Recuerdo Atenco

Fotografías: Débora Poo y Balam

Aquella madrugada, umbral entre el 3 y el 4 de mayo, llegamos a solidarizarnos luego del llamado del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT). La refriega del primer día había demostrado que existía –y existe- una voluntad violenta por parte del Estado para resolver conflictos que él mismo ha ocasionado. Luego del enfrentamiento entre floristas e integrantes del FPDT contra elementos de la policía municipal de Texcoco, el cierre de carreteras y la detención arbitraria de Ignacio del Valle, entre otros luchadores sociales y manifestantes, el siguiente día ya estaba lleno de incertidumbre, de impotencia. Con nerviosismo pero también con firmeza, habíamos ido hasta San Salvador Atenco para «evitar» la entrada de la Policía Federal Preventiva en busca de más detenciones. Creímos necesario ir a hacer «algo» para que el operativo no sucediera y que se establecieran mecanismos pacíficos de resolución del conflicto.

«La persona que yo era antes de 2006 ya no existe», le dijo Bárbara Italia Méndez a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), cuando le preguntaron cómo afectó su vida la tortura sexual efectuada por la policía mexicana en 2006.

Bárbara continuó describiendo los efectos negativos derivados de dicha violencia, que van desde insomnio hasta la dificultad de involucrarse en relaciones íntimas o incluso de recibir un abrazo. Bárbara insistió que a pesar de la severa represión por parte del Estado, ella nunca abandonará la lucha por la justicia para todas las mujeres que fueron sexualmente torturadas en San Salvador Atenco.