A cada alianza una nueva traición: reacomodos en Tierra Caliente

A poco más de un mes de la trágica muerte de Érika Cassandra Bravo Caro –la enfermera cuyo cadáver fue encontrado desollado en Uruapan– en la sección «Recomendadas» de la página MiMorelia.com, la nota precedente a la auto-entrega de Hipólito Mora a la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), trata del hallazgo, en el municipio de Tarímbaro, de una menor de 10 años, reportada como desaparecida el jueves 25 de diciembre y que, «de acuerdo con los primeros reportes, murió por asfixia y presentaba huellas de haber sufrido abuso sexual». Mientras los focos de la política y de la opinión pública estaban prendidos por los bloqueos carreteros de Simón, El Americano y el traslado en helicóptero de Mora y «sus muchachos», los regalos de Navidad de los michoacanos fueron violencia y muerte.

Casi un año ha pasado del último levantamiento en Tierra Caliente en contra del crimen organizado y según datos del Informe de víctimas de homicidio, secuestro y extorsión 2014 emitido por la Secretaría de Gobernación (SEGOB), Michoacán ocupa ahora el segundo lugar de incidencia de homicidios con 2,634; de los cuales 1,052 son dolosos y 1,582 son culposos y es uno de los diez estados con los mayores registros de secuestro (121) y extorsión (275). La impresión es que, en este primer año de su implementación, el Plan Michoacán, lanzado por Peña Nieto el 4 de febrero de 2014, ha fracasado rotundamente.

Fotografía: Alan Ortega

El golem de las Fuerzas Rurales, columna de la nueva estructura de seguridad encargada de la «recuperación de control territorial por parte del Estado», tomó vida propia y constituye ahora una amenaza –fuertemente armada– para su propio creador. Las autodefensas que no alcanzaron, o no quisieron, registrarse como tal, siguen armadas y listas para levantarse nuevamente.

En el municipio de Aquila, en la costa de Michoacán, se mantienen los policías comunitarios del territorio nahua, principalmente encabezados por la comunidad de Santa María Ostula. Además, en la entidad, siguen presentes el ejército, la marina, la policía federal, estatal y la municipal. Michoacán se confirma como un estado (para)militarizado en donde un florido negocio de armas está a la alza. El gobernador interino, Salvador Jara, sin embargo, no está satisfecho y solicita más apoyo por parte de las «fuerzas del orden».

De los líderes de las autodefensas que estuvieron involucrados en los acuerdos gubernamentales para la legalización del movimiento, el doctor José Manuel Mireles, originario de Tepalcatepec, está encarcelado desde finales de junio; Enrique Hernández Salcedo, de Yurécuaro, fue detenido y torturado con la acusación de haber participado en el asesinato del presidente municipal de Tanhuato y por fin liberado luego de tres meses de detención; Felipe Díaz, de Coalcomán, fue emboscado el 17 de octubre de 2014 y murió al día siguiente; Semeí Verdía, comandante de la policía comunitaria de Ostula, fue víctima, el pasado 16 de diciembre, de un atentado que falló por pura casualidad; Hipólito Mora y Luis Antonio Torres Morales (SimónEl Americano), se enfrentaron a la entrada de la tenencia de La Ruana, en el municipio de Buenavista Tomatlán, causando la muerte de 11 personas; Estanislao Beltrán, de ser el vocero del movimiento se volvió el gran ausente. Otro personaje público, todavía activo, es el padre Goyo, Gregorio López, el «cura con chaleco», que más que cuidar almas sigue levantando polémicas.

Comuneros de Ostula y Semeí Verdía (amarillo) pocos días antes del atentado contra su persona. La marina ha sido uno de los cuerpos de seguridad que más han hostigado a al población y encubierto al crimen organizado. Fotografía: Cristian Leyva

Así, Michoacán se confirma también como un berenjenal de intereses, alianzas y guerras personales donde el gobierno no sólo no ha podido garantizar la vida de sus propios interlocutores, sino que ha sido, en algunas ocasiones, el directo responsable de su infausto destino. Sin embargo, el comisionado Alfredo Castillo, siempre insatisfecho, sigue con la misma estrategia de estipular acuerdos con personajes que la sociedad michoacana denuncia como miembros del crimen organizado y cuyas consecuencias son evidentes para todos: el primer resultado del nuevo pacto, efectuado el 15 diciembre entre el gobierno y los ahora ex-integrantes del grupo G250 ha sido una balacera.

Fotografía: Alan Ortega

A pesar de los numerosos testimonios que se encuentran en Internet, la mayoría por parte de usuarios particulares, los acontecimientos ocurridos en la tenencia de Felipe Carrillo Puerto –más conocida como La Ruana– todavía no se han podido aclarar. Su relación con la disolución del grupo G250 ha sido minimizada a través de la fachada del pleito personal entre los grupos de Hipólito Mora y El Americano. La rivalidad entre los dos remonta a los orígenes del movimiento, cuando el fundador de las autodefensas se apoderó de bienes pertenecientes a narcotraficantes que luego resultaron ser parte de las fuerzas combatientes del Americano. No obstante los deslindes, en realidad fue el mismo Mora –en una entrevista realizada el 17 de enero de 2014 por Adela Micha– quien habla del despojo de estas propiedades, que le costaron –afirma– 35 denuncias penales y el involucramiento en el asesinato de Rafael Sánchez Moreno, alias El Pollo, y José Luis Torres Castañeda, alias El Tico.

Este homicidio fue la primera ocasión en que la dicotomía Torres/agresor contra Mora/agredido –con la consecuente detención del inocente e impunidad del culpable– fue presentada a la opinión pública. Desde entonces la caída de la popularidad de Torres ha sido imparable, aunque el único en no tomar en cuenta esto fue el comisionado Castillo, quien hasta el día precedente al enfrentamiento del 16 de diciembre siguió considerándolo un interlocutor. Fue sólo después del tiroteo, de hecho, que Castillo se animó a pedir a Torres que se presentara ante las autoridades y entregara las armas, aplicándole un trato igualitario a los demás actores en la escena. El resultado de esta interlocución, tanto para Mora como para Torres, ha sido, la detención de ambos y la declaratoria de los autos de formal prisión correspondientes, mismos que se han aplicado para «los muchachos» de ambos bandos.

Por segunda vez, en el momento del reacomodo, originado en este caso por la desaparición del grupo G250, el binomio Torres/malo y… Mora/malo vuelve a animar la opinión pública convirtiendo este caso en algo más relevante que la presencia de los hermanos Sierra Santana, alias Los Viagras, al interior del cuerpo especial semi-desconocido, cuya fecha de creación no es pública pero cuya operatividad debe haber comenzado después del 10 de mayo de 2014, fecha de creación oficial de la Fuerza Rural.

Cabe destacar que Hipólito Mora estuvo ausente, debido a su detención, durante los meses de marzo y abril del año pasado, reapareciendo en mayo, justo a tiempo para registrarse como Rural, cuando el ajedrez de las alianzas ya se había configurado. Su ausencia en esta segunda fase del Plan Michoacán –que inicia con la desaparición de los G250 y su posible reintegración a las corporaciones municipales de origen, es decir con un enésimo ajuste de fuerzas e intereses– sería una coincidencia muy curiosa. Sobre todo en el escenario actual, donde también la fricción entre Simón, el Americano y Los Viagras ha alcanzado el nivel de confrontación directa, luego de la detención, a finales de septiembre, de Gilberto Gómez alias El Chanda, seguidor de Simón y al parecer entregado al ejército por Los Viagras.

En este sentido, la solidaridad expresada a Mora por Nicolás Sierra Santana, el «hermano Viagra», quien iba al frente de los manifestantes en la toma de la alcaldía de Apatzingán el pasado 17 de diciembre, es un dato interesante. Mora, de hecho, siempre se dijo contrario a la presencia, dentro de las autodefensas, de elementos que, aunque no tuvieran órdenes de aprehensión, fueran conocidos entre las personas por sus vínculos con el crimen organizado; Los Viagras pertenecen a esta categoría.

Sin embargo, con respecto al enfrentamiento entre su «ex-compañero» El Americano y su «enemigo» Hipólito, los Sierra respaldan al segundo. Preguntarse si este respaldo fue de puras palabras o si el día de la balacera en La Ruana se tradujo en «algo más contundente», suena en este momento como una herejía. El vocero oficial de las autodefensas legítimas, Jorge Vásquez denuncia el acuerdo entre El Americano y Castillo para quitar la figura incómoda de Mora pero, ahora como nunca, es muy fuerte la impresión de que en Tierra Caliente «nadie sabe para quién trabaja». O que si lo sabe, se está jugando una partida peligrosa donde cada alianza esconde una traición y cada traición una o más muertes.