9 de septiembre
Comienza el recorrido que busca abarcar buena parte del sur mexicano. Hay buenos ánimos pese a la poca asistencia, pese a que en los medios de comunicación nacionales los encabezados son otros, pese a que en el país oficialmente no se reconoce la crítica situación.
La primera parada se realiza en San Miguel Topilejo, en las faldas del Ajusco. Allí se lleva a cabo la inauguración de una universidad politécnica obtenida gracias a las presiones que este movimiento tuvo a bien realizar desde los primeros momentos de la protesta. Quienes participaron en la marcha de mayo se reencuentran con los aguerridos habitantes y ejidatarios de este pueblo amenazado por la expansión de la gran urbe.
La caravana sigue su curso hacia uno de los bastiones del movimiento por la paz, la ciudad de Cuernavaca. El encuentro deja mal sabor de boca por la diminuta asistencia de personas locales; sin embargo, pese a esta situación el ánimo no decae y continuamos rumbo a la pequeña población de Iguala, Guerrero.
De esta forma se inicia el paso de la caravana por tierras sureñas. Sin duda la parada en Iguala —acompañada por una rueda de prensa, la comida y una pequeña marcha con mítin incluido— es la mejor del día: mucha más asistencia, mucha más receptividad por parte de la población (aunque las miradas atónitas de los y las habitantes muestran sorpresa). Los testimonios de violencia y muerte comienzan a aflorar y la larga noche del dolor cae sobre la hospitalaria Iguala.
Surgen algunas preguntas en este primer día que habría que poner sobre la mesa: ¿Cómo convertir a este movimiento de peso moral en un movimiento de masas que no pierda la legitimidad de la verdad que porta? ¿Cómo se moverá el movimiento en el contexto político mexicano? ¿Se apoyará el movimiento en las múltiples organizaciones que lo han recibido y que lo harán en este recorrido? ¿Cuáles son las formas que puede adquirir esta manera pacífica de enfrentar la violencia de una guerra inútil? ¿Sólo pacíficamente es posible detener esta situación y transformar el país, por no decir revolucionarlo?
10 de septiembre
La caravana avanza en su difícil intento de encontrarse con el México dolido que también habita en el sur del país. En el segundo día la intensidad de los encuentros crece y se va definiendo el rostro del dolor, de la indignación. Se hace más claro el perfil de lo que vendrá al terminar este recorrido.
Tras una pequeña marcha por la calles centrales de la capital del estado de Guerrero, Chilpancingo, llegamos a la plaza cívica. La concentración no es muy grande pero sí la cantidad de testimonios y agravios que necesitan visibilizarse. El descontento hacia la estrategia de exterminio se pone en la boca de la gente de a pie, que empieza a verse a sí misma como actora en un proceso de lucha. Chilpancingo es el reencuentro con una urbe desolada, desconsolada por las muertes y desapariciones que pesan sobre la voz pública, que se corren a través del rumor, de radio bemba. Es en la capital guerrerense donde se cocina secretamente la euforia desatada en el acto posterior…
Acapulco, puerto conocido por sus bellos atardeceres, los clavadistas de La Quebrada, las casas de los artistas famosos en los años 50, es ahora un lugar despoblado y degradado. La marcha es corta pero muy nutrida y al llegar a la plaza central los testimonios dan la pauta de la rabia sentida: gritos y gritos de apoyo, de rebeldía, algarabía por la llegada de la caravana y por la presencia de muchas organizaciones sociales, vecinales, campesinas, magisteriales, una plaza llena como no se había visto en mucho tiempo. Alrededor la policía y el ejército con su parafernalia de muerte en el rostro cubierto y las manos armadas de fuego.
Nos enteramos de una huelga de hambre de estudiantes que plantean esta manera de luchar como último recurso para ser escuchados por las autoridades de la universidad estatal. Piden el micrófono y se montan sobre el árido templete. Por alguna razón se le quita la palabra a una representante de estos huelguistas que llevan más de 40 días de ayuno. Error de los organizadores al permitir este fallo, en el caso de que haya sido un fallo, y el beneficio de la duda se les da por la dedicación con la que han trabajado hasta ahora.
Es importante resaltar a la participación de la Policía Comunitaria en el mítin, no porque las figuras individuales sean las indispensables, sino porque la experiencia en construcción de seguridad y toma de decisiones de manera autónoma, es fundamental para entender que sí hay otros caminos, que sí hay salidas a esta guerra inútil y que estas salidas pasan necesariamente por la organización de base, por el empoderamiento autónomo de los sujetos sociales.
Al final del día surgen las mismas dudas: ¿Por qué Sicilia no duerme con nosotros y aprovecha para intercambiar experiencias y conocer de viva voz los ejemplos organizativos? ¿Existe realmente un horizonte posible para este movimiento? ¿Será posible detener la sangre y construir un movimiento que pueda transformar el país? ¿Se trascenderá la figura del líder y mentor por una de sujetos sociales responsables que desarrollen procesos organizativos autónomos para resolver los problemas que los aquejan? ¿En algún momento los asesinatos y desapariciones se detendrán y quienes han resultado víctimas conseguirán justicia y/o la recuperación de sus seres amados?