De la marcha del 21 en Chile o de los vasos rebalsados de la democracia

En memoria de Diego y Exequiel,
y todos aquellos perseguidos,
desaparecidos y asesinados por luchar.
En especial al compañero Rodrigo Avilés,
que en estos momentos lucha por sobrevivir
luego de haber sido víctima de la violencia
policial-militar en la última marcha.

 

La marcha del 21 de mayo en Chile se realizó en la ciudad de Valparaíso al mismo tiempo que el mandatario de turno realizó la Cuenta Pública en el Congreso Nacional sobre los diversos avances en materia de políticas públicas que éste ha realizado y de las que también pretende llevar a cabo. Esta ciudad congrega durante dos días a las más diversas agrupaciones, movimientos, colectivos e individualidades de todo el país, los cuales pretenden por medio de la movilización callejera interrumpir dicha teatralidad con enunciados políticos que nacen de la experiencia cotidiana tanto de la organización como de la diversas injusticias y violencias a las que se ven sometidos. Durante dos días las más heterogéneas discursividades, tanto como las más variadas corrientes y subjetividades se implican con el fin de extender colaboraciones, redes y complicidades entre sus luchas locales y territoriales.

Discurso sobre democracia:

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[1] Justificación de senadora designada Ena Von Baer miembro del partido de la ultraderecha chilena Unión Demócrata Independiente al ser interpelada por caso de corrupción o «financiamiento de la política».

Pareciera que todos los años la marcha de Valparaíso tuviera los motivos suficientes para propiciarse –y no es menor– ya que el inmanente derrumbe de la democracia o su consustancial crisis es evidente y ya nadie sería capaz de ponerlo en duda. Sin embargo, que ese sentimiento generalizado se vuelva aparente resulta amenazante sobre todo cuando tanto los medios de comunicación, como la parafernalia estadística de expertos y muchos discursos críticos aún señalan que el contexto de la crisis es responsabilidad de algunos, de malas prácticas, de «errores involuntarios»[1], de desajustes técnicos o de mala planificación gubernamental, desatendiendo que son elementos constitutivos de la movilización general del capitalismo contemporáneo, que son parte de la construcción política institucional a nivel global y, de esta manera, sostienen el miedo ambiente necesario y propicio para las complejizaciones actuales de la producción de la vida, de una eticidad del consumo, de los múltiples regímenes glocales de la democracia corporativa y de las nuevas cartografías del dolor transfronterizo (del asesinato, la persecución y la desaparición).

Presidenta FECH:
Presidente FEP:

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En Chile la cruda materialidad de la democracia dibuja el impasse como mero accidente o falla excepcional dejando impune (o a revisión técnica) la flagrante corrupción –que ha expuesto la terrible alianza e indistinción entre lo público y lo privado a través de intercambios «de favores» entre personeros de gobierno y los holdings empresariales– los cuales han terminado con una espectacularización mediática de juicios sobre una alfombra roja del descaro, no obstante velados y custodiados sus efectos devastadores a nivel territorial y comunitario: la privatización del mar del país a niveles totales a través de la ley de pesca; la concesión del litio a inversionistas privados; la constante privatización del agua y de los recursos energéticos; la deforestación o desertificación de zonas con alto valor cultural y ambiental; la extensión y fortalecimiento del modelo de Administradoras de Fondos para Pensiones (AFP) e Instituciones de Salud Previsional (ISAPRES) y la salvaje subsunción del cuerpo a las economías del riesgo; el desbaratamiento de los sistemas de garantización laboral a través de la extensión de la economía de servicios, la terciarización laboral y la flexibilización contractual; manteniendo bajo custodia militar-policial toda implicación o participación activa de mujeres, hombres y comunidades en la transformación de la realidad que les es contingente, clausurando toda práctica territorial y colectiva de autodeterminación que pueda interrumpir la planificación gubernamental sostenida por la aún vigente constitución de Pinochet.

Vocera ACES:

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El espectáculo judicial permite recodificar el derrumbe y amortiguar todo malestar a través de una operatoria cosmética sobre la colusión, el cohecho y el soborno, haciendo emerger figuras políticas mesiánicas que se abogan neutralidad con respecto a intereses privados, manteniendo incólume la organización social de lo público que, en Chile, no es sino la mejor instancia administrativa del proyecto neoliberal a nivel global.

La atenuación del malestar a través de la teatralidad judicial fraudulenta y la preservación militarizada de la actual relación de fuerzas activan la total indefección y la completa vulnerabilidad de la ciudadanía como operadores dinamizante de la democracia neoliberal. De esta forma, el endeudamiento generalizado por los servicios básicos se articula con la extrema libertad crediticia que ofrece el retail; el aislamiento social por una vida precarizada, administrada constitucionalmente, mantiene a la población atemorizada y pasiva frente al asesinato, la tortura y la desaparición; y la fatiga general del cuerpo supeditada a la socialización mediante la oferta y la demanda, la farmacología y la criminalización, nos ponen de frente con un fenómeno de implosión social que ha abierto nuevos horizontes mercantiles a través de procesos de valorización que no terminan de plusvalorizar la vulnerabilidad y la indefección; por ejemplo, —actualmente en Chile— sobre la infancia y la pobreza que a través de su criminalización extienden una apuesta de la mercadotecnia carcelaria.

Vocera UKAMAU:

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Frente a este contexto de hostilidad y violencia se marcha en Chile, no se marcha con el objetivo de exigir una dócil apertura del congreso a nuestras demandas, se marcha con el objeto de interrumpir y de transformar las actuales condiciones de muerte en las que se construye la democracia, la ceguera y sordera institucional y la extrema persecución a todas las prácticas de autodeterminación; se marcha para impedir que existan más muertos y desaparecidos como José Huenante (joven de 16 años desaparecido luego de haber sido arrestado por un radiopatrulla de carabineros de chile), como Manuel Gutiérrez (joven de 16 años asesinado por la policía en las manifestaciones de 2011), como Rodrigo Cisternas (obrero forestal asesinado por la policía en una manifestación en 2007), como Matías Catrileo y Jaime Mendoza Collío (comuneros mapuche asesinados por la policía en 2008 y 2009 respectivamente), como Johnny Cariqueo Yáñez (joven anarquista muerto por torturas dentro de una comisaría en 2008) y como Diego y Ezequiel (jóvenes manifestantes asesinados en Valparaíso durante una manifestación en contra del modelo corrupto de democracia a manos de un narcotraficante, hijo ilustre de la democracia neoliberal).

En Chile luchamos para frenar la criminalización sobre quienes se organizan y se disponen a actuar desde en medio de su actual sistema, pero contra él; se lucha para exigir el derrumbe de los muros de una democracia que persiste por medio de la condena a la pena capital de la deuda, de la persecución, el arresto y la desaparición; en Chile se lucha porque los vasos rebalsados desborden la valorización mercantil que se hace de la vida y puedan, como diría Didi-Huberman, volvernos sensibles a la condición de indignidad, de indefección y extrema vulnerabilidad con la que se nos condena a vivir ahogados en ellos; se lucha para volvernos sensibles a la potencia desafiante que tenemos de transformación y de organización del modo de vida que compartimos. En Chile se lucha para construir una memoria histórica a través de la acción, que en cada gesto de subversión no olvide a los diversos Rodrigo Avilés que luchan día a día por cambiar las hostiles condiciones de vida en la que estamos. ¡Aguante Rodrigo Avilés, aguante para lxs que luchan!