Un fotorreportaje de Patxi Beltzaiz
Colombia, Norte del Cauca
En diciembre 2014, el pueblo nasa entró, nuevamente, en el proceso de liberación de la Madre Tierra. Las tierras que tienen que liberar son sus tierras ancestrales del plano.
Cansados de que faltan tierras en las montañas para sostener a sus familias.
Cansados de esperar a que el gobierno colombiano cumpla con su deber de restituir 15,600 hectáreas y se haga responsable por la masacre del Nilo en 1991 (21 indígenas fueron asesinados).
Cansados de ver la tierra que se muere por producir agro-combustible.
Cansados de que un solo dueño, Carlos Ardila Lülle, se apodere de las tierras ancestrales.
Así, las comunidades decidieron liberar sus tierras del monocultivo de caña. Acompañados por su Guardia Indígena, se acercaron a varias haciendas en el territorio de las comunidades nasa de Corinto y Caloto. Armaron sus cambuches y se quedaron a las orillas de los cultivos de caña. Hasta que volvió la fuerza pública en febrero 2015 para destruir los campamentos y reprimir a los nasa.
Pero la liberación de la Madre Tierra es un asunto mayor para las comunidades en pie de lucha.
Sin miedo, los nasas entraron otra vez en los cultivos, pero ahora para tumbar la caña y sembrar comida. La liberación se hace en minga, las comunidades de toda la zona se juntan para avanzar en la recuperación de tierras. Y cuando llega la fuerza pública para destruir y reprimir con sus gases y sus balas, los indígenas resisten con sus piedras. En estos enfrentamientos, los nasa sufrieron más de cien heridos y un muerto, los que se suman a toda la sangre derramada desde que empezó la liberación de la Madre Tierra en 2005.
¿Cuánto más? ¿hasta cuándo? ¿quién sabe? Como lo dicen los propios nasa, la liberación de la Madre Tierra no tiene fecha.