Tlanixco se organiza para regresar a casa a sus guardianes

¿Conoces a las y los presos políticos de San Pedro Tlanixco? Son Dominga González Martínez, Lorenzo Sánchez Berriozábal, Marco Antonio Pérez González, Pedro Sánchez Berriozábal, Rómulo Arias Míreles y Teófilo Pérez González.

¿Conoces a los políticamente perseguidos de este pueblo? Se llaman Alejandro Alvarez Zetina y Rey Pérez Martínez.

Por defender el agua de su pueblo, han sido castigados por grupos empresariales ligados directamente con el ex gobernador Arturo Montiel y el poderoso grupo Atlacomulco, cuyo vástago ahora ocupa los Pinos donde vive una vida llena de obscenas riquezas (a nombre de su esposa)— y no le tiembla la mano para reprimir.

Este grupo, siempre sediento de recursos, no tolera en «su» estado a los pueblos dignos que defienden sus tierras y recursos. Lo mostraron en Atenco y también en Tlanixco, el cual fue tachado como «pueblo terrorista» y poco después, con la muerte accidental del representante de un grupo de empresarios en su territorio, se dio pie a las acusaciones en contra de la y los compañeros ahora presos y perseguidos. A partir de entonces, Tlanixco ha vivido un verdadero reino de terror, particularmente los años comprendidos entre 2003 y 2006.

Hay quienes pensamos que si un gobierno terrorista tacha a un pueblo de “terrorista”, vale la pena saber más de la lucha de este pueblo, así que varias personas solidarias asistimos al Foro Nacional por la Libertad de l@s Defensor@s del Territorio y Guardianes de los Pueblos, celebrado el 15-16 de noviembre en San Pedro Tlanixco.

En esta comunidad situada en medio de barrancas, bosques, cerros, valles y milpas, el frío de la noche no se sentía tanto gracias a la calidez de la gente, la abundancia de comida riquísima y el café caliente. Conocimos a un pueblo que ha recibido duros golpes, un pueblo que se  reorganiza, que recupera su fuerza y lucha por sus presos, con la solidaridad de Congreso Nacional Indígena (CNI) y otros grupos e individuos.

En el Foro nos reunimos compañeros y compañeras de varias partes del México y se compartieron experiencias sobre los encarcelamientos injustos y el despojo de sus recursos. Al terminar, se conformó el “Movimiento por la Libertad de l@s Defensor@s del Agua y la Vida de San Pedro Tlanixco”. Se enfatizó que el Movimiento de Tlanixco es para la liberación de sus seres queridos y la cancelación de órdenes de aprehensión para los dos perseguidos, pero también por la libertad de las y los presos en todas partes del país.

Entrevista

En el transcurso del Foro, tuve la oportunidad entrevistar al compañero Rosario Peralta Sánchez:

Compañero Rosario, ¿Nos podría decir cómo ustedes definen su pueblo?

–Nosotros somos una comunidad indígena nahua del Estado de México. Nuestro poblado es San Pedro Tlanixco que pertenece al municipio de Tenango del Valle. Estamos ubicados en las faldas del Nevado de Toluca y estamos en la cordillera. Nuestra comunidad es de origen comunal incorporada en 1934 al régimen ejidal. Bueno, nuestro polígono ejidal consta de 2, 961 hectáreas.

Aquí en Tlanixco nacen varios arroyos, varios manantiales. Desde que yo tengo uso de la razón, estos manantiales la gente los cuida, los protege, están pendientes de ellos porque es ahí que nos abastecemos de agua doméstica.

–¿Cómo era la vida aquí antes del conflicto actual?

–Antes de este conflicto, nosotros vivíamos bien. Vivíamos felices, vivíamos contentos. Éramos una comunidad muy organizada, una comunidad que vivía con mucha tranquilidad, se apoyaba. La situación social era en cuanto a usos y costumbres. Antes, la gente se dedicaba meramente a cuidar los bosques, los ríos, la tierra. Mucha gente se dedicaba a la siembra.

–¿Cómo se dio el conflicto que Tlanixco ha vivido?

–Nuestro problema empieza con la llegada de las empresas florícolas a nuestro pueblo vecino Villa Guerrero, que nos quitan agua y ocasionan el fallecimiento de uno de sus representantes.

En los años 80 cuando llegan las grandes empresas a Villa Guerrero, observan que dentro del polígono ejidal de San Pedro Tlanixco, nacen arroyos, nace agua, y ellos la necesitan para producir sus flores. Entonces vieron a San Pedro Tlanixco con buenos ojos para llevarse el agua.

-Nosotros en 1989, carecíamos ya de agua porque la población iba creciendo. Entonces decidimos ir a traer más agua para el uso doméstico. Y nos llevamos la sorpresa de que cuando nosotros estábamos captándola con algunas mangueras, con nuestra infraestructura, la gente de Villa Guerrera se inconformó ––no toda la gente de Villa de Guerrero, sino algunos cuantos que eran manipulados por las empresas grandes. Dijeron que no podíamos hacer uso de esa agua porque ellos tenían concesiones, que ellos tenían documentos.

–¿Qué hicieron ustedes al respecto?

–Nosotros logramos que esta situación se tratara de forma pacífica, dialogando, platicando. Algunos compañeros de aquí que trabajaban en el ayuntamiento nos ayudaron abrir una mesa de diálogo. Lo logramos. Se hizo la mesa.

En esa mesa de diálogo estuvo la Comisión Nacional del Agua, estuvo la Subsecretaría de Gobierno, estuvieron los representantes de los floricultores de Villa Guerrero, estuvo el Ayuntamiento de Tenango y estuvimos nosotros. Bueno, los representante de nosotros, porque yo no estuve en aquel entonces. Estuvieron el Presidente del Comité del Agua Potable, los delegados, el Comisariado Ejidal, y algunos otros grupos que nos conformamos como el Comité por la Defensa del Agua.

Pero mañosamente con estrategias por parte del gobierno, nos hicieron firmar un acuerdo. En ese acuerdo se decía que nosotros no teníamos ningún derecho de hacer uso del agua de aquí, que nosotros seríamos sancionados por cualquier uso de las aguas del río. Se firmó. Se comprometió. Pero para que nosotros no quedáramos sin agua, nos iban a hacer un pozo para extraer agua de aquí. Y se hizo el pozo, pero no permitieron que tomáramos las aguas de nuestros manantiales.

–¿Cómo reaccionó la gente a esa ‘solución’?

–En un primer momento la gente dijo que “bueno, yo con que tenga agua, no me interesa tanto lo demás”. No hubo tanto conflicto. Pero a medida que iba pasando el tiempo, la gente iba pensando que no era justo.

Pasaron cuatro o cinco años y luego notificaron a nuestros delegados de que la asociación de floricultores que encabezó Alejandro Isaac Basso había metido una solicitud a la Comisión Nacional del Agua para la concesión de los manantiales. Cuando nos informaron de la solicitud, nos dimos cuenta que en el acuerdo anterior nos habían engañado. Primero nos dijeron que ellos ya tenían las concesiones y luego metieron la solicitud.

–¿Hubo políticos que se beneficiaron de ese engaño?

–Las empresas estaban coludidas con el gobierno—con la CNA, con la Subsecretaría del gobierno, con el mismo Ayuntamiento de Tenango. Ese señor Alejandro Isaac Basso tenía mucha relación con el gobierno. Estaba muy coludido con el gobernador Arturo Montiel Rojas. No lo hemos investigado a fondo pero la gente de Villa Guerrero nos comentó que Montiel tenía un rancho ahí en su pueblo. Entonces el agua que nace en San Pedro Tlanixco llega al rancho de él.

Entonces la gente de aquí en Tlanixco empezó a inconformarse. Al saber del engaño, muchos se enojaron y dijeron que hay que luchar por nuestras tierras, nuestros bosques, pero principalmente por nuestra agua. Esto fue en 1994.

–¿Cuál fue el siguiente paso?

–Nuestros representantes fueron a la Comisión Nacional de Agua para decir que era una injusticia lo que estaban haciendo a Tlanixco. Entonces la Comisión nos da una concesión de cuatro manantiales de agua. Nos concesionan cuatro –– el Salitre, el Vellotal, el Tronconal y Puente de Trozo. Pero son muy pequeños. El principal cauce del río lo controlan ellos. Es el que llega a las empresas florícolas. El río se llama Arroyo Grande. Pero en las concesiones de los de Villa Guerrero, cambiaron el nombre del río. Le pusieron Río Texcaltenco.

Con la concesión de los cuatro manantiales nos querían calmar. Pero ¿cual era la sorpresa?, un poco después en 1996 nos dijeron que las concesiones de los cuatro manantiales estaban nulificadas, que se habían equivocado, que las concesiones pertenecían a Villa Guerrero.

Al saber de este nuevo truco el pueblo se vuelve a enojar mucho porque ya fueron demasiado lejos. Empezamos a organizar para luchar por nuestros recursos. Logramos reunir un buen de gente y nos sentimos con fuerza para hacer el primer movimiento.

–¿Y qué es lo que hicieron en la lucha por sus recursos?

Hicimos el primero bloqueo de la Autopista Tenango a Ixtapan de la Sal en el 2000. Duró tres días. Cientos de personas participaron.

Con esto se logró entablar otra mesa de diálogo. En esta mesa, estuvieron los mismos representantes de las empresas y del gobierno de la mesa anterior, y también nuestros representantes, bien identificados, quienes ahora son presos o perseguidos políticos. Los del gobierno nos dijeron que no éramos derecheros del agua, que no teníamos documentos. Dijimos que no era necesario cancelar nuestras concesiones. Nos dijeron que para que no se cancelaran las concesiones tendríamos que conseguir buenos abogados para hacer un trámite jurídico.

Leyendo unos periódicos nos enteramos de que un pueblo de aquí cerca también estaba luchando por sus recursos. Era San Pedro Atlapulco. Nos contactamos con algunos compañeros que andaban en el movimiento. Eran parte del CNI, y dijeron que sería importante hacer denuncias por lo que se hacía en Tlanixco. Nos pusieron en contacto con algunos abogados. Con esto, se dio el espacio para que pudiéramos luchar de forma jurídica. Se mete un amparo por la defensa de todos los manantiales de Tlanixco, no sólo los cuatro, sino todos, y se le da trámite.

–¿Entonces les iba mejor?

Es lo que esperábamos pero a partir de esto, empieza el hostigamiento por parte del gobierno. Meten una demanda los empresarios de Villa Guerrero en la Procuraduría General de la República (PGR) y en el 2002, la PGR nos demanda. Nos acusa de terroristas. Dicen que somos un pueblo terrorista.

–¿Pero sólo por bloquear la autopista y participar en la mesa de diálogo? ¿Cómo es posible?

– Parece increíble pero esta es la acusación. Se documenta en este expediente [PGR/TOL/V/017/2002]. Principalmente estaban demandados nuestros representantes en la mesa. Personas del comité de agua potable y el presidente del ejido, Rey Pérez Martínez.

Se le informa a la comunidad y desde ahí entendimos que empezó la represión psicológica. Desde entonces nadie quería asumir esas cargas porque se podría meter en problemas, aunque después de este golpe recibimos un apoyo muy significativo del CNI el 25 y 26 de enero del 2003 cuando se hizo aquí en Tlanixco la reunión del CNI Región Centro-Pacífico.

También en el 2003 vino un amparo. Dijeron los abogados que nadie pudo meterse en las tierras de los demás hasta que los jueces dijeran quien tenía la razón –las empresas floricultoras o el pueblo de San Pedro Tlanixco.

–¿Cómo ocurrió la muerte del representante empresarial?

–El 1 de abril del 2003 esos señores metieron once personas en nuestro territorio. Eran los representantes de las empresas de los floricultores de Villa Guerrero y los encabezaron Alejandro Isaac Basso. Él iba en frente de ellos alegando que el agua era espumosa, que nosotros estábamos ensuciando “su” agua. Estaban ahí por la barranca. Es un lugar muy accidentado, con profundidades grandes.

Los ve el pueblo. Suenan las campanas y salen como 300 personas a platicar con ellos. La idea era llegar a un acuerdo de que parte del agua nos correspondía a nosotros. Pero ellos tenían una posición muy necia. Dijeron que el agua era toda para ellos. También la gente quería que firmaran un documento para que ellos no volvieran a meterse en Tlanixco. Alejandro Isaac Basso insultó a la gente una y otra vez, pero la gente de aquí no quería caer en una provocación para no desviarse de su objetivo. Sin embargo, en esta escena, por lo que platica la gente, Alejandro Basso se molesta, resbala, cae y muere ahí en la barranca. Fue un accidente pero a nuestros representantes, los acusaron de linchamiento, de homicidio.

–¿Hubo una investigación de los hechos?

–Ninguna investigación. El siguiente día, el 2 de abril, vino la represión—50 judiciales se meten en las casas del comisariado ejidal, de los del comité de agua sin órdenes de aprehensión en busca de “los responsables” de la muerte del empresario Alejandro Issac Basso. A partir de ahí empieza el terror. Policías con armas largas en las escuelas, las casas, las calles interrogando a la gente, amenazando a la gente, golpeando a la gente. Los judiciales vinieron muchas veces. Hacían cateos a veces en el día y en la noche.

El 22 de julio de 2003 vinieron 1500 policías y judiciales en alrededor de 400 carros. Golpearon a la gente. Insultaron a la gente. Llegaron a la 1 de la mañana. Todo el pueblo estaba lleno de judiciales. No podíamos salir. Sacaron a la gente desnuda o semi-desnunda. Cerraron la iglesia. Le pusieron candado para que nadie pudiera tocar las campanas, una forma de comunicarnos. Esta vez tenían órdenes de aprehensión. Les exigieron a todos que les indicaran donde estaban las casas de los que tenían órdenes. Fue una cosa bárbara por parte del Estado, una cosa muy fea. Otras veces venían 20 o 30 agentes. Tal vez vinieron más de 50 veces para hacer cateos entre 2003 y 2006.

–¿Tardaron mucho en detener a los compañeros?

–Cuatro o cinco meses después de la muerte de Basso, agarraron a los primeros compañeros—Pedro y Teófilo.   Teófilo era taxista y lo agarraron en Tenango del Valle. Pedro iba a salir a trabajar cuando lo detuvieron. Los demás los agarraron uno por uno. Algunos estaban trabajando en México.

En fin, agarraron a seis compañeros. Tres de ellos han sido sentenciados a más de cincuenta años en prisión ––Pedro Sánchez Berriozábal (52), Teófilo Pérez Gonzales (50) y Rómulo Áreas Mireles (54)–– por el delito de homicidio. Asimismo Lorenzo Sánchez Berriozábal, hermano de Pedro; Marco Antonio Pérez González, hermano de Teófilo, y la señora Dominga González Martínez, se encuentran procesados en el mismo penal.

A Dominga la agarraron simplemente por haber firmado el amparo. Lorenzo era el vocero, habló con la prensa, salió en unos periódicos. Todos los demás estaban en los comités en las reuniones, en el bloqueo de la carretera. Los identificaron bien.

Ahora todos están en Almoloya—en Santiaguito. Ya llevan 11, 8, 7 años en la cárcel, una eternidad para sus familias y para todos nosotros. Algunos de sus parientes han muerto por la pura angustia.

Todavía hay dos compañeros que no agarran, Santos Alejandro Álvarez Zetina y Rey Pérez Martínez. No dudamos que vuelvan los policías. Supimos y nos sorprendió mucho que los nombres de estos compañeros aparecieran en algunas instituciones de los policías y de la PGR como los delincuentes más buscados del estado. Ahí aparecen sus nombres. Rey y Santos Alejandro.

–¿Cuál ha sido el efecto de la represión sobre la comunidad y su lucha?

–9 años estuvimos aguantando. 9 años ya después de que cayeran los compañeros. 9 años vivimos con ese terror. Antes éramos un pueblo organizado pero después de todos estos acontecimientos, nuestro pueblo está fracturado, está roto, está dividido. Llevamos 9 años y no hemos podido organizarnos por esa psicosis, por el miedo que nos metieron. Le decimos a la gente apóyanos, ayúdanos, pero la gente por la simple razón de ver estas reuniones, le da miedo porque piensan que los compañeros están presos por andar en estos movimientos. Entonces no quieren saber nada. Luego las autoridades tienen sus grupos de choque para llevar una campaña de desprestigio. Esto viene del gobierno para que no podamos organizar. A final de cuentas el movimiento perdió su objetivo.

Ahora hemos decidido regresar con los compañeros. Platicamos con algunos de ellos y nos levantaron el ánimo. Todavía peleamos por los recursos pero ahora más por la libertad de los compañeros. Son inocentes. Queremos que estén aquí con nosotros.

No somos todos. La compañera Dominga ve las cosas como nosotros. Quiere luchar por nuestro pueblo, por nuestros recursos. Pero su familia no. Nadie de su familia la apoya. Es una gran mujer, una gran compañera, pero está sola. No sabe leer. No sabe escribir. Está sola.

Con Los compañeros del CNI vamos conociendo a otras personas, otras luchas, encontramos a esa gente que es de nuestra gente, compartiendo la tristeza y el dolor, nos dan ideas, nos dan consejos. Hemos conocido a gente que nos apoya, que se solidariza con nosotros. Los compañeros de Xochicuautla nos han apoyado muchísimo. Aquí están con nosotros los de Atenco, Alberto Patishtán, Érica –la hija de Álvaro Sebastián Ramírez. Gente que han ganado algunas luchas, gente que sigue luchando. Nos da la esperanza de que nuestros compañeros puedan salir, pero sabemos que hay que difundir los casos. Por eso, el foro. Fuimos con los zapatistas. Iremos al Festival de las Resistencias y la Rebeldía. La idea es seguir en la lucha. No nos detendremos hasta tener a nuestros seres amados aquí con nosotros.