Texto: Elis Monroy / Fotografías: Aldo Santiago
O calladas o muertas from Agencia SubVersiones on Vimeo.
‘¡Ni la hagas del pedo: Ya chingaste a tu madre!’ Así fue como Miguel Angel Ramírez abordó a Yakiri Rubió el 9 de diciembre mientras caminaba por la calle. Junto con su hermano Omar Ramírez, la subieron a una motocicleta y la llevaron al hotel Alcázar en la colonia Doctores donde abusaron de ella física y sexualmente.
En un forcejeo con Miguel Ángel, el mayor de los hermanos, la joven logró defenderse y desviar el cuchillo con el que la atacaba, hiriéndolo gravemente. Horas más tarde, mientras Yakiri declaraba en el Ministerio Público 50, Omar Ramírez apareció y denunció la muerte de su hermano en manos de la joven. Yakiri fue consignada al Reclusorio de Santa Martha Acatitla, acusada de homicidio calificado convirtiéndose de víctima a victimaria.
Como ya es costumbre en México –en este caso en el Distrito Federal– el proceso ha estado plagado de irregularidades. En entrevista, José Luis Rubio, padre de Yakiri, dio a conocer que no fue un juez quien emitió la sentencia, pues se encontraba de vacaciones; que el cuerpo de Miguel Angel Ramírez fue cremado demasiado pronto; que las cartas que demostraban que Yakiri no tenía una relación con el violador no llegaron a la audiencia; que los encargados del hotel quisieron sobornar a la abogada; que a pesar de que la colonia está llena de cámaras, no se han presentado los videos correspondientes; y sobre todo esto, que la actitud del Procurador, Rodolfo Ríos Garza, ha sido la de apoyar la negligencia y el dolo del Ministerio Público.
En nuestro país este caso es sólo una muestra más de una práctica sistemática en los casos de violencia sexual hacia las mujeres donde la impunidad está normalizada. En particular, en la Ciudad de México, la violencia cotidiana hacia las mujeres ha colocado a la Ciudad de la Esperanza en el primer lugar a nivel nacional de acoso sexual en las calles (según datos del INEGI).
Vale la pena recordar el gran número de violaciones impunes que se han vuelto emblemáticas donde el aparato de justicia estatal se ha vuelto cómplice: Acteal, San Salvador Atenco y Ciudad Juárez. Esta situación de violencia ha sido condenada incluso por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, quien ha emitido tres sentencias relacionadas con violencia hacia las mujeres: el caso de “Campo algodonero”, en Ciudad Juárez, en donde se encontraron los cuerpos de ocho mujeres con señas de tortura sexual y física; el caso de las hermanas Ana, Celia y Beatriz González Pérez, quienes fueron violadas por militares en Chiapas; y el de Valentina Rosendo quien fue violada por militares en la montaña de Guerrero.
A pesar de que en 2007 se promulgó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la impunidad e injusticia no hace más que acrecentar la desconfianza hacia el aparato judicial, en esencia machista. El Estado mexicano se empeña en proyectar una imagen internacional que respete los derechos humanos, aunque a la luz de los hechos no hay interés ni disposición en garantizar una vida libre de violencia para las mujeres.
El caso de Yakiri evidencia la urgencia de reflexionar y transformar la naturalidad con la que se asume la violencia hacia las mujeres. No es casualidad que este caso se presente en una sociedad en donde se encuentran normalizados los piropos, las miradas lascivas, los arrimones y tocamientos hacia las que transitan en los espacios públicos.
Las voces de descontento recabadas en las manifestaciones en contra de su encarcelamiento reclaman claramente la visión machista y misógina con la que fue llevado el proceso. Reclaman que se niegue la posibilidad de defenderse ante una violación, como si defenderte te convirtiese en criminal, que las instituciones y el Estado no se pronuncien claramente ante este tipo de violencia, que la sociedad permanezca pasiva, que nos prefieran “o calladas o muertas”.
Este caso evidencia la necesidad de que la sociedad civil no permita un Sistema Jurídico que al igual que los violadores responde a las mujeres con un ‘¡Ni la hagas del pedo: Ya chingaste a tu madre! ’.
Y la denucncia ante la Contraloría del DF? y nate la CDHDF y la Interamericana y la posiciòn de la curia mexicana y la de la UNAM: investigaciones jurìdicas? etc, etc y la denuncian ante embajadas y ante los Institutos de la Mujer de todo el país?????