Niñas y niños en Cherán K’eri defendiendo el territorio

Por Jurhamuti José Velázquez Morales

 

Los niños fueron una de las razones primordiales de la lucha aquel 15 de abril de hace cuatro años, son quienes caminan observando a los mayores, quienes ayudan a encender el fuego y desde el cobijo del rebozo de la abuela resisten; los niños están siendo parte, son aprendices y son quienes darán continuidad, una prolongación que seguirá defendiendo el territorio comunal.

A pocos días de celebrarse la segunda elección mediante usos y costumbres p’urhépecha en Cherán, los habitantes realizan un balance entre el comienzo y la etapa final del primer gobierno comunal. El pasado 19 de abril se dio el paso a otra nueva fase para formar la estructura de los llamados k’ericha o k’eris donde tres integrantes de cada uno de los cuatro barrios fueron respaldados por las fogatas, en esta ocasión las filas de adultos eran cuantiosas pero destacaban también los niños y jóvenes de las fogatas activas, que acudieron a atender la convocatoria para renovar el Concejo Mayor de Gobierno. El próximo domingo 3 de mayo, el Instituto Electoral de Michoacán (IEM) dará cumplimiento a la orden del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) para celebrar la elección de los 12 integrantes del Concejo Mayor, con ello el Estado ratifica la voluntad de un pueblo, en donde también los niños y jóvenes tendrán su participación.

Desde la madrugada del 15 de abril de 2011, la comunidad no ha sido la misma y tampoco las generaciones de niños. Aquel movimiento social en defensa del territorio ha logrado también instaurar nuevas formas de participación comunitaria, así como reinaugurar –para algunos– formas ancestrales de relación con nana echéri, la madre naturaleza, con el idioma, con las generaciones y elementos de la pindékua, la cultura. El movimiento y los 4 años de gobierno consecutivos han promovido entre los más jóvenes otros mecanismos de relación donde la consigna es ir a contracorriente, pensando en no depender de los partidos políticos para sesi irekani, vivir bien. Todo ello ha promovido la participación de los niños y jóvenes en la organización social y en su papel como re-constructores de su territorio.

Cheran k´eri, como lo denominan otras comunidades de la meseta p’urhe es un contexto históricamente en lucha, aquellos que fueron niños en el pasado hoy se dan a la tarea de guiar y encaminar a los hijos en el deber común: jarhojpékua, la ayuda comunitaria. Desde luego que el escenario social y la voluntad de los niños permiten consolidar el proceso de participación política en la infancia. Como Eliud Torres menciona en su artículo La participación de niños y niñas en pueblos indígenas que luchan por su autonomía II :

Participar en este tipo de experi­encias políticas, alejadas o confrontadas con el Estado, hace que la subjetividad de niños y niñas indígenas se vaya constituyendo, en la singularidad como individuos [futuros comuneros] y en la colectividad como pueblos [como p’urhépecha], más allá del discurso del enfoque de derechos de la infancia.

Comenzar a pensar en la participación que ejercen l@s niñ@s en las comunidades indígenas del país, es situar un análisis crítico entorno al discurso gubernamental en México, la infancia no accede a espacios de verdadera participación política. Es decir que existe una diversidad de carencias e ineficacia en los mecanismos institucionales, el texto que hoy se teje sirve para preguntar qué hace el gobierno para promover la participación política infantil. Por añadidura, recordemos que el Estado ha ratificado este derecho a partir de la Convención de los Derechos del Niño y la Niña, tal convención estipula que la participación política se debe ejercer mucho antes de cumplir los 18 años. En Cherán, el niño está considerado por los adultos, cada uno es parte de una fogata, pertenece además a un barrio tradicional, esto le otorga el derecho a decidir también.

La f1, barricada de Cherán dibujos de los niñ@s. Fotografía: Jurhamuti J. Velázquez

La f1, barricada de Cherán dibujos de los niñ@s. Fotografía: Jurhamuti J. Velázquez

Los niños que luchan por su autonomía

En un estudio de Yolanda Corona se describe que durante el movimiento de resistencia comunitario en Tepoztlán, los adultos consideraban «natural y necesario» que sus hijos participaran desde pequeños en guardias nocturnas, marchas y manifestaciones, a pesar de los riesgos y la vulnerabilidad que esto implicaba. Desde luego en Cherán, ocurre de manera similar cuando los niños colaboran en las tareas de la fogata, forman parte de las manifestaciones sociales y acompañan en el recorrido, caminando junto al rondín vigilando los límites territoriales para resguardar el bosque, estas acciones son sólo algunas de las actividades llevadas a cabo por los niños.

El acompañamiento de los adultos es parte central en el proceso de colaboración-participación. En el documento sobre experiencias de participación infantil citado anteriormente se hace referencia a la necesidad de incluir a los niños en las filas de los movimientos sociales «Si no van ahora (a las marchas, a las guardias), entonces ¿Cuándo van a aprender?». Para el caso de Cherán, los adultos afirman «el movimiento es por los que vienen, nosotros ya estamos de paso» aludiendo a las generaciones jóvenes «fue por nuestros hijos, si ellos no participan, ¿cómo se van a enseñar a no tener miedo?», a decir de un grupo de hombres y mujeres en la Fogata 24, cuando se les cuestionó acerca de la colaboración de los niños.

Reconocer la iniciativa que tiene la infancia de comunidades indígenas que luchan por su autonomía, como la de Cherán, nos invita a valorar su aporte al movimiento; a ver el fenómeno desde una óptica en la que ellos son protagonistas, rechazando la visión jerárquica dominante de «a mayor edad, mayor valor» que prima en México, en la que la participación infantil no es tan importante como la de un grupo adulto.

Y ¿cómo bordar un tejido social justo para la infancia?

Roger A. Hart escribe:

Con frecuencia es difícil ver la «movilización social» de los niños como participación. La clave, por supuesto, está en la libertad de opción y, con frecuencia los niños son organizados totalmente por los adultos y sacados a participar en las manifestaciones. Sin embargo, estos eventos pueden tener importancia para los niños, especialmente cuando el asunto los afecta, lo comprenden, y lo consideran importante.

En el caso de Cherán es evidente que los niños también participan en escenarios como la movilización y la asamblea de barrio «tres cohetes quiere decir que está pasando algo y hay que juntarse» afirman los niños de la fogata 14. Tales escenarios están relacionados con el contexto, la cultura y el tiempo; a la vez, son altamente efectivos y desde luego formativos, de manera que más tarde el niño pueda formar parte de un Concejo Comunal y promover proyectos de verdadera participación. «Cuando sea grande, yo voy a desfender a Cherán» (sic).

Cuando sea grande, quiero ser k’eri

Esa verdadera participación, que hoy ejercen los jóvenes y adultos –quienes pueden acceder a dispositivos comunales de toma de decisiones en Cherán– es pieza fundamental de un proceso social donde los niños se interesan por ocupar y cumplir un cargo para servir a su comunidad en un tiempo próximo. Resulta una tarea primordial promover que l@s niñ@s se visualicen participando y se conviertan en agentes de cambio. Hoy en la comunidad se pueden identificar a niñas, niños y jóvenes que tienen como sueño, ser K’eri, o formar parte del grupo de élite de guardabosques con el objetivo de servir al pueblo, lo que en p’urhépecha se llama marhuatspekua: el sentido de servicio sin servirse de los demás. Ésta es una faena que cada ireti o comuner@ deberá desempeñar.

Voz de los niñ@s de Cherán 1. Fotografía: Jurhamuti J. Velázquez

Voz de los niñ@s de Cherán 1. Fotografía: Jurhamuti J. Velázquez

Infancia p’urhépecha y violencia

Crecer y ser niñ@ resguardando el territorio, exigiendo la salida de los partidos políticos de la comunidad; ser niñ@ constructor@ de una democracia ejemplar a mano alzada, donde el pueblo manda, no es cualquier cosa. Como considera Eliud Torres:

La participación que tienen niños y niñas indígenas en estas experiencias, propi­cia el desarrollo de habilidades y capacidades más fuertes para contrarrestar el clima de violencia, incertidumbre y hostigamiento cotidiano, pues son nuevas generacio­nes que viven en la resistencia colectiva, en un entorno altamente politizado y con prácticas de socialización muy particulares.

Los p’urhépecha, antes de la llegada de los ibéricos, eran considerados un pueblo en guerra permanente y no fueron sometidos por ningún otro del México antiguo ni por aztecas o mexicas. La tradición de defensa es histórica y se ha transmitido desde espacios como parankua o fogata, sitio clave en la visión p’urhé debido a la presencia de kurikúa, el fuego sagrado de la guerra, y la irekua o vida. La purejkúkua por su parte, es la preparación para la defensa vinculada a las pautas de crianza en la infancia p’urhépecha.

Ser niñ@ en Cherán significa ser parte de una comunidad, de un barrio, de una fogata y de una familia. Esto es motivo para que los mayores sumen a sus hijos en el quehacer de la defensa.

El Consejo Mayor, los 12 k'eris: Mural colectivo de los niñ@s de Cherán. Fotografía: Jurhamuti J. Velázquez

El Consejo Mayor, los 12 k’eris: Mural colectivo de los niñ@s de Cherán. Fotografía: Jurhamuti J. Velázquez

L@s niñ@s portavoces de la memoria histórica

La memoria también es un elemento de lucha y las generaciones de niñ@s y adult@s de Cherán hablan de una cronología de al menos seis movimientos anteriores al de abril de 2011. Esto significa un periodo más de experiencias donde la solidaridad étnica salió a flote ante las diferencias. A través de la historia oral, l@s niñ@s comparten diálogos con l@s mayores, lo que les permite re-conocer el territorio y la cultura, así como procesos complejos que pueden empezar a tejerse mediante la palabra y la participación.

Lo que l@s niñ@s viven en un proceso social se refleja en la subjetividad. Niñ@s conscientes del daño ecológico que la tala ilegal genera; niñ@s portando una bandera p’urhépecha que representa una forma alternativa de ser mexican@ y de contribuir al país; niñ@s y jóvenes alzando su voz desde la consigna jurchari uinapekua: nuestra fuerza. No hay duda de que los tiempos que hoy se viven en México obligan a voltear hacia los pueblos originarios que han generado cátedras en materia de auto-seguridad, participación política, ciudadanía y democracia. México se desgarra cuando cada gobernante se da el lujo de no respetar, de vender y pisotear el país sin dignidad alguna.

Cherán lugar de espantos, lugar de shikumes. Mural colectivo niños y adultos de Cherán. Fotografía: Jurhamuti J. Velázquez

Cherán lugar de espantos, lugar de shikumes. Mural colectivo niños y adultos de Cherán. Fotografía: Jurhamuti J. Velázquez

En conclusión, las y los niños están haciendo su parte, presentes en tiempos verdaderamente adversos a la autonomía de las comunidades indígenas de México. Existen deudas grandes en materia de reconocimiento de los derechos de estos pueblos (Derechos de los Pueblos Indígenas). En cada comunidad hay niñ@s que están en la búsqueda de un país donde no predominen las desapariciones forzadas (que son crímenes de lesa humanidad); niñ@s registrando en su mente cada suceso que atenta contra su pueblo; vigilando el ingreso de nuevos actores de la violencia; portando pancartas que reclaman paz y justicia. Al resistir en estas circunstancias l@s niñ@s resisten lo que Eliud Torres siguiendo a Eduardo Bustelo señala como «expresiones de los dispositivos biopolíticos, que el capitalismo implementa para vigilar la construcción de la subjetividad en la infancia, que hace de la infancia una de las principales vícti­mas de la biopolítica moderna». La infancia entonces es una de las principales víctimas del orden global de norte a sur en Latinoamérica; un orden que no respeta la vida comunitaria, el territorio, el agua, el viento, la tierra ni tampoco el fuego.

La educación desde los movimientos sociales juega un papel fundamental en la vida de los sujetos, defender el territorio implica pues, que padres e hijos luchen por el espacio simbólico, ser comuner@ no es un eslogan individual, obedece al ejercicio colectivo de reconocerse como miembros de un régimen comunal, donde los niños son parte también. Al documentar la experiencia de la infancia en Cherán, se logra una empatía social con otros niños que luchan a lo largo país. Queda bastante por hacer, pero existe un avance paulatino, muestra de ello son los textos citados, los cuales representan la posibilidad de visibilizar la participación infantil en las comunidades; asimismo, existe un importante trabajo de documentación de sucesos, voces e imágenes que es necesario continuar.

Diosi meiamua kaChari sesi jimbo. Gracias.

Lotería comunitaria de los Niñ@s de Cherán K'eri. Fotografía: Jurhamuti J. Velázquez

Lotería comunitaria de los Niñ@s de Cherán K’eri. Fotografía: Jurhamuti J. Velázquez