La crisis económica y política en Brasil. Segunda Parte

Por Ingrid Fadnes
Traducción de Heriberto Paredes

 

Entrevista a Fabio Tomaz Ferreira militante del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST) e integrante del Colectivo de Relaciones Internacionales del MST

Esta entrevista se realizó el 21 de octubre del 2015. La idea original de la entrevista era escuchar las reflexiones del MST sobre sus experiencias en más de 30 años de lucha por la tierra en Brasil. Durante 2015 –y desde antes– comenzó una crisis politíca y económica en Brasil. ¿Cómo interpreta uno de los movimientos campesinos más grandes del mundo esta llamada crisis? En los meses posteriores, mientras se revisaba y traducía al español la entrevista, muchas cosas han sucedido, sin que esto haya cambiado el sentido de las reflexiones y sin que ellas hayan perdido vigencia.

Por su extensión y la complejidad de los temas abordados, hemos decidido dividir la entrevista en tres prates, de la cual esta publicación es la segunda. Es muy probable que en la tercera parte se incluyan nuevas reflexiones sobre los temas de corrupción y crisis que se han mantenido hasta el día de hoy en Brasil y que implican direcatmente a los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rouseff. Consulta aquí la primera parte de esta entrevista.

Trabajos para obtener servicios básicos en la periferia de São Paulo. Fotografía: Heriberto Paredes

Trabajos para obtener servicios básicos en la periferia de São Paulo. Fotografía: Heriberto Paredes

De parte de la derecha, ¿quién está hablando de un golpe militar, qué tan real es esta amenaza (en el sentido de que ellos tienen el poder de hacerlo), es realmente una gran parte de la derecha brasileña la que habla de esto?

Actualmente, en la coyuntura brasileña, no sabemos lo que puede suceder en la próxima semana, pero lo que la gente va percibiendo es que a partir de un desgaste del gobierno de la presidenta Dilma, con la popularidad tan baja, una aprobación tan baja, es la ampliación del poder político de la derecha lo que le permite a la derecha dejar más claro cual es la acción, los planes que se van forjando para el próximo periodo.

Y aquí podríamos destacar que hay dos grandes propuestas en la derecha brasileña con este gobierno debilitado que tenemos en el país. La primera apunta para ser una salida más radical en el sentido conservador del término, es decir, proponer una ruptura institucional en Brasil; por eso es que algunos sectores hablan de golpe de Estado y otro sectores convocan militares para una intervención. Otros sectores que ahora se están rearticulando a partir del impeachment, que es un procedimiento legal en Brasil que consiste en tirar a la presidenta del poder a través de acciones desde lo judicial.

¿Cómo estaría la situación con este procedimiento, porque si bien es cierto que es jurídico estos sectores tienen que comprobar que la presidenta no tiene capacidad para seguir gobernando, cierto?

No, el impeachment funciona como un juicio del presidente de la república, en Brasil ya tuvimos un caso así con Fernando Collor de Melo en 1992, así que este procedimiento es un mecanismo legal que puede destituir al presidente cuando se compruebe que él o ella está envuelto en determinados tipos de delitos.

Festejos por algunos goles de la selección brasileña de fútbol durante el Mundial de Fútbol de 2014. Fotografía: Heriberto Paredes

Festejos por algunos goles de la selección brasileña de fútbol durante el Mundial de Fútbol de 2014. Fotografía: Heriberto Paredes

¿Entonces sería por la corrupción?

Sí, sería a partir de la situación de corrupción. El segundo argumento de la derecha es la posibilidad de comprobar que los actos de corrupción fueron pensados por la presidenta o tuvieron autorización de ella para operarse, lo que la vuelve a ella una cómplice del delito y por eso, jurídicamente, desde nuestra Constitución, ella puede ser destituida del cargo.

Y digamos, como pasó en Guatemala, Otto Pérez Molina fue destituido y le quitaron la inmunidad para llevárselo…

 Son procedimientos diferentes en Brasil y en Guatemala

¿Dilma no tiene inmunidad?

Ella sólo tiene inmunidad presidencial, pero la ley permite revocar esa inmunidad, no a partir del legislativo, sino que el poder judicial también puede tener mecanismos para condenarla y ella tiene que salir del cargo; en ese caso, el impeachment colocaría al vicepresidente en el cargo, que en el caso de Brasil, Michelle Temer es alguien que no representa en nada a los sectores populares.

O sea, toda esta parte del impeachment, de la intervención militar, del golpe, expresa una de las tácticas de algunos sectores de derecha que quieren una solución más inmediata para tirar el gobierno del PT y asumir el control del Estado. Otra vertiente de la derecha, otro bloque, es un bloque que apuesta mucho más al desgaste lento gradual y constante del gobierno, para que éste termine su mandato de manera desgastada y debilitado y con más concesiones aún para el capital.

Esta segunda estrategia que fue sintetizada en una frase de los dirigentes del Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB), dice lo siguiente: «Nosotros tenemos que sangrar al gobierno hasta el último día del mandato de Dilma». Porque detrás de esta estrategia está la intención de que, si el gobierno llega hasta el final, muy desgastado, eso elimine, de cierta manera comprometería a que Lula, que sigue siendo una figura popular, pueda tener las condiciones para reelegirse en 2018. Como el gobierno tiene poco tiempo y faltan todavía tres años para terminar, entonces tenemos justamente una anticipación de las elecciones que vemos en la política hoy, por eso es que la derecha no llegó a un consenso de cuál sería la acción unitaria.

Es muy difícil que llegue a un consenso, porque la derecha también tiene intereses muy distintos que a veces entran en contradicciones, es sólo algunas veces que llegan a acuerdos. Para nosotros, lo que está siendo un elemento de mucha preocupación, no es que la derecha quiera tomar el poder, porque eso es parte de su naturaleza, pero lo que en este periodo está pasando es un proceso de ampliación del conservadurismo dentro de la sociedad brasileña. Entonces tenemos cada vez más identificada una ampliación del pensamiento fascista, una naturalización de la violencia política, de la intolerancia religiosa también, todo eso se está procesando, no sólo en la política, sino también dentro de la sociedad brasileña y eso nos preocupa mucho porque en esta ofensiva conservadora de la derecha, no sabemos que nuestros movimientos sociales son un blanco destacado de toda esta situación.

Partido de fútbol en una favela de São Paulo. Fotografía: Heriberto Paredes

Partido de fútbol en una favela de São Paulo. Fotografía: Heriberto Paredes

Quería preguntar ¿por qué está hablando de la división de la derecha si la división de la izquierda también está presente, o podría decirse que ni izquierda ni derecha sino que la sociedad brasileña está dividida en muchos fragmentos?

No podemos decir que la sociedad brasileña está polarizada. Se trata de una división completamente despolitizada. Porque como hay una crisis expresa en el PT y también en su gobierno, es también en una medida una crisis conjunta de la izquierda; la ofensiva de la derecha tienen un elemento claro, como ellos manipulan la crisis económica y política a través de los medios de comunicación, y también tienen el elemento de la incapacidad de los sectores populares para crear una unidad para crear un proyecto y hacer frente a la derecha.

Existe una dificultad por parte de los movimientos populares de forjar unidad. Los movimientos populares están dispersos y muchos sin una perspectiva estratégica de medio y largo plazo. Estos movimientos están condicionados en los últimos momentos a responder a coyunturas muy inmediatas. Esto fue acabando en varias organizaciones populares la capacidad de proyectar una estrategia de medios a largo plazo, muchas veces el proceso electoral se vuelve central en las organizaciones, pero el debate tiene que ser parte de una estrategia más amplia.

La crisis de la izquierda brasileña refleja también una crisis de proyecto, porque ese proyecto neodesarrollista tuvo un aporte muy grande de un conjunto de organizaciones que surgieron como un bloque de izquierda. Ese bloque entero está en crisis.

Es muy difícil construir una nueva utopía, un nuevo proyecto, porque es eso, que siempre tenemos que ver que los proyectos no pueden ser la tercera vía, la mediación, el termino medio, es muy difícil de convencer a la gente de las organizaciones de esto y también por el elemento de que en los últimos años, los instrumentos clásicos de la organización de la clase trabajadora entraron en una crisis profunda y muchos de ellos no corresponden a las dinámicas políticas que se fueron creando en las nuevas generaciones.

Nosotros tenemos instrumentos que no poseen la capacidad de hacer una autocrítica y pierden su capacidad de incidencia junto a la población y se pierde la posibilidad de politizar este proceso. Y claro que existen esfuerzos construyendo unidad, colocando nuestra contribución que es una contribución que viene de la propia naturaleza del MST, de que es necesario tener un proyecto político de medio y largo plazo, es necesario una formación política permanente de la militancia, son necesarias acciones contundentes contra el orden establecido pero el MST tiene esas características partir de su experiencia histórica y no son las mismas características que otros instrumentos importantes de la izquierda brasileña.

Para la policía brasileña, como dicen Todos Tus Muertos en una canción: «hay gente que no». Fotografía: Heriberto Paredes

Todavía tengo la duda, porque al mismo tiempo que dices que en el inicio hay un mito de que la izquierda se desmovilizó durante los años del gobierno de Lula, aun así, la izquierda entró en una crisis conjunta con el partido como si no fuese una cosa separada. Entonces, si los movimientos son, más allá de que vienen de un mismo lugar –saliendo de la dictadura militar, el sindicato, el MST y el PT– parece que aún así, no consigo convencerme de que el MST y los sindicatos no entraron en la misma crisis que el PT tiene.

No, entramos en la misma crisis pero por motivos muy diferentes. Por ejemplo, somos parte de la crisis porque, en el caso del MST, ampliamos las luchas, hicimos muchas luchas, movilizamos más personas, sin embargo, la capacidad de convertir las luchas en conquistas no fue la misma de otros tiempos. Conquistamos algunas cosas que son importantes de valorizar, pero dentro de nuestras expectativas de lo que el gobierno podría hacer, fue muy poco, inclusive tuvimos retrocesos muy grandes.

El gobierno de Dilma fue el peor gobierno, en términos de reforma agraria, de las últimas décadas, lo que es esa crisis, cuando colocamos la crisis no es una de los instrumentos políticos, es una crisis de un bloque histórico de más de 30 años, que fue construido en una perspectiva de que una vez llegando al poder ese bloque histórico podría hacer los cambios. Y no se puso mucha atención en los cambios que se dieron en los instrumentos para llegar al poder.

Es un bloque histórico el que apostó mucho a llegar al poder para cambiar y no consiguió ver cuanto cambió para llegar al poder, fuer perdiendo una capacidad de autocrítica que siempre marcó a las organizaciones. Nosotros del MST tenemos una capacidad de repensarnos, de readecuarnos a las coyunturas, porque la propia dinámica del movimiento es de masas, ahora, por ejemplo, el sindicato y el partido político no tienen esa misma flexibilidad, porque ellos viven muy próximos de las estructuras tradicionales del Estado y no tienen la misma capacidad de respuesta al orden como los MP; sabemos que la crisis también nos arrastra como instrumento político pero tenemos mucha confianza en nuestra capacidad de reposicionamiento que es lo que caracterizó al MST en este periodo de más de 30 años.

Manifestación contra el trabajo esclavo que aún se mantiene sólido en algunos estados de Brasil. Fotografía: Heriberto Paredes

Manifestación contra el trabajo esclavo que aún se mantiene sólido en algunos estados de Brasil. Fotografía: Heriberto Paredes

Quiero dar un vistazo al frente. De las dos alternativas que mencionaste, sobre las razones de que la derecha esté mandando ahora en Brasil, no sé si es posible pensar en que el PT de repente va a ganar fuerza de nuevo y hacer otra propuesta. Nos quedamos con el impeachment, el golpe militar, lo que el gobierno va a sangrar, aunque creo que estás hablando más sobre está última opoción, dices que la gente no sabe que la coyuntura puede cambiar la semana que viene. Vamos a imaginar que el gobierno va a sangrar durante otros tres años, ¿cuál sería el escenario para los movimientos sociales? Creo que lo que dices es que las cosas están cambiando, no sé si estás hablando de la calle, que es allí donde pudiste notar esto, pero si la gente piensa en represión, por ejemplo, la última ofensiva en Mato Grosso do Sul, parece ser que los hacendados creen que pueden hacer lo que quieran, que no es la primera vez, pero también tenemos la represión de las manifestaciones en las calles. No se tiene tolerancia y ahora tenemos también la ley sobre terrorismo. ¿Cómo va a ser el escenario ahora?

Es muy difícil tener una bola de cristal, pero lo que nuestra gente tiene a disposición es la capacidad de analizar la realidad actual y por eso decir para los movimientos populares que están de facto comprometidos con las transformaciones estructurales, esos instrumentos de análisis también están muy limitados. Es cada vez más difícil hacer una proyección de lo que puede ser, pero podemos pensar en el escenario futuro en tres dimensiones: una económica, una política y una social.

Desde el punto de vista económico es muy difícil que la crisis se resuelva en corto y mediano plazo, los indicadores económicos son cada vez más apuntan a un periodo de recesión y esto se vincula a la dimensión política de lo que puede suceder. Porque lo que está claro para nosotros es que el gobierno del PT, que está cada vez más buscando una solución a la crisis, que es una solución del capital para la crisis, es muy complicado que el PT cambie de idea y cree una opción de izquierda, porque no lo hizo en una década.

Es muy difícil esperar que del partido va a surgir una solución a la crisis, eso lleva al tercer elemento, el pronóstico social, y ahí ciertamente, lo más perturbador y lo más difícil para nosotros, porque es justamente el futuro de lo que va a pasar en Brasil en los próximos periodos, va a ser definido en las calles, va a definirse a partir de la capacidad de movilización y de contundencia de los sectores populares frente a este proyecto que tenemos ahora.

El problema, uno de los problemas, es que la derecha, durante mucho tiempo, no apostó a las calles, en la movilización social, como instrumento y forma de luchar, sin embargo, y desde 2013, la gente va percibiendo que la derecha está asumiendo cada vez más que la movilización popular es, de hecho, lo que va a definir el próximo periodo en Brasil.

Fotografía: Heriberto Paredes

Fotografía: Heriberto Paredes

¿Puedo hacer un paréntesis rápido? Para que las personas no queden confusas, ¿puedes hablar más acerca de las movilizaciones de 2013?

Si comenzaron como movilizaciones de los movimientos sociales y populares, a partir de una demanda muy específica, que era el diálogo en una crisis del transporte público brasileño, se fueron asomando, en las llamadas, jornadas de junio, otras demandas de la izquierda. Es muy interesante, porque en el primer momento de esas grandes manifestaciones –y eran manifestaciones masivas, como en mucho tiempo no se habían visto en Brasil– los medios de comunicación se colocaron contra las manifestaciones, criticando los movimientos populares, los movimientos estudiantiles, criticando todo sector que salía a las calles. Pero a partir de la segunda semana y la tercera, la derecha cambió de estrategia y los medios de comunicación comenzaron a convocar a la derecha para que también fuera a las calles a resignificar las manifestaciones.

Cuando hablo de que la derecha asumió las calles y las movilizaciones populares como un elemento importante en la disputa por el poder, también estoy hablando de la capacidad que tiene la derecha de instrumentalizar pautas de la izquierda y vertirlas en su favor, que fue lo que sucedió en 2013, por ejemplo, a partir de un análisis que se puede construir. Es eso que nos coloca como en algo muy difícil porque hacer movilizaciones en las calles, el enfrentamiento, forzar la dinámica social a partir de los actos masivos, politizados, es ahora, enfrentar una derecha que también va a las calles y va a las calles con mucho más recursos que los sectores populares. Va para las calles blindada por una cobertura mediática que está a favor de ella y también con esa creciente onda de violencia en que las acciones contra los movimientos populares están siendo criminalizados de todas las maneras.

Si tu, de tal forma, que, por ejemplo, de lo que pasa en Mato Grosso do Sul, donde los propios hacendados organizan los asedios de los compañeros indígenas de forma indiscriminada, podemos ver cómo la policía militar viene actuando últimamente en las favelas, entonces existe un proceso de criminalización, so sólo de la pobreza, sino de la protesta en Brasil, estamos viendo un proceso de represión cada vez mayor, como la cobertura cada vez menor por parte de los medios de comunicación.

Esos son los escenarios que la gente puede proyectar, que son de cierta forma muy pesimistas. Y es importante ser pesimista en los análisis para ser optimista en la acción. Creo que todo va a depender mucho de la capacidad del movimiento popular en las calles, a partir de su combatividad, a partir de todos los sacrificios que son necesarios para retomar la capacidad de proyección en el mediano y largo plazo, reconstruir un proyecto de transformación de la sociedad que sea inspirador, que movilice, que forme conciencia, que anime, que apasione, que haga que las personas se apasionen por la lucha.

Esto es un elemento sin el cual no vamos a conseguir salir del pesimismo y pragmatismo, y que puede llevarnos para uno de las peores visiones que el militante puede tener que es el derrotismo. Al mismo tiempo colocamos algo que nos puede haber pasado, un triunfalismo que cuando mucha gente apostó a que desde lo institucional se podría resolver problemas estructurales en la sociedad brasileña; creo que también queda muy claro que las transformaciones no vienen de la vía institucional, ellas pueden instrumentalizar la vía institucional, los cambios profundos en la sociedad, pero los verdaderos cambios vienen de las luchas que se hacen en las calles, en las movilizaciones, en el conjunto de la sociedad; creo que, tal vez, retomar este momento que estamos viviendo y retomar la movilización social y a la calle como un campo de batall es un momento muy eenriquecedor para las construcciones de utopías y sueños que caracterizan a la izquierda y a la clase en su proyecto de amancipación.

Ahora existe un elemento cuando hablamos de Brasil, que tiene que ser tomado en cuenta, es que Brasil no es un actor político aislado en el contexto latinoamericano. Es importante colocar todo este análisis de lo que viene sucediendo en Brasil en un plano latinoamericano en donde la ofensiva de la derecha se proyecta en otros países que pasaron por experiencias semejantes, como por ejemplo, Argentina, que también vivió un proceso de derechización de lo que fue el kirchnerismo como proyecto político nacional; aunque también países que usaron soluciones más radicales para lo que fue el periodo neoliberal, como Bolivia y Venezuela, que también están enfrentando coyunturas muy serias.

Favela do Moinho. Fotografía: Heriberto Paredes

Favela do Moinho. Fotografía: Heriberto Paredes

O, como por ejemplo, Colombia, que está en un momento muy importante de su historia de discusiones de los posibles acuerdos de paz, y si esos acuerdos van a ser acompañados de justicia social estructural o va a ser tan sólo una paz firmada en apariencia y no en esencia del proyecto. O sea, Brasil también responde a una coyuntura latinoamericana y por ende al contexto internacional. No tenemos duda de que, es también el propio proceso de dificultades que pasa Cuba y todo lo que hay de potencial y peligro de acercar a los Estados Unidos, sobre todo porque siempre fue un ejemplo en América Latina de la resistencia de la revolución cubana, el pueblo cubano como un todo.

Estos para decir que por un lado, es un escenario difícil y también muy duro, porque vemos el ascenso de la derecha en los países vecinos y hermanos. Por otro lado esto puede ser visto desde una perspectiva muy animadora, porque nos coloca frente a un desafío común y se puede buscar una solución de manera más integrada para los pueblos latinoamericanos y ciertamente, con otros pueblos del mundo. Creo que es un momento difícil, pero es un momento en que realmente vamos reafirmando nuestra militancia, reafirmando que no nos vamos a resignar en nuestra lucha ni abandonar nuestros sueños, no vamos a dejar de hacer lo que la gente hace por una coyuntura difícil. Esta coyuntura difícil inspira a la gente a seguir transformando, construyendo alternativas, avanzando, retrocediendo, acertando, errando, pero cada vez más claros en el objetivo final que no es otro que la revolución.

Lo que pasa en Brasil depende mucho de lo que pasa en Argentina, Colombia, Venezuela, Cuba, así como lo que pasa en Cuba depende de lo que pase en Venezuela. Esa situación geopolítica latinoamericana actual nos acerca más, a partir de los mismos problemas estar más cerca de compañeros es muy importante.