por Bety Cariño y Jyri Jaakkola, que compañer@s de MAIZ (Movimiento Agrario Indígena Zapatista) y de otras organizaciones están llevando a cabo en un campamento instalado en el camellón de Reforma. Esta protesta, que hoy cumple su treceavo día, también exige con toda su fuerza, justicia para sus/nuestros muertos.

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Una vez en el Ángel de la Independencia, los contingentes se acomodaron en la escalinata para escuchar la lectura del  pronunciamiento central del acto; posteriormente, se leyó una lista, que parecía interminable, en la que se nombró a cada uno o una, de las y los desaparecidos. A cada nombre convocado por el micrófono, la voz colectiva respondía «¡Presente!». Este acto interpela con vehemencia a los gobiernos estatales y federal para que de una vez por todas, cumplan con su deber de buscar y encontrar a la enorme cantidad de víctimas desaparecidas que, desde hace más de tres décadas, ha generado la ola de violencia en el país, (cifra que aumentó escandalosamente durante el sexenio de Felipe Calderón, ejecutor de la fallida Guerra contra el narco, y que continúa creciendo ahora en el sexenio del regreso del PRI con Enrique Peña Nieto al frente).