Sin Tierra festeja 30 aniversario al grito de lucha

Por Ingrid Fadnes

–¡Va a caer, va a caer, el agronegocio va a caer!

La Rodoviaria, estación de autobuses en Brasilia, capital de Brasil. Faltan dos días para el Sexto Congreso del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, conocido como MST. Un grupo de militantes, dedicados a la cultura y a la difusión de información del movimiento, sorprenden a cientos de trabajadores que regresan a sus casas en la periferia de la ciudad. La obra de teatro comienza.

Brasilia fue dibujado, entre otros, por el arquitecto Oscar Neimayer a finales de los años cincuenta. Bajo el mandato del presidente Juscelino Kubitschek, considerado socialista, la ciudad se inauguró un 21 de abril y fue conocida como La capital de la esperanza. Casi 54 años después, Brasilia se llena otra vez de esperanza. La capital, que después de ser creada dejó su sueño socialista, se convirtió en una ciudad de poder y de la clase burguesa brasileña. Del 10 al 14 de febrero Brasilia fue ocupada por miles de bases del MST para su sexto congreso.

–¡Queridos compañeros, esto no es un teatro! Estamos ciegos ante la política del Estado que promueve el veneno en nuestra comida. ¡En alianza con las grandes transnacionales, los medios masivos y la ley, nos engañan para comer comida que nos hace daño!

Un grupo de entre 15 y 20 personas se mueven en distintos puntos de la Rodoviaria, uno de los pocos lugares de la ciudad donde puedes encontrar gente; las calles en Brasilia son para los carros. En el congreso del MST hay repartidos cientos de periódicos sobre los agrotóxicos, también la feria orgánica de los pequeños campesinos. Algunos transeúntes se paran un momento para asomarse al teatro y leer las pancartas: “Más de 800 casos de violencia contra campesinos en 2013”.

Todo rojo

Uno tras otro, camiones llenos de delegados de MST, entran al terreno alrededor del Ginásio Nilson Nelson, donde el congreso tendrá lugar. Más de 15,000 delegados, algunos después de tres días de viaje, encuentran un lugar para poner un colchón o una tienda de campaña. La preparación de este momento les ha llevado dos años de debates con toda la base de los Sin Tierra. Esto es el sexto congreso en su historia. El aniversario de 30 años de organización, ocupación y resistencia le da un ambiente aún más festivo.

Todo Rojo. Fotografía: Ingrid Fadnes

Todo Rojo

De un día al otro, el cotidiano color gris de esta ciudad cambia a rojo. Los 23 estados presentes se han preparado con sus propias playeras y banderas. Entre el domingo y la madrugada del lunes, el terreno se convierte rápidamente en un mar rojo. Al despertar para la inauguración del lunes 10 de febrero, se siente una atmósfera surrealista en una ciudad aparentemente sin gente. De repente hay una plaza en el centro de la ciudad con miles de personas vestidas de rojo y listas para luchar.

En el corazón de Brasilia la tierra  tiembla cuando desde el escenario del congreso se escucha un grito: ¡Luchar! Al que 15,000 delegados responden: ¡Construir la Reforma Agraria Popular! Ésta es la consigna del siguiente periodo del MST.

El cohete Brasil

El MST empezó la organización y la lucha por la tierra en 1984. Luchando contra grandes latifundios y la privatización de la tierra, han organizado a miles para realizar ocupaciones y expropiaciones de tierra en Brasil. Han mantenido el movimiento más allá de los cambios de gobierno y las coyunturas políticas. Desde 2003, el Partido de los Trabajadores (PT) ha ganado las elecciones presidenciales. Primero con Luiz Ignácio Lula da Silva* y desde 2010 con Dilma Rousseff. En octubre de este año hay elecciones presidenciales. En un contexto internacional, Brasil ha sido conocido y llamado el «cohete» por su crecimiento económico durante los últimos 10 años, también por sus programas sociales que han ayudado a 40 millones de pobres en territorio nacional. Hoy en día, la clase media es la más extendida en el país, pero la categoría esconde diferencias entre la gente, nuevas clases, pobreza extrema y problemas relacionados con educación, salud y seguridad.

Black Riders presente

Black Riders presente

Jefferson de MAB

Jefferson de MAB

El crecimiento económico está perdiendo su aceleración y las críticas de la sociedad civil al gobierno están incrementando. El MST siempre ha exigido una distribución más justa de las tierras, sobre todo cuando existían los grandes latifundios como el enemigo principal; hoy, tienen que luchar en contra de grandes empresas nacionales y transnacionales que, literalmente, se están comiendo la tierra agrícola en el país. La intensificación de la agricultura, mejor conocida como agronegocio, ha sido uno de los pilares del crecimiento económico en Brasil, pero a costa de que miles de trabajadores del campo pierdan capacidad de competencia frente a empresas de enormes proporciones. Cuando millones de brasileños tomaron las calles en junio del año pasado, se mostró claramente que la política del PT no está cumpliendo con las expectativas de la gente, ni en las ciudades, ni en el campo.

La ocupación ha sido la herramienta principal del MST para poder ofrecer tierra a pequeños campesinos, responsables de casi 70% de la producción de comida en el país.

Desiertos verdes

Marta es de Mato Grosso, el tercer estado más grande en Brasil. Conocido hoy en día como el desierto verde por sus grandes extensiones de producción de soya.

–Es la primera vez que vengo a un congreso del MST.

Marta tiene 21 años y es hija de asentados en “12 de octubre”, una ocupación en la parte norte del estado.

 –Estoy bien contenta con todo el congreso, todo ha salido muy bien. Nos inundamos en nuestras tiendas de campaña por la lluvia, pero eso no importa. Hay miles de compañeros aquí con la misma intención y lucha.

Productos orgánicos de la feria

Productos orgánicos de la feria

Café socialista

Café socialista

Cachaca socialista, el vendedor Jose

Cachaca socialista, el vendedor Jose

Para llegar a «12 de Octubre» hay que pasar cientos de kilómetros de plantaciones de soya. El asentamiento fue ocupado por los Sin Tierra en 2005, pero debido a fuertes represiones se tuvieron que retirar. En 2007 volvieron a ocupar y hasta la fecha alrededor de 200 familias siguen ahí. Todavía no se ha expropiado la tierra, acción que es la estrategia del MST para poder tener el derecho al uso de la tierra. Según el artículo 184 de la Constitución brasileña, el gobierno está obligado a expropiar las tierras que no cumplen con su «función social», es decir, tierras baldías o que no están cumpliendo los requisitos de leyes de trabajo y medio ambiente.

–Así legitimamos nuestras ocupaciones– explica Marciano, uno de los pequeños agricultores del asentamiento «12 de Octubre». –Pero nuestro problema es que todavía no hemos recibido nuestros papeles. Ya tenemos cultivos, tenemos nuestras casas sencillas, nuestra escuela, y algunas casas tienen luz, pero la vida se siente algo insegura sin saber si aprueban la expropiación o no.

Lidiar con la burocracia del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) es una prueba de paciencia para las ocupaciones del MST. Hay familias que llevan hasta 15 años esperando el derecho al uso de la tierra. Ahora, con el cambio de «enemigo», de los latifundios a las transnacionales, el acceso a la tierra se ha vuelto todavía más difícil, y bajo el gobierno de Dilma, la reforma agraria ha parado por completo.

Chimarrao

Chimarrao con aroma de lucha

MST chimarrao-2

Bebida orgánica

Frente a la construcción del desierto capitalista, la mística del MST

Frente a la construcción del desierto capitalista, la mística del MST

El agronegocio es considerado el motor de «la revolución verde» de Brasil. Cada año, veinte mil kilómetros cuadrados, son quemados para cultivar todavía más soya. Sus especies animales endémicas y la fauna, están desapareciendo. En 20 años las plantaciones de soya han aumentado de 6,2 millones de hectáreas a 14,6. Las razones son varias, pero los que están al frente de esta lucha, sufriendo a diario por los agrotóxicos, con más dificultades cada vez para ocupar tierras y mantener la que hay, son los pequeños campesinos.

Lona Negra

Hay fiesta en el campamento rojo. Se escuchan los tambores desde lejos. Después de una larga marcha de nueve kilómetros, los Sin Tierra y simpatizantes regresan al campamento. Los helicópteros de la policía militar todavía los vigilan. Dos horas previas al inicio de la anunciada marcha, el sonido de los helicópteros ya interrumpía los discursos en las plenarias. Pero los tambores no pueden parar.

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Los músicos del MST

MST los musicos

La lucha es también una fiesta

Unidos Lona Preta, la banda de samba paulista (Sâo Paulo), nombrada en honor a los Sin Tierra que durante meses y años han vivido bajo lonas negras antes de poder construir sus casas, está juntando a la gente para festejar y celebrar los 30 años de lucha, el congreso, y ahora, la resistencia y convivencia en una marcha que fue reprimida por la policía militar.

–Son nuevos tiempos para nosotros. Estamos mirando hacia adelante a pesar de todos los desafíos que enfrentamos. El gobierno ya no nos representa, la lucha está con y para el pueblo; nosotros como hijos de asentados, formamos parte de la nueva generación Sin Tierra.

Lucas, Lucas y Tchiago llaman la atención bailando cada vez que un tambor se acerca. Los tres son hijos de asentados y quieren un futuro con más cultura y educación para sus asentamientos. Lucas y Lucas son del asentamiento Margarida Alvez en el estado Sâo Paulo. Tchiago es de Don José Gomez. Los tres van vestidos de manera femenina, aunque están tranquilos dentro del campamento del MST. Son nuevos tiempos y como parte de los cambios, los Sin Tierra mencionaron acabar con la homofobia como uno de los grandes desafíos en Brasil y para el MST como movimiento, según se expresó en el comunicado del congreso, algo que se considera radical en un país llamado por muchos «el más católico de América Latina».

Lucas, Lucas y Tchiago

Lucas, Lucas y Tchiago

Va caer

Cinco días de congreso llegan a su final. El último día se divide entre debates sobre el futuro de la izquierda en Brasil y una mística –un acto ceremonial usado por el MST y otros movimientos–. El mensaje de los Sin Tierra está claro: El sistema va a caer. Y para que caiga, el MST va a seguir organizando desde abajo, va a seguir ocupando tierras, luchando para una reforma agraria popular.

–Una reforma agraria popular no quiere decir sólo ocupar la tierra. Quiere decir seguridad alimentaria, quiere decir derechos laborales, quiere decir erradicar la pobreza, quiere decir educación para el pueblo y no solamente para una minoría. Una reforma agraria popular lucha para cambiar el país y bajar a la «bancada ruralista» que sigue controlando la tierra en nuestro país.

Así termina João Pedro Stedile, miembro del consejo nacional del MST y uno de los fundadores del movimiento, en el discurso para la delegación internacional del congreso.

Banderas, música y alegría acompañan la clausura. Pero los Sin Tierra saben que se están moviendo y organizando en un contexto difícil en Brasil. Este año el «gigante del sur» abre sus puertas para la Copa Mundial y tres meses después, los brasileños tienen que ir a las urnas para votar por el futuro gobierno.

* Hemos mantenido la ortografía original de todos los nombres en Portugués.

Fotografías: Ingrid Fadnes

Fotografías: Ingrid Fadnes