Texto: Ana María Cuesta
Fotografía y Video: Mauricio Poveda – Puro Visaje
Conmemorando la lucha de las mujeres
El 8 de marzo es un día en el que se reivindica la fuerza, la lucha, la resistencia, la dignidad de las mujeres a nivel mundial; no sobra hacer la aclaración: ha sido una lucha histórica con muchas conquistas pero sigue siendo una constante en los espacios citadinos, rurales, políticos, económicos, académicos y privados, es decir, en toda nuestra cotidianidad.
Como la mayoría de las conmemoraciones, la fecha surge a partir de un acontecimiento atroz e injusto y a medida de que van pasando los años se olvidan los hechos históricos y las reivindicaciones políticas-sociales; entonces, el sistema capitalista aprovecha para hacer de la fecha una «celebración» traducida en una oportunidad de consumo. Los sistemas patriarcales y machistas refuerzan las ideas del romanticismo, las felicitaciones, las rosas, los chocolates y demás, vuelven a imponernos el papel de cuidadoras, procreadoras, delicadas, recatadas, amorosas, heterosexuales, esposas, novias, princesas, reinas, bellas… y detrás de ellos, los discursos sexistas que no dan la posibilidad de salir del libreto que se inventaron con la intención de dominar y justificar las violencias hacia nosotras.
Los otros días del año, las mujeres –especialmente en latinoamérica– han empezado a aparecer descuartizadas en maletas, asesinadas por hombres que suelen ser los que les regalaban las rosas y chocolates, son atacadas y violadas sexualmente, sufren los vejámenes de la guerra de manera particular, mujeres empaladas, golpeadas, con ácido en sus rostros y cuerpos, acosadas en la calle, discriminadas por ser negras, indias y oprimidas (porque esa es la palabra) en los espacios privados y públicos donde se mueven.
Y entonces, es cuando salimos a la calle a gritar que «ni una más» o «ni una menos», que «vivas nos queremos», que «si lastiman a una, lastiman a todas», que el piropo no es un acto de galantería sino un acoso sexual, que no tienen que atentar contra nuestro cuerpo, que podemos vestirnos como queramos, ser como queramos, pensar como queramos, decidir si tener o no hijos, tener la orientación e identidad sexual que queramos, soñar lo que queremos, vivir como queremos porque cada día nos podemos reinventar y en la calle, junto a otras mujeres donde se amplían las voces, se unen las fuerzas y se rompe el miedo, esto no se trata sencillamente de igualdad, equidad o género; es un asunto de dignidad.
*Batucada Feminista La Tremenda Revoltosa
El 7 de marzo en la ciudad de Bogotá se conmemoro el día de la mujer, muchas de nosotras, varias colectivas y la Batucada Feminista La Tremenda Revoltosa salimos a la calle para decir que no queremos más feminicidios, explotación, acoso ni violencia patriarcal.
En la plaza de Lourdes frente a la iglesia católica con el mismo nombre, resonaron los tambores de la Batucada Feminista y hubo varias actividades. Entre todas nos adueñábamos de la noche y de la calle, que se han convertido en amenaza para muchas mujeres. La Tremenda Revoltosa se define como una organización feminista radical, antirracista, anticapitalista, antisexista, antipatriarcal y anticolonial.
La idea de nosotras es pensar el arte, en este caso los tambores, para llevar mensajes a la sociedad contra todos los sistemas de opresión. Hoy estamos reivindicando el 8 de marzo como una fecha en la que se conmemora la lucha de las mujeres trabajadoras, la lucha de las mujeres oprimidas, mujeres negras, indígenas, campesinas; la lucha de las mujeres que creemos en un mundo mejor posible.
La apuesta política de esta colectiva es «posicionar una lucha que imbrica todas las opresiones que nos atraviesan a las mujeres. Es una lucha, además, que creemos que debe ser creativa y ruidosa. Además tenemos una apuesta internacionalista, ya que nos conectamos con propuestas feministas radicales, nos alejamos las formas liberales e institucionales de ver al feminismo, por eso nuestra lucha es en la calle autogestionada, construida colectivamente y en asamblea». Sin duda alguna, las expresiones artísticas logran convocar, transmitir un discurso de manera creativa e igualmente directa, trasgrede los espacios públicos y es una de las bellas formas de resistir.
Durante esa noche, además de la Tremenda Revoltosa, el acto simbólico estuvo acompañado de otras colectivas de mujeres, como La Tulpa, Gafas Violetas e Hijas Bogotá, quienes a través de un acto teatral representaron la voz oculta y anónima de cientos de mujeres. Mujeres como Ana Fabricia Córdoba o Rosa Elvira Celis, fueron dignificadas a partir de sus propias historias en voz de quienes aún nos negamos a olvidar los feminicidios y los actos de la guerra en contra de la mujer.
*Porqué el 7 de marzo y no el 8…
cosas que pasan en Colombia
Aunque el día conmemorativo a nivel mundial es el 8 de marzo, en Bogotá varias colectivas decidieron hacerlo el día anterior, la razón: «La marcha por la vida». Una multitudinaria marcha convocada por un ex-alcalde de la ciudad que invitó a todos los sectores sociales a marchar por lo más elemental «La vida». La marcha parece adquirir todo el sentido, ya que en el país se habla de paz y obviamente al ex-alcalde lo acompañó el mismo presidente en la caminata.
La vida y la paz se vistieron de blanco el domingo 8 de marzo y distrajo o mejor «embolato» la conmemoración a las mujeres trabajadoras y luchadoras. La marcha «por la vida» incluía la vida de las mujeres pero también la de los hombres y claramente —por lo menos en este país—, la vida de las mujeres es vulnerable en todos los espacios, lo cuál exige una reivindicación puntual contra las violencias hacia nosotras que atentan directamente contra nuestras vidas y cuerpos.
Aún así, salimos juntas a la calle.