Texto y fotografías por Tulio Agrícola
Hacia las diez de la mañana, la Caravana Informativa «Daniel Solís Gallardo» se reunió con las estudiantes de la Escuela Normal Rural «Benito Juárez» en la que estudió Marissa Mendoza, esposa de Julio César Mondragón Fuentes, normalista brutalmente asesinado por la policía de Iguala la madrugada del 27 de septiembre pasado.
El lugar conocido en el municipio de Panotla como «los cuatro caminos» –prodigiosamente, cruce de las calles Benito Juárez y Emiliano Zapata– fue el punto de confluencia en que el contingente se nutrió con la presencia de comunidades estudiantiles de varios planteles regionales, miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), del Movimiento Magisterial de Bases, del Centro de Derechos Humanos Fray Julián Garcés y del colectivo teatral CLETA.
Apenas rebasadas las 10 horas del pasado 19 de noviembre, el contingente escoltado por la fila de vehículos que lo acompañan, comenzó a añadir los escasos kilómetros que distaban de la capital del estado a los cientos de kilómetros recorridos por Chiapas, Oaxaca y Morelos desde el pasado 13 de noviembre. A su paso, vecinos y transeúntes demostraban de muy diversas formas su solidaridad al dolor y las demandas de justicia y presentación con vida que reclaman los padres y compañeros de los 43 normalistas desaparecidos, las decenas de heridos que aún se encuentran convalecientes y los muertos que resultaron de aquella nefasta jornada del 26 al 27 de septiembre.
Fue al atravesar el «puente rojo», que libra el río Zahuapan, cuando el ambiente comenzó a cambiar: el supermercado y restaurante de franquicia que allí se encuentran estaban resguardados por un fuerte operativo del cuerpo de policías antidisturbios (granaderos) del gobierno local, lo que evidentemente amedrentó a buen número de los locatarios de las calles Guridi y Alcocer y 20 de noviembre, quienes cerraron sus negocios. Al paso por estas vialidades, la marcha que se acercaba al millar de integrantes avanzó sin contratiempos y pronto las muestras espontáneas de solidaridad volvieron a aparecer desde los balcones de los edificios que nos flanqueaban y por los paseantes que en ocasiones engrosaron el número de los marchistas.
El contingente dobló por la calle Muñoz Camargo, la cual desemboca en la plaza principal de la ciudad, para luego avanzar por la avenida Juárez, que desemboca en la explanada del palacio de gobierno del estado, donde ya se encontraba instalado el pequeño templete y el equipo de sonido con que se realizó el mítin. Ninguno de los grandes locales que se encuentran en el perímetro de esa plaza se encontraba cerrado, aunque el operativo policial emplazado por las autoridades era evidentemente mucho menor al que habíamos observado escasas cuadras atrás.
«Ya nos los han matado tres veces, tres veces hemos muertos nosotros también»
Una vez que los padres y compañeros de los normalistas desaparecidos se encontraban sobre el templete, los concurrentes al evento, al menos, duplicaron su número y atiborrando la explanada de la sede del gobierno estatal y las jardineras aledañas.
Un par de compañeras guiaron el acto al distribuir el uso de la palabra, insertando consignas de lucha entre cada intervención, a las que la multitud respondía con un eco que retumbaba en los muros de los edificios públicos. Los oradores dejaban de lado su propio nombre, se presentaban con el de su hijo, familiar o compañero ausente, para que su memoria quedara fuertemente impresa en cada uno de nosostrxs.
«Mi hijo es Adán Abraján de la Cruz…soy la madre de Jorge Aníbal Cruz Mendoza…soy el padre de Alexander Mora Venancio…mi muchacho es César Manuel González Hernández…vengo buscando a Felipe Arnulfo Rosas…» Es como si las identificaciones individuales se hubieran ya fundido en una sola identidad colectiva, condensada en el dolor y la digna rabia compartida, en la fuerza necesaria para enfrentarse al olvido y la indiferencia.
Todos tuvieron palabras de gratitud por el apoyo incondicional del resto de los padres:«los padres a los que les mataron sus hijos o los tienen en coma también nos apoyan». Igualmente agradecieron al Equipo Argentino de Antropología Forense por la ayuda que les han brindado para desmentir las apresuradas versiones de la muerte de sus hijos.
Ellos querían cerrar el caso, que nuestros hijos están muertos. Ellos nomás se están burlando de nosotros. Ya no sentimos tristeza, sólo enojo, rabia.
«Tomamos agua de manantial y ocupamos ocote para alumbrarnos y hacer las tareas. Felipe estudió porque vendía bolillos en la ciudad de Ayutla»
No estamos aquí como políticos, sólo estamos por nuestros hijos que están desaparecidos […] como nosotros somos pobres, no hay justicia para nosotros, pero si fueran hijos de ricos, luego luego los encontraban.
Los jóvenes normalistas rurales son el presente de México […] Ningún hijo de rico, de presidente, de senador o procurador van a subir al cerro donde no hay agua ni luz a educar a los niños.
Pedimos Justicia y libertad para nuestros hijos. Luchamos porque no queremos que haya más estudiantes asesinados.» “Hacemos responsable a Peña Nieto y a su gabinete si algo nos pasa. Si es necesario perder la vida por nuestros hijos, la vamos a perder.
Cuando tomó la palabra el padre de César Manuel, joven normalista huamantleco, su testimonio –ante sus paisanos– luchaba por escapar de la garganta cerrada por la angustia:
Soy un padre herido que ha perdido un hijo, un pedazo de mi corazón, traté que mis tres hijos fueran el orgullo de mi familia, que fueran universitarios y ya casi lo logro, me falta ese niño que nunca le hizo daño a nadie […] Estaba en una universidad en Grajales, Puebla, estudiaba para abogado y después me dijo que no le gustaba y que quería ser maestro, porque estuvo en el programa CONAFE, donde de verdad los maestros se hacen y sufren las carencias de la gente, por eso se fue a la normal de Ayotzinapa.
Yo era una persona apática e indiferente a todos los problemas que suceden en el país, ahora aprendí mucho de estas personas, del problema de allá [Guerrero], ahí se ve el México al desnudo, es un problema que los tlaxcaltecas no conocemos, no tenemos ni la menor idea de lo que son esos problemas con el narcotráfico y lo político […] mi hijo solo querían ser maestro y me lo arrebatan.
Las leyes sólo defienden a los poderosos
Llegó el turno de la palabra para los compañeros de nuestros desaparecidos:
No estamos haciendo ningún berrinche, porque se trata de vidas humanas […] Si alguna vez un movimiento social ha fracasado, ha sido por la intervención de la prensa que no habla la verdad.
Omar García, uno de los coordinadores de esta caravana, continuó su intervención señalando la urgencia de la organización popular, pues «no se trata únicamente de nuestros 43 compañeros, son las muertas de Juárez y del Estado de México, son los niños calcinados en la guardería ABC, son los migrantes que mueren atravesando nuestro país […] Hemos crecido con la inseguridad y creemos que es natural, pero no es natural […] En Guerrero 200 familias han ido a hacerse las pruebas de ADN con la esperanza de encontrar a sus desaparecidos».
Uno de los estudiantes de primer año que se encontraba en el primer autobús rafagueado por los municipales recordó:
Somos sobrevivientes, testigos directos de quienes actuaron con ropa de policías ministeriales y municipales que nos sometieron, de militares que se quedaron viendo […] ¿Cómo seguir pidiendo garantías de no repetición si vemos que pasa y pasa y vuelve a pasar una y otra vez?
«El arte no es un espejo para reflejar la realidad, es un martillo para moldearla»
Al concluir la participación de los padres y compañeros de los desaparecidos, tres actrices integrantes del colectivo CLETA tomaron el templete para compartir con los presentes un performance sobre la violencia que asola y ciega las vidas de nuestro pueblo.
¿Cuántas muertes son demasiadas? ¿Cuántas violaciones son demasiadas? ¿Cuántos secuestros son demasiados? Nuestras madres y nuestros padres tienen sed, de tantas lágrimas vertidas por la sangre de sus hijxs.
Hacia las 16:00 horas, se cerró el evento con la convocatoria a la marcha del día siguiente, que partiría del monumento conocido como Las Escalinatas de los Héroes, a esa misma hora (4 p.m.).
Los miembros de la caravana se retiraron a la Escuela Normal Rural ‘Benito Juárez’ –donde inició el periplo de esta crónica– para recobrar fuerzas y planificar la jornada hacia el Zócalo de la Ciudad de México. Con la penumbra que anunciaba el amanecer del 20 de noviembre, la caravana continuó su marcha hacia la capital del país, sería el primero de los tres contingentes en llegar a la Plaza de la Constitución.
«Mi nieto es Jorge Aníbal Cruz Mendoza, vengo con mi hija, venimos a pedir a toda la gente que nos apoyen para que nos entreguen a nuestros chamacos»: Don Floriberto Cruz
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[1] El normalista Daniel Solís Gallardo nació en Agua de Correa, Zihuatanejo y a sus 18 años cursaba el primer año de la carrera de maestro de Educación Básica en la Normal Rural ‘Raúl Isidro Burgos’. Fue una de las primeras víctimas en caer junto a dos de sus compañeros, una mujer, un chofer de autobús y un niño futbolista –como él-, la terrible noche del 26 de septiembre pasado. Actualmente sus restos descansan en su lugar de origen, donde familiares y compañeros de su equipo de fútbol local lo sepultaron junto a su uniforme deportivo y un balón firmado por todos sus camaradas. La Caravana Informativa Sur adoptó su nombre con el propósito de preservarlo en nuestra memoria, sirva esta crónica para colaborar en ese propósito. Ni perdón ni olvido.