No hay nada en el mundo más digno que la solidaridad, la atención y el respeto hacia una madre que busca a su hijo

«¡Todo lo que sé lo he aprendido en México, ahora sé manejar, sé de ganado, sé de electricidad, soy mecánico de motocicletas, me dicen el mil usos!» Se ríe Jorge, mientras cuenta su vida en México, una «experiencia» que duró diesciseis años, desde, cuando en el punto fronterizo de Playa de Catazajá, Chiapas, no alcanzó a tomar la última combi y perdió a sus compañeros que continuaron «p’al norte».

Jorge es el primer migrante que encontramos llegando a «La 72», el albergue de Tenosique, Tabasco, fundado por Fray Tomás González y cuyo nombre conmemora la matanza de migrantes ocurrida en 2010 en San Fernando, Tamaulipas. Su país de origen es Honduras, y su historia, parecida a la de miles de migrantes que en los últimos años han cruzado la frontera de México rumbo a Estados Unidos. La diferencia es que Jorge no sólo ha sobrevivido, sino que ha tenido la suerte de encontrar un empleo, una esposa y, el día de hoy, también a su hermana. El encuentro entre Jorge y Sonia, que cuando se dejaron tenían respectivamente 16 y 10 años, se da entre la conmoción general de las demás madres de los migrantes desaparecidos, cuyo deseo es poder, algún día, llorar por la misma felicidad.

Esta XI Caravana de Madres Centroamericanas que Buscan a sus Hijos Desaparecidos en Tránsito por México empieza así, con gran estilo, y todos los acompañantes compartimos la esperanza que de la misma manera se pueda acabar, el próximo el 18 de diciembre, Día Internacional del Migrante, en Tapachula, Chiapas donde se conmemorará la «Jornada de Acción Global contra el Racismo y por los Derechos y la Dignidad de las personas Migrantes, Refugiadas, y Desplazadas».

Las desapariciones forzadas y el desplazamiento forzado son de hecho los dos ejes centrales de este recorrido que llega este año a su onceava edición y que, gracias al compromiso y la dedición del Movimiento Migrante Mesoamericano, permite cada doce meses que un grupo de madres procedentes de diferentes lugares de Centroamérica pueda recorrer México buscando a sus hijos e y hijas, desaparecidos y desaparecidas durante una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo.

Fotografía: Valentina Valle

Fotografía: Valentina Valle

Entre las «novedades» de este año estará la iniciativa de presentar, en la Ciudad de México, denuncias por desaparición forzada ante el Ministerio Público de la fiscalía especializada en la materia. Los protagonistas de estos crímenes siguen siendo el crimen organizado y sus cómplices institucionales y esta caravana, al emprender este camino jurídico de denuncia, se propone crear un importante antecedente para todos los casos parecidos, obligando el gobierno federal a tomar una postura de intervención concreta en la investigación y castigo a los culpables.

Como destaca el programa, otras actividades programadas incluyen plantones y exposiciones en las plazas públicas; visitas y alojamiento en los albergues migrantes; pesquisas y seguimiento de pistas; visitas a hospitales, prostíbulos, reclusorios, albergues de indigentes y/o minusválidos y a cualquier lugar público en donde se pudiera esperar encontrar a algún migrante. Al igual que en las ediciones precedentes, además, habrá ceremonias en las vías del tren, en las tumbas sin nombre de los cementerios; caminatas por los pueblos para solicitar la solidaridad de las comunidades de la ruta migrante; conferencias de prensa y entrevistas.

Fotografía: Valentina Valle

Fotografía: Valentina Valle

Como siempre las madres centroamericanas y sus acompañantes invitaron a las comunidades, las organizaciones sociales, los organismos de prensa y los defensores de los derechos humanos a dar seguimiento a las acciones que realizarán para difundir los trabajos de la caravana y las causas que la motivan y para ejercer presión hacia las autoridades, evitando que «el olvido desdibuje la magnitud de esta tragedia humanitaria». Subversiones acompañará también esta XI edición de la Caravana, no sólo por razones periodísticas sino porque no hay nada en el mundo más digno que la solidaridad, la atención y el respeto hacia una madre que busca a su hijo.