¿Bolivia nuclear? Los sueños del «desarrollo»

Texto: Chaski Clandestinx, SubVersiones Bolivia.
Fotografía de portada: Jeremy Lelievre (CC BY).

El rojo es plutonio 239. Un cien millonésimo de un gramo causa cáncer. El amarillo es estroncio 90. Se introduce en el cuerpo y causa leucemia. El púrpura es cesio 137. Afecta a la reproducción y causa mutaciones. Produce monstruosidades. La estupidez del hombre es increíble. La radioactividad es invisible. Pero debido al peligro la colorearon. Pero eso sólo hace que sepas qué es lo que te mata. Es la tarjeta de visita de la muerte.

—Akira Kurosawa, Yume

Los colores de la muerte radioactiva descritos en «Yume» –película de Akira Kurosawa– revelan, a través de imágenes oníricas, la pesadilla nuclear vivida en Japón en 1945, durante los bombardeos nucleares en Hiroshima y Nagasaki. Es entonces cuando el sueño de la «modernidad» y su ciencia al servicio del capital mostraron el rostro real de su esencia destructiva, como negocio y poder militar, político y económico, desde casi principios del siglo XX. La energía nuclear tiene ahí sus fundamentales raíces y derivaciones, que también le permitió que, luego de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se colocase a sí mismo como el «eje industrial y científico» que ayudaría al «desarrollo de las naciones necesitadas»[1], auto-nombrándose como «guardianes de esta nueva fuerza», la atómica.

Paradójicamente este discurso del «desarrollo», en sus versiones «subdesarrollistas» o no –actualmente a contra pelo del discurso plurinacionalista y de protección a la Madre Tierra– es asumido y profundizado por el gobierno boliviano del MAS, en una especie de reedición del viejo nacionalismo post-revolución de 1952 que había terminado impulsando el «desarrollo» que propagaba la cooperación norteamericana. Se apela, para esto, a las venas más conservadoras y colonialistas en la sociedad boliviana. El «desarrollo», como forma del discurso de avance del capitalismo, entra de nuevo como la palanqueta que mueve la postura pro-nuclear en el país.

Secretos

En Bolivia, las negociaciones que ha llevado a cabo el gobierno con los representantes rusos, en miras de implementar un proyecto nuclear, se realizan de manera cerrada. Además de algunas entrevistas en medios, declaraciones en la prensa, o algunos eventos anunciados por el Instituto Boliviano de Tecnología Nuclear (IBTEN)[2], que explican los beneficios de la energía nuclear, no existe la suficiente información al público en general. Contra sus propias declaraciones de abril del 2011, este año el mismo presidente Morales admitió:

[El presidente Morales] indicó que se empezó a trabajar con Argentina en el desarrollo de la energía atómica con fines pacíficos; reveló que cuando empezó a perfilar este proyecto hubo temor entre sus asesores por el hecho de informar a la población ante la reacción que generaría. «Las primeras reuniones fueron de manera secreta, reservada, a puerta cerrada, recordó.

…hermanas y Hermanos, esta energía nuclear con fines pacíficos va a estar (centrada) en el departamento de La Paz, aseguró que le faltó tiempo para  hacer el anuncio

No han existido espacios reales de debate sobre energía nuclear en el país, ni consulta a la sociedad.

Aunque el presidente había hecho ya anuncios en años pasados, es en este 2014 cuando se ha confirmado el ofrecimiento del gobierno ruso a Bolivia sobre su «cooperación y asesoramiento» en un proyecto de energía nuclear con «fines pacíficos», con un reactor que se construiría en el departamento de La Paz, mediante una inversión del gobierno boliviano de 2 mil millones de dólares.

La cuestión de construcción de plantas nucleares en Bolivia, con «fines pacíficos», se inscribe en las discusiones actuales sobre matriz energética, el modelo extractivo primario exportador, y la propuesta central de campaña y gobierno del Movimiento Al Socialismo, de convertir al país en el centro energético de Sud América, asumida como principal política del Estado boliviano, planificada hasta el 2025.

Más allá de la memoria legítima de desconfianza y rechazo, en casi todo el siglo XX, ante la creación de la industria nuclear y la carrera armamentística en Europa, Estados Unidos o la Ex Unión Soviética; se trata de la conversión de una fuerza latente y letal de la naturaleza en un negocio mercantil. 

 

[1]Ver El extraño secretismo de la política nuclear.

[2]Para tener un mapa básico sobre los países que tienen y desarrollan energía nuclear, sus posturas diversas, y los intereses que se mueven, ver «La energía atómica en el mapa mundial».

Aunque los personeros del gobierno boliviano afirman arriesgada e irresponsablemente que se le da demasiada importancia a accidentes como Chernobyl o Fukushima, y que no se repararía en las ventajas de la energía atómica, estamos en realidad ante toda una red de intereses mundiales y transnacionales inmiscuidos en el negocio nuclear, como sucede, por ejemplo, con Iberdrola. Empresas como la corporación estatal rusa ROSATOM, desarrollan investigaciones nucleares en cuestiones de medicina, y también la industria militar, donde se lucra con la guerra.

Aquí podemos citar el discutido y polémico caso de las  municiones con blindaje hecho con el uranio empobrecido, que queda del combustible nuclear, las cuales contaminaron los lugares donde habría sido utilizado por tropas multinacionales (los campos de batalla de la Primera Guerra del Golfo) y en Kosovo luego del ataque de la OTAN en 1999.

 

ROSATOM: el poderío nuclear ruso

La escasa información que sale básicamente por la prensa nacional, confirma que hasta ahora, el gobierno boliviano negocia con ROSATOM,  el pronto inicio de implementación del proyecto de energía nuclear en el país.

Entre las empresas nucleares de países como China, Francia o Corea del Norte, se halla Rosatom,  la mega corporación del estado ruso, que reúne a cerca de 350 empresas nucleares. Desde por lo menos 70 años atrás, desarrolla programas nucleares de diversos tipos, desde los «pacíficos», hasta los de carácter armamentístico como los de sus plantas en Sarov, Mayak, etc. Cuenta con toda un área de investigación y complejos de ingeniería nuclear. En estos últimos años, ha expandido su presencia a países de África, Asia y América Latina, incluyendo un importante y reciente acuerdo con Iránplan

Brasil, -donde ROSATOM tenía planeado abrir una oficina-, y Argentina, han confirmado este 2014, los acercamientos de sus respectivos gobiernos, a la empresa rusa. Las plantas que ya tienen ambos países, producen un porcentaje no significativo de energía, en relación a la producción de energía total por país.

En el esfuerzo de dotarnos de información sobre el tema nuclear, conversamos con Heitor Scalambrini, físico y docente de la Universidad de Pernambuco, y parte del movimiento anti nuclear en Brasil. En el caso de este vecino país, además de las ya existentes, se prevé la construcción de otras 4 plantas nucleares:

Scalambrini: En el caso brasilero, tenemos muchas otras fuentes de energía, y la energía nuclear ha creado mucho más que polémica contra la vida, por causa de esto, nosotros estamos en contra. En 1975, en plena época del dictadura militar, hubo un acuerdo Brasil – Alemania, que preveía la instalación de 8 plantas nucleares en Brasil, cada una en torno de mil MW. Más allá de eso la transferencia de energía, porque en el caso de energía nuclear tenemos que producir combustible nuclear, (…) entonces todo el ciclo del combustible nuclear también sería transferido. Después, de estas ocho plantas, solamente una fue construida, entonces hoy en Brasil nosotros tenemos una planta que viene de este acuerdo y otra planta que fue comprada de la empresa Westinghouse, antes de ese mismo acuerdo nuclear sucedido en 1975, entonces tenemos dos plantas nucleares y tenemos una tercera planta en construcción que también hace parte de este acuerdo nuclear, entonces tenemos tres plantas nucleares, más allá de eso tenemos un planeamiento energético que prevé hasta el 2030 la construcción de unas 4 plantas nucleares, dos en el sudeste del país, y más dos en el noreste del país.

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De forma similar, el 17 de octubre de 2014, el último acercamiento del gobierno boliviano, hecho público por la prensa, se ha hecho con representantes de ROSATOM y del gobierno ruso, en «comisión de alto nivel». Allí retomaron los avances del proyecto de construcción de la planta nuclear en La Paz.

El problema sobre la falta de información y consulta a la población sobre este tipo de producción de energía no sólo acontece en Bolivia, sino en Brasil.

Scalambrini: Con ese planeamiento de 4 plantas nucleares más, nos dejó muy preocupados, porque no fue una propuesta discutida con la sociedad brasileña, fue una decisión anti democrática, fue una decisión sin ninguna transparencia…

En el esquema mundial de poderío nuclear de la geopolítica rusa y la competencia entre empresas nucleares, ROSATOM, también tiene un «brazo minero» que controla minas de Uranio, encargándose del enriquecimiento del mismo. Aunque en 2011 el precio del uranio había caído por los acontecimientos de Fukushima, desde el 2013, ROSATOM se expandió y anunció su participación en las experiencias de extracción de uranio en Tanzania.

Scalambrini: Rusia hoy en el ámbito de la construcción de nuevas plantas, tiene una empresa estatal que está siendo muy agresiva en el mercado internacional de venta de reactores, esta empresa estatal hace toda la instalación de la planta, cuenta también con el financiamiento y la propia operación de las plantas, el que llamamos plantas con llaves en mano, algo que el beneficio para el país que compra de esas plantas es muy poco, desde el punto de vista de las tecnologías, desde el punto de vista de las minorías de generación de empleos, son puntos de vista de las minorías de esos gobiernos que intentan justificar la instalación de esas plantas con esos argumentos, entonces Rusia ofrece también en Brasil seminarios, llevan expertos brasileños para visitar a Rusia, es una relación meramente comercial de venta de un producto que sería una planta nuclear, es solamente un negocio, un interés, mucha ganancia, porque esa planta, por ejemplo una planta de Mil MW cuesta 10 billones de dólares, una planta de mil MW, es mucho dinero, es mucho dinero por una planta, imagine. Estamos en el caso de Brasil y estos movimientos que tienen una articulación antinuclear está éste otro movimiento más restringido a Rio de Janeiro, en coalición contra las plantas nucleares, hemos trabajado juntos, y tendremos mucha satisfacción de trabajar con Bolivia, con otros países, alertando y mostrando los argumentos que tenemos, porque nosotros no queremos plantas nucleares, ni en Brasil, ni en América Latina, ni en el mundo.

El «centro energético»: un proyecto inconsulto 

El programa de gobierno del MAS 2015-2020,  afirma que  Bolivia se convertirá en el Centro Energético hasta el 2025, a través de la exportación de 3000 MW de energía eléctrica, para esto se prevé la expansión de la exploración y explotación hidrocarburíferas, la construcción de termoeléctricas e hidroeléctricas («megaproyectos», afirma), y la construcción de centrales nucleares con «fines pacíficos» y producción de energía.

Según este mismo plan de gobierno, en el apartado intitulado «Evolución e independencia tecnológica y científica» se dice que:

El uso de la energía nuclear para fines pacíficos es una necesidad para el país. Para este propósito se conformará una instancia especializada que realizará investigaciones y aplicaciones de energía nuclear en medicina y para uso energético, y formará científicos en el país en esta rama.

No se ha explicado cabalmente por qué sería «una necesidad» para el país. Se sabe que el primer paso anunciado está dado, ya que el gobierno ha confirmado la creación de la Agencia Boliviana de Energía Nuclear en cooperación con la Universidad Mayor de San Andrés, que estará encargada de administrar el proyecto nuclear en el departamento de La Paz.

No se ha consultado ni debatido el mismo significado de «centro energético», lo mismo sucede con los proyectos de explotación hidrocarburífera, carreteras e hidroeléctricas.

[5] Fue el mismo embajador de Rusia de ese entonces, Leonid Goluveb, quien afirmó el 2010, que ante la imposibilidad, por lo menos inmediata, de que Bolivia explote uranio o genere combustible nuclear, Rusia podría suministrarle este material. Hoy, en Bolivia hay 44 yacimientos de uranio contados. El gobierno anuncia que explorará dichos reservorios desde el 2015: «Todavía no tenemos los recursos, estamos complementando esos trabajos, de todas maneras como Corporación Minera de Bolivia vamos a seguir la próxima gestión… de tal manera que entremos ya en la exploración» Según algunos expertos en Bolivia, una empresa de uranio en Bolivia, debía pasar a tuición militar por su carácter estratégico.  Ver: El Uranio en Bolivia (Parte final); Exploración de uranio comenzará en 2015; Urgen políticas de fomento a minería del uranio.

Si, como declaran el físico Francesco Zaratti, y el personal del IBTEN, que Bolivia necesita por lo menos 15 a 30 años en desarrollar una planta nuclear, personal capacitado, además de miles de millones de dólares de inversión, -los 2 mil millones anunciados en Bolivia, quedan pequeños frente a los 31 mil millones de dólares que invertiría en energía nuclear hasta 2025 el gobierno argentino-. Entonces, de inmediato, dependería de la tecnología, capacitación y el uranio que pueda brindar ROSATOM, lo cual no significa precisamente «independencia tecnológica».

En el caso del uranio, a pesar de la contaminación altamente peligrosa que significa su explotación, para trabajadores y poblaciones aledañas, representantes de la Corporación Minera de Bolivia han anunciado ya el proceso inicial de exploración en el país.

Existen otros dos temas de absoluta importancia por los cuales el movimiento antinuclear en Brasil y de otras partes del mundo, convoca a decir un no rotundo a la energía nuclear: el del agua y la basura tóxica que genera un reactor nuclear

Scalambrini: Es un problema que constituye el qué vamos a hacer con la basura atómica, no existe una propuesta definitiva para ese residuo nuclear, hoy se coloca en la propia planta en piscinas de agua, pero a medida que se va consumiendo, generando energía, va aumentando la cantidad de basura, del residuo (…) Toda planta nuclear, que no deja de ser una planta térmica, precisa de agua, (…) precisa ser localizada cerca de grandes cantidades de agua, de ríos , el propio mar, de grandes reservorios.

Fuera de cálculos de tipo «técnico», que son las condiciones en las que Bolivia entraría directamente en acuerdo y en trabajo con una empresa tan poderosa como la estatal rusa, estaría sentenciado el ingreso boliviano, no solo a los peligros de los que alertó Fukushima, sino a un irreversible negocio capitalista del ciclo de producción de energía nuclear, con las implicaciones graves para el medio ambiente en el caso de los desechos tóxicos y la contaminación por la extracción de uranio.

Recordemos el ya mencionado caso en Tanzania, donde, con la venia de la UNESCO, se dio paso a la explotación de uranio, entonces ROSATOM ha ingresado con sus inversiones el 2013 a un proyecto minero que afecta una reserva natural y que traerá graves impactos negativos al Parque Nacional Selous. Esta empresa continuará su crecimiento, expansión y ganancias por su presencia en países de Latinoamérica y en Bolivia.  

[6] Sobre los desechos nucleares tóxicos ver: Residuos radiactivos y combustible nuclear usado

Si bien el plan del MAS incluye el desarrollo de energías alternativas, según el investigador Amos Batto, se destinará únicamente 40 millones de dólares en el desarrollo de energía eólica, solar, micro-hidroeléctrica y biomasa, mientras que la inversión en exploración y explotación hidrocarburífera y energía nuclear recibirían cantidades mucho mayores por parte del gobierno.

En el posible caso de explotación de uranio en el país, y una hipotética industrialización de éste para obtener combustible nuclear, se aduce que produciría un «verdadero desarrollo» que cambiaría la historia económica del país:

La explotación de la materia prima, (uranio) sería una de las alternativas inmediatas, pero sería excelente la utilización del uranio como combustible de energía que serviría para la industrialización del país en su conjunto. No debemos olvidarnos que la mina San Cristóbal por ejemplo, estuvo paralizada por falta de energía eléctrica, y si nos ponemos a trabajar de manera seria, con una política minera de desarrollo, cambiaríamos la historia económica de Bolivia, pasando de una economía de subsistencia a una economía de verdadero desarrollo.

El presidente Morales señaló que «ya soñamos contar con energía nuclear atómica». ¿Quiénes sueñan esto? ¿en qué horizontes están tejidos estos sueños? Esto nos lleva a reivindicar una crítica radical y necesaria a los sueños de la modernidad del capital.

[7] Según Luis Vasquez Medina, en 1960 se había planeado construir una central nuclear de 100 mil MW a orillas del Lago Titicaca, para industrializar el altiplano boliviano y peruano.

Estudiosos afirman que no existen «las bases ni el mercado» que justifiquen la construcción de una planta nuclear en Bolivia. Este «sueño», en realidad se circunscribe a la continuidad de políticas y un discurso profundamente desarrollista y de «progreso» modernizante, con un entronque colonial, porque establece sus parámetros de lo deseable y alcanzable, en lo moderno capitalista, atándonos a una relación colonial con transnacionales, y que también reproduce cadenas de expoliación contaminante en países productores de materia prima como Namibia o Tanzania.

Esto impele a pensar seriamente en la crítica a la noción de «desarrollo», que en realidad significa el afianzamiento y expansión de un modelo capitalista, que en general beneficia a empresarios, a los poderosos sectores agroindustriales y profundiza el despojo de territorios y la contaminación.

Como con todo lo que sucede dentro de las lógicas colonial capitalistas, la energía nuclear es a fin de cuentas otro negocio, y un pésimo negocio para las sociedades civiles porque en última instancia, digan lo que digan los estados, las empresas y las transnacionales beneficiarias del mismo, la historia cuenta que  los seres humanos, los demás seres vivos y la naturaleza, a los que no se les pregunta ni se les informa, y menos se les escucha o atiende cuando algo sale mal, somos «daños colaterales». Los efectos de la energía atómica permanecen por centurias. Así, esos sueños en realidad son pesadillas.

La idea de que «Bolivia va a manejar un programa nuclear» nos deja en la incertidumbre, en especial cuando  las principales autoridades, se excusan diciendo que no informaron de la consolidación de este proyecto en Bolivia «por falta de tiempo», o que tenían temor a la reacción de la población.

Paralelamente tenemos que pensar las propuestas de otras formas de generación de energías, que han demostrado ser efectivas, pero también, apelar a los sentidos de manejo comunitario y social de éstas, que impidan el paso, de otras empresas capitalistas, por ejemplo, el caso de transnacionales que construyen eólicos, (la empresa Mareña Renovables como clara muestra). Es imprescindible informarse y organizarse.

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NOTAS
[1] Rist, Gilbert, El desarrollo, historia de una creencia occidental, Catarata, España, 2002.
[2] El instituto, se habría creado en 1983, y adquiere notoriedad durante este último gobierno del MAS.