Todos somos migrantes: encuentro con el padre Solalinde

«México está herido, está infectado y Veracruz también. Está carcomido. El problema es que no queremos verlo, una obsesión por taparlo y hacer como si no pasara nada”, exclama el padre Alejando Solalinde, segundos después de que Javier Solórzano menciona que en Veracruz se está haciendo público lo que alguna vez fue privado. En una Xalapa de tinte lluviosa y de ambiente tibio, dentro de la Carpa del Lago por el Hay Festival Xalapa, en Octubre de 2011, se desenvuelve esta charla entre el periodista y el protector de los migrantes. La cita a las nueve, donde un público lleno se traduce en una sociedad que busca voces externas que hablen del silencio que se vive en suelo veracruzano.

El padre, con el rostro serio, se pregunta: ¿cómo es posible que así nada más se tape todo y no pasa nada?, ¿cómo tapar la herida, si por más unguento que se ponga, no se va a sanar la infección que hay? Hay un manejo político, y es ahí donde está la porquería política. Alejandro Solalinde viste su peculiar camisa blanca de manga larga, Javier Solórzano también. Ambos llevan un pantalón beige y podrían ser el reflejo uno del otro si es que Solórzano no tuviese ya su cabello color plata por motivo de los años. Lo único que los diferencia: los zapatos. Solalinde usa negros, y Solórzano cafés oscuros.

Aquí en Veracruz hay cientos o miles de cuerpos escondidos, pero ¿hay voluntad política? No lo hay. Y menos de cara a un proceso electoral. Importa más el poder para seguir robando, importa más el voto que la justicia. La plática sucede sin interrupciones, es amena. Ambos ponentes daban lugar a las opiniones y reflexiones del otro. El público, atento, como esperando el momento para hacer preguntas y respuestas.

 

¿Quiénes son los migrantes? Estos seres humanos silenciosos que recorren el país, que vienen huyendo, ¿qué van buscando?, ¿qué alcanzas a apreciar cuándo platicas con ellos, cuándo tienen estos brutales accidentes en los trenes, cuándo son secuestrados, cuando mucho de ellos quedan mutilados al caer del tren y no vuelven a ver jamás a sus familiares? ¿Quiénes son esos seres humanos? La pregunta de Solórzano no impresiona al Padre, éste toma saliva dos segundos y contesta:

Desde el punto de vista sociológico, son pobretones, que salen de sus países de origen porque no hay oportunidades, porque este planeta ya lo acapararon unos cuantos, porque este sistema neoliberal capitalista se ha deshumanizado.

Unas cuantas personas son dueñas de más del sesenta, setenta por ciento de las cosas. Hay una falla sistémica. Hay violencia, las violencias que han ocasionado este sistema pero también personas que estaban avocadas de formar un tejido social que no se ha hecho.

Son personas que tienen que salir porque ahí no hay nada qué hacer y se pueden morir de hambre. Ellos saben que hay mejores condiciones de vida.

Desde el punto de vista de mi fe, como sacerdote o creyente, para mí son mi Señor Jesús, que pasa en ese disfraz. Es mi Señor, no se desde cuándo se les peló de los sagrarios y se escaparon a las vías. No como objeto de adoración, el quiere caminar con su pueblo, él está ahí. Es una realidad tan densa lo que me preguntas, yo le he llamado el “migroma humano”. Son como un espejo, algo de ellos somos nosotros. Todos somos migrantes, lo que les pasa a ellos, nos pasa a nosotros.

Traen una misión, aunque no lo sepan, el germen de una sociedad más justa, de un mundo nuevo, ellos los que van a refundar México, y Estados Unidos, yo tengo esa confianza.

Alejandro Solalinde, reflexiona:

—Nuestra situación actual histórica es muy compleja, venimos de la época colonial, turbulento, de un siglo XX tan cambiante, finalmente a nosotros esas épocas nos enseñaron a ningunearnos, a no valorar nuestras raíces indias, llegamos a avergonzarnos de ellas.

—»No seas, indio, no seas indigesto»… Si somos racistas, discriminatorios contra nuestros hermanos indígenas, contra nuestras raíces. También nos han hecho y nos han formado así para el ojetismo. O somos generosos, solidarios o somos ojetes.

El público al unísono ríe al escuchar ésta palabra.

Sonriendo, Solalinde menciona: ¿es una palabra que entendemos muy bien, no? Por que es mexicana, yo no me críe en las Lomas de Chapultepec, yo me críe en el Barrio de Santa Julia y estoy haciendo un esfuerzo por hablar propio delante de ustedes.

Las risas continúan entre el público y la plática ameniza. El ambiente se relaja a cada paso de la voz del padre y Javier Solórzano.

El padre Alejandro Solalinde es una figura crucial para entender la dignidad y la justicia

Solalinde se pregunta:

—¿Qué institución realmente o fuerza fáctica se preocupa por nosotros? ¿Quién puede revertir esta espiral de violencia y esta picada que estamos expuestos a vivir? ¿Hay alguien que me puede decir quien puede ayudar? Porque yo no lo veo. Él mismo se responde:

—Cada quien está como Juan Pirulero, cuidando su juego, sus intereses, sus privilegios, su estátus; pero el pobre pueblo de la gente, y sobre todo de lo más pobres, yo no lo veo.

Solórzano, con el rostro adusto y con la luz reflejándole sus gafas rojas se plantea:

Está corriendo mucho esta idea, los ciudadanos a través de la democracia eligen a quién presuntamente gobierna. Los ciudadanos no eligen, porque ni siquiera se vota. Estamos ante el verdadero poder que no es electo, que esta ahí. En un país como éste, donde los medios de comunicación juegan un papel, donde el poder empresarial un papel, y tenemos presidente, cámara de diputados y senadores, ¿en qué estamos metidos si el problema es sistémico? El padre, acaricia el micrófono para responder:

—No es lo mismo ver las cosas desde arriba que verlas desde abajo. Una manipulación de la ley, del Estado de Derecho, de sus conveniencias y a la procuración de justicia. No es lo mismo que le pase a un Javier Sicilia, que le pase por ejemplo a una Bárbara Ybarra. No podemos esperar que la solución venga desde arriba, no podemos esperar nada. Tenemos que luchar mucho porque haya transparencia, donde quiera. Aquí en Veracruz que está pasando, a nivel Federal igual. Hay una tendencia a negar las cosas, a tapar el sol con un dedo. Necesitamos rendición de cuentas y remoción del cargo. Tenemos que movernos.

Alejandro Solalinde expone un caso de una hondureña buscando a su hijo. A dos años, no ha pasado nada y cuenta el porque:

—Una de tantas miles de personas vino a buscar a su hijo. Iris Margott, de Honduras, enfermera. Le mandaron por internet la foto de su hijo, que se había ahogado porque según no sabía nadar, aunque él –Rafael– era experto en natación.

—Llega a Coatzacoalcos. La señora se presenta con un Agente del Ministerio Público llamado Carlos Barraza. Ella le dice, oiga tengo esta foto de mi hijo y vengo a buscarlo, vengo a verlo.

—El señor le contestó: sí, efectivamente aquí está, este es el cuerpo, se lo va a llevar, lléveselo.

—No señor, yo no puedo llevármelo así, necesito que le hagan el ADN, refutó.

—¡Ay señora, eso sólo pasa en las telenovelas! El MP empezó a hostigar a la señora, que dónde estaba, quién la apoyaba, con quién se hospedaba. A la señora le dio miedo. Me habló por teléfono, vine por ella y me la llevé.

—A los meses, regresamos con la Cruz Roja Internacional, con la Mesa Internacional, con la Comisión Internacional de Derechos Humanos, con la Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana, nada más faltaron los de la ONU.

—Llegamos y el dijo: Sí, cómo no, nosotros lo vemos, ¿le ofrezco un vaso de agua? La pasan, le hacen el ADN. Cristo Kleber, de la Cruz Roja y yo le preguntamos después, ¿oiga cuánto se va tardar en saber? Quince días, porque estamos en Coatzacoalcos y en Xalapa se hace todo.

—Le preguntamos que cuánto es lo máximo que se ha tardado el proceso.

—Pues mire, lo más, dos meses.

—Perfecto, dos meses y ya. Van dos años y no se han resuelto nada. ¿Saben por qué? Se hizo el ADN a uno de tantos cuerpos que están ahí y no saben cuál de todos esos es el de Rafael.

—Y eso sólo es una muestra, para que sepan lo que está pasando acá.

El miedo, la admiración y la duda se mezclaron en el foro. El primero en preguntar, un señor con el cabello largo, cuestionaba al padre cómo hacerle para considerar al prójimo, ¿cómo ver con amor o con misericordia al prójimo, como los extorsionadores? El padre contestaba que está difícil, reeducarlos, pero hay que hacerlo.

“Hay que pensar en las nuevas generaciones, y eso duele, porque están gastando en más armas”.

Una muchacha de ojos grandes y rostro aperlado, también preguntó después de exclamar la admiración hacia el cura, su voz era quebrada, como esas voces que salen de la boca después de haber llorado: ¿qué podemos hacer nosotros? Civiles, amas de casa, empleados… Cuándo ya vimos que de arriba no harán nada. ¿Nosotros qué podemos hacer desde nuestras trincheras? El Padre pide al público un aplauso para la joven, de nombre Rosy.

—Podemos hacer mucho, no es tiempo de protagonismos. Primero, perder el miedo, no hay que tenerlo. La materia prima de ellos es el miedo. Hay que mandar lejos el miedo. Dos, hemos vivido de versiones masticadas. Del dicen que dijo. Atrévanse a buscar. Hay que ponernos a chambear.

Vinieron dos preguntas más. Los aplausos inundaron la tarima. Se les regaló una rosa blanca a Javier Solórzano y al Padre Alejandro Solalinde. Éste, la besa como quien besa la paz y la esperanza. Para finalizar, Alejandro Solalinde se la regala a Barbara Ybarra, la madre de Gaby Benítez, quien desapareció el 13 de Julio y el 23 de Septiembre apareció sin vida. El abrazo se mezclaba con las lágrimas de doña Barbara, mientras el público aplaudía. La última pregunta que se hizo el cura fue, ¿cómo comprar todo este cariño? Ya para entonces la rosa regalada yacía en las manos de doña Bárbara, quién la sostenía como quien sostiene la alegría y la hermandad. Al parecer, ésta vez si pasó algo en el Estado de Veracruz y no hubo discurso político que lo contradijera.

Figuras que se mantienen en constante peregrinar en la parte posterior del albergue de Ixtepec, Oaxaca en donde trabaja el padre Solalinde

Por Juan E. Flores Mateos


Agencia Autónoma de Comunicación (AAC)

There are 2 comments

  1. ISABEL GUTIERREZ

    Soy Productora/Co Animadaora de HECHO EN CALIFORNIA un programa radial que se escucha en San Francisco y Sacramento California todos los dia s por la KIQI 1010 am. Nuestro programa llega a una vasta audiencia y nuetro tema principal es la inmigracion. Quisieramos ponernos en contacto con el Padre Solalinde para entrevistarlo en el programa. Por favor ayudeme a contactarlo.

    Muchas gracias

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