La invasión de los tutuk

Por Heriberto Paredes Coronel

A la altura de la pulpería en la que nos detuvimos para tomar un poco de agua fresca y descansar unos minutos, el camino parecía prolongarse más de lo esperado. Eran las nueve de la mañana y ya teníamos cerca de dos horas de caminata a través de un sendero pedregoso y enlodado, algo muy común en el territorio mayangna. La noche anterior, como casi todas las noches desde hace cientos de años, había caído una tormenta corta pero intensa, de esas que caracterizan la selva baja de Nicaragua. El calor aumentaba y las mochilas que cargábamos comenzaban a multiplicar su peso.

Mientras tomábamos aliento, un grupo de campesinos se acercó y saludó al señor que atendía la pulpería. Domingo, nuestro guía también lo saludó y todo mundo parecía conocerse ya. Por lo menos esa es la impresión que da la lengua mayangna al habla. Entre todos estos campesinos de botas de hule enlodadas estaba Eugenio Jacobo, uno de los pastores moravos que trabaja en distintas comunidades del territorio indígena, aunque la comunidad principal en donde predica es Musawás. Luego de las presentaciones y de explicarle que trato de conocer algunas de las problemáticas de esta región, él, con mucha soltura, como si ya tuviera un conocimiento previo de lo que mis pasos acechan, me comenta:

–El problema no sólo viene de una parte, hay que ser honestos y reconocer que también de parte de los mayangna han permitido que el problema de la invasión de tierras crezca.

–Siempre hay responsabilidad de todos los actores, no puede decirse que un problema tan complejo aparece de pronto. Y más tratándose de la invasión de tierras en una región rica en recursos naturales. –atino a responder.

Y es que desde hace no mucho, hará unos cinco años, existe un problema de invasión de tierras a manos de mestizos presuntamente terratenientes en otras zonas del país. Antiguos alcaldes y funcionarios de gobiernos locales vinculados al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), partido en el gobierno, han comenzado una salida no planificada a tierras pertenecientes a la Reserva Natural Bosawás, ubicada en la Región Autónoma del Atántico Norte (RAAN). Más que una migración, se trata de la invasión de tierras, cada vez más amplia. También ‘colonos’, se les llama a esta gente que, proveniente de departamentos como Chinandega, decide sobrepasar las leyes de conservación ambiental del territorio y el título de propiedad extendido al pueblo mayangna el 4 de mayo de 2004.

Los funcionarios del gobierno lo saben. Muchos campesinos indígenas sospechan que hay complicidad en este asunto de la ocupación de tierras.

Pero también hay mucha desconfianza y resentimientos que rayan en el odio racial. Por un lado, los mestizos (y esto incluye a los funcionarios de gobierno) siempre han despreciado a las culturas indígenas, sean mayangnas, miskitos o cualquier otra etnia. Los mantienen relegados en los complejos territorios selváticos o bien con una dosis de representatividad gubernamental mínima. A cuenta gotas.

Por otra parte, la actitud racista que proviene de la costa del Pacífico ha provocado que los indígenas sean desconfiados, herméticos y recelosos de cada paso que dan los mestizos, a quienes llaman tutuk, nombre de una planta que erosiona la tierra donde crece y acaba con todo a su alrededor. Para los mayangna, los mestizos son enemigos de la naturaleza porque la van destruyendo tarde o temprano, mientras que ellos se consideran amigos del bosque y de la selva porque viven con ella y no de ella, según nos relata el pastor Eugenio mientras bebe agua fresca.

La Reserva Natural Bosawás tiene una extensión de 1688,10 km cuadrados. Según un documento oficial, este territorio se extiende “desde las serranías de Asang Rarah en el oeste hasta las serranías de Asang Nuhni en el este, en el extremo del territorio se destaca como límite natural el segmento del río Wawa que discurre de sur a norte, antes, antes de desviarse en su curso normal hacia el noreste […] Por el norte, el territorio se define por el curso del río Daka Was, extendiéndose hacia el sur hasta el curso del río Kwahbul.”[1]. Se trata de un territorio rico en ríos y bosques selváticos en los que se cultiva, en ciertos fragmentos (existe una delimitación precisa para determinar los usos de suelo dentro de la Reserva) [2], maíz y hortalizas, frijol y arroz. Un territorio en donde habitan unas 8000 personas en 18 pequeñas comunidades. No hay ganadería de no ser por la que han llevado los colonos, en cambio, las familias mayangnas tiene animales de casa como gallinas y cerdos. Las casas son de madera y palma con la característica elevación para sobrevivir a las inundaciones.

El Gobierno Territorial Mayangna Sauni As (GTI) funciona como una instancia de gobierno y administración de recursos fruto de las leyes de autonomía que aparentemente han resuelto la convivencia entre mestizos e indígenas. Es parte del gobierno regional sandinista pero tiene sus diferencias y sus distancias con los funcionarios del partido. La oficina del GTI está ubicada en las afueras de la polvorosa población de Bonanza y desde ahí se planean y evalúan las estrategias de conservación del la reserva al igual que los mecanismos de defensa del territorio. Es desde esa oficina que empezamos la investigación y se acordó la visita a varias comunidades emblemáticas, comunidades que se muestran más organizadas al mismo tiempo que se encuentran en las cercanías de los puntos de invasión más visibles de los colonos.

Fidencio, vicepresidente del GTI, en una primera charla sostenida en una tarde calurosa y sorprendentemente seca, sostuvo que la solución de esta problemática no sólo debe buscarse entre los distintos niveles de gobierno, la policía o el ejército, también deben establecerse mecanismos de participación para que los mayangnas den su palabra y sus propuestas acerca de cómo puede terminarse con la invasión de tierras.

A nivel de políticas de gobierno se ha iniciado un programa de saneamiento de toda la reserva, entendiendo esto como diversas acciones encaminadas a que las comunidades indígenas ordenen su territorio a lo interno y obtengan el control y la administración real de los recursos naturales. Hasta el momento se ha llegado a la segunda etapa en la que se deben solucionar las conflictividades existentes, antes de delimitar nuevamente el territorio, titular la nueva delimitación y establecer puntos de control, por lo menos es lo que marca el Diagnóstico de Saneamiento de los Territorios Indígenas y Étnicos de la RAAN Nicaragua[3], documento elaborado en abril de 2013 a raíz de la invasión de tierras.

Norman Devis, integrante del equipo técnico del GTI y responsable de la propuesta de ordenamiento del territorio Mayangna Sauni As[4] dentro del plan de saneamiento, comenta que además de la invasión de tierras han detectado la existencia de, por lo menos, 16 concesiones mineras pertenecientes a la empresa HEMCO. Concesiones para extraer oro en grandes cantidades. Sin embargo, no quiere especular mucho al respecto, para él “es necesario determinar con claridad si estas minas van a reactivarse, luego de estar abandonadas durante algunas décadas, y quiénes son los responsables concretos de esta situación, por el momento lo que urge es detener la invasión de tierras y obtener recursos económicos para sostener la reserva”.

Uno de los mecanismos de participación de la población, coinciden tanto Fidencio como Norman, es la figura de la consulta comunitaria en todos los territorios de la Reserva Natural Bosawás. Cabe mencionar que el territorio mayangna es tan sólo uno de los tres existentes en toda esta extensión de tierra, un pulmón importante de todo el continente americano. Es contradictoria, por decir lo menos, la actitud del gobierno sandinista, mientras que pesan las sospechas de ser promotor directo de estas invasiones que han causado conflictividad, por otra parte ha otorgado  una parte del presupuesto para llevar a cabo el saneamiento de la Reserva. Pero no consiente en impulsar la figura de la consulta para resolver el problema de la presencia física de los colonos, ni siquiera bajo la presión que ha tenido por parte de las autoridades mayangnas para utilizar el ejército y “limpiar el territorio de mestizos” como lo afirman muchos campesinos que se sienten amenazados.

Otra de las grandes influencias en estas tierras selváticas, además de la defensa del medio ambiente o la ambición de tierras, es la religión. Las comunidades son herméticas aunque cordiales cuando el visitante es aprobado por el pastor moravo además de lo que las autoridades del GTI opinen.

Según las palabras del pastor Eugenio Jacobo, “la religión se ha metido mucho en estas tierras, primero el catolicismo ha justificado la conquista de muchas etnias y luego los ha hecho pasivos, los ha hecho esperar el reino de Dios en los cielos y no en la tierra; no han aprendido a defender la tierra prometida, así como el pueblo de Israel que defendió su territorio para establecerse. Aquí en el territorio mayangna hay leyes, hay cómo defenderse y tenemos que organizarnos para hacer valer las leyes. Los colonos tienen armas pero todavía no son más que nosotros, hay que dialogar con ellos para hacerles entender”.

Todo parece indicar que la conflictividad no disminuirá, mucho menos si la iglesia, los funcionarios del gobierno indígena y la población de las comunidades sienten el riesgo avanzar, si las tierras continúan su cambio abrupto y pasan de selváticos paisajes a potreros con ciertas cabezas de ganado. A todo ello, los colonos se han vuelto un fantasma en todo el recorrido, por más que nos acercamos a los carriles que delimitan la territorialidad que ellos imponen, se rehúsan a aparecer. Tal vez sí tuvimos ligeros momentos de cruce pero ninguna palabra al respecto. Aquellos hombres de evidentes rasgos mestizos ajenos a los que predominan en tierras mayangnas, ganaderos de estatura mayor al frente de varias cabezas de ganado en potreros que surgían como oasis en medio de la selva. Pero ninguna palabra más allá del saludo, por supuesto, siempre el tono forzado por el cruce cercano en las veredas de nuestro recorrido.

La única presencia visible de los colonos eran las vacas y bueyes pastando en amplios territorios. “La ganadería está bien si es controlada, pero se está despoblando el bosque y la selva para beneficiar la ganadería sin control. Tiene que haber equilibrio. Nosotros somos amigos del bosque porque vivimos con él, no de él. La gente del pacífico, los nicaragüenses, tienen un problema con la naturaleza porque la van destruyendo conforme van avanzando” remata el pastor moravo que en poco tiempo aprovechó para tocar los puntos que él consideró relevantes, luego de ello alistó su mochila y previno a sus acompañantes para emprender la marcha cuanto antes. Al irse no se despidió y simplemente mantuvo el gesto sin expresión, tal vez piensa que soy uno más de los mestizos que vienen a engañar a los mayangna, o tal vez su seriedad y silencio se deba a que sabe la gravedad de lo que se vendrá con tanto rencor guardado en un territorio con armas y conflictos presentes. Algo oscuro se huele y el autollamado “gobierno de reconciliación y unidad nacional” no va a nombrarlo ni a prevenirlo.

Betlehem, comunidad mayangna

El día amaneció con lluvia y al terminar el cielo permaneció nublado. Una nueva tormenta se acerca nuevamente. Viene también el momento de la presentación ante toda la asamblea, las miradas de hombres y mujeres que miran con una desconfianza forjada en cientos de años.

La pregunta resulta obvia: ¿van a resolver los problemas con lo que están haciendo?

Dejaría todo por contestar afirmativamente, decir que con un reportaje es posible revertir procesos o por lo menos empezar a hacerlo. La realidad es cruda, pero hay que tenerla clara: no, todavía un reportaje no cambia la realidad. Pero si puede aportar granos de arena para entenderla y escuchar las voces que se despiertan en cada proceso social. No dejaremos de insistir en ello.

Eso explicamos en la asamblea de la comunidad de Betlehem en la que fuimos presentados. Tal vez por la honestidad con la que respondimos, sin promesas y sin falsos discursos, es que pudimos permanecer ahí, tal vez por eso nos permitieron conocer su vida cotidiana en las entrañas de la selva.

Una vez terminada nuestra palabra la de la comunidad no esperó para comenzar a escucharse.

José Blandón, comunero, campesino y pescador toma la palabra:

“Nosotros hemos sido los dueños principales de estas tierras, hemos vivido aquí por mucho tiempo. Y lo hemos hecho felices siempre, hemos vivido muy bien. Ahora ya no, los colonos vienen a amenazarnos de día y de noche y no vivimos tranquilos”.

Se seca el sudor con un pañuelo y continúa:

“Los colonos llegan a nuestras tierras y se llevan toda la cosecha, así como un río que destroza la siembra y no deja nada. Nadie se preocupa por este problema ni por la gente mayangna que vive aquí. Y las cosas se están poniendo más graves. Vamos a dar la vida por nuestras tierras y si el gobierno no se preocupa por nosotros y permite que los colonos lleguen, entonces habrá una guerra también contra el gobierno, porque esto pasa por órdenes de él. Reclamamos con todo nuestro derecho y si fuéramos de otra raza o mestizos tal vez el gobierno ya nos hubiera escuchado”.

Su rostro ha ido cambiando y la mirada se va endureciendo poco a poco, pero también hay temor en sus palabras, como si la inminencia del enfrentamiento más que orgullo le provocara tristeza.

“No es lo que queremos pero si eso es la solución, nos enfrentaremos contra los mestizos. Hemos decidido enfrentarnos y habrá muerte, no sabemos quiénes, si ellos o nosotros, pero vamos a enfrentarnos”.

Betlehem produce arroz, frijol, maíz, yuca y pan. Desde lo alto de la colina al centro de la comunidad, a un costado de la iglesia morava que corona este fragmento de selva, es posible ver los montes conocidos como Saubí e Isagnad, frontera natural con otra de las comunidades, Musawás. La pequeña comunidad está bañada por las tranquilas aguas del río Pis Pis. No hay más de 100 familias habitando en las casas de madera regadas en las bajas colinas de este paraje.

En nuestra visita nos solicitaron el registro en video y fotográfico de los primeros signos de la presencia de los colonos en las tierras de esta comunidad. En un recorrido por el tiempo, fuimos conducidos, cámara en mano, a través de senderos y brechas instantáneas, por la selva más espesa que, a tan sólo cien metros coexiste con la vida comunitaria. Cuarenta minutos después, sin siquiera saber si podríamos encontrar el camino de regreso, el hijo de don José, Eduardo, nos presentó las huellas evidentes de amplias zonas de destrucción en las que es la selva y su biodiversidad la que resulta más afectada.  Desde lo alto es posible que se vean huecos despalados en medio de una riqueza de árboles y distintas especies de animales.

Al regreso a la comunidad la vida transcurría tranquila, los pipantes (botes hechos de madera) llegaban espaciados a los diversos muelles del río Pis Pis, quienes viajaban lo hacían con una carga de plátanos y distintos tipos de bananos, algunos animales pequeños cazados para subsistir, algunas plantas que seguro servirán para efectos caseros. Las escenas que se repetían también incluían familias enteras bañándose en el río, niños jugando a la pelota en una cancha improvisada y mucha calma.

La confrontación se mantiene escondida detrás de los árboles, el miedo acecha el territorio mayangna y los fantasmas de terratenientes y ex funcionarios convertidos en ganaderos se cuelan ya en las conversaciones entre la población, la palabra minería comienza a ser parte de las discusiones de las asambleas comunitarias y el término «gobierno de la república» no ha perdido el desprecio de la gente.

Las ideas de progreso que vienen con los tutuk son enteramente contrarias a lo que los pueblos indígenas podrían considerar adecuado, el conflicto crece y no se vislumbra una solución negociada apegada a la ley que ampara estos territorios, lo más preocupante resulta ser siempre el recurso de la violencia como salida efectiva un problema creado a propósito.


[1] Cartilla de normas ecológicas y económicas de desarrollo y conservación y manejo con identidad del territorio Mayangna Sauni As, Gobierno Territorial Mayangna Sauni As (GTI-MSA)

[2] Ídem.

[3] Diagnóstico de Saneamiento de los Territorios Indígenas y Étnicos de la RAAN elaborado en abril de 2013.

[4] Ordenamiento del Territorio Mayangna Sauni As, documento elaborado en septiembre de 2013.