Fray Tomás González recibe el Premio Franco-Alemán de Derechos Humanos «Gilberto Bosques»

Representantes del gobierno de Alemania y Francia hicieron un reconocimiento por la labor humanitaria que hace el Director de la Casa del Migrante «La 72», al entregarle el premio de derechos Humanos «Gilberto Bosques» de este año a Fray Tomás González.

Junto con la luchadora social de la Policía Comunitaria de Guerrero, Felícitas Martínez Solano y el Comité de Defensa Integral de Derechos Humanos Gobixha (Código DH), quiénes también recibieron un reconocimiento especial como promotores y defensores de derechos Humanos. Fray Tomás recibió de manos de los diplomáticos Edmund Duckwitz de Alemania y de Elizabeth Beton de Francia la mención.

A continuación reproducimos el discurso integro de Fray Tomás al recibir el reconocimiento:

PALABRAS DE AGRADECIMIENTO EN LA RECEPCIÓN DEL PREMIO FRANCO – ALEMÁN DE

DERECHOS HUMANOS EN MÉXICO «GILBERTO BOSQUES»

Para Alberto Patishtan

Ícono de todas las causas por la defensa de los derechos humanos.

Por tu libertad hermano.

Hoy tenemos en México no solamente más de 60 millones de personas empobrecidas, además caminan clandestinamente por este territorio violencia, todo un pueblo conformado por mujeres y hombres de todas las edades, de muchas culturas, que está siendo despiadadamente exterminado. Decimos que es un pueblo insurrecto, pues lejos de conformarse con lo que sus países de origen le avienta como migajas, desafía a las leyes y atraviesa fronteras para ir en busca de lo que en sus países no encuentra.

Toda insurrección no es de generación espontánea, es producto del hartazgo frente a un sistema que institucionalmente viola los derechos humanos. Vivimos en la región no solo con el mayor flujo migratorio en el mundo, sino el más peligroso. Las y los migrantes que vienen de Centro y Sudamérica son personas catapultadas por un sistema estructuralmente perverso, dañino que les ahoga la vida.

Cuando las y los migrantes atraviesan la frontera sur de nuestro país se encuentran con un verdadero catálogo de tragedias y masacres que les puede suceder. Y así hemos dado cuenta de secuestros en todas sus modalidades, abusos y violaciones sexuales, extorciones hasta dejarlos endeudados después de la muerte, campos de concentración, ataques al tren carguero donde una inmensa mayoría de ellas y ellos viaja, muerte y entierro masivo en fosas clandestinas, paramilitares que han sido soltados como perros arriba del tren para frenar el camino de ese pueblo, continuos descarrilamientos del mismo tren que los mutila, los mata y hasta los sepulta y un largo etcétera.

Y lo más escandaloso, todo eso pasa con la aquiescencia, colaboración, permiso, indiferencia o colusión de las autoridades; desde las de menor rango hasta las más encumbradas.

Desde hace años, para algunas y algunos agentes de pastoral junto con la sociedad civil, ya no fue suficiente dar de comer y consolar. ¿Cómo no levantar la voz cuando nos llegan las mujeres recien violadas a nuestras casas? ¿Cómo no exigir justicia cuando a las y los secuestrados los llevan a verdaderos campos de concentración, que no casas de seguridad, y los torturan, incluso hasta la muerte? ¿Cómo no saber quiénes son los responsables de que el tren llamado la bestia siga mutilando, matando, devorando personas?

Fue así que nuestras Casas del migrante, se convirtieron en oasis donde las personas migrantes encontraron lo que en sus países de origen y en el nuestro se les ha negado. No solamente la comida y el descanso, sino la dignidad. Tenemos pues el privilegio de acompañar, orientar, consolar a ese pueblo insurrecto que es la piedra mal utilizada, que los arquitectos de este mundo han desechado pero que pronto se convertirá en la piedra angular, pues ese pueblo no se conformará con una reforma migratoria, sino que exigirá transformar la historia cruel y sufriente que les ha tocado vivir.

Agradezco esperanzadoramente el premio Gilberto Bosques que las embajadas de Alemania y Francia me otorgan, no solo a mí sino a todas y todos las y los que han colaborado en La 72. Sirva el premio para seguir haciendo visible a nivel internacional la sistemática y perversa violación a los derechos humanos a los mexicanos y a los que solamente quieren atravesar nuestro país en busca de mejores condiciones de vida.

El premio Gilberto Bosques me impulsa, desde mi condición de fraile franciscano a unirme a todas las voces, a la indignación colectiva, a la esperanza inquebrantable de muchas personas para seguir trabajando con pasión por la defensa de la vida y de los derechos humanos y, en este momento histórico, a seguir cargando en mi espalda las sufrientes historias de vida de miles de personas que entran a nuestro país por la frontera tabasqueña y a seguir gritando, exigiendo creativamente, desde las opciones evangélicas y desde las víctimas reales que ¡CESE EL HOLOCAUSTO MIGRANTE!