I. La toma de Chinameca
«Zapata vive y camina con nosotros», leyó Norma Parra, concejala del Concejo Indígena de Gobierno (CIG). Esa frase, parte del mensaje del Congreso Nacional Indígena (CNI), cobraba todo su sentido allí, en Chinameca, donde pueblos, comunidades, organizaciones y colectivos se reunieron para honrar la memoria de Emiliano Zapata, justamente a cien años de su asesinato.
La comitiva había llegado alrededor de las nueve de la mañana del 10 de abril, desde Amilcingo, Morelos, donde el día anterior había tenido lugar la primera asamblea entre el CNI-CIG y pueblos, organizaciones y colectivos que luchan contra el capitalismo. En Chinameca, el acto oficial se preparaba apenas: mesas con manteles largos y arreglos de centro, funcionarios, guayaberas blancas, tacones altos, policías.
Era la imagen precisa de lo que, desde los gobiernos priistas hasta el actual, se ha intentado hacer con la memoria de Zapata: convertirla en una farsa más, en otro de los símbolos vacíos que el poder necesita para aplaudirse a sí mismo.
Por eso la irrupción de la comitiva del CNI-CIG, con los pueblos del Istmo oaxaqueño al frente, significó un verdadero desconcierto para las autoridades: no sabían qué hacer con la fuerza de los pueblos que guardan la memoria viva de Zapata. El acto oficial duró más de una hora: un desfile en el que las autoridades locales se aprovecharon del trabajo de los niños y niñas de escuelas locales.
La conmemoración del CNI-CIG y de los pueblos y organizaciones fue radicalmente distinta: la memoria de Zapata, y de Samir Flores, cobraron allí cuerpo y forma. La defensa de la tierra y de la vida digna frente al despojo capitalista fue el eje en todas las intervenciones.
El pueblo en resistencia de Amilcingo llevó el ritmo de la conmemoración y fue el primero en hablar ante quienes estaban allí reunidos. El mensaje del CNI-CIG, la Declaración de Chinameca, fue leído por Norma Parra. En ella, el CNI-CIG se declaró en alerta ante el embate de despojo neoliberal que ha detonado el nuevo gobierno. Más allá de las mentiras de una administración que promete ser «de izquierda», en la «cuarta transformación»
nos quiere imponer un reordenamiento capitalista al servicio del gran poderío estadounidense en el Istmo, ofreciéndole los minerales, el agua, la tierra. Promete a los depredadores de la madre tierra, respetarles concesiones y permisos obtenidos con la más sucia corrupción. Ofrece a los extranjeros dueños de la economía turística el desmantelamiento de la propiedad social en la península de Yucatán. Garantiza al gran capital el funcionamiento de la termoeléctrica en Huexca, Morelos, a pesar de la vida de los pueblos del volcán.
La vocera del CIG, María de Jesús Patricio Martínez, leyó las palabras de otro vocero: el Subcomandante Insurgente Moisés. A nombre de los hombres, mujeres, ancianos y niños zapatistas, el «Sup Moi» explicó claramente por qué no pudieron estar allí para celebrar la vida y la lucha de Samir y de Zapata. En su comunicado, Moi explicó que no solo están solos, están asediados. La situación es incluso peor que en los años que siguieron al levantamiento de 1994:
En nuestras montañas y valles ha aumentado la presencia militar, policíaca, paramilitar, y de espías, orejas e informantes. Han reaparecido los sobrevuelos de aviones y helicópteros militares, así como de vehículos artillados, como en los tiempos de Carlos Salinas de Gortari; de Ernesto Zedillo Ponce de León, tutor político del actual titular del poder Ejecutivo; de Vicente Fox Quesada luego de la traición de los Acuerdos de San Andrés; del psicópata Felipe Calderón Hinojosa; y del ladrón de corbata y copete Enrique Peña Nieto. Lo mismo, pero ahora con más frecuencia y mayor agresividad.
El comunicado zapatista habló también de las estrategias del nuevo gobierno, de las formas en que organiza, por medios legales y para-legales, el despojo y la muerte: «No sabemos quienes asesinaron al compañero Samir. Sabemos quien lo señaló. Quien, con voz chillona e histérica, lo marcó para que luego sicarios, ansiosos por agradar al jefe de las fuerzas armadas federales, cumplieran la sentencia dada en el templete convertido en tribunal».
Pero el comunicado de las y los zapatistas reconoció también la resistencia y la organización de los pueblos, organizaciones y colectivos que luchan contra el capitalismo. Son ellas y ellos quienes están formando redes de resistencia y rebeldía; en ese corazón y pensamiento colectivo, dijeron, «renacerá el mundo que hoy agoniza». Sin importar los malos gobiernos que vengan, esa organización seguirá sin venderse, sin rendirse, sin claudicar, «y para el mundo habrá al fin vida, como debe ser la vida, es decir, libre».
II. La asamblea de Amilcingo
Esas redes de resistencia y de rebeldía se habían reunido justo el día anterior, 9 de abril, en Amilcingo, Morelos. Convocadas y convocados por el CNI y el CIG, pueblos, comunidades, organizaciones, colectivos e individualidades se encontraron en la tierra de Samir Flores para compartir análisis, ideas, reflexiones y miradas hacia adelante.
En la inauguración del encuentro, tomaron la palabra las autoridades comunales de Amilcingo, el Concejal nahua del CIG —originario de esa misma comunidad— y colaboradoras de Radio Amiltzinko. A más de un mes del asesinato de Samir Flores, Amilcingo se mantiene fuerte y defendiendo lo que ha logrado en años de resistencia.
También tomo la palabra una compañera de Kurdistán, que leyó una carta de las mujeres kurdas a las mujeres que, aquí, luchan y se organizan contra el capitalismo y el patriarcado. La carta, llena de afecto y fuerza, habló de los recientes triunfos de las fuerzas organizadas kurdas en contra del Estado Islámico y reconoció la memoria de las mujeres que luchan, entre ellas la comandanta Ramona y Betty Cariño.
Por la tarde, en la plenaria de la asamblea se vertieron los resultados de las mesas de trabajo. Allí se hizo evidente la existencia de un diagnóstico compartido, construido a través de meses y años de organización y análisis conjuntos.
En efecto, desde que en 2016 el CNI convocara a pueblos y colectivos a apoyar la conformación de un Concejo Indígena de Gobierno, comunidades, organizaciones e individuos de todo el país se han encontrado en distintos territorios para compartir horizontes de lucha. En las asambleas del CNI-CIG, y los encuentros de Redes de Apoyo se maduró una visión colectiva, tejida con paciencia y seriedad.
Todas y todos coincidieron en la peligrosidad de la nueva administración federal que, bajo un velo «progresista» o «de izquierda», ha redoblado y reconfigurado el despojo capitalista. Una de las estrategias más hábiles ha sido montarse y usurpar las formas de decisión colectiva de los pueblos: asambleas y supuestas «consultas» que solo buscan legitimar megaproyectos en territorios comunales.
El ejemplo más claro de esa estrategia fue la supuesta consulta que se realizó en el Istmo de Tehuantepec. Las y los compañeros de esa región lograron frenar parcialmente su realización y, sobre todo, mostrar que no se trató realmente de una consulta, si no de una simulación organizada por la Secretaría de Hacienda y el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.
Por eso, uno de los resolutivos más importantes de la asamblea de Amilcingo fue la realización de una siguiente asamblea precisamente en el Istmo de Tehuantepec. Allí, el CNI-CIG y quienes luchan contra el capitalismo, se encontrarán en uno de los territorios más codiciados por el capital nacional y trasnacional: uno de los territorios que con más fuerza habrá que defender.
Otro de los diagnósticos compartidos fue la intensificación de la guerra patriarcal contra las mujeres y contra otras corporalidades disidentes. El aumento de los feminicidios y de la violencia patriarcal —bajo todas sus formas— fue señalado como uno de los elementos más atroces de este tiempo. Por eso, otro anuncio importante fue la realización del Segundo Encuentro Nacional de Mujeres que Luchan, a finales de julio, en territorio nahua, al sur de Veracruz.
Al terminar la plenaria, tuvo lugar un acto cultural con música, poesía y danza. El cierre fue una puesta en escena del grupo de teatro de Amilcingo: «Traición y asesinato de Samir». A pesar de la crudeza de la narración y del montaje —en el que Zapata y Samir son asesinados por la misma mano—, cuatro personajes dominaron el final, levantando el puño. Cuatro mujeres jóvenes de la comunidad: los espíritus de la tierra, de los bosques, de las montañas, del agua, y de Amilcingo.
Con esa rabia y esa dignidad cayó la noche y, con ella, el descanso previo al avance del día siguiente. En Amilcingo y en Chinameca, en tierras de Samir y de Zapata, pueblos y colectivos experimentaron su inteligencia y su fuerza compartidas. Allí dijeron una vez más que la vida, la tierra y la dignidad no se negocian, se defienden. Y allí resonó una multiplicidad de voces que respondían al reto lanzado por las y los zapatistas: «aquí estamos, fuertes y organizados, y Zapata cabalga con nosotros».
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Estupenda crónica para quienes no pudimos asistir. Muchas gracias por este trabajo. Va un fraterno abrazo.