Tejidos en el agua: agroecología de humedales en México Tenochtitlán

A continuación se presenta una entrevista a David Jiménez, de la cooperativa «La casa de la chinampa». David es originario y habitante de San Gregorio Atlapulco, un poblado de Xochimilco, en la zona lacustre de la Ciudad de México. Con 270 hectáreas de chinampería, San Gregorio es una zona de alta importancia histórica, ecológica y social. Transitar por sus canales es recuperar de la memoria colectiva el recuerdo de que un día esta ciudad fue un sistema lacustre; de que había en estos territorios al menos cinco lagos: Texcoco, Xochimilco, Chalco, Xaltocan y Zumpango. Entre 1607 y hasta 1900 los esfuerzos por desecarlos fueron componente sustancial de la administración de la ciudad. Hoy, lxs compañerxs de la cooperativa «La casa de la chinampa» son parte de quienes realizan múltiples esfuerzos para evitar que la desecación se complete, para mantener viva esta herencia. Para ello, buscan difundir y proteger la agroecología milenaria a través de: cultivos tradicionales, participación en redes de economía solidaria, programas educativos infantiles, difusión de saberes e historia de la región, así como denuncias y articulaciones ante el saqueo de recursos.

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San Gregorio se ha distinguido de otros por priorizar el uso productivo de las chinampas.

¿Qué es una chinampa y cuál es su importancia
en la historia territorial de la Ciudad de México?

El origen de la chinampa proviene de las primeras tribus que llegaron a la Ciudad de México; éstas, empezaron a compostear la vegetación que existía a la orilla de los lagos, capas de vegetación se fueron colocando en las partes bajas de estas orillas, amarradas unas con otras. De ahí viene la palabra ‘chinampa’, que quiere decir chinamitl [del náhuatl chināmitl: tejido de ramas] que es como un cerco entrelazado, como una trenza.

chinampas_baja-16[1] Huejote o ahuejote (Salix bonplandiana) es una especie de árbol oriundo del centro-sur de México y Guatemala, que soporta grandes cantidades de humedad sin consumirla, además de que es muy delgado, por lo que brinda soporte a las chinampas y funge como rompeviento sin quitar demasiada luz a los cultivos.

Para que no se deshicieran, a estas primeras chinampas se le sembraban huejotes[1], una especie de sauce que resiste estar sembrado en el agua. Las raíces de estos árboles, al crecer, forman una red para que la orilla de la chinampa no se desbarate, no se deshaga. Como te comento, es una labor que tardó cientos de años y dio por resultado, en la época de mayor esplendor de la chinampería, aproximadamente 12 mil hectáreas de chinampería en funcionamiento, que según todos los autores, es o fue la zona de mayor productividad en toda Mesoamérica. Y, obviamente, fue la base del poderío y enorme fuerza del imperio azteca —el último que vio el esplendor de la chinampa— ya que tenían suficiente alimento para toda su población.

Ahora bien, la chinampería actualmente, a pesar de que se ha estado destruyendo, de que la mancha urbana ha ido avanzando sobre ella cada vez más, le da muchos beneficios, le da muchos regalos a la Ciudad de México. Uno de ellos es la humedad relativa que se genera; todavía esta zona genera una gran cantidad de humedad relativa que impide que la Ciudad de México se sobrecaliente o haga islas de calor más acentuadas. Es todavía un refugio para aves, tanto locales como de paso, aves migrantes. Tenemos aquí en San Gregorio aproximadamente 170 especies de aves, entre nativas y migrantes. La zona está bajo dos declaraciones internacionales: es Patrimonio mundial de la humanidad por su agricultura tradicional y somos el sitio Ramsar 1363 para protección de humedales[2]. Aunque bueno, todas estas declaratorias desgraciadamente han quedado nada más en el papel: la protección de la zona no se ha dado, la difusión de la riqueza cultural y biológica tampoco… año con año se ve como el deterioro ha aumentado. Aún así, hemos calculado que la zona chinampera produce aproximadamente 80 toneladas de verdura todos los días y 90-95% de esta verdura se va a la Central de abasto para su comercialización.

[2] La declaración de la Unesco (1987) reconoce a los canales y chinampas de Tenochtitlán como un sistema agrícola excepcional, «uno de los sistemas agrícolas más productivos y sostenibles en el mundo» y ejemplo de la creatividad humana para la construcción del hábitat en entornos hostiles. Xochimilco es declarado patrimonio intangible de la humanidad al ser la única zona lacustre-chinampera que perdura siglos después de la conquista de México y la subsecuente desecación del sistema de lagos por los conquistadores. Además, señala cómo la agroecología chinampera se sigue defendiendo de diversas amenazas: «…introducción de nueva tecnología agrícola, la extracción excesiva de agua subterránea en la zona, el abandono, las presiones del desarrollo y de la contaminación». El acuerdo Ramsar (2004), por su parte, fue asignado al sistema lacustre «Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco»; y señala la importancia de proteger su biodiversidad acuática y terrestre del crecimiento urbano de la Ciudad de México, así como de la contaminación, sedimentación, salinización y afectación por especies invasoras. La declaración Ramsar hace énfasis también en que el sitio es hogar del ajolote (Ambystoma mexicanum) y muchas otras especies endémicas –árboles flores, hierbas, reptiles, anfibios y aves.

¿Qué se cultiva y a qué le llaman
agricultura tradicional?

La gran mayoría de compañeros cultivan lechugas: romana, francesa, italiana, orejona, etcétera; no porque no sea factible otro tipo de cultivos, sino porque es lo que los mercados demandan. De hecho, en las décadas de los 70 y 80, según estadísticas de la Central de abasto[3], en aquellos años San Gregorio era el primer productor de lechuga a nivel nacional.

Aquí en San Gregorio se practica la agricultura chinampera más tradicional, la «original». ¿En qué consiste esto? Bueno, casi no hay tecnificación en la zona, podemos sacar enormes cosechas practicando los saberes tradicionales: en primer lugar, el barbecho de la chinampa [remover la tierra], para lo cual sólo se requiere un simple azadón; luego se hacen los almácigos [germinadores de semillas], para lo cual se requiere de una canoa, una red para sacar el lodo del fondo de los canales, un cuchillo y a lo mejor un trozo de plástico o un poco de pasto seco. Es increíble como no se necesita más para hacer producir en una chinampa y tener enormes cosechas.

Actualmente las grandes compañías buscan meter motocultores, bombas o cuestiones ya más tecnificadas, pero aún así los costos son prohibitivos [no accesibles] para los compañeros. Por ejemplo, se ha visto que el desempeño del motocultor realmente no es el adecuado. Después de que se barbecha una chinampa con motocultor, a la segunda o tercer cosecha se ve cómo baja la producción porque la tierra no se alcanza a mezclar, no se alcanza a orear adecuadamente, cosa que sí se logra con el azadón. Entonces, estos «avances» –entre comillas– de la tecnología no han dado buenos resultados aquí. Y bueno, afortunadamente, en San Gregorio se sigue trabajando con una agricultura a cielo abierto con el mínimo de insumos y el mínimo de tecnología.

[3] A la Central de abasto de la Ciudad de México se le ha definido como «el mercado más grande de Latinoamérica». En 2010, el gobierno de la capital comparó su importancia económica con la de la Bolsa Mexicana de Valores, al ser el único organismo que le supera en operaciones comerciales. Este gran mercado es el principal centro de compra y reventa de productos agroalimentarios en la ciudad; se calcula que le visitan entre 300 mil y 500 mil personas diariamente (principalmente otros intermediarios que se surten ahí) y que 30% de la producción nacional de frutas y hortalizas se comercializa en este espacio. Por todos esos motivos, la Central de abasto funge como regulador de precios del mercado, cuyo movimiento comúnmente beneficia a intermediarios comerciantes, impacta directamente en la precarización de los agricultores y eleva los precios para el consumidor final.

¿Por qué organizarse como cooperativa?

Nosotros somos una cooperativa que nace por la necesidad que vimos de la difusión de estos saberes y la comercialización de nuestros productos. La idea de generarla fue porque éramos varios entusiastas en seguir las tradiciones y los pasos de nuestros abuelos, pero también vimos que nuestros hijos, los niños y jóvenes, no conocían la chinampa y en los próximos años el relevo generacional no se iba a dar. Entonces por eso nace la cooperativa La casa de la chinampa con la idea, primeramente, de difundir nuestros saberes en todos los ámbitos que nos lo permitieran, en todas las puertas que se nos abrieran, ir a difundir lo que sabíamos para poder lograr que en determinado momento algunos de los niños pudieran hacer este cambio generacional, bajo el entendido de que nadie puede querer, cuidar y defender algo que no conoce.

Algunos de los miembros de la cooperativa nos conocemos desde la infancia, tenemos lazos afectivos grandes y, bueno, somos también vecinos de la zona y conocemos su problemática, entonces pensamos que era lo más adecuado [formar una cooperativa]. En segunda instancia, también la comercialización de los productos se nos hacía más fácil con esta figura.

Somos cuatro mujeres y seis hombres que estamos en distintos parajes a lo largo y ancho de San Gregorio. A veces cuando uno no tiene producción, el otro la facilita, o sea, vamos apoyándonos en ese sentido. No hemos intentado hacer más grande la cooperativa porque no se han dado las condiciones; no hemos encontrado un canal de comercialización constante para poderla hacer más grande y por eso la cuestión de la difusión se nos ha dificultado mucho; no hemos encontrado los espacios adecuados ni la metodología para buscarlos, o sea, lo hemos intentado por todos lados pero no hemos obtenido una buena respuesta por parte ni de la autoridad ni de la iniciativa privada.

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La urbanización, la noción de desarrollo depredador, la contaminación, el saqueo de recursos naturales y la colonicación del imaginario amenazan la región.

¿De qué hay que defender el territorio?

Nosotros pasamos de la idea romántica de «rescatar» la zona —desgraciadamente— a la de «conservar» lo poco que tenemos. La idea principal es que se defienda la arquitectura de la chinampa y los saberes milenarios.

chinampas_baja-68[4] Los invernaderos fueron diseñados en países fríos para permitir cultivos que de otra manera sólo serían posibles en ecosistemas cálidos. Los introducción de invernaderos en Xochimilco no sólo es innecesaria y absurda sino que resulta una amenaza para la preservación-reproducción de los métodos tradicionales chinamperos que, por sí mismos, son altamente productivos y adecuados a la región.

Entonces, los objetivos de esta defensa del territorio son: la difusión de los saberes e intentar concientizar a los compañeros —porque tenemos que empezar por nosotros mismos— de que hacer invernaderos no es adecuado[4]; hacer estacados en la orilla de las chinampas tampoco, porque destruye la arquitectura originaria de la chinampa; que tecnificar no tiene sentido si ya tienes un sistema altamente productivo. No puedes tecnificar esperando más productividad si ya es de los más altos del mundo, creemos que es la locura intentar tecnificar con ese pretexto.

Y bueno, las amenazas en el territorio son enormes: la mancha urbana, la cuestión de la desecación de la zona por la extracción que se hace de los mantos acuíferos desde hace 30-40 años y, sobre todo, la cuestión de la colonización del imaginario. Actualmente, el chinampero es visto en la escala social más abajo que un barrendero, entonces, también estas cuestiones sociales hacen que la zona esté más vulnerable.

Ahora, es que aquí tenemos también un fenómeno social. Como te comentaba, el 70% de la gente que está trabajando la chinampa no son originarios del pueblo, por esto mismo de que se ha ido desapegando del imaginario el valor que tiene la chinampería; la gente prefiere que sus hijos se vayan a otro lado y no a trabajar en la chinampa. Entonces, al operar con trabajadores, personas que no son del pueblo, o rentar o tener una chinampa a medias… no les interesa mucho su conservación, porque dicen «en determinado caso, si no hay agua, me voy a otro lado». No hay un apego a la chinampa, lo trabajan porque es negocio, pero hasta ahí nada más.

[5] El muérdago (Viscum album) es una planta parásita que crece sobre los árboles y los va matando. Antes se hacían podas organizadas para evitar que avanzara demasiado, pero el resquebrajamiento del tejido social ha diluido también dichas actividades.

También tenemos una gran cantidad de muérdago[5] que está matando los huejotes. Para ellos [los gobernantes y partidos políticos] no es negocio salvar a la chinampería, prefieren mantenerla agonizante, en un estado grave, y seguir diciendo «eso se va a acabar, se va a morir»; sólo para bajar recursos a nivel nacional e internacional.

Se nos viene la oleada de las Zodes[6], se nos viene la oleada de los macroproyectos y aquí no somos la excepción, aunque se supone que tenemos la protección de ser un Área Natural Protegida, indirecta o directamente nos va a pegar. Por ejemplo, la «Ciudad de la salud» que se piensa establecer en Tlalpan sería una gran consumidora de agua. Todos los hospitales son grandes consumidores de agua, más que una unidad habitacional, y eso va a coadyuvar a la deshidratación, a una mayor desecación de toda esta zona sur.

[6] La creación de Zodes (Zonas de Desarrollo Económico y Social) es una propuesta impulsada por el gobierno de la Ciudad de México encabezado por Miguel Ángel Mancera. El objetivo de las mismas ha sido ampliamente cuestionado por diversos sectores y organizaciones sociales, quienes han denunciado que es una iniciativa de despojo y privatización que beneficia sólo a las clases empresariales privilegiadas. Los impactos y afectaciones de las Zodes son devastadoras a nivel socio-ambiental; varían entre la promoción del «aburguesamiento» de los barrios, expulsión de las clases populares y privatización de espacios públicos, hasta afectaciones medioambientales específicas, como el desecamiento de manantiales y la destrucción de áreas verdes.

¿Cuáles son las particularidades
agroecológicas de las chinampas?

Aquí ha habido y hay una gran riqueza no muy conocida, por ejemplo, hay una microfauna que ayudó a que toda esta materia orgánica se composteara. Imagínate haber construido 12 mil hectáreas de chinampería, ¡es la locura! Son millones y millones de metros cúbicos de composta y no había quedado muy claro para nosotros, pero aparentemente hay una bacteria —que por cierto, ya fue patentada por unos gringos— que ayudó a que se hiciera este composteo. Entonces, no ha habido estudios adecuados sobre la microfauna que existe en las chinampas, pero sí es evidente en los resultados, digamos en las producciones, que hay una diferencia en sabor, en textura. Hay mucha diferencia entre una producción de las chinampas y otra que viene de cualquier otro estado del país [7]. Semillas criollas existen la del chile «chicuarote», la de cilantro, perejil, verdolaga y, posiblemente, uno o dos tipos de maíz. La semilla de la lechuga toda viene de Canadá.

[7] Como es bien sabido por chefs y cocinerxs, el sabor y textura de los vegetales varía según los minerales, fibras, agua que contienen, etcétera; características que varían debido a las formas de cultivo, la tierra, el entorno en que crecen y muchos otros factores. La forma de cultivo chinampera tradicional cumple con muchos principios de la permacultura desde mucho antes de que se acuñara el término (1978); la tierra de germinación proviene del fondo de los canales en lo que ellos mismos llaman una “composta natural”, no se utilizan agrotóxicos ni se forza el crecimiento de los vegetales.

¿Cuál es la importancia de hacer
enlaces – puentes con otrxs?

Aquí para nosotros, la difusión es una cuestión de vida o muerte. ¿Por qué? Porque la estrategia del gobierno —y no nada más con nosotros sino con casi todos los movimientos sociales o las zonas que ellos quieren modificar, cambiar su uso de suelo y hasta cierto punto, más bien, saquear— es aislarnos de toda la ciudad. La gran mayoría de la población del Valle de México, y no se diga del país, desconoce la riqueza cultural ancestral que tenemos nosotros. Si no logramos que la gente lo entienda, estamos perdidos porque no va a haber quién, en determinado momento, pueda colaborar con nosotros para hacer una defensa del territorio más adecuada.

Yo diría que, más que la comercialización, es más importante para nosotros la difusión, para tener en determinado momento un músculo político, una gran cantidad de gente que diga «sí, yo estoy a favor de la chinampa, yo sí defiendo las chinampas», y no importa que esté aquí en Coyoacán, a lo mejor que esté en Vallejo, en Indios Verdes, porque todos vamos a ser afectados si es que esta zona llega a ser destruida.

¿Han generado alternativas de comercialización?

Una de las principales actividades que hicimos cuando se fundó la cooperativa fue comercializar los productos, pero ahí tenemos dos grandes problemas. Primero, el mexicano no está acostumbrado a comer verduras, come muy mal, la mayoría come muy mal, verdaderamente pésimo, o sea, se ve a los niños como hormigas que van y vienen de la tienda con la Coca Cola en la mano. Entonces, cuando empezamos a intentar vender los productos de alta calidad que nosotros cultivamos, pues el problema es que la gente no está acostumbrada a comer verdura.

Eso es una barrera muy difícil de franquear porque es muy difícil cambiar los hábitos alimenticios de la gente. Entonces, hicimos muchos intentos de comercializar la verdura, pero siempre nos hemos encontrado con esa problemática, la gente casi no come verdura, tiene mucho interés en comer muchas cosas menos verdura.

Entonces, replanteándonos un poquito nuestra estrategia, pues buscamos otras alternativas: venderselas a condominios, a grupos cercanos al productor, al consumidor directo pero en grupos, pero ni aún así hemos logrado tener una venta razonable o aceptable para nosotros, porque la gente no está acostumbrada a comer verdura.

Entonces, decidimos hacer un poquito más de labor social y convencer a la gente de las bondades de la verdura, pero no a los adultos, porque los adultos son muy difíciles de que cambien sus hábitos alimenticios. Entonces empezamos con niños en el programa «La chinampa va a tu escuela»; además de mostrar todos estos saberes, se les da también algunas ecotecnias, se les enseña a reutilizar PET para que tengan una maceta, para que tengan cilantro, perejil o incluso tengan una lechuga ahí o algún tipo de verdura, y no necesariamente es que tengan un espacio grande en su casa, lo pueden tener en una ventana, en una escalera, etcétera.

Entonces, muy a nuestro pesar, lo que se ha hecho es mandar nuestra producción a la Central de abasto e intentar cambiar estos hábitos alimenticios, indirectamente, por medio de estas exposiciones e intentar lograr alguna estrategia alternativa de comercialización mientras seguimos educando sobre las bondades de una alimentación sana.

Esta entrevista y fotoreportaje fueron realizados por Sari Dennise como parte de una investigación activa sobre alimentación, agroecología y defensa del territorio. Para más información, escribir a sari(a)chinampacalli.org

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