No sólo mirgrantes, también refugiados

Los tiempos de una caravana siempre son frenéticos, muchos los lugares por visitar y pocos los días. Este año, sin embargo, lo que se percibe es una inquietud diferente, no es prisa, es preocupación. Los eventos en los parques son breves, los recorridos a lo largo de las vías limitados, la gente que se atreve a acercarse a las madres poca. La guerra de baja intensidad que poco a poco se expande en todo México ha alcanzado la caravana de madres centroamericanas, la peligrosidad de tratar el «tema migración» es ahora más tangible que nunca.

Afuera del penal de Villahermosa, platicamos con Marta Sánchez, fundadora del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM) y le preguntamos cuáles son las características de la nueva ola migratoria que de Centroamérica se dirige a Estados Unidos, cuáles las principales causas y amenazas que enfrenta.

Fotografía: Valentina Valle

Fotografía: Valentina Valle

En los años pasados, entrevistando a los migrantes resultaba que la mayoría salía de su país en busca de una vida mejor, de una oportunidad de trabajo, de la realización de este mítico sueño americano. En 2014 la causa principal del desplazamiento cambió y se volvió la violencia. Violencia física, mental, estructural. Violencia de los gobiernos centroamericanos hacia su población, violencia de los gobiernos del norte (México y Estados Unidos) hacia los centroamericanos. La gente huye de condiciones de vida que ya son inaguantables. Ahora ya no son sólo migrantes, ahora también son refugiados. Antes de 2013 encontrar un migrante hodureño garífuna era muy raro, sus playas hermosas abastecían de pescado todas las comunidades, los pequeños cultivos para la economía de subsistencia daban a las familias lo que necesitaba para vivir dignamente, existía la pobreza pero la miseria no. Ahora se encuentran enteras familias garífunas que emigran, porque ya no tienen ni siquiera tierra y playa, y la opción de mudarse a un centro urbano no es viable por la guerra entre maras (pandillas).

Las palabras de una madre procedente de El Salvador lo confirman:

Nuestro problema es la violencia, son las maras. En San Salvador no se pueden cruzar las calles libremente, no se puede pasar de un barrio a otro, de una colonia a otra. Si uno se atreve, o simplemente se equivoca, le disparan, así, sin más. Ellos son los que mandan, los que deciden quien pasa y quien no, cual tortillera puede vender, cual marca de garrafones de agua puedes meterse y así con todo. Todo tiene precio, todo se paga, hasta seguir vivos.

Las políticas de explotación masiva del territorio, manifestación concreta de lo que los académicos definen como «capitalismo por despojo», recaen en las dinámicas migratorias como un huracán y arrasan este microcosmo, ya de por sí precario, con una ola de barbarie que recuerda 2010, cuando la escalada de amenazas, ataques y secuestros a migrantes llevó a la masacre de San Fernando, Tamaulipas. La combinación del reacomodo de los cárteles más poderosos de México con el éxodo generado por las políticas de depredación de los recursos naturales en Centroamérica, está ahora creando en territorio mexicano otra mezcla explosiva que los mismos integrantes del MMM, a pesar de su conocimiento del tema, no logran prever a qué llevará.

Así, las condiciones en qué se mueve esta XI Caravana son las de secuestros y violaciones masivas, causadas también por la presión de Plan Frontera Sur que, impidiendo a los migrantes subir al tren, los dispersa y obliga a tomar rutas alternas y más peligrosas. Además, la indiferencia de las autoridades mexicanas, se convierte, en algunos estados, en abierta complicidad y colusión con el crimen organizado. Encuentros como el que se dio en el parque central de Coatzacoalcos con Carlos Enrique Escalante Igual, fiscal especial para la Atención de Migrantes del gobierno de Veracruz, son la confirmación de la lejanía entre el discurso oficial y la realidad que se vive en estos estados, que se han convertido en entidades sin ley, al interior de un país, México, que ya de por sí no brilla por la aplicación del Estado de derecho. «Entre las cosas que se dicen es que hay 50 mil migrantes desaparecidos en el estado de Veracruz (…) yo le digo al padre Solalinde ¿dónde están?» se desahogó Escalante Igual, cuando se le pidió información sobre la identificación de los cuerpos encontrados en fosas y que podrían pertenecer a desaparecidos centroamericanos. Y, como si no fuera suficiente, tras repetir que según la base de datos de la fiscalía no resultan casos de migrantes fallecidos, el fiscal cerró su intervención con un ridículo «¿cuales fosas?».

Frente a esta actitud, se entiende cómo no ha sido nada sencillo organizar un evento como la Caravana, y como siga siendo complejo manejarlo, logrando un equilibrio entre las actividades fundamentales para la búsqueda y la seguridad de los participantes. Cabe señalar, de hecho, que ningún riesgo afecta directamente las madres y sus acompañantes: los organizadores han procurado estudiar la ruta, calcular los tiempos, definir hasta los mínimos detalles. Sin embargo, los halcones que se acercan en Palenque y Villahermosa son atrevidos, y los que nos fotografían llegando a Coatzacoalcos, descarados.

Fotografía: Valentina Valle

Fotografía: Valentina Valle

En este escenario, la única esperanza viene de la sociedad civil, que el MMM ha involucrado directamente en la busca de los migrantes con un proyecto llamado «Puentes de esperanza». La iniciativa consiste en solicitar el apoyo de la población mexicana para que contacte al MMM cada vez que se entera de la presencia de un migrante indocumentado, permitiendo así que se haga el enlace con su familia en el país de origen. Durante la pasada caravana, esta buena práctica llevó al reencuentro entre doña Delmi y Yanel, joven hondureño que desde hace dieciseis años vivía en un régimen de semiesclavitud en una zona rural del estado de Hidalgo. El reencuentro entre doña María Elena Moradel Godoy y su hijo Melvin, que se dio el día 3 de diciembre en la casa de Las Patronas, en Amatlán, Veracruz, es otro ejemplo no sólo del éxito del proyecto, sino del poder de la unión de quien lucha por una causa justa que va desde los países centroamericanos hasta el norte de México.

En Veracruz esta fuerza se hizo visible también en el zócalo de Córdoba, donde las madres centroamericanas se unieron con las del Colectivo Solecito de Veracruz y del Colectivo por la Paz de Xalapa, en una marcha que desfiló por el centro ciudadano con el objetivo de sensibilizar la sociedad hacia un fenómeno que nos afecta a todos porque, como recita una de sus consignas, «hoy somos nosotros, mañana puedes ser tu». La capilaridad con la cual se difunden los casos de desapariciones y la ineptitud gubernamental hacen de hecho que la iniciativa particular de los afectados se haga necesaria para lograr cualquier resultado, sea acudiendo personalmente a las fiscalías encargadas, sea dirigiéndose a profesionales forenses en el intento de identificar algunos de los cuerpos recuperados en estas fosas cuya existencia las autoridades siguen negando.

Precisamente con esta finalidad, se dio en Coatzacoalcos el encuentro con el directivo del Instituto Forense de Investigación Latinoamericana (IFIL), donde el maestro José Luís Pérez Castro atendió a las madres, explicando cómo funciona el reconocimiento a través de huellas digitales y sugiriendo que sería buena costumbre que los migrantes, al salir de su hogar, se tomaran fotos de las palmas de las manos. La disponibilidad del IFIL, institución privada que imparte clases de criminalística a estudiantes mexicanos y de Latinoamérica, ha sido completa en apoyar a las madres que lo necesiten en el reconocimiento e identificación de cuerpos que podría corresponder a los de sus hijos y hijas. Completa, obviamente, «en la medida en que este trabajo no afecte a las instituciones estatales». Aunque los dirigentes de la escuela no lo afirmaron abiertamente, de hecho, es evidente que la referencia va a las estadísticas oficiales, con todo lo que esto conlleva, –en primera instancia la invalidación de las afirmaciones hechas por el fiscal Escalante Igual el día precedente, cuando aseguró que los cuerpos de las «inexistentes» fosas comunes de Veracruz no pertenecen a migrantes.

La criticidad de esta XI Caravana se debe así no sólo al empeoramiento de las condiciones en los países de América Central, sino también a las problemáticas internas de México, donde cada estado está viviendo una situación específica pero al mismo tiempo relacionada con un contexto más amplio y donde levantamientos armados de varios tipso vinculados con un reacomodo general de cárteles del narcotráfico se están mezclando con las exigencias de un movimiento social siempre más hostigado. El tema de la migración, por varias razones, entre las cuales el control de los territorios atravesados por los migrantes y el inmenso negocio constituido por su tránsito en el país, no es ajeno a este contexto. Por eso hay que seguir monitoreando esta caravana, para que este grande esfuerzo pueda recibir el apoyo necesario y cumplir con su importantísima misión.