Compartición en Amilcingo: pequeños sembradíos de la palabra

Cuando muramos
dejemos flores que sean nuestros actos
y cantos que sean nuestras palabras

El 22 y 23 de diciembre de 2014, como parte del Festival mundial de las resistencias y las rebeldías contra el capitalismo, se realizó una compartición entre delegados del Congreso Nacional Indígena (CNI) —«los indios que somos, decididos a reconstituirnos en otro mundo posible»— y personas de distintas partes de México y del mundo («La Sexta» nacional e internacional). Estos últimos, son militantes de múltiples luchas anticapitalistas, comunitarias, antipartidistas, libertarias, de defensa del territorio y/o de los recursos, etcétera y se asume, son adherentes a la Sexta declaración de la Selva Lacandona, es decir, simpatizantes y solidarios del proyecto de autonomía Zapatista y sus principios. Como dicen los  zapatistas, son: «gente humilde y simple como nosotros, pero, también como nosotros, digna y rebelde». Son «quienes son como nosotros (…) en todas partes donde viven y luchan».

Amilcingo se encuentra aproximadamente a 40 kilómetros de distancia del volcán Popocatépetl, forma parte de los autodenominados «pueblos del volcán». Es una de las comunidades que está siendo afectada por el Proyecto Integral Morelos (PIM) —el cual contempla la construcción de dos termoeléctricas, un acueducto y un gasoducto— en los estados de Morelos, Puebla y Tlaxcala. Ante tal ofensiva de despojo, se ha conformado el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua – Morelos Puebla Tlaxcala (FPDTA-MPT).

El nombre oficial de este poblado viene de la palabra nahua «Amilzinko», que significa en pequeños sembradíos de riego. Así también se vivió la compartición: al sembrar las palabras de resistencia en cada lucha que se encuentra y reconoce las rebeldías se espejean, organizan y fortalecen. Esta identificación es necesaria no sólo porque afianza la solidaridad a nivel mundial, sino por el aprendizaje que conlleva y retroalimenta a los diversos procesos de lucha. 1375877_554554951346521_8817647663138467724_n

21 de diciembre.- La caravana proveniente de la inauguración del festival, en la comunidad ñathö San Francisco Xochicuautla, llegó a Amilcingo la noche anterior a la compartición. A pesar del frío y horario, muchos habitantes del pueblo salieron a los pórticos de sus casas para recibir con consignas y emoción a las y los visitantes. La comisión de seguridad y la de comida tenían preparado el registro, así como pan y café, respectivamente.

En la plaza, los visitantes se encontraron con un animado grupo de chinelos o huehuetzins, disfraz típico morelense que se utiliza para bailar el carnaval. Un chinelo subió al escenario y se quitó la máscara: debajo de la burlona apariencia de español el compañero portaba un bigote zapatista, paliacate rojo, voz grave y una gran sonrisa. Dió la bienvenida oficial a las y los participantes y explicó brevemente algunos detalles logísticos de la compartición, no sin antes comentar algunas curiosidades sobre el baile de los chinelos y la cultura local.

22 de diciembre.- A temprana hora, la voz tras el micrófono anunció la llegada de la comisión de padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa:

─Ya no hacen falta acotaciones, fueron 43 normalistas que se llevaron vivos y a ninguno lo han devuelto vivo.

Con las imágenes de los estudiantes desaparecidos entre las manos, sus familiares fueron llegando a la plaza de Amilcingo y se colocaron frente al templete formando una media luna. Una ceremonia tradicional nahua les recibió con bendiciones. Las consignas clamaron «vivos se los llevaron, vivos los queremos, presentación con vida y castigo a los culpables».

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*Asesinado junto con otras cinco personas cuando la policía de Iguala atacó a los normalistas la noche del pasado 26 de septiembre, antes de detener y desaparecer a otros 43 estudiantes.

Suenan las conchas, retumban los tambores; de las voces salen cantos, gritos y bendiciones hacia los cuatro rumbos del universo. El copal avanza por las lonas con nombres y semblantes de algunos de los normalistas desaparecidos y de Julio César Ramírez Nava*, hasta llegar a quienes —como tantos familiares de desaparecidos en este país— han hecho de esos rostros estandartes de lucha.

«Cuando muramos dejemos flores que sean nuestros actos y cantos que sean nuestras palabras», refiere uno de los concheros a cargo de dirigir unas palabras a los padres de los normalistas. Nuevamente, los danzantes se dirigen a los cuatro puntos cardinales para dar por terminada su intervención.

El reloj apunta las 12:04 cuando la intervención de uno de los padres informa a los presentes, «nos acaban de anunciar que nos suspendieron la búsqueda de nuestros hijos» y advierte «no importa, porque nosotros los vamos a buscar y los vamos a encontrar».

Luego se da lectura a la carta enviada por Juan Pablo Pérez, uno de los presos políticos opositores al proyecto turístico en Cholula, denominado «Parque de las siete culturas», proyectado en la zona arqueológica del municipio poblano. En su carta advierte «necesitamos un cambio de modelo de Estado» y «una soberanía directa del pueblo sin representantes ni partidos políticos (…) o recuperamos nuestro poder de gobernarnos o nos dejamos vencer por el capitalismo».

Para dar por comenzada la compartición, se lee la declaración del CNI y EZLN emitida en agosto de este año (cuando 70 pueblos indígenas anunciaron la realización del primer Festival mundial de las resistencias y las rebeldías contra el capitalismo) y donde se nombraron a los 29 espejos que conjugan las luchas y las resistencias de los pueblos indígenas y campesinos en el territorio nacional.

Reiteramos que nuestras raíces están en la tierra, y los despojos que retratamos en la Cátedra Tata Juan Chávez Alonso en agosto del año 2013, son nuestro dolor y nuestra rabia; de donde nacen nuestra determinación y nuestra rebeldía. Que son nuestra lucha irrenunciable y nuestra vida propia. Son despojos que siguen tan vivos como en ese entonces y que además se han multiplicado con nuevas formas y en nuevos rincones, que se hacen luchas y resistencias en las que vemos espejos que se reflejan en el espejo que somos:

Espejo 1: Costa nahua del estado de Michoacán
Espejo 2: Territorio nahua y totonaco del Totonacapan, Veracruz
Espejo 3: Pueblo Wixárika en Jalisco, Nayarit y Durango
Espejo 4: Comunidad Autónoma Wixarika- Tepehuana en Villa Guerrero, Jalisco
Espejo 5: Pueblos  Ikoots y Binniza en el Istmo de Tehuantepec.
Espejo 6 : comunidades ñatho de San Francisco Xochicuautla y Huitzizilpan.
Espejo 7: Comunidad nahua de Tuxpan, Jalisco
Espejo 8: Comunidad coca de Mezcala, Jalisco
Espejo 9: Territorio Chinanteco, en el estado de Oaxaca
Espejo 10: Huexca, Morelos
Espejo 11: Amilcingo y Jantetelco, en Morelos
Espejo 12: Tepoztlán, Morelos
Espejo 13: Territorio nahua de la comunidad de Ayotitlan, en la Sierra de Manantlán, Jalisco
Espejo 14: Comunidad nahua de Zacualpan, en el estado de Colima
Espejo 15: Comunidad de Cherán, Michoacán en la meseta Purhépecha
Espejo 16: territorio maya de Campeche
 Espejo 17: pueblo Tzeltal de Chilón, Chiapas
Espejo 18: Comunidad nahua de San Pedro Tlanixco en el estado de México.
Espejo 19: Comunidades Amuzgas, Mixtecas y afromestizas en Guerrero
Espejo 20: Comunidad nahua de Xoxocotla, del Surponiente de Morelos
Espejo 21: Territorio Yaqui en el estado de Sonora
Espejo 22: Pueblo Náyeri, en el estado de Nayarit
Espejo 23: Los sitios sagrados del pueblo Guarijío, en Sonora
Espejo 24: Bachajón, Chiapas, pueblo Tzeltal
Espejo 25: Pueblo Ch’ol de Xpujil, Campeche
Espejo 26: Territorio Nahua y Totonaco de la Sierra Norte de Puebla
Espejo 27: Territorio del pueblo Kumiai
Espejo 28: Comunidad de Nurío Michoacán en la meseta Purépecha
Espejo 29: Comunidades tzotziles de Bochil, Jitotol y Pueblo Nuevo en los Altos, Chiapas

No hay representantes de cada uno de estos espejos pero están presentes en el discurso y sentir de cada participante. Poco a poco, las y los delegados exponen sus vivencias, realidades, y retos. No sorprenden pero impresionan las coincidencias: despojo, represión, comunidad, organización, solidaridad. Las palabras, en lo general, hablan de un país y un sistema que está tratando de someter a los pueblos para desaparecerlos, despojarlos, arrebatarles la historia y los recursos. Sin embargo, en lo particular, nos encontramos en la diferencia, en la práctica de organizarnos y mirarnos en el otro. Todas las luchas tienen un componente de defensa del territorio en relación a lo que unos ven como «recursos» y otros como medio ambiente. Las palabras de las y los delegados enseñan porqué, como declararon en agosto, que «el corazón de nuestra madre tierra vive en el espíritu de nuestros pueblos«.

«La tierra no es de nadie, no es para venderla, es para heredarla y que siga viva generación tras generación», reafirma Teresa Castillo de Huexca, Morelos, integrante del Frente de Pueblos en Defensa del Agua y la Tierra de Morelos, Puebla y Tlaxcala. Ella lamenta la pérdida que ha sufrido el valor de la tierra que ahora se ha convertido en un valor de cambio para las familias que no reparan en venderla y así cortar vínculos generacionales con abuelos y bisabuelos.

En la compartición está presente Santa María Ostula: en voz de su delegado comparten los triunfos de su lucha en materia de seguridad contra las mafias del narcogobierno, y a su vez denunciaron el acoso constante y el atentado que sufrió Semeí Verdía, Comandante de la Policía Comunitaria. Señalan al gobierno como responsable: «quisieron ponernos una trampa pero no les salió».

Compartición tras compartición se habló de los reflejos de cada espejo ahí expuesto y se reafirmó el apoyo incondicional a los padres de los 43 normalistas, que hoy por hoy constituye el reflejo más grande de este país y que revela la podredumbre del Estado mexicano.

Las expresiones culturales desde diversas latitudes forman parte del programa: jaranas, zapateado, danzas regionales, rap transfronterizo e interpretaciones originales construyen la compartición que va más allá de la palabra y que expresa la rebeldía, el descontento y anima la resistencia en cada trinchera, desde cada identidad.