Dulzura y corazón para la transformación

Todo es con amor,
lo que se hace con amor
se recibe desde el amor
y se da con amor
Norma Romero

Hablar de organización es sencillo, desde el discurso todo es posible. Llevarlo a los hechos, concretarlo, ejercitarlo, perpetuarlo es uno de los mayores retos en cuanto al trabajo social y humanitario. Las Patronas, como suele decírsele a este grupo de mujeres localizadas en la comunidad «La Patrona», a diez minutos de Amatlán de Reyes y a unos 30 minutos de Córdoba, Veracruz, llevan más de 20 años dando de comer a miles de migrantes de origen centroamericano y mexicano siendo muestra fiel del trascender de las palabras.

En días previos a la llegada de la XI Caravana de Madres Centroamericanas visitamos el Albergue «Las Patronas». Años atrás nadie habría imaginado lo que ese pequeño espacio a escasos veinte metros de las vías podría llegar a significar para miles de personas expulsadas de sus países. Un oasis en el camino. El espacio que da cobijo a la labor de estas señoras anteriormente no tenía suelo de concreto, si acaso unos pocos metros contaban con techo. Una habitación inacabada era el lugar para cumplir con la tarea de preparar alimentos, a lo largo de dos décadas, cada uno de los 365 días del año. Actualmente el lugar cuenta con dos habitaciones para albergar a migrantes que han sufrido accidentes o lo requieran, también hay un cuarto pequeño que se ocupa como bodega, un par de sanitarios, un espacio de computo y una pequeña tienda que permite generar algunos ingresos para la economía grupal. Modesto pero acogedor.

Fotografía: Lucero Mendizábal

Fotografía: Lucero Mendizábal

Cuando llegamos se encontraba un grupo aproximado de 20 alumnas del sexto cuatrimestre de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Popular Autónoma de Xalapa. Una visita inesperada, a la cual Las Patronas recibieron con la calidez humana que las caracteriza. Dos mesas con tortillas, queso, sopa, arroz, longaniza, caldo de pollo y por supuesto la «salsa macha» que ellas preparan era el gran banquete que compartían con estas jóvenes estudiantes y con quiénes nos encontrábamos ahí.

Las Patronas son un grupo de mujeres que nació de manera semi espontánea. El nacimiento lo marcó un encuentro que emergió de la empatia hacia las personas que se encuentran migrando y en situación de tránsito. Unas palabras bastaron para que la vida diera un giro a este colectivo de féminas que originalmente estaba conformado por 15 personas. Un día, veinte años atrás, cuando la matrona de la familia Romero envió a una de sus hijas a comprar el desayuno se encontró con que algunas personas estaban pidiendo de comer, «madre tenemos hambre, hace días que no comemos» son las palabras que aún se conservan frescas en la memoria de las Romero. Sin titubear, la hija les dio lo que sería el desayuno familiar, llegando a su casa con las manos vacías y explicando lo ocurrido a la madre. Doña Leonila en lugar de responder enojada se preocupó por lo contado y pensó que era el momento de actuar y responder frente a lo que estaba ocurriendo en su comunidad. Fue el inicio de un proyecto ejemplar.

Norma Romero, coordinadora del grupo e hija de la señora Leonila, cuenta con profunda emoción varias anécdotas. Los retos que este propósito ha significado a nivel personal y colectivo. El hecho de que las etiqueten como «locas» por recibir hombres y darles de comer a cientos de familias. La poca o casi nula solidaridad por parte de las autoridades y de la parroquia lo vuelven un proyecto autónomo que da muestra del gran poder de la organización social. Además que no tienen a quién rendirle cuentas.

Si bien ha sido mucho más difícil sostener está iniciativa por falta de recursos financieros no ha habido un solo día desde que emprendieron este camino en que no hayan tenido qué ofrecer a las/os migrantes abordo del tren. Desde hace algunos años organizaciones civiles, estudiantes, personas sensibles con el tema migratorio han aportado contribuciones para el sostenimiento del mismo. Es por ello que este esfuerzo es doblemente merecedor del reconocimiento de una gran población. Pocas personas son las que nunca han escuchado hablar algo sobre Las Patronas. En el 2013 recibieron el Premio Nacional de Derechos Humanos.

Han dedicado más de 7 mil días de su vida a esta labor humanitaria. Por las mañanas, por las noches, por las tardes puesto que el tren muchas veces no avisa y tiene percances. Y aunque tienen una red de información con otros espacios de paso durante los recorridos, pueden ocurrir percances que incrementen el número de horas de espera que significa, en la entrega, tan sólo un par de minutos en lo que el tren atraviesa por dicho punto. No así el tiempo que dedican a preparar los alimentos, ponerlos en bolsitas de plástico, lavar las botellas, llenarlas de agua, amarrarlas.

Arroz, frijoles, pan, tortas, atún y más es parte de lo en ocasiones entregan mano a mano a la velocidad del tren a quiénes se inclinan para atrapar algo de lo que ellas arrojan para saciar la sed y calmar el hambre. Por si todo lo anterior no fuera poco además atienden a numerosos grupos que se acercan a sus terruños para aprender de ellas y mirarlas de cerca para refrendar su admiración. ¿Que cómo no claudican? En principio porque reinventan cada vez que pueden, rotan los horarios, las responsabilidades, los roles, negocian, acuerdan pero sobre todo tienen un espíritu inquebrantable y un camino marcado por su fe.

Fotografía: Lucero Mendizábal

Fotografía: Lucero Mendizábal

La coordinadora del colectivo se sigue preguntando pese al tiempo ¿por qué tanta violencia contra una persona que sólo quiere trabajar? Mientras afirma que no se necesita dinero para tener que ayudar: «Hay gente que dice que nosotras fomentamos la migración pero no es así porque no somos el gobierno. Sólo somos mujeres campesinas. Si estoy aquí es porque Dios me puso aquí». Considera que los padecimientos de las y los mexicanos son iguales que los que viven los migrantes pero indica que «ellos están lejos de casa, de su tierra». De hecho nos indica que en el marco de esta XI Caravana de Madres se sumarán grupos del mujeres del estado de Veracruz que están buscando a sus hijas e hijos. Esto es algo nuevo ya que se integraran a varias de las actividades que se llevarán a cabo.

Sobre la situación presente señala que han observado que el tránsito de migrantes, en promedio, al día es de 80. A Norma se le ilumina el rostro y dice «una mujer española que vino una vez sacó un cálculo de a cuántos migrantes hemos apoyado en estos veinte años. Según nos decía más de 10 millones».

Fotografía: Lucero Mendizábal

Fotografía: Lucero Mendizábal

Mientras nos alejamos de ese pedacito de tierra cargada de esperanza se escucha el sonido del tren a lo lejos. Nos vamos con la inspiración despierta, con la energía chispeante que ellas inyectan, con ese deseo de darlo todo para un mundo mejor y con la conciencia de que efectivamente otro mundo sí es posible.

«No podemos esperar a que el gobierno nos solucione las cosas, nosotros necesitamos resolverlo» asegura Norma Romero.