En Juchitán, «la educación es parte de la lucha por el territorio, por eso nos lanzamos a la barricada»

Como en más de 30 ciudades del estado de Oaxaca, en Juchitán —población ubicada en el Istmo de Tehuantepec— maestros y maestras, padres y madres de familia, campesinas, pescadores, organizaciones sociales y pobladores en general; han levantado y mantenido una barricada para demostrar su apoyo al magisterio frente a la represión, así como su descontento hacia el gobierno y las políticas neoliberales que se quieren imponer a la fuerza en todo el país.

[1] Radio Totopo nació hace más de 10 años para combatir la desinformación de los medios masivos y los gobiernos hacia los pueblos así como fortalecer la cultura milenaria zapoteca de Juchitán. Por su parte, la APPJ surge en defensa del territorio de la nación zapoteca, que está siendo atacado con diversos proyectos eólicos, mineros y de hidroeléctrica en la zona.

Sin embargo, es importante recordar que esa lucha no nace hoy, sino que es heredera de la lucha que los pueblos originarios de Oaxaca y del país han mantenido a lo largo de los últimos 500 años: una lucha por la autodeterminación y la autonomía que ni la independencia ni la revolución mexicana han permitido. Compañeros juchitecos, integrantes de la Asamblea Popular del Pueblo Juchiteco (APPJ) y de la radio comunitaria Totopo [1] nos cuentan más acerca de esa resistencia.

«Hasta ahora, julio de 2016, nosotros no hemos sido independientes como pueblos originarios»

El compañero de la radio nos relata:

Cuando nuestras naciones fueron invadidas por España, y que España empieza a repartir nuestro territorio en manos de los españoles y europeos que llegaron a invadir nuestro territorio, en ese momento nosotros entramos en lucha en defensa de nuestro territorio, en una rebelión total en contra de las leyes de la colonia, en contra de la forma de costumbre que trajeron los europeos. Luego llega la independencia de México, pero la independencia de México no reflejó que los pueblos originarios recuperáramos nuestro territorio que estaba en manos de los invasores. Nosotros dimos nuestra vida para esta independencia pero al final no fueron reconocidas nuestras propuestas de devolución de nuestro territorio en manos nuestras. Surgió la revolución mexicana, y también nosotros dimos la vida por la revolución y más o menos se plasman las leyes para proteger el territorio de los pueblos, pero los gobiernos que gobernaban el país no tenían en mente el respecto del territorio de los pueblos originarios. Y hasta ahora, julio de 2016, nosotros no hemos sido independientes como pueblos originarios.

Una condición indispensable para lograr la independencia de los pueblos originarios es su autonomía, entendida como su derecho al autogobierno y al territorio propio, el cual incluye la tierra pero también las formas de vivir, pensar y organizarse como comunidad así como de relacionarse con la naturaleza. «México no puede ser gobernado por una sola persona, sino que, como en todos los pueblos originarios, la decisión que puede tomar México debe de ser en asamblea de todos los pueblos en asamblea comunitaria, y así podemos acordar en paz el camino y el destino de ese pueblo llamado México, nación de naciones», precisa el compañero.

El Istmo en lucha contra los megaproyectos

Hoy en día, el territorio de los pueblos del Istmo de Tehuantepec está siendo particularmente atacado por una multitud de proyectos eólicos, mineros e hidroeléctricos que pretenden imponerse en toda la zona, siguiendo los intereses de grandes empresas transnacionales.

Más específicamente, de los 25 parques eólicos de la región, 13 han sido instalados en Juchitán, principalmente en tierras comunales, ocupando 32 mil hectáreas. De esa superficie, aproximadamente 29 mil hectáreas son tierras de cultivo que ya no están siendo trabajadas. Un campesino que sigue defendiendo sus cuatro parcelas de las transnacionales y resiste firmemente a los proyectos nos explica como empezaron a llegar las empresas y a «expropiar» a los campesinos de sus tierras mediante contratos engañosos.

Las parcelas son de propiedad comunal, pero la empresa vino y empezó a hacer contratos privados de tierra. Como yo tengo cuatro parcelas, me las quisieron juntar en un paquete, pero yo les dije que no, que no quería. Además de que para cada parcela me estaban dando mil pesos al año. Para oponerme tuve que viajar hasta la Ciudad de México, donde no nos querían recibir y nos mandaron policías y todo. Para pasar tuvimos que saltarnos unas bardas. Y ahí en la oficina es donde nos dimos cuenta de que, además, en los títulos de propiedad nada más me habían anotado a mi y a mi esposa, y a ninguna otra persona, en un contrato de 30 años. Me muero yo, se muere mi esposa, ¿a quién se le va a quedar el terreno? En eso nos dimos cuenta de que era un plan con maña, con cochinadas. Y ahí empezamos un movimiento con 400 campesinos, para poder recuperar nuestras escrituras.

Si bien ha logrado salir y conservar sus parcelas, la vida no le ha salido fácil. Además de estar sufriendo amenazas y hostigamiento por parte de «la contra», nos cuenta cómo las condiciones han cambiado respecto al trabajo del campo: las dificultades para acceder a su terreno, las lluvias que ya no llegan y los extraños dolores que sienten en todo el cuerpo las y los que siguen trabajando sus tierras en medio de los parques eólicos.

Sin embargo, el compañero sigue en pie de lucha y, además de dar una advertencia a sus vecinos, exhorta el pueblo a sumarse a la resistencia. «Apenas acaba de empezar, eso nada más es la primera etapa. El gobierno viene para arrasar, para matar y acabar con los campesinos entonces, ¡hay que luchar! Hay que luchar, luchar fuerte y luchar hasta donde se pueda», concluye.

«La educación es parte de la lucha por el territorio»

La organización actual de la comunidad juchiteca en apoyo al magisterio y en contra de las reformas estructurales se desarrolla en el marco de esa lucha más global por el territorio.

[2] Con esa propuesta, el magisterio oaxaqueño plantea una alternativa centrada en «la educación comunitaria y la investigación como método pedagógico y actividad docente, la incorporación del conocimiento local al aula en diálogo de saberes, el análisis crítico de la realidad y la formación responsable hacia la comunidad y la participación en la vida comunitaria», explican Benjamín Maldonado y Stefano Sartorello.

«Estamos apoyando a la sección 22 de maestros del estado de Oaxaca porque es un movimiento que también está luchando por integrar la forma de vivir y de pensar de los pueblos en su sistema educativo y tienen una propuesta llamada Plan para la Transformación de la Educación de Oaxaca (PTEO)» [2], precisa el compañero de radio Totopo y continúa: «La educación es parte de la lucha por el territorio, por eso nos lanzamos a la barricada».

La barricada juchiteca está ubicada a nivel del canal 33 desde el día 12 de junio del 2016. No sólo es un bloqueo sino un lugar de convivencia y de reflexión. Como nos cuenta el compañero, esa barricada puede ser considerada una barricada cultural: «hay proyecciones de películas, hay actividades culturales, música, danza, poesía, inclusive misas. Misa católica. Han habido celebraciones litúrgicas para pedir a nuestros santos, a nuestros dioses de que nos acompañen en esa lucha y nos den fortaleza».

Desde la radio, el apoyo también se ha manifestado de distintas formas: los micrófonos han sido abiertos a lxs maestrxs desde el 15 de mayo, se llamó a apoyar con víveres y todos los días se prepara comida para la barricada. «Preparamos más de 300 platillos de comida para la barricada», nos cuenta el compañero.

Pero la resistencia no es fácil, y las autoridades corruptas hacen todo para complicarla cada vez más e intentar derrotar a la organización. Además de la represión por parte de policías y militares, el movimiento sufre la presencia de infiltrados destinados a perturbar y provocar a la gente.

El compañero de la radio denuncia que «se ha detenido a un policía enviado por el estado mexicano. Y así han habido mototaxis, personas armadas que han rodeado el campamento (…) En algunas partes grupos armados han incitado al saqueo de Soriana, Walmart, Aurrera y otras tiendas, y lo han achacado a la barricada de maestros, padres de familia y organizaciones».

Sin embargo, el compañero señala que el pueblo de Juchitán sigue determinado a luchar.

Estamos reguardando nuestro territorio y sus bienes naturales, para no ser explotados por empresas transnacionales, a pesar de la implementación de sicarios que nos persiguen y nos matan, a los luchadores sociales.

A pesar de todo eso, consideramos que el estado mexicano es un puñado de empresarios y que no va a poder aniquilar un millón, dos millones, tres millones de integrantes de pueblos originarios. Estamos en lucha y no tenemos miedo a los sicarios. Seguimos en lucha y apoyando a los maestros.

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