Juchari Uinapikua: en Michoacán la organización comunitaria se fortalece

Por Heriberto Paredes Coronel

Fotografías: Regina López, Daniela Castro, Heriberto Paredes Coronel, Juan José Estrada Serafín y Víctor Galindo. Video: Judith Gómez

De cómo un funcionario vuelve a equivocarse

José Antonio Salas Valencia, presidente municipal de Los Reyes, Michoacán, militante del Partido Acción Nacional (PAN), en una rueda de prensa celebrada el pasado 7 de octubre, con motivo de una severa protesta realizada por habitantes de varias comunidades p’urhépechas orgzanizadas, afirmó que “de alguna manera su movimiento en la población indígena directa o indirectamente les está beneficiando políticamente, porque reciben diferentes apoyos por parte del Estado y también del municipio, como la construcción de una telesecundaria y de un centro médico, donde los habitantes serán atendidos por médicos que pagará el Ayuntamiento”. (Cambio de Michoacán, 8 de octubre de 2013)

Para los integrantes del gobierno de Michoacán, una telesecundaria y un centro médico con médicos “pagados por el Ayuntamiento” no son derechos, son beneficios, son ganancias que el movimiento de comunidades p’urhépechas organizadas y unidas obtienen “desviándose” de sus demandas de seguridad. Resulta que cuando varias comunidades indígenas ser organizan para exigir la aparición con vida de uno de sus integrantes (Roberto Cerano Cervantes fue desaparecido en marzo de este año) y al mismo tiempo profundizan la organización para consolidar un proceso de seguridad comunitaria, resulta que esto es tan sólo una pantalla para conseguir “otros beneficios”.

Lo que sucede en este municipio michoacano, por sólo acotarnos a esta región, es, por un lado el recrudecimiento de los enfrentamientos entre diversas fuerzas que intenta controlar este territorio que comunica la Meseta P’urhépecha con la región de Tierra Caliente. Cuando se habla de fuerzas es preciso especificar que se hace referencia a por lo menos dos cárteles, los Caballeros Templarios y Jalisco Nueva Generación, pero también, y a riesgo de sonar alarmista, la presencia de las distintas corporaciones policiacas estatales que, bajo una delgada máscara, actúan para beneficiar a uno u otro grupo criminal. Es decir, y esto es importante resaltarlo, quienes deberían combatir al crimen y asegurar la tranquilidad de los habitantes son los operadores más inmediatos del crimen organizado, son quienes cobran –o intentan hacerlo- las cuotas impuestas a las población.

Pero existen otros procesos mucho más esperanzadores entre las comunidades como Cherato, Cheratillo, 18 de Marzo y Oruzcato. En ellas, pese a la desolación y la pobreza extrema a la que se han enfrentado desde hace ya varios años, es el tejido social comunitario lo que los ha mantenido de pie, unidos y organizados para recuperar el control, no sólo territorial, sino político y económico de la región.

Se trata de comunidades con un fuerte sentido histórico respecto a los lazos comunales que han permitido su propia existencia y en esta medida el procurar seguridad es uno de los pasos fundamentales que abre el camino para que otras posibilidades se concreten. Si las personas que habitan en estas comunidades no tienen la confianza de salir ni a unos metros de sus casas, tampoco tendrán confianza en participar de la comunidad y mucho menos de ejercer algún cargo o función.

Lo que los funcionarios públicos, desde el edil hasta el gobernador, no entienden es que la demanda de seguridad pertenece a una visión integral de la vida y que no es posible luchar únicamente por más calma en las calles. El Estado no entiende que para las comunidades p’urhépechas la seguridad también pasa por tener salud, educación y trabajo dignos, pasa por recuperar el derecho a sus tierras, a cultivar lo que deseen, no se comprende que la seguridad, al igual que la autonomía nos refiere a los distintos ámbitos de la vida social, e incluye dos pilares fundamentales: la justicia y la libertad. Incluye el respeto profundo por las formas de gobierno y toma de decisiones comunitarias.

Por eso las declaraciones de Salas Valencia son ridículas, están vacías de entendimiento. El presidente municipal ni siquiera se acerca a la forma de entender la vida de los p’urhépechas. Ni le interesa. Para él la situación en el municipio tiene que ver con reacomodos y con argucias políticas entre funcionarios. Y por supuesto, con los “beneficios” que conseguirán los alzados en armas.

La historia como arma

El pasado 15 de septiembre, asistimos a la toma de protesta de la Ronda Comunitaria de las Comunidades Unidas P’urhépechas. Bajo la lluvia torrencial, las formaciones de comunitarios uniformados se mantenían firmes. A pesar de lo solemne de la fecha, de las inclemencias del clima, el ambiente de fiesta se percibía de inmediato, las corundas y el churipo llenaron a los hambrientos asistentes –que, dicho sea de paso, no dejaron rastro ni huella en los platos-. Los collares que representan, en el pan horneado y los tejocotes, la cosmovisión p’urhépecha no tardaron en colorear la tarde.

En la explanada de Cherato, los congregados asistieron, entre cajas de aguacate y café de olla, a una ceremonia muy cuidada en la que las palabras se seleccionaron con mucho cuidado, una ceremonia en la que se presentó la Ronda Comunitaria y se expusieron las causas que llevaron a los propios habitantes a reestructurar este proceso comunitario de seguridad. Organismos de derechos humanos, invitados especiales, poca prensa (claro, no había armas visibles, ni cabezas rodando, ni enfrentamientos espectaculares), pero sobre todo comuneros de la región y de otras regiones de Michoacán, presenciaron y dieron fe de este proceso social que profundiza la construcción de la autonomía indígena.

Nuevamente el presidente municipal se equivoca en sus declaraciones: “los habitantes que se sienten afectados por las medidas de auto protección que asumieron los habitantes de Cherato presentarán una petición formal ante el ayuntamiento la cual estará a su vez dirigida al gobierno del estado […] Cherato es una población que cuenta con entre 800 a 1000 habitantes, sería mucho decir que en el movimiento están más de 80 personas”. Tan sólo en esta fiesta de toma de protesta había el doble de personas organizadas. Una vez más, el edil se equivoca no por ignorante sino con la saña del que desprestigia con conocimiento de causa.

La Ronda Comunitaria es una forma que tiene siglos de existencia, no se trata de una ocurrencia de tiempos modernos, es, por el contrario, un recurso que funciona para velar por la vida digna de la comunidad, por todos los ámbitos de la vida social. A diferencia del modelo de policía tradicional, la Ronda se compone de integrantes de la comunidad y establece un vínculo de constante comunicación, no es un grupo separado, con mandos que decidan estrategias o mecanismos de justicia separados de la cosmovisión p’urhépecha. En estos momentos, el reto está precisamente en la reconstrucción de los procedimientos de justicia comunitaria que aún perduran entre la población.

Como invitados a esta celebración también tenemos la posibilidad de visitar los distintos puntos de control vehicular, lugares donde platicamos con los comunitarios que ahí cumplen sus funciones, lugares en donde es necesario escuchar la palabra que la propia gente nos da. Sus rostros nos miran fijamente, saben que la historia de desgaja entre su realidad y la nuestra, pero que a pesar de ello hay un acercamiento honesto a lo que ahí ocurre. Si esto no fuera así, no podríamos haber llegado hasta este punto.

Recorremos varios de estos puntos de control y conocemos a jóvenes que cumplen con sus guardias, hombres y mujeres. Nos piden el apoyo para que difundamos su lucha tal y como es. Nos piden que nos respetemos a nosotros mismos y no los traicionemos cuando escribamos o editemos los materiales audiovisuales. Por eso las fotografías de este trabajo y el video en donde prácticamente no hay edición que distorsione lo que presenciamos.

Mientras tanto, ya con algunas semanas de distancia, lo que se muestra en la prensa local es el incremento de la violencia, no sólo son tres cabezas abandonadas en Los Reyes, es también las amenazas de muerte para los integrantes de los grupos de autodefensa en Tierra Caliente, es la violencia de cincuenta cabezas dejadas como advertencia. Y pareciera que las historias de organización, de construcción de alternativas a la violencia se pierden. Es más importante la sangre en primera plana mezclada con las erróneas declaraciones de los funcionarios que la paulatina reconstrucción del tejido social que se va gestando en las comunidades organizadas que han decidido retomar el control político de su territorio.

*Epílogo* Como se respira un aire limpio y revitalizante, decidimos visitar la comunidad de Cherán y presenciar el desfile que se hace en estas fechas, tomar el atole que reconforta el alma y comprobar que la vida puede ser distinta, sin violencia, con la gente en las calles caminando tranquilamente…

There are 3 comments

  1. soy de Los Reyes por segurida no doy mis datos

    ojala y esta informasion llegue a los soldados o la polisia federal pa que vengan por el salas, q bien q nos informan a los q vivimos fuera pero nasimos en Los Reyes y queremos q regrese la paz, tiene el salas y sus funsionarios varios fases pa amenasar a las personas q no piensan como ellos bien primos no se rindan el triunfo esta serca

  2. Irma Yunuen

    ke bueno ke hay personitas tan valientesss orgullo mexicano, somos solidarios kon su esfuerzo por no dejarsele a TOÑO SALAS ke es un ser sin principios, dignidad, ojala y lo kuiten pronto; estudio en Guadalajara y estoy al tanto de su lucha

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