La rigidez del caimán barbudo: la educación popular como una propuesta revolucionaria. Parte 2

 

De otro lado, hay quienes, luego de haber intentado subvertir la capacidad de convocatoria del término rodeándolo de silencio, se ven precisados a aceptarlo como una fatalidad inexorable, con lo cual -en su condición de fatalidad, al fin al cabo- no condescienden a polemizar

Margarita Mateo Palmer «Ella escribía poscrítica»

Una de las cuestiones centrales que plantea la educación popular está focalizada en su relación con la revolución, como proceso y como dinámica vital[1], por eso es que en un contexto ampliamente difundido como revolucionario, la existencia de perspectivas educativas populares traducidas en experiencias concretas que planteen un cambio radical resulta, por lo menos, contradictorio a primera vista; en algunos contextos esta dinámica de incipiente participación política de la sociedad en la búsqueda de mejores condiciones de vida, en la lucha por la resolución a sus demandas a través de organizaciones y esfuerzos colectivos, es meramente juzgada como contrarrevolucionaria, desde el Estado cubano actual, esta realidad no pasa de ser una expresión de la traición financiada por el exilio que habita en Miami y claro, por los Estados Unidos. La preocupación por la revolución se encuentra realmente expresada en la oposición construida desde la izquierda –a contracorriente de la propia izquierda oficial-, misma que ha planteado en varios ámbitos, en este caso el de la educación, que es necesario profundizar el socialismo pero a través de una apertura en la toma de decisiones, con la participación popular, siempre apostándole a la construcción de una conciencia política colectiva que impida que los tiburones que merodean hambrientos la Isla logren comerse al pez pequeño.

-…Yo quería decir, que ahí hay una premisa básica para poder entender este asunto de la educación popular en Cuba, en nuestro contexto y creo que Pablo Friere lo decía, no es un proceso terminado y de hecho el decía que una revolución para hacer, tenía que estar siendo y yo creo que esto es parte de estar siendo la revolución y que sino fuera así, no lo fuera, no fuera revolución por eso existe la educación popular, la gente se pregunta, educación popular en Cuba, si ellos ya tienen la revolución, son libres, pero siempre hace falta la educación popular porque en nuestro propio contexto que vivimos surgen aspectos regresivos dentro de esa cultura, aspectos que no son revolucionarios, aspectos que nos hacen retroceder, que son propios del capitalismo, porque son propios de otra conciencia que no es la que se ha tratado de fomentar en este país desde hace 50 años para acá y entonces hay que hacer educación popular porque son las maneras que nos quedan en nuestra conciencia, nuestros padres, nuestros abuelos y que las llevamos adentro de uno, de esa manera pensamos y actuamos y no nos damos cuenta de todos esos gérmenes que llevamos y que creo que es importante hacer educación popular para conocernos a nosotros mismos, para saber como pensamos, para desaprender, para aprender y después para organizarnos para compartir con los demás.

Pasan los días y la gente continúa esperando que en algún momento la situación pinte mejor, que la libreta traiga algo más que arroz o frijol y pescado que se vuelve pollo, que el Coppelia tenga más que un solo sabor de helado al mes y que no sea necesario hacer más de una hora de fila para entrar, que sea posible pensar en publicar revistas, periódicos, boletines, sin que el partido decida sobre los contenidos, que un día los CDR sean efectivamente organizaciones de masas que defiendan el proceso revolucionario con su propia práctica y no con delaciones, que un día haya más compañeros que chivatos, que los que se van y los que se quedan no vivan en tremendo abismo de incomunicación y enfrentamiento, que el internet no sea sólo un privilegio de los turistas, al igual que la carne (porque varios podrían detener su desnutrición por falta de proteínas con un poco de carne al mes y sin la necesidad de hacer trámites durante más de quince días para que esa dieta sea asignada), al igual que los mejores destinos para conocer esta isla que no engaña pero que tampoco se abre al primer intento, que un día no sea necesario pensar en la vestimenta para entrar a un restaurante, que cualquier cubano tenga la posibilidad de decidir sobre su comida, sobre sus vacaciones, que Cuba no se aísle en el autobloqueo que se construyó en la falsedad del discurso, que los servicios de salud no desaparezcan como la libreta, que el Che y Camilo no carguen con el peso del abandono y el crimen, que Fidel sea recordado, tal y como lo afirma Paulo Freire, como un líder revolucionario en comunión con el pueblo para traducir sus demandas y trabajar junto con el pueblo, que Raúl se vaya a descansar y que con él se lleve a los militares que ahora cubren todo el espectro gubernamental, que la Revolución sea de los jóvenes que tienen otra idea de revolución cuando conciben el socialismo como una práctica y no como un discurso, que por fin los cubanos y las cubanas sean vistas con justicia y dignidad en el mundo entero y no como vividores y jineteras porque salieron de aquella lejana isla perdida en la terrible circunstancia del agua por todas partes, que al pisar ese territorio, bastión de la dignidad latinoamericana, no sea necesario mentir para que el asedio se detenga, el jineteo, para que por fin Tele Sur se transmita libremente y no sea una selección que muestra lo peor del mundo, para que la inocencia de los jóvenes cubanos que no han salido de su hermoso país no la pierdan por la terrible ambición del capitalismo más ramplón. La gente sigue rezándole a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, para que algún día los Cinco regresen a casa, para que deje de haber alumbrones en lugar de apagones, para que resolver sea un verbo de la praxis revolucionaria y no una manera de sobrevivir, para que toda Cuba sea por fin y para siempre parte de América Latina, no sólo de quienes la gobiernan sino entre la gente de a pie, de los diversos pueblos. Pero, sobre todo, también hay quienes no sólo esperan o rezan, hay quienes además creen que es posible construir desde abajo algo que refresque esta situación. Hay quienes día a día luchan por una revolución en la revolución.

Una familia que se renueva en cada región, en cada provincia insular

-Después pensamos que el proyecto no debía ser centralizado para no caer en la propia trampa, debía ser un proyecto donde se empleara la descentralización como uno de los ejes y por eso quisimos andar por todo el país porque hay mucha gente de las provincias, del interior y pues no pueden venir a la Habana, no tienen porque venir a la capital y decidimos nosotros andar por las tres regiones del país y trabajar con la gente, primero estuvimos en occidente, ahora recién estuvimos en el centro, estuvimos en Cienfuegos, y el próximo año estaremos en Granma que es la región oriental de Cuba. Yo creo que Arteducando al tener esa otra mirada, esa otra manera, yo siento que le mueve mucho el piso a la gente, yo siento que la gente de repente se desestructura y se pone a pensar, porque además se propician esos procesos de reflexión, se pone a pensar que he estado haciendo yo en esta vida, como lo he estado haciendo y yo además tengo la certeza de que cada persona, cada tallerista que ha ido a Arteducando intuitivamente ya tenían esos destellos, inspiraciones de hacer las cosas de una manera que no era la manera en que tradicionalmente se trabaja en las comunidades y desde el arte, generalmente se trabaja para y no con y no desde, pero ya intuitivamente ya hay algo que la gente aprovecha muy bien todos esos momentos de reflexión de convivencia de interacción grupal, de acercamiento, de organización, de construcción y se le mueve mucho el piso y de repente las personas quedan como prendadas de esta idea de construir juntos y de cómo no hay una voz que diga mas que las otras voces y de que no hay una voz que pueda decidir por todos, como todos empiezan a participar activamente, siendo parte tomando decisiones de todas las dimensiones que se trabajan y como todo eso puede ser hecho con la herramienta del arte, la herramienta de la educación y como puede ser traducida estéticamente y en esa estética va toda una carga de posicionamiento político, posicionamiento ideológico, posicionamiento ético frente a determinada situación o como proyecto. Yo siento que Arteducando supera las expectativas hasta de nosotros mismos, espero que no nos convirtamos en un centro de poder y caigamos en esa trampa, trabajaremos para no caer en esa trampa también.

Una verdadera revolución nunca termina: Freire en el Caribe

Este momento es en realidad una oleada de atención a la propuesta de la educación popular para enfrentar los retos que implica su propia existencia como alternativa: por un lado la construcción de una sociedad nueva en su conjunto, y en segundo lugar, una vez puesta en práctica esta aventura, su sostenimiento de manera crítica, evitando las maneras anteriores al proceso revolucionario. Freire acude a Cuba, de cierta forma retrasado con respecto a los viajes[2] que le precedieron en la búsqueda constante por desarrollar sus propuestas pedagógicas, y lo hace de esta forma porque casi nadie en la isla se había interesado en su trabajo; es posible que el conocimiento de que había alguien desarrollando planteamientos revolucionarios desde la educación, fuese, sin más, un dato reservado a un minúsculo y selecto grupo. No es casualidad que cuando, en el crítico Periodo Especial, se quiso volver a “promocionar desde la oficialidad” las reflexiones sobre y desde la educación popular, fuese Esther Pérez[3] la encargada de reconformar el acercamiento que había con la obra del educador brasileño: ella misma fue la que, de alguna manera, trajo a Freire a Cuba al final de la década de los años 70.

Momento crucial éste de la década de 1990, se trataba precisamente de convivir con las instituciones cubanas que eran ya una uniforme realidad: el Ministerio de Educación había logrado ya homogenizar y consolidar el sistema educativo a nivel nacional. Paulo Freire, desde su amplia perspectiva luego de viajes, encuentros y prácticas concretas, notó y subrayó algo que resulta particularmente interesante a la luz de estos días, en que el proceso revolucionario cubano tiene más de cincuenta años: hay que mantener el carácter crítico en la educación y evitar que se regrese al esquema del depósito de conocimientos, no por vivir en un contexto de revolución todo está dado, por el contrario hay que construirlo y nutrirse de las dinámicas populares para ello. De lo contrario, cualquier intento está destinado a fracasar –y de qué manera- convirtiéndose en un nuevo sistema educativo incompleto, en una nueva bancarización pedagógica.[4] Vale la pena recuperar las palabras del propio Freire al respecto de la propia Revolución cubana:

El hecho de que la Revolución Cubana tenga casi treinta años no significa que está hecha: nunca estará hecha. Eso es lo que pido: que nunca esté hecha, porque una revolución que está hecha yerra; cuando no está siendo, ya no es. […] Esta comprensión de la revolución es sustantivamente pedagógica. Pero tiene que ser encarnada pedagógicamente en métodos coherentes.[5]

-La manera de construir, de organizar los procesos, ahora mirándolo un poquito más, yo pienso que para los jóvenes, Arteducando se vuelve un espacio en el que se retoma la confianza de poder transformar este país, es decir nosotros hemos llegado a un punto en el que el desapetito político, la anomia es tan alta que la gente cree que no es posible transformar este país, que la Revolución la hizo Fidel, Raúl, el Che y que nosotros no somos parte de la Revolución, estamos hablando de esta generación que ha perdido el sentido de cómo hacer la revolución, entonces nos ubicamos en dos posiciones totalmente extremas, o somos totalmente consigneros y después nos ponemos de que no sirve para nada o el otro tipo que es totalmente reaccionario, estoy en una dictadura hijos de puta y me voy del país, es decir llevándolo a los extremos, cómo hacer para seguir construyendo este país que quiere que esta sociedad siga siendo revolucionaria, cómo comprender que el análisis del tema del poder y de la participación no es estar conspirando en contra de este país, porque es muy interesante cuando se analizan esos temas, porque el cuerpo dice y la gente cuando empieza a hablar de poder, es el cuchicheo y nos damos cuenta que son opresiones que nosotros llevamos introyectadas, cómo sacar eso afuera para que la gente tome conciencia de que es necesario tener saberes con respecto a eso, para que este país pueda seguir avanzando, cómo hacer para que esos jóvenes exterioricen todo lo relacionado con el compromiso y la participación, con la decisión, como comprender lo dañino que es la burocracia en su esencia ideológica, qué significa la burocracia y porque un sistema de poder cuando tiene fallas estructurales se legitima a través de las instituciones burocráticas, que significa eso, y eso tiene que ver con los limites que tiene que poner un proceso revolucionario, que son necesarios para que un sistema ideológico no lo eche abajo, bueno en dónde estoy yo, estoy en un país que es de esencia revolucionaria o no, qué cosa es esto, qué cosa tengo que hacer yo para cambiarlo. Pienso que Arteducando da esa visión a la gente, que la gente se empodera, que la gente se conecta, que se crean redes, donde el pensamiento comienza hacer una espiral de todos, yo porque soy el negrito cocinero de una comunidad, vilipendiado por mi mujer, también tengo un saber y que lo puedo compartir, yo que soy graduado, que soy de la Habana me pongo a aprender de el negro cocinero ahí hay un posicionamiento político, que no tiene que ver con la politiquería, tiene que ver con el compartir con el otro, con la manera de aceptar al otro, esas cosas son las que Ludmila dice que desestructuran, las relaciones de poder que se cambian, eso es un logro de Arteducando y en la medida que nosotros seamos concientes de cómo potenciar esas relaciones creo que va ser mucho mas fructífero para el proceso de trabajo.

Tampoco hay que olvidar que la educación en Cuba, ya en la revolución, superó totalmente las expectativas, sobre todo porque los logros inmediatos superaban los de varios de los países más industrializados, ya que el gobierno revolucionario destinaba un buen porcentaje de su presupuesto para fortalecer este ámbito, a pesar de encontrarse en un constante riesgo bélico, por lo menos durante la década que siguió al triunfo de 1959.[6] Según expone Joseh Casas[7], la educación de la primera década, muy en el sentido en el que venimos afirmando, utilizó el tiempo en reorganizarse, eliminando primero los residuos del sistema educativo previo, aunque sin conseguirlo del todo; en segundo lugar esta década estuvo centrada en asegurar condiciones materiales para poder consolidar un nuevo sistema educativo, se aumentó de manera contundente el número de alumnos inscritos en todos los niveles, lo mismo en la primaria que en la educación para adultos, se ensayaron varias propuestas y se cabildeó una suerte de enfoque pedagógico que abrevaba de las ideas del Che y de Fidel Castro[8]: centrar el trabajo manual como eje estructurador del sistema educativo, lo que se tradujo muy rápidamente en focalizar las características de las escuelas (programas, materias, horarios, matrículas y currículas) junto con las necesidades económicas del momento. El periodo de reforma educativa (1959-1970) –tal y como lo menciona Casas- que da origen al periodo revolucionario propiamente dicho, no logra eliminar completamente el paradigma educativo que ubica a la educación como mera formadora de mano de obra, y esto comienza a aflorar cuando las medidas económicas –que dan sentido a la escuela politécnica y a las maneras del trabajo escolar- no tienen los resultados previstos. Si el rumbo quinquenal determina hacia dónde irán las necesidades prioritarias de las escuelas y las universidades, será el dogmatismo soviético heredado lo que frene las iniciativas pedagógicas para transformar la educación en un lugar de discusión, de formación de criterio y de construcción de conocimiento que permita hacer frente a las problemáticas a partir de las condiciones de los sujetos y los contextos en que se vivía realmente.

Precisamente este punto es el punto de partida de los cuestionamientos que llevan a ciertas personas a preguntarse por el camino que estaba tomando la educación, lo que los lleva a mirar a lo que acontece en otras latitudes latinoamericanas, a reflexionar acerca de propuestas educativas que modificaban la estructura tradicional de construcción de conocimiento y luchaban de distintas maneras para horizontalizar la educación, para acercarla realmente a las clases populares, para resolver críticamente las demandas educativas que por tantos años se habían mantenido en un cajón de alguna oficina pública. Ese mirar es lo que genera la reflexión de fondo acerca de lo que realmente estaba sucediendo a lo largo y ancho de la isla, es lo que permite distinguir entre los aciertos educativos del proceso revolucionario y las contradicciones, errores y deficiencias que debían ser atendidas, no desde una oficina –tal cual sucede en muchos países latinoamericanos-, sino con la participación de aquellos que realmente sostienen la Revolución: el pueblo.

Muchas de las viñetas de esta isla tienen que ver con la desolación o el vacío. Eso representa un reto cotidiano

Llego la hora de abordar el avión, seré el último pasajero en subir pero el primero en regresar, acomodo mis papeles en la carpeta, tomo mi maletín, en el vienen recuerdos de la gente que tanto quiero y que tanto me pide que no me vaya, pienso que mi respuesta ha sido muy pobre, por mi cabeza pasa una mejor explicación: no ha llegado el momento en que pueda regresar por completo, pero cada día vivo preparando las cosas para que eso suceda y ese día, será  el día en que volvamos mirarnos a las caras sin temor.


[1] McLaren, Peter, El Che Guevara, Paulo Freire y la pedagogía de la revolución, Siglo XXI, México, 2001.

[2] Pérez, Esther y Martínez Heredia, Fernando, “Pedagogía y revolución. Entrevista a Paulo Freire” en op.cit., pp. 26-27.

[3] Pedagoga cubana reconocida por su criticidad respecto al oficialismo educativo impuesto por el Ministerio de Educación. Intelectual, colaboradora de muchas publicaciones, una mujer cálida en su hablar y clara en su pensar.

[4] El riesgo de que la educación cubana actual se convierta en un mal remedo de las políticas que el neoliberalismo aplica a la educación en América Latina, no se traduce sólo en temor, desafortunadamente, hay elementos que apuntan en esa dirección, sobre todo cuando se habla de los retos que enfrenta esta educación y los cambios que hará el Ministerio de Educación; en el año 2009 en el contexto de un foro sobre educación en América Latina llevado a cabo en la Casa Nacional del Estudiante, tuve la oportunidad de compartir una mesa con el encargado de educación de la embajada cubana en México, su exposición giró en torno al mejoramiento en ciertos aspectos de la educación para que ésta se volviera competitiva en el contexto internacional y al mismo tiempo mejorara su producción de mano de obra calificada. En mi turno hable justamente de las posiciones críticas dentro de la educación que luchan para que esto no suceda en la isla y por el contrario, se inicie un proceso de reflexión y de construcción de alternativas desde la educación popular. El funcionario reusó el debate con el público y se llevó su presentación de diapositivas pese a que se le pidió una copia para tener las cifras que dio y al mismo tiempo, en voz baja, me pidió los nombres de las personas que estaban impulsando estos movimientos “en contra de la revolución”. Un caso más de paranoia.

[5] Pérez, Esther y Martínez Heredia, Fernando, íbidem, p. 32.

[6] Casas, Joseph, “Éducation et developpement à Cuba”, en Tiers-Monde, Persee, 1981, Tomo 22, no. 85, p. 100. El autor afirma que “de un monto de 79 millones de pesos en 1957, el gasto público de la educación pasó a 218 millones en 1962, 260 en 1965, 350 en 1970 con un crecimiento acelerado inmediato: 495 millones en 1972, 800 en 1975 y 1340 en 1980 […] Finalmente, con más del 7% de su Producto Interno Bruto (PIB) y más del 12% de su población total activa consagrada a la educación, Cuba se clasifica netamente a la cabeza de todos los países en vías de desarrollo en este dominio, y raros son los países industrializados que pueden presentar tales esfuerzos. […] En 1975, los gastos públicos de enseñanza en porcentaje del PIB eran de 7.3% en la URSS, 7% en Suecia, 5.3%en Estados Unidos, 4.4% en Japón, 4.1% en Francia, 2.4% en India y México y 1.1% en Brasil (Datos UNESCO). La traducción de esta cita es mía. http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/tiers_00407356_1981_num_22_85_4002

[7] Op. cit., pp.100-101.

[8] Castro, Fidel, Educación y revolución, Editorial Nuestro Tiempo, México, 1977.

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